“Invasión brasileña”: un fuerte operativo de seguridad, cortes de calles y la alegría de los hinchas por la final de la Libertadores

A horas de la gran final de la Copa Libertadores, la ciudad se convirtió en un mosaico de camisetas rayadas blancas y negras. Botafogo y Atlético Mineiro se disputarán el trofeo en el Monumental, este sábado, a las 17. Con un arbitraje argentino a cargo de Facundo Tello, el partido será transmitido por Fox Sports, Telefé y Disney+. Los hinchas brasileños, que comenzaron a llegar a la Capital a principios de esta semana, llenaron las calles con su inconfundible acento portugués, con banderas y con cánticos que invadieron Palermo, Recoleta y Núñez. La peatonal Florida, conocida por sus tiendas y galerías, se convirtió en un punto clave para los visitantes. Grupos con camisetas de Botafogo y Atlético Mineiro, paseaban por sus veredas comprando recuerdos, ropa y artículos electrónicos.

   

En medio de la multitud, dos escudos se destacaban y contaban historias distintas. El de Botafogo, con su estrella solitaria, representaba el orgullo y la esperanza de un equipo que llega por primera vez a una final de la Libertadores. El de Atlético Mineiro, con las letras CAM coronadas por una estrella dorada, evocaba la memoria de una conquista pasada y el deseo de repetirla. Ambas insignias, sobre camisetas rayadas en blanco y negro, generaban confusión entre algunos locales y chistes amistosos entre los propios hinchas brasileños, que compartían su pasión más allá de la rivalidad.

A las puertas del Monumental, este viernes por la tarde, familias y grupos de amigos se detenían a sacarse fotos frente al estadio que será escenario del gran duelo. Más allá, frente al local de Alfa Romeo en Núñez, un programa de televisión brasileño había montado un set improvisado. Allí, entre cánticos y banderas agitadas al viento, se vivió un momento que trascendió la competencia: una pareja con la bandera de Botafogo se unió a otra que ondeaba los colores de Atlético Mineiro. Con sonrisas y un gesto espontáneo, alzaron juntos sus banderas.

“Es mi primera vez en la Argentina, y estoy emocionado de ver a mi equipo en una final”, dijo João Almeida, un fanático del Mineiro oriundo de Belo Horizonte. En declaraciones a LA NACION, explicó que viajó junto a su esposa y su hijo de ocho años. “No importa quién gane, esto ya es histórico para nosotros”, agregó, mientras sostenía un mate que había comprado en un kiosco cercano.

“Vine por él y por la promesa que le hice antes de que se fuera”, señaló Marina Silva, una joven de 27 años oriunda de Belo Horizonte. Con lágrimas en los ojos y una camiseta en las manos que parecía haber pasado por años de victorias y derrotas, compartió una historia que conmovió a quienes la escucharon. “Mi papá era el hincha más fanático que conocí. Él fue quien me llevó al estadio por primera vez cuando yo tenía apenas seis años. Me enseñó a amar estos colores, a entender el valor de la pasión y del sacrificio. Nunca importaba si ganábamos o perdíamos; para él, lo único que importaba era estar juntos alentando al Mineiro”, relató.

La voz de Marina se quebró al recordar el momento más difícil: “El año pasado, justo antes de su operación, me pidió que no dejara de ir al estadio. Me dijo: ‘cuando el Mineiro vuelva a estar en una final, tenés que estar ahí, aunque yo no pueda’. Fue lo último que me dijo antes de partir”. La promesa que le hizo a su padre fue lo que la trajo a Buenos Aires. “No tenía el dinero para el viaje. Vendí mi computadora, hice rifas entre mis amigos y trabajé horas extras para juntar lo necesario. No podía fallarle. Vine por él y por esa promesa. Hoy siento que está acá conmigo, que está viendo todo esto desde algún lugar”, contó, mientras sostenía una bandera que había pertenecido a su padre.

Por otro lado, Carlos Henrique Santos, hincha de Botafogo, llegó desde Río de Janeiro con sus amigos. “Esperé toda mi vida para ver este momento. Desde niño soñé con una final de Libertadores, y ahora estoy aquí, a miles de kilómetros de casa, para alentar”, relató. Con lágrimas, recordó cómo su padre le enseñó a amar al club carioca y lamentó que no pudiera acompañarlo en este viaje. “Le prometí que lo honraría gritando hasta quedarme sin voz”, concluyó emocionado.

El banderazo de Botafogo: una primera vez inolvidable

El viernes por la tarde, los hinchas de Botafogo organizaron un banderazo frente al Lago de Regatas, en los Bosques de Palermo. A partir de las 17, familias y grupos de amigos comenzaron a llegar con banderas, camisetas y bombos. A medida que avanzaba la tarde, los cánticos en portugués se intensificaron, acompañados por globos blancos con inscripciones como “O meu sangue ferve por você” y “Ninguém ama como a gente”.

