Los lectores interesados en el mundo del cómic, en las relaciones de la industria del entretenimiento con fenómenos sociopolíticos o la sensibilidad contemporánea y, sobre todo, en la obra del escritor y guionista británico Alan Moore (Northampton, 1953) pueden descargar en forma gratuita La disolución de la realidad. Nueve ensayos sobre la imaginación de Alan Moore, de Nicolás Mavrakis y Luciano Rosé, disponible en todos los formatos en linktr.ee/la_disolucion_de_la_realidad.
El creador de V de Vendetta, Watchmen, La Liga de los Hombres Extraordinarios (con personajes de H. G. Wells, R. L. Stevenson y Julio Verne) o From Hell, autoproclamado “mago del caos” y de espíritu anarquista (algunos corrigen: misántropo), se convirtió, contra su voluntad, en fuente de inspiración de las sagas de superhéroes de Hollywood orientadas, según Moore, exclusivamente al lucro. En 2016, el autor anunció que se retiraba de la industria del cómic para dedicarse exclusivamente a la literatura.
Las obras de Moore funcionan, sostienen los autores, “porque son buenas historias y porque están bien contadas”. Esta premisa básica se complementa, a diferencia de la mayoría de las aventuras de superhéroes, con una virtud propia del autor: incomodar. “Una vez que las defensas del lector son narcotizadas y dejadas fuera de combate, Moore toma por asalto su psiquis, secuestra el comando central que aloja los valores morales y políticos, y provoca un alzamiento. De ahí sus ya célebres recursos autorreflexivos, ‘posmodernos’, en los que hace al cómic mirar al cómic para pensar el cómic y sus condiciones de producción y distribución de sentido”, describen en las primeras páginas el método de Moore.
“Hay una doble sincronía notable alrededor de Alan Moore y nuestro mundo –dice Mavrakis–. Primero, por las fantasías morales, tecnológicas y políticas que retrata de una forma tan original como crítica en historias como Watchmen, From Hell y La broma asesina, y segundo, por el modo en que la industria del cómic incluye estas historias, reapropiadas por las grandes corporaciones mediáticas [archirrivales de Moore] que nos las devuelven hoy bajo versiones deformadas por la época en series como The Boys o películas como las del Universo Extendido de DC y el Universo Cinematográfico de Marvel. Como síntomas de un mundo artístico, político y social infantilizado, encapsulado en la lógica exclusiva del ‘fan’ y que solo busca la rentabilidad, los cómics y el cine de superhéroes adquieren más interés que nunca”.
Ambos autores escribieron en los últimos años una serie de ensayos sobre la producción de Moore (abocado actualmente al arte de la novela) para iluminar “la posición ambigua de Moore como simultáneo crítico y artífice de la aparente disolución de nuestra realidad”.
A la manera de un gesto emancipado de la industria editorial, optaron por publicarlos en forma gratuita. “La gran vigencia de Moore tanto en las pantallas de todas las plataformas como en el renacido mercado del cómic en la Argentina es una excelente oportunidad para conocerlo y pensarlo”, concluye Mavrakis.
Semanas atrás, el diario británico The Guardian publicó una columna de opinión en la que Moore abominaba del “fandom” (comunidad de fans) del universo del cómic y lo acusaba de haber “envenenado” al mundo. “Creo que el fandom es un órgano maravilloso y vital de la cultura contemporánea, sin el cual esa cultura acaba estancándose, atrofiando y muriendo –sostiene Moore–. Al mismo tiempo, estoy seguro de que el fandom es a veces una plaga grotesca que envenena a la sociedad que lo rodea con sus obsesiones mezquinas y su ridículo e inmerecido sentimiento de privilegio”. Esa plaga se habría extendido a otros “reinos”.
Moore atribuye a los fans una beligerancia excesiva (contracara de un entusiasmo excesivo), un absurdo culto a los autores y ciertas ansias de fetichización que, inevitablemente, asocia con los populismos. El fandom del presente está compuesto, en opinión del premiado autor, por “personas con sensación de privilegio, tendencia a la queja y que no están dispuestas a dejar atrás sus aficiones infantiles”.
Si bien Moore menciona a Donald Trump y Boris Johnson, se podría hacer un paralelismo con las “fuerzas del cielo” invocadas por Javier Milei. En actos públicos y en redes sociales, el fandom libertario utiliza discursos beligerantes y herramientas digitales para exacerbar el fanatismo, como las imágenes creadas por inteligencia artificial en las que el Presidente sobresale como un fornido superhéroe que arrasa con los villanos de la “casta”. Como en el guion de un cómic mediocre, el bien y el mal están claramente identificados.
Al final de su columna, Moore aconseja a los fans: “Está bien que algo te guste. No necesitas el machete ni el megáfono”.
