Para Benjamín Casanellas, un joven de 26 años con diagnóstico de autismo desde muy temprana edad -a los dos años-, la vida estuvo marcada por desafíos sociales, especialmente en su adolescencia, cuando debió enfrentar bullying y aislamiento en la escuela.
En ese momento, cuando el panorama era agobiante tanto para él como para su familia, no imaginaba que lo que comenzó como un apoyo más -otro de los tantos que iban probando en ese abanico de terapias y consultas que conforman el derrotero de las personas con neurodivergencias- se abriría delante de sí un mundo nuevo. Un mundo vibrante y lleno de emoción.
“La adolescencia fue muy difícil para mí”
Su adolescencia estuvo llena de dificultades. Al recordar esos años, Benjamín describe cómo sufrió bullying y cómo el colegio en el que estudiaba no estaba preparado para la inclusión. “Mis compañeros y algunos profesores no me trataban bien, y las quejas constantes en la escuela se convertían en conflictos familiares. Finalmente, les pedí a mis papás que me cambiaran de colegio, y aunque fue difícil, logramos encontrar otro donde pude recibir una mejor educación”, relata.
En el nuevo colegio, Benji hizo dos amigos a los que considera fundamentales en su vida. Sin embargo, las dificultades para encajar persistieron, veía con tristeza que muchos amigos se alejaban al no entender lo que le pasaba y esa etapa le dejó la enseñanza de que el camino a la inclusión sigue siendo complejo y desafiante.
Un viaje musical que transformó su vida
Desde los once años, Benjamín encontró en la música un estímulo a su desarrollo a través de la musicoterapia. “Empecé con Ralf Niedenthal que se volvió un amigo, soy parte de la fundación que él dirige, se llama Todos Hacemos Música, un proyecto que busca mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad a través de la música, actualmente tengo clases de guitarra con Alejandro Kearne y clases de canto con Marina Duca.”, cuenta.
Con el tiempo, su pasión por la música se consolidó, y cuando tuvo la oportunidad de tocar en un evento de una fundación que apoya a personas con autismo, descubrió que había un camino lleno de oportunidades hermosas por recorrer. La ovación del público y los aplausos le confirmaron que había encontrado una pasión. O, algo mejor: un lugar seguro donde ser apreciado por lo que es, sin miedo a ser estigmatizado, ni ridiculizado por lo que no. “Mi zamba preferida es ‘A mis viejos’ de Peteco Carabajal, porque transmite que lo más importante en la vida es la familia”, expresa con orgullo. “Hacer música me hace bien al corazón y al alma”, añade.
Un espacio para construir amistades genuinas
El autismo es un trastorno del desarrollo que afecta la comunicación verbal y no verbal, la interacción social, la flexibilidad del pensamiento, y la capacidad de aceptar el cambio. Es una condición que acompaña a las personas a lo largo de su vida e influye en la forma en que procesan la información, dan sentido al mundo y se relacionan con los demás. En la búsqueda de mejorar ese último aspecto Benjamín participa de una actividad terapéutica con fines de socialización, coordinada por psicólogos, que se conoce con el nombre de “habilidades sociales”. Allí, además de aprender herramientas de comunicación y relacionamiento, cosechó muchos amigos verdaderos.
También se acercó a la Liga Asperger, donde encontró un grupo de personas con quienes comparte intereses y experiencias. “Conocí buenos amigos en la Liga, nos apoyamos mutuamente y hablamos de todo tipo de temas”, dice con entusiasmo.
También aprendió que expresar lo que siente y contar sus problemas le permite construir relaciones más sólidas. “Antes perdí amigos porque reaccionaba mal en algunas situaciones, pero ahora sé que cuando me pasa algo difícil debo confiar en mis amigos o en mi familia”, reflexiona.
La Liga Asperger 7 es una asociación civil argentina conformada por adultos que se identifican con una variante del espectro autista conocida como sindrome de Asperger. El objetivo del grupo es promover la inclusión y el respeto a la neurodiversidad.
La música, expresión artística y terapéutica
La música es el pasatiempo de Benjamín y su refugio en el tiempo libre. “Siempre canto, toco la guitarra con todo lo que me enseñan mis profesores y practico el repertorio, incluyendo canciones nuevas”, comparte. Recientemente, se organizó un ensayo con Silvina, una amiga y bombista, para preparar una actuación. “Le pasé mi disponibilidad y nos organizamos para que venga hoy a mi casa a ensayar”, explica con emoción.
En relación a los desafíos que le tocó enfrentar, sabiendo que muchos jóvenes también pueden atravesar momentos difíciles, recomienda: “Lo que les puedo aconsejar es que sigan adelante, que se olviden de los momentos difíciles del pasado, por lo menos si perdieron amigos. A los que están empezando el camino del arte, les digo que le den con todo, porque esto lleva tiempo, pero todo llega”.
Es que la música, como cualquier disciplina artística, puede ser mucho más que un hobby o un pasatiempo, en el caso de Benji, reconoce que al principio fue una herramienta terapéutica que le ayudó a crecer y sanar, evolucionando a una vocación y un lugar donde hacer nuevas amistades. Un espacio más amable que otros en los que se sintió sapo de otro pozo.
Por eso, desde hace seis años, recibe clases de guitarra y canto, ahora enfocadas en el folclore tradicional. Además, su objetivo a corto plazo es recaudar fondos para comprarse un estuche resistente para su guitarra, uno que le permita llevarla en avión y seguir compartiendo su talento en nuevos lugares. “Mi idea es poder llevar mi guitarra a donde quiera que vaya”, comenta con ilusión. “La música me ayuda a liberar el estrés y me hace sentir libre”, asegura.
A través de la música, las terapias y, especialmente el afecto de amigos y familia, Benjamín está satisfecho con su recorrido: aprendió a manejar su vida de manera autónoma, a construir amistades reales y a valorar lo que la música le aporta. También, tiene sueños y una mirada atenta sobre la importancia de seguir construyendo una vida de oportunidades para todos. Piensa que la sociedad aún tiene mucho que aprender sobre inclusión y aceptación, pero él sigue avanzando con la convicción de que puede contribuir a cambiar esta realidad. “A todas las personas con autismo hay que escucharlas y prestarles atención. Solo así se puede construir una sociedad inclusiva”, afirma.
Dónde escucharlo
En las peñas folclóricas Benjamín encontró un espacio donde expresar su talento para la guitarra y el canto, un refugio donde, sin etiquetas ni prejuicios, logra en cada encuentro, emocionar a su audiencia y sanar su propia alma. Por estos días está preparando un concierto especial de fin de año, con el folclore de siempre y con músicos acompañantes: Lucía Herrero, en bombo; Nicolás Cardoso, en guitarra; conducción a cargo de Josefina B. Carbarella y con el músico invitado Luis Emilio Navarro, en bajo, al cierre. La cita es el viernes 29 de noviembre, ingreso al salón 21 horas, concierto 21.30, en Cafetería La Faustina, Acevedo 930, Villa Crespo, CABA. Como es autogestivo, las entradas se adquieren también directamente contactandolo a través de su cuenta de Instagram @benjicasanellasok.
Compartí tu experiencia
Si viviste alguna experiencia crítica que renovó tus esperanzas, te dio una nueva perspectiva de la vida, te gustaría darla a conocer o creés que tu historia puede inspirar a otros escribí a historiaslanacion@gmail.com
Para Benjamín Casanellas, un joven de 26 años con diagnóstico de autismo desde muy temprana edad -a los dos años-, la vida estuvo marcada por desafíos sociales, especialmente en su adolescencia, cuando debió enfrentar bullying y aislamiento en la escuela.
En ese momento, cuando el panorama era agobiante tanto para él como para su familia, no imaginaba que lo que comenzó como un apoyo más -otro de los tantos que iban probando en ese abanico de terapias y consultas que conforman el derrotero de las personas con neurodivergencias- se abriría delante de sí un mundo nuevo. Un mundo vibrante y lleno de emoción.
“La adolescencia fue muy difícil para mí”
Su adolescencia estuvo llena de dificultades. Al recordar esos años, Benjamín describe cómo sufrió bullying y cómo el colegio en el que estudiaba no estaba preparado para la inclusión. “Mis compañeros y algunos profesores no me trataban bien, y las quejas constantes en la escuela se convertían en conflictos familiares. Finalmente, les pedí a mis papás que me cambiaran de colegio, y aunque fue difícil, logramos encontrar otro donde pude recibir una mejor educación”, relata.
En el nuevo colegio, Benji hizo dos amigos a los que considera fundamentales en su vida. Sin embargo, las dificultades para encajar persistieron, veía con tristeza que muchos amigos se alejaban al no entender lo que le pasaba y esa etapa le dejó la enseñanza de que el camino a la inclusión sigue siendo complejo y desafiante.
Un viaje musical que transformó su vida
Desde los once años, Benjamín encontró en la música un estímulo a su desarrollo a través de la musicoterapia. “Empecé con Ralf Niedenthal que se volvió un amigo, soy parte de la fundación que él dirige, se llama Todos Hacemos Música, un proyecto que busca mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad a través de la música, actualmente tengo clases de guitarra con Alejandro Kearne y clases de canto con Marina Duca.”, cuenta.
Con el tiempo, su pasión por la música se consolidó, y cuando tuvo la oportunidad de tocar en un evento de una fundación que apoya a personas con autismo, descubrió que había un camino lleno de oportunidades hermosas por recorrer. La ovación del público y los aplausos le confirmaron que había encontrado una pasión. O, algo mejor: un lugar seguro donde ser apreciado por lo que es, sin miedo a ser estigmatizado, ni ridiculizado por lo que no. “Mi zamba preferida es ‘A mis viejos’ de Peteco Carabajal, porque transmite que lo más importante en la vida es la familia”, expresa con orgullo. “Hacer música me hace bien al corazón y al alma”, añade.