Entre la multitud, un chico sostenía una bandera que combinaba los colores de la Argentina y la estrella de Botafogo en el centro. “Vine desde Curitiba con mi hijo porque quiero que viva este momento único”, compartió Ana Paula Mendes, mientras su hijo coreaba las canciones junto a otros niños, que estaban sobre los hombros de sus padres. “Este club es nuestra familia, y estar aquí con él significa todo para mí”, añadió.

El banderazo no solo fue una celebración, sino también una oportunidad para los locales de interactuar con los brasileños. Una pareja argentina aprovechó para vender merchandising improvisado: gorros con los colores de Botafogo por 50 reales.

Por otro lado, en la calle Junín al 1900, los hinchas de Atlético Mineiro se congregaron para entonar cánticos llenos de pasión. Entre banderas y camisetas rayadas en blanco y negro, el grupo convirtió la tranquila cuadra en un pequeño rincón brasileño en el corazón de Buenos Aires.

Tres anillos de seguridad

Desde el miércoles, con la llegada de los planteles de Botafogo y Atlético Mineiro al país, comenzó un despliegue de seguridad coordinado por el Ministerio de Seguridad de la ciudad que se extenderá hasta el lunes. El operativo incluye la colaboración de fuerzas federales, provinciales y locales, adaptándose a cada jurisdicción. Mientras Atlético Mineiro concentra y entrena en Hudson, Botafogo lo hace en Campana, ambos con seguimiento policial en sus movimientos.

El sábado, día de la final, el operativo contará con 1500 oficiales de la Policía de la Ciudad distribuidos en tres anillos de seguridad. El primero abarcará el estadio; el segundo cubrirá las cuadras adyacentes; y el tercero, dividido en nueve sectores, se extenderá desde la avenida General Paz hasta las vías del Ferrocarril Mitre, incluyendo Avenida del Libertador y La Pampa.

En cuanto al impacto local, la Universidad Torcuato Di Tella emitió recomendaciones para quienes se acerquen al campus el sábado, anticipando demoras en la circulación. “Solo funcionará el acceso peatonal de Sáenz Valiente 1000, y el ingreso vehicular deberá realizarse por Av. Monroe y Rafael Hernández”, indicaron a LA NACION. Además, informaron que la avenida Figueroa Alcorta permanecerá cortada hasta Juramento.

En las inmediaciones del Monumental, comerciantes como Juan Cruz, dueño de un kiosco, aseguraron que el despliegue de seguridad no representa grandes cambios en comparación con otros eventos similares. “Es como todo partido importante, no vi muchos cambios en la parte de seguridad, es como siempre”, comentó.

A horas de la gran final de la Copa Libertadores, la ciudad se convirtió en un mosaico de camisetas rayadas blancas y negras. Botafogo y Atlético Mineiro se disputarán el trofeo en el Monumental, este sábado, a las 17. Con un arbitraje argentino a cargo de Facundo Tello, el partido será transmitido por Fox Sports, Telefé y Disney+. Los hinchas brasileños, que comenzaron a llegar a la Capital a principios de esta semana, llenaron las calles con su inconfundible acento portugués, con banderas y con cánticos que invadieron Palermo, Recoleta y Núñez. La peatonal Florida, conocida por sus tiendas y galerías, se convirtió en un punto clave para los visitantes. Grupos con camisetas de Botafogo y Atlético Mineiro, paseaban por sus veredas comprando recuerdos, ropa y artículos electrónicos.

   

En medio de la multitud, dos escudos se destacaban y contaban historias distintas. El de Botafogo, con su estrella solitaria, representaba el orgullo y la esperanza de un equipo que llega por primera vez a una final de la Libertadores. El de Atlético Mineiro, con las letras CAM coronadas por una estrella dorada, evocaba la memoria de una conquista pasada y el deseo de repetirla. Ambas insignias, sobre camisetas rayadas en blanco y negro, generaban confusión entre algunos locales y chistes amistosos entre los propios hinchas brasileños, que compartían su pasión más allá de la rivalidad.

A las puertas del Monumental, este viernes por la tarde, familias y grupos de amigos se detenían a sacarse fotos frente al estadio que será escenario del gran duelo. Más allá, frente al local de Alfa Romeo en Núñez, un programa de televisión brasileño había montado un set improvisado. Allí, entre cánticos y banderas agitadas al viento, se vivió un momento que trascendió la competencia: una pareja con la bandera de Botafogo se unió a otra que ondeaba los colores de Atlético Mineiro. Con sonrisas y un gesto espontáneo, alzaron juntos sus banderas.

