Andrea Izzo-Capella (60) es la descripción perfecta del mito del Ave Fénix. Una carta que le escribió al universo le ha permitido reencontrarse con ella misma, que tantas veces ha resurgido de las cenizas. La arquitecta, devenida en diseñadora de modas, se ha convertido en una referente de la moda en el ámbito de la ruralidad. Esta semana estuvo en Belén, Catamarca, donde brindó una charla sobre mujeres rurales textiles, cómo proteger el legado cultural y el diseño sostenible.
El CEO de una cadena francesa de supermercados no quiere vender carne del Mercosur
El rol de Izzo-Capella es enseñar a incorporar el modelo de negocio de lujo en la ruralidad, y que esta no se interprete solo por el “brillo o el oro”. La referente fue reconocida en abril pasado como Líder de la Ruralidad de las Américas, por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) en un evento que se realizó en ese país. Fue por su trabajo en Mujeres Rurales en la localidad de Las Flores, provincia de Buenos Aires. En el pasado fue socia de Roberto Piazza: ahora busca empoderar a la mujer del campo a través de la alta costura. “En Italia se venden objetos de lujo hecho con lana vicuña, cuya materia prima está en Catamarca”, precisó.
Izzo-Capella dice que tiene “menos campo que la avenida Corrientes”. En la avenida de las luces de la ciudad fue donde alguna vez supo deslumbrar con un desfile de modas, bajo las pantallas y la euforia del corazón artístico de la gran ciudad. Su presente comenzó a forjarse en 2018, cuando la invitaron a formar parte del proyecto por el cual recibió el reconocimiento internacional.
“Trabajo para que ellas puedan tener su apertura y puedan cumplir sus sueños: una vida mejor. Todas las mujeres soñamos con un lindo vestido y con desfilar por una pasarela y que te aplaudan. Cuando ellas van logrando eso, a mí me llena el alma”, contó. Hace seis años la invitaron a formar parte de un desfile llamado “Red is the new black”, a donde los diseñadores tenían que llevar tres vestidos. En ese lugar le hablaron del proyecto Mujeres Rurales que había instalado la ONU, que busca acelerar el progreso del empoderamiento económico de las mujeres, por lo que comenzó a profundizar en el tema.
“Llegué a mi casa y propuse armar una agrupación de Mujeres Rurales. Esto comenzó a instalarse entre 2018 y 2019. En el medio vino la pandemia; armé un espacio en Instagram que se llama ‘Emprender con diseño’ y hacía lives todos los días sobre diseño y arte. Durante todo el día preparaba las charlas y eso lo convertí en una pasión”, relató. Sostiene que la industria de las lanas y el telar es “maravillosa”. Se gana la vida haciendo retazos para Arredo.
Una vez que sus metas estaban definidas, tuvo que comenzar a pensar cómo ejecutar su plan para involucrar a las mujeres de la localidad al proyecto. “Al salir de la pandemia le escribí una carta al universo para armar la casa de diseño que quería: lo pude hacer. La alquilé y de a poco todo empezó a transformarse en un centro cultural”, contó. El año pasado, la asociación civil, consiguió la personería jurídica del Centro Cultural Mujeres Rurales que hoy tiene. En ese espacio enseña Diseño, Moldería y Pasarela a 20 chicas de todos los estratos sociales. Además de esto, tienen un staff de chicas que no practican ni entrenan dentro del grupo, pero que forman parte de la iniciativa.
“Esta distinción surge por todo lo que se genera detrás de la moda y las mujeres. Creo que de ahora en más mi tarea no puede pasar desapercibida; soy consciente de que ahora tengo una responsabilidad mayor: ser líder de estas mujeres”, responde sobre el reconocimiento. En todos lados dice que pregona la responsabilidad social y el medio ambiente que tienen. “Las mujeres rurales son las primeras que hacen diseños sustentables; diseñan pensando en no agredir al medioambiente. Voy a seguir empoderando a mis chicas, necesitan encontrar espacios en su vida”, añadió.
La diseñadora y arquitecta dice que “trabajó mucho en sus sueños para llegar”.
A las chicas que sueñan con estar en una pasarela, les hace los vestidos para que desfilen y comiencen a trazar su propio camino. “Algunas nunca han tenido un primer vestido hecho a medida en su vida. Hoy, no sé si son mujeres de campo, viven en un pueblo rural con pocas condiciones y herramientas para desarrollarse en lo económico y yo busco darles un lugar. Ese lugar que seguramente su madre, su abuela, que sí fueron mujeres rurales, no tuvieron”, afirma. Muchas de estas mujeres quizás no tienen las herramientas o formación educativa. “A través de esta asociación trabajo para levantarles la autoestima. Les enseño a coser para que tengan una salida económica en su vida y que tengan un lugar en el mundo, a diseñar y a desfilar”, describió.
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Hay una frase que dice que “la moda es aspiracional” y la diseñadora lo replica. “Todos nos vestimos para sentirnos espléndidos, formados: el vestido forma parte de nosotros. La moda que puede ser tan frívola pueda servir para encontrar una salida mucho más humana y menos empática con las mujeres. De esta manera, estas mujeres, al no tener ninguna base y formación porque muchas de ellas terminan trabajando en fábricas, porque se convierten en mano de obra barata, después son las costureras del pueblo y trabajan en talleres semicooperativas”, afirma.
Izzo-Capella contó que se crio viendo los vestuarios del Teatro Colón, en esa época no existía la carrera de diseño de modas. Con el tiempo escuchó de un diseñador que estaba revolucionando esta industria. Se trataba de Roberto Piazza, con su escuela Ditirambo. Él le dio un lugar como estudiante y le permitió redefinir su sello arquitectónico a los vestidos; así comenzó a estudiar moldería. El tiempo y la constancia la convirtieron en socia de Piazza y dice que presidió la marca de Roberto Piazza.
Los vertiginosos cambios de la vida la llevaron a instalarse hace muchos años en las afueras de Las Flores, donde con el tiempo trabajó vendiendo vacas en una consignataria de hacienda, y hasta en una reconocida marca deportiva, que la ayudó a entender el rol de las mujeres en la ruralidad. Hoy todos esos cambios la llevaron a dedicarse de lleno a ellas.
Se publicó originalmente el 22 de abril de 2024
Andrea Izzo-Capella (60) es la descripción perfecta del mito del Ave Fénix. Una carta que le escribió al universo le ha permitido reencontrarse con ella misma, que tantas veces ha resurgido de las cenizas. La arquitecta, devenida en diseñadora de modas, se ha convertido en una referente de la moda en el ámbito de la ruralidad. Esta semana estuvo en Belén, Catamarca, donde brindó una charla sobre mujeres rurales textiles, cómo proteger el legado cultural y el diseño sostenible.
El CEO de una cadena francesa de supermercados no quiere vender carne del Mercosur
El rol de Izzo-Capella es enseñar a incorporar el modelo de negocio de lujo en la ruralidad, y que esta no se interprete solo por el “brillo o el oro”. La referente fue reconocida en abril pasado como Líder de la Ruralidad de las Américas, por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) en un evento que se realizó en ese país. Fue por su trabajo en Mujeres Rurales en la localidad de Las Flores, provincia de Buenos Aires. En el pasado fue socia de Roberto Piazza: ahora busca empoderar a la mujer del campo a través de la alta costura. “En Italia se venden objetos de lujo hecho con lana vicuña, cuya materia prima está en Catamarca”, precisó.
Izzo-Capella dice que tiene “menos campo que la avenida Corrientes”. En la avenida de las luces de la ciudad fue donde alguna vez supo deslumbrar con un desfile de modas, bajo las pantallas y la euforia del corazón artístico de la gran ciudad. Su presente comenzó a forjarse en 2018, cuando la invitaron a formar parte del proyecto por el cual recibió el reconocimiento internacional.
“Trabajo para que ellas puedan tener su apertura y puedan cumplir sus sueños: una vida mejor. Todas las mujeres soñamos con un lindo vestido y con desfilar por una pasarela y que te aplaudan. Cuando ellas van logrando eso, a mí me llena el alma”, contó. Hace seis años la invitaron a formar parte de un desfile llamado “Red is the new black”, a donde los diseñadores tenían que llevar tres vestidos. En ese lugar le hablaron del proyecto Mujeres Rurales que había instalado la ONU, que busca acelerar el progreso del empoderamiento económico de las mujeres, por lo que comenzó a profundizar en el tema.
“Llegué a mi casa y propuse armar una agrupación de Mujeres Rurales. Esto comenzó a instalarse entre 2018 y 2019. En el medio vino la pandemia; armé un espacio en Instagram que se llama ‘Emprender con diseño’ y hacía lives todos los días sobre diseño y arte. Durante todo el día preparaba las charlas y eso lo convertí en una pasión”, relató. Sostiene que la industria de las lanas y el telar es “maravillosa”. Se gana la vida haciendo retazos para Arredo.
Una vez que sus metas estaban definidas, tuvo que comenzar a pensar cómo ejecutar su plan para involucrar a las mujeres de la localidad al proyecto. “Al salir de la pandemia le escribí una carta al universo para armar la casa de diseño que quería: lo pude hacer. La alquilé y de a poco todo empezó a transformarse en un centro cultural”, contó. El año pasado, la asociación civil, consiguió la personería jurídica del Centro Cultural Mujeres Rurales que hoy tiene. En ese espacio enseña Diseño, Moldería y Pasarela a 20 chicas de todos los estratos sociales. Además de esto, tienen un staff de chicas que no practican ni entrenan dentro del grupo, pero que forman parte de la iniciativa.
“Esta distinción surge por todo lo que se genera detrás de la moda y las mujeres. Creo que de ahora en más mi tarea no puede pasar desapercibida; soy consciente de que ahora tengo una responsabilidad mayor: ser líder de estas mujeres”, responde sobre el reconocimiento. En todos lados dice que pregona la responsabilidad social y el medio ambiente que tienen. “Las mujeres rurales son las primeras que hacen diseños sustentables; diseñan pensando en no agredir al medioambiente. Voy a seguir empoderando a mis chicas, necesitan encontrar espacios en su vida”, añadió.
La diseñadora y arquitecta dice que “trabajó mucho en sus sueños para llegar”.
A las chicas que sueñan con estar en una pasarela, les hace los vestidos para que desfilen y comiencen a trazar su propio camino. “Algunas nunca han tenido un primer vestido hecho a medida en su vida. Hoy, no sé si son mujeres de campo, viven en un pueblo rural con pocas condiciones y herramientas para desarrollarse en lo económico y yo busco darles un lugar. Ese lugar que seguramente su madre, su abuela, que sí fueron mujeres rurales, no tuvieron”, afirma. Muchas de estas mujeres quizás no tienen las herramientas o formación educativa. “A través de esta asociación trabajo para levantarles la autoestima. Les enseño a coser para que tengan una salida económica en su vida y que tengan un lugar en el mundo, a diseñar y a desfilar”, describió.
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Hay una frase que dice que “la moda es aspiracional” y la diseñadora lo replica. “Todos nos vestimos para sentirnos espléndidos, formados: el vestido forma parte de nosotros. La moda que puede ser tan frívola pueda servir para encontrar una salida mucho más humana y menos empática con las mujeres. De esta manera, estas mujeres, al no tener ninguna base y formación porque muchas de ellas terminan trabajando en fábricas, porque se convierten en mano de obra barata, después son las costureras del pueblo y trabajan en talleres semicooperativas”, afirma.
Izzo-Capella contó que se crio viendo los vestuarios del Teatro Colón, en esa época no existía la carrera de diseño de modas. Con el tiempo escuchó de un diseñador que estaba revolucionando esta industria. Se trataba de Roberto Piazza, con su escuela Ditirambo. Él le dio un lugar como estudiante y le permitió redefinir su sello arquitectónico a los vestidos; así comenzó a estudiar moldería. El tiempo y la constancia la convirtieron en socia de Piazza y dice que presidió la marca de Roberto Piazza.
Los vertiginosos cambios de la vida la llevaron a instalarse hace muchos años en las afueras de Las Flores, donde con el tiempo trabajó vendiendo vacas en una consignataria de hacienda, y hasta en una reconocida marca deportiva, que la ayudó a entender el rol de las mujeres en la ruralidad. Hoy todos esos cambios la llevaron a dedicarse de lleno a ellas.
Se publicó originalmente el 22 de abril de 2024
Andrea Izzo-Capella busca que las mujeres de Las Flores, provincia de Buenos Aires, tengan un lugar en el mundo de la indumentaria a partir de la alta costura que les enseña en su taller Read More