Los lectores interesados en el mundo del cómic, en las relaciones de la industria del entretenimiento con fenómenos sociopolíticos o la sensibilidad contemporánea y, sobre todo, en la obra del escritor y guionista británico Alan Moore (Northampton, 1953) pueden descargar en forma gratuita La disolución de la realidad. Nueve ensayos sobre la imaginación de Alan Moore, de Nicolás Mavrakis y Luciano Rosé, disponible en todos los formatos en linktr.ee/la_disolucion_de_la_realidad.
El creador de V de Vendetta, Watchmen, La Liga de los Hombres Extraordinarios (con personajes de H. G. Wells, R. L. Stevenson y Julio Verne) o From Hell, autoproclamado “mago del caos” y de espíritu anarquista (algunos corrigen: misántropo), se convirtió, contra su voluntad, en fuente de inspiración de las sagas de superhéroes de Hollywood orientadas, según Moore, exclusivamente al lucro. En 2016, el autor anunció que se retiraba de la industria del cómic para dedicarse exclusivamente a la literatura.
Las obras de Moore funcionan, sostienen los autores, “porque son buenas historias y porque están bien contadas”. Esta premisa básica se complementa, a diferencia de la mayoría de las aventuras de superhéroes, con una virtud propia del autor: incomodar. “Una vez que las defensas del lector son narcotizadas y dejadas fuera de combate, Moore toma por asalto su psiquis, secuestra el comando central que aloja los valores morales y políticos, y provoca un alzamiento. De ahí sus ya célebres recursos autorreflexivos, ‘posmodernos’, en los que hace al cómic mirar al cómic para pensar el cómic y sus condiciones de producción y distribución de sentido”, describen en las primeras páginas el método de Moore.
“Hay una doble sincronía notable alrededor de Alan Moore y nuestro mundo –dice Mavrakis–. Primero, por las fantasías morales, tecnológicas y políticas que retrata de una forma tan original como crítica en historias como Watchmen, From Hell y La broma asesina, y segundo, por el modo en que la industria del cómic incluye estas historias, reapropiadas por las grandes corporaciones mediáticas [archirrivales de Moore] que nos las devuelven hoy bajo versiones deformadas por la época en series como The Boys o películas como las del Universo Extendido de DC y el Universo Cinematográfico de Marvel. Como síntomas de un mundo artístico, político y social infantilizado, encapsulado en la lógica exclusiva del ‘fan’ y que solo busca la rentabilidad, los cómics y el cine de superhéroes adquieren más interés que nunca”.
Ambos autores escribieron en los últimos años una serie de ensayos sobre la producción de Moore (abocado actualmente al arte de la novela) para iluminar “la posición ambigua de Moore como simultáneo crítico y artífice de la aparente disolución de nuestra realidad”.
A la manera de un gesto emancipado de la industria editorial, optaron por publicarlos en forma gratuita. “La gran vigencia de Moore tanto en las pantallas de todas las plataformas como en el renacido mercado del cómic en la Argentina es una excelente oportunidad para conocerlo y pensarlo”, concluye Mavrakis.
Semanas atrás, el diario británico The Guardian publicó una columna de opinión en la que Moore abominaba del “fandom” (comunidad de fans) del universo del cómic y lo acusaba de haber “envenenado” al mundo. “Creo que el fandom es un órgano maravilloso y vital de la cultura contemporánea, sin el cual esa cultura acaba estancándose, atrofiando y muriendo –sostiene Moore–. Al mismo tiempo, estoy seguro de que el fandom es a veces una plaga grotesca que envenena a la sociedad que lo rodea con sus obsesiones mezquinas y su ridículo e inmerecido sentimiento de privilegio”. Esa plaga se habría extendido a otros “reinos”.
Moore atribuye a los fans una beligerancia excesiva (contracara de un entusiasmo excesivo), un absurdo culto a los autores y ciertas ansias de fetichización que, inevitablemente, asocia con los populismos. El fandom del presente está compuesto, en opinión del premiado autor, por “personas con sensación de privilegio, tendencia a la queja y que no están dispuestas a dejar atrás sus aficiones infantiles”.
Si bien Moore menciona a Donald Trump y Boris Johnson, se podría hacer un paralelismo con las “fuerzas del cielo” invocadas por Javier Milei. En actos públicos y en redes sociales, el fandom libertario utiliza discursos beligerantes y herramientas digitales para exacerbar el fanatismo, como las imágenes creadas por inteligencia artificial en las que el Presidente sobresale como un fornido superhéroe que arrasa con los villanos de la “casta”. Como en el guion de un cómic mediocre, el bien y el mal están claramente identificados.
Al final de su columna, Moore aconseja a los fans: “Está bien que algo te guste. No necesitas el machete ni el megáfono”.
Nicolás Mavrakis y Luciano Rosé publican un libro de descarga gratuita sobre el autor británico Read More