“Es mi primera vez en la Argentina, y estoy emocionado de ver a mi equipo en una final”, dijo João Almeida, un fanático del Mineiro oriundo de Belo Horizonte. En declaraciones a LA NACION, explicó que viajó junto a su esposa y su hijo de ocho años. “No importa quién gane, esto ya es histórico para nosotros”, agregó, mientras sostenía un mate que había comprado en un kiosco cercano.

“Vine por él y por la promesa que le hice antes de que se fuera”, señaló Marina Silva, una joven de 27 años oriunda de Belo Horizonte. Con lágrimas en los ojos y una camiseta en las manos que parecía haber pasado por años de victorias y derrotas, compartió una historia que conmovió a quienes la escucharon. “Mi papá era el hincha más fanático que conocí. Él fue quien me llevó al estadio por primera vez cuando yo tenía apenas seis años. Me enseñó a amar estos colores, a entender el valor de la pasión y del sacrificio. Nunca importaba si ganábamos o perdíamos; para él, lo único que importaba era estar juntos alentando al Mineiro”, relató.

La voz de Marina se quebró al recordar el momento más difícil: “El año pasado, justo antes de su operación, me pidió que no dejara de ir al estadio. Me dijo: ‘cuando el Mineiro vuelva a estar en una final, tenés que estar ahí, aunque yo no pueda’. Fue lo último que me dijo antes de partir”. La promesa que le hizo a su padre fue lo que la trajo a Buenos Aires. “No tenía el dinero para el viaje. Vendí mi computadora, hice rifas entre mis amigos y trabajé horas extras para juntar lo necesario. No podía fallarle. Vine por él y por esa promesa. Hoy siento que está acá conmigo, que está viendo todo esto desde algún lugar”, contó, mientras sostenía una bandera que había pertenecido a su padre.

Por otro lado, Carlos Henrique Santos, hincha de Botafogo, llegó desde Río de Janeiro con sus amigos. “Esperé toda mi vida para ver este momento. Desde niño soñé con una final de Libertadores, y ahora estoy aquí, a miles de kilómetros de casa, para alentar”, relató. Con lágrimas, recordó cómo su padre le enseñó a amar al club carioca y lamentó que no pudiera acompañarlo en este viaje. “Le prometí que lo honraría gritando hasta quedarme sin voz”, concluyó emocionado.

El banderazo de Botafogo: una primera vez inolvidable

El viernes por la tarde, los hinchas de Botafogo organizaron un banderazo frente al Lago de Regatas, en los Bosques de Palermo. A partir de las 17, familias y grupos de amigos comenzaron a llegar con banderas, camisetas y bombos. A medida que avanzaba la tarde, los cánticos en portugués se intensificaron, acompañados por globos blancos con inscripciones como “O meu sangue ferve por você” y “Ninguém ama como a gente”.

Entre la multitud, un chico sostenía una bandera que combinaba los colores de la Argentina y la estrella de Botafogo en el centro. “Vine desde Curitiba con mi hijo porque quiero que viva este momento único”, compartió Ana Paula Mendes, mientras su hijo coreaba las canciones junto a otros niños, que estaban sobre los hombros de sus padres. “Este club es nuestra familia, y estar aquí con él significa todo para mí”, añadió.

El banderazo no solo fue una celebración, sino también una oportunidad para los locales de interactuar con los brasileños. Una pareja argentina aprovechó para vender merchandising improvisado: gorros con los colores de Botafogo por 50 reales.

Por otro lado, en la calle Junín al 1900, los hinchas de Atlético Mineiro se congregaron para entonar cánticos llenos de pasión. Entre banderas y camisetas rayadas en blanco y negro, el grupo convirtió la tranquila cuadra en un pequeño rincón brasileño en el corazón de Buenos Aires.

Tres anillos de seguridad

Desde el miércoles, con la llegada de los planteles de Botafogo y Atlético Mineiro al país, comenzó un despliegue de seguridad coordinado por el Ministerio de Seguridad de la ciudad que se extenderá hasta el lunes. El operativo incluye la colaboración de fuerzas federales, provinciales y locales, adaptándose a cada jurisdicción. Mientras Atlético Mineiro concentra y entrena en Hudson, Botafogo lo hace en Campana, ambos con seguimiento policial en sus movimientos.

El sábado, día de la final, el operativo contará con 1500 oficiales de la Policía de la Ciudad distribuidos en tres anillos de seguridad. El primero abarcará el estadio; el segundo cubrirá las cuadras adyacentes; y el tercero, dividido en nueve sectores, se extenderá desde la avenida General Paz hasta las vías del Ferrocarril Mitre, incluyendo Avenida del Libertador y La Pampa.

En cuanto al impacto local, la Universidad Torcuato Di Tella emitió recomendaciones para quienes se acerquen al campus el sábado, anticipando demoras en la circulación. “Solo funcionará el acceso peatonal de Sáenz Valiente 1000, y el ingreso vehicