SAN PABLO.– El jueves, en Interlagos, Franco Colapinto se entregó al cariño de la “torcida” (hinchada) argentina en el pit lane cuando la actividad del día estaba terminando. El viernes, en cuanto Franco salió a pista, los ingeniosos cánticos y las ovaciones al paso del Williams Nº 43, se escuchaban en todo el ámbito de Interlagos. Pero después de caer eliminado en la Q2 de las pruebas de clasificación para la carrera sprint, no llegaron las ovaciones ni los cánticos. La multitud de argentinos que habían llegado en avión o en coche a San Pablo sabían o intuían, por las noticias llegadas desde Argentina, que las décimas que separaron a Fran de su compañero, Alex Albon, en esa Q2 se debían a la tristeza por el fallecimiento de su abuelo, Leónidas Colapinto, en las últimas horas del jueves en Bahía Blanca. Sus amigos hinchas optaron por un respetuoso silencio.
El duelo es una de las emociones más fuertes por las que pasa un ser humano y más en los individuos, como Franco, un joven de fuertes empatías. Esa emoción se traduce en generación de hormonas que bloquean la sensibilidad, la fluencia mental necesaria para limar las últimas décimas o centésimas de segundo. Intuyendo que la noticia del deceso de Leónidas Colapinto podía afectar a Franco, la familia pensaba comunicárselo tras la carrera del domingo. Pero de las mismas redes que le han dado tanta motivación y alegría a Franco le llegó la mala noticia. Cuando Franco emergió presuroso cruzando a su garaje desde el hospitality para montar en su coche iba a intentar sólo superar la situación. En la mañana, gente que había tenido acceso a su entorno manifestaba que varias veces tuvo que contener un sollozo invasor, nacido de su corazón y de un entrenamiento mental que le lleva a no hacerse daño ocultando ese tipo de emociones.
Quedó 14º en la Q2 de la clasificación, se bajó del coche, hizo unas declaraciones de compromiso, que tiene acuñadas desde su primera carrera para la TV oficial de Liberty y presuroso (agradeciendo todos los apoyos recibidos etc.) y, con la cabeza gacha y el rostro demudado, caminó, casi corrió, fijando la vista en el suelo, hacia el garage, dar su informe en apenas 4 minutos a su ingeniero Gaëtan Jego y de allí a refugiarse en el hospitality con cristales transparentes y sólo rodeado por sus managers, Jamie Campbell Walter y María Catarineu y la hija de María, Martina. Fue Martina quien, como un ancla de calma deseada, lo acompañó a lo largo de medio paddock para acabar de aceptar lo sucedido.
Su fuerza mental para el ejercicio de su profesión, se ha visto, no se extiende necesariamente a las profundas raíces que tiene con su familia e infancia, en una demostración de una lógica y humana vulnerabilidad. Para él, el viernes debería haber sido una jornada de trabajo “normal”, con un entrenamiento libre, pero Franco había recibido la noticia del fallecimiento de su abuelo Leónidas y entró en el paddock aislado con sus auriculares, la cabeza gacha y el rostro entristecido. El abuelo, abogado de gran renombre en Bahía Blanca y muy aficionado a montar a caballo, cuando Franco no tenía más de cinco años lo había llevado en unos paseos en el campo que dejaron una marca en el niño que después aprendió a montar. Esos momentos, esas escenas vividas con su abuelo, seguramente, pasaban en imagen rápida por su mente provocando una mezcla de nostalgia y dolor en su interior. Tenía que enfrentarse a una prueba de fuego en el primer entrenamiento libre, en la clasificación para la prueba sprint del sábado y evitar que ese recuerdo del abuelo afectara su sensibilidad, su concentración, imprescindible para limar las últimas décimas de segundo en un trazado exigente, de 4300 metros en las afueras de San Pablo. Tenía que aislarse y lo aislaron.