Un espacio para construir amistades genuinas
El autismo es un trastorno del desarrollo que afecta la comunicación verbal y no verbal, la interacción social, la flexibilidad del pensamiento, y la capacidad de aceptar el cambio. Es una condición que acompaña a las personas a lo largo de su vida e influye en la forma en que procesan la información, dan sentido al mundo y se relacionan con los demás. En la búsqueda de mejorar ese último aspecto Benjamín participa de una actividad terapéutica con fines de socialización, coordinada por psicólogos, que se conoce con el nombre de “habilidades sociales”. Allí, además de aprender herramientas de comunicación y relacionamiento, cosechó muchos amigos verdaderos.
También se acercó a la Liga Asperger, donde encontró un grupo de personas con quienes comparte intereses y experiencias. “Conocí buenos amigos en la Liga, nos apoyamos mutuamente y hablamos de todo tipo de temas”, dice con entusiasmo.
También aprendió que expresar lo que siente y contar sus problemas le permite construir relaciones más sólidas. “Antes perdí amigos porque reaccionaba mal en algunas situaciones, pero ahora sé que cuando me pasa algo difícil debo confiar en mis amigos o en mi familia”, reflexiona.
La Liga Asperger 7 es una asociación civil argentina conformada por adultos que se identifican con una variante del espectro autista conocida como sindrome de Asperger. El objetivo del grupo es promover la inclusión y el respeto a la neurodiversidad.
La música, expresión artística y terapéutica
La música es el pasatiempo de Benjamín y su refugio en el tiempo libre. “Siempre canto, toco la guitarra con todo lo que me enseñan mis profesores y practico el repertorio, incluyendo canciones nuevas”, comparte. Recientemente, se organizó un ensayo con Silvina, una amiga y bombista, para preparar una actuación. “Le pasé mi disponibilidad y nos organizamos para que venga hoy a mi casa a ensayar”, explica con emoción.
En relación a los desafíos que le tocó enfrentar, sabiendo que muchos jóvenes también pueden atravesar momentos difíciles, recomienda: “Lo que les puedo aconsejar es que sigan adelante, que se olviden de los momentos difíciles del pasado, por lo menos si perdieron amigos. A los que están empezando el camino del arte, les digo que le den con todo, porque esto lleva tiempo, pero todo llega”.
Es que la música, como cualquier disciplina artística, puede ser mucho más que un hobby o un pasatiempo, en el caso de Benji, reconoce que al principio fue una herramienta terapéutica que le ayudó a crecer y sanar, evolucionando a una vocación y un lugar donde hacer nuevas amistades. Un espacio más amable que otros en los que se sintió sapo de otro pozo.
Por eso, desde hace seis años, recibe clases de guitarra y canto, ahora enfocadas en el folclore tradicional. Además, su objetivo a corto plazo es recaudar fondos para comprarse un estuche resistente para su guitarra, uno que le permita llevarla en avión y seguir compartiendo su talento en nuevos lugares. “Mi idea es poder llevar mi guitarra a donde quiera que vaya”, comenta con ilusión. “La música me ayuda a liberar el estrés y me hace sentir libre”, asegura.
A través de la música, las terapias y, especialmente el afecto de amigos y familia, Benjamín está satisfecho con su recorrido: aprendió a manejar su vida de manera autónoma, a construir amistades reales y a valorar lo que la música le aporta. También, tiene sueños y una mirada atenta sobre la importancia de seguir construyendo una vida de oportunidades para todos. Piensa que la sociedad aún tiene mucho que aprender sobre inclusión y aceptación, pero él sigue avanzando con la convicción de que puede contribuir a cambiar esta realidad. “A todas las personas con autismo hay que escucharlas y prestarles atención. Solo así se puede construir una sociedad inclusiva”, afirma.
Dónde escucharlo
En las peñas folclóricas Benjamín encontró un espacio donde expresar su talento para la guitarra y el canto, un refugio donde, sin etiquetas ni prejuicios, logra en cada encuentro, emocionar a su audiencia y sanar su propia alma. Por estos días está preparando un concierto especial de fin de año, con el folclore de siempre y con músicos acompañantes: Lucía Herrero, en bombo; Nicolás Cardoso, en guitarra; conducción a cargo de Josefina B. Carbarella y con el músico invitado Luis Emilio Navarro, en bajo, al cierre. La cita es el viernes 29 de noviembre, ingreso al salón 21 horas, concierto 21.30, en Cafetería La Faustina, Acevedo 930, Villa Crespo, CABA. Como es autogestivo, las entradas se adquieren también directamente contactandolo a través de su cuenta de Instagram @benjicasanellasok.
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Descubrió un espacio donde desplegar sus dones artísticos para interpretar canciones de nuestras raíces folclóricas y en ese refugio en el que nadie lo estigmatiza logra encender corazones con su guitarra y su voz. Read More