Los beneficiarios de la Tarjeta Alimentar pagaron un ticket promedio de $2.625 durante diciembre, concentrando las compras en un 41,9% en productos lácteos y carnes, según surgen de datos oficiales a los que accedió en exclusiva Ámbito. Justamente, en el periodo enero-abril se observa que los alimentos recomendados nutricionalmente fueron los que sufrieron el mayor incremento de precios con un alza del 8,6%, de acuerdo a los registros del programa dependiente del Ministerio de Desarrollo Social, canalizada a través de la ANSES.
En total, el gasto promedio en abril se ubicó en $2.850, por lo que el 92,1% de ese importe fue abonado con la Tarjeta Alimentar, y el 7,9% con otros medios de pago. Al respecto, el informe de la Dirección General de Información Social Estratégica del Ministerio de Desarrollo Social indica que “es factible, que la mayor proporción del total del ticket pagada con otros medios de pago en los últimos dos meses esté reflejando la pérdida de la capacidad de compra de la tarjeta por efecto de la alta inflación”.
Vale recordar, que en el marco del Plan Argentina Contra el Hambre (PACH), la Tarjeta Alimentar fue lanzada el año pasado y ya alcanza a 4 millones de niños menores de 14 años, uno de los sectores sociales más vulnerables. En la actualidad, todos los meses se acredita un monto para consumir en alimentos según la siguiente escala:
personas que perciben la Asignación por Embarazo reciben $6.000
familias con un hijo $6.000
familias con dos hijos $9.000
familias con tres o más hijos $12.000.
Solo el año pasado, el programa dependiente del Ministerio de Desarrollo Social que conduce Daniel Arroyo, implicó un desembolso de $95.355 millones por parte de la ANSES.
En el PACH los productos se dividen en tres categorías según su valor nutricional: alimentos recomendados, alimentos no recomendados y otros alimentos. En un repaso de las compras por categoría el relevamiento destaca que “desde febrero está cayendo la participación de lácteos y de frutas. Aunque en abril, se recuperó el consumo de proteínas de la carne y de verduras, que también habían caído”.
Por su parte, entre los alimentos no recomendados las gaseosas vienen perdiendo peso en la distribución del consumo desde febrero. En tanto que entre los otros tipos de alimentos se destaca el incremento del consumo de harinas sin azúcar y el azúcar. Mientras que el consumo de aceite se mantuvo casi invariante, luego de un alto incremento en el mes de marzo.
Un dato interesante del informe es que según los datos de la Cámara de Tarjetas de Crédito y Compra (ATACYC) sobre ventas pagadas con Tarjeta Alimentar según la denominación del comercio, el 68,8% de las ventas se realizan en almacenes y supermercados, lo que evidencia la penetración del beneficio y el círculo virtuoso que genera en el consumo de los comercios de cercanía.
En cuanto al consumo por tipo de alimentos, el informe señala que luego de un descenso en julio de 2020, el consumo de alimentos recomendados comenzó a recuperarse hasta llegar en diciembre a un marcado incremento (fundamentalmente de carnes), producto de las compras por las fiestas de fin de año. En enero de 2021, el consumo de los alimentos recomendados subió aún más (54,4%), impulsado por los lácteos. Sin embargo, a partir del mes de febrero el consumo de estos alimentos experimentó una tendencia a la baja (51,9% en febrero, 51% en marzo y 50,6% en abril).
En tanto que la participación en las compras de los denominados otros alimentos experimenta una tendencia a la baja desde su pico máximo en julio de 2020 (35,3%), aunque en 2021 se observa una recuperación del 14,8% en abril con respecto a enero. “La caída abrupta de diciembre (24,1%) se puede atribuir a los cambios en los patrones de consumo debido a las fiestas de fin de año”, analiza el relevamiento.
Por otra parte, en lo que va de 2021 el consumo de alimentos no recomendados se mantuvo en niveles superiores a los experimentados en 2020 con un 19,3% de participación; a excepción del incremento de diciembre que, nuevamente, se explica por las compras asociadas a las fiestas.
En cuanto al monto que destinan los titulares de la Tarjeta Alimentar a cada categoría de productos, entre marzo y abril el gasto en alimentos recomendados pasó del 51,2% al 51,9%; el de otros alimentos se mantuvo en 21,9% y el de no recomendados bajó del 27,0% al 26,1%. En abril “es el primer mes del año en que baja el gasto en alimentos no recomendados, aunque, como se vio anteriormente, el consumo se mantuvo todos los meses en 19,3%”, señala el informe.
Como reflejo de la inflación que viene estando en promedio por encima del 3%, según los datos de los titulares de la Tarjeta Alimentar, en el mes de abril el precio pagado por kilo de alimento se incrementó en los tres grupos de alimentos.
Entre los alimentos recomendados el precio por kilo pasó de $199,4 en marzo a $216,5 en abril; entre los otros tipos de alimento subió de $146,9 a $153,2; y entre los no recomendados de $277,4 a $286,2. El total de los alimentos aumentó $11,9, pasando de $188,9 a $199.
En definitiva, los alimentos que resultaron más baratos son los agrupados en otros alimentos y los más caros son los alimentos no recomendados, en tanto los alimentos recomendados se encuentran en precios intermedios.
El informe señala que el precio pagado por kilo de alimento se incrementó un 4,7% en febrero, 5,3% en marzo y un 6% en abril. En tanto que el mayor incremento se produjo entre los alimentos recomendados con un avance en abril del 8,6% seguido de los otros tipos de alimentos con el 4,3% y luego de los alimentos no recomendados que fueron los que menos subieron con una suba del 3,2%.
“En todos los casos hay que tomar en cuenta que en la variación del precio pagado por kilo de alimento se manifiesta el factor precios, pero también el factor consumo de acuerdo a los productos específicos que cada mes componen cada ítem del tipo de alimento. Esto es muy claro en los lácteos, cuyo precio varía también con relación a la participación en el total de los
quesos, yogures y postrecitos que son más caros que la leche fluida. Cuanto mayor es el peso relativo de leche fluida, con respecto a quesos, yogures y postrecitos, más se abarata el precio del kilo pagado”, explica el informe del Ministerio de Desarrollo Social. Y agrega al respecto que “en ciertos casos, se producen cambios en la elección de marcas o de cortes de carne, por ejemplo. Todas estas son estrategias que utilizan los hogares para ajustar el consumo a su nivel de ingresos, y que se pueden ver reflejadas en las variaciones del precio pagado por kilo de alimento”.