Afuera del hospitality de Williams montaban “guardia” decenas de argentinos y brasileños (que lo toman casi como propio y sienten algo especial por su parecido físico con Ayrton Senna), invitados VIPs, periodistas interesados más en su posible butaca para 2025 con Red Bull que en los sentimientos de un joven profundamente emocional y comunicativo. El proceso emotivo le dio un respiro en la primera etapa de la clasificación, Q1, y quedó a tan sólo una décima de segundo por detrás de su compañero Alexander Albon, que era noveno. Pero con el circuito engomado y los esfuerzos laterales en curvas aumentadas en la Q2, las frenadas más a fondo y la adrenalina aumentada, Franco no pudo pasar el corte. Decimocuarto a 1,2 s del McLaren de Oscar Piastri, el más rápido en ese momento.
El orden de largada de la carrera sprint de este sábado
Saturday’s #F1Sprint starting line-up 👀#F1 #BrazilGP pic.twitter.com/2mXXCIGzKm
— Formula 1 (@F1) November 1, 2024
Después de unos minutos en las oficinas fuera del alcance de la vista, Franco se sentó en la zona de recepción del hospitality donde el jueves había dado rienda suelta a su fresco humor en la conferencia de prensa organizada por Mercado Libre. Otras eran las circunstancias y pasaba esos momentos junto a las personas de su entorno más íntimo. Alex Albon, recuperado de una serie de traspiés en las carreras anteriores, y dispuesto a salir este sábado en la “sprint” desde la novena posición con un tiempo (en la Q3) 1,2s más lento que el “poleman”, Oscar Piastri se acercó a saludarlo. Albon había logrado la mejor posición de largada para un Williams para una carrera sprint en esta temporada.
¡¡VAMOS, FRANCO!!
Colapinto avanzó a la SQ2 del #BrazilGP junto a su compañero Alex Albon.
Afuera:
16. Alonso
17. Ocon
18. Tsunoda
19. Stroll
20. Zhou
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— ESPN Argentina (@ESPNArgentina) November 1, 2024
Hasta anoche, el comunicado oficial de Williams se limitaba a los hechos deportivos. Comentar sobre la tristeza personal de Colapinto no le correspondía a ellos. Eso sí, informalmente manifestaban que Franco no iba a hacer declaración alguna por el resto de la jornada. La cita para el equipo y para el pilarense y sus sensaciones será este sábado, a partir de las 11, con la competencia sprint.
SAN PABLO.– El jueves, en Interlagos, Franco Colapinto se entregó al cariño de la “torcida” (hinchada) argentina en el pit lane cuando la actividad del día estaba terminando. El viernes, en cuanto Franco salió a pista, los ingeniosos cánticos y las ovaciones al paso del Williams Nº 43, se escuchaban en todo el ámbito de Interlagos. Pero después de caer eliminado en la Q2 de las pruebas de clasificación para la carrera sprint, no llegaron las ovaciones ni los cánticos. La multitud de argentinos que habían llegado en avión o en coche a San Pablo sabían o intuían, por las noticias llegadas desde Argentina, que las décimas que separaron a Fran de su compañero, Alex Albon, en esa Q2 se debían a la tristeza por el fallecimiento de su abuelo, Leónidas Colapinto, en las últimas horas del jueves en Bahía Blanca. Sus amigos hinchas optaron por un respetuoso silencio.
El duelo es una de las emociones más fuertes por las que pasa un ser humano y más en los individuos, como Franco, un joven de fuertes empatías. Esa emoción se traduce en generación de hormonas que bloquean la sensibilidad, la fluencia mental necesaria para limar las últimas décimas o centésimas de segundo. Intuyendo que la noticia del deceso de Leónidas Colapinto podía afectar a Franco, la familia pensaba comunicárselo tras la carrera del domingo. Pero de las mismas redes que le han dado tanta motivación y alegría a Franco le llegó la mala noticia. Cuando Franco emergió presuroso cruzando a su garaje desde el hospitality para montar en su coche iba a intentar sólo superar la situación. En la mañana, gente que había tenido acceso a su entorno manifestaba que varias veces tuvo que contener un sollozo invasor, nacido de su corazón y de un entrenamiento mental que le lleva a no hacerse daño ocultando ese tipo de emociones.
Quedó 14º en la Q2 de la clasificación, se bajó del coche, hizo unas declaraciones de compromiso, que tiene acuñadas desde su primera carrera para la TV oficial de Liberty y presuroso (agradeciendo todos los apoyos recibidos etc.) y, con la cabeza gacha y el rostro demudado, caminó, casi corrió, fijando la vista en el suelo, hacia el garage, dar su informe en apenas 4 minutos a su ingeniero Gaëtan Jego y de allí a refugiarse en el hospitality con cristales transparentes y sólo rodeado por sus managers, Jamie Campbell Walter y María Catarineu y la hija de María, Martina. Fue Martina quien, como un ancla de calma deseada, lo acompañó a lo largo de medio paddock para acabar de aceptar lo sucedido.
Su fuerza mental para el ejercicio de su profesión, se ha visto, no se extiende necesariamente a las profundas raíces que tiene con su familia e infancia, en una demostración de una lógica y humana vulnerabilidad. Para él, el viernes debería haber sido una jornada de trabajo “normal”, con un entrenamiento libre, pero Franco había recibido la noticia del fallecimiento de su abuelo Leónidas y entró en el paddock aislado con sus auriculares, la cabeza gacha y el rostro entristecido. El abuelo, abogado de gran renombre en Bahía Blanca y muy aficionado a montar a caballo, cuando Franco no tenía más de cinco años lo había llevado en unos paseos en el campo que dejaron una marca en el niño que después aprendió a montar. Esos momentos, esas escenas vividas con su abuelo, seguramente, pasaban en imagen rápida por su mente provocando una mezcla de nostalgia y dolor en su interior. Tenía que enfrentarse a una prueba de fuego en el primer entrenamiento libre, en la clasificación para la prueba sprint del sábado y evitar que ese recuerdo del abuelo afectara su sensibilidad, su concentración, imprescindible para limar las últimas décimas de segundo en un trazado exigente, de 4300 metros en las afueras de San Pablo. Tenía que aislarse y lo aislaron.
Afuera del hospitality de Williams montaban “guardia” decenas de argentinos y brasileños (que lo toman casi como propio y sienten algo especial por su parecido físico con Ayrton Senna), invitados VIPs, periodistas interesados más en su posible butaca para 2025 con Red Bull que en los sentimientos de un joven profundamente emocional y comunicativo. El proceso emotivo le dio un respiro en la primera etapa de la clasificación, Q1, y quedó a tan sólo una décima de segundo por detrás de su compañero Alexander Albon, que era noveno. Pero con el circuito engomado y los esfuerzos laterales en curvas aumentadas en la Q2, las frenadas más a fondo y la adrenalina aumentada, Franco no pudo pasar el corte. Decimocuarto a 1,2 s del McLaren de Oscar Piastri, el más rápido en ese momento.
El orden de largada de la carrera sprint de este sábado
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Después de unos minutos en las oficinas fuera del alcance de la vista, Franco se sentó en la zona de recepción del hospitality donde el jueves había dado rienda suelta a su fresco humor en la conferencia de prensa organizada por Mercado Libre. Otras eran las circunstancias y pasaba esos momentos junto a las personas de su entorno más íntimo. Alex Albon, recuperado de una serie de traspiés en las carreras anteriores, y dispuesto a salir este sábado en la “sprint” desde la novena posición con un tiempo (en la Q3) 1,2s más lento que el “poleman”, Oscar Piastri se acercó a saludarlo. Albon había logrado la mejor posición de largada para un Williams para una carrera sprint en esta temporada.
¡¡VAMOS, FRANCO!!
Colapinto avanzó a la SQ2 del #BrazilGP junto a su compañero Alex Albon.
Afuera:
16. Alonso
17. Ocon
18. Tsunoda
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Hasta anoche, el comunicado oficial de Williams se limitaba a los hechos deportivos. Comentar sobre la tristeza personal de Colapinto no le correspondía a ellos. Eso sí, informalmente manifestaban que Franco no iba a hacer declaración alguna por el resto de la jornada. La cita para el equipo y para el pilarense y sus sensaciones será este sábado, a partir de las 11, con la competencia sprint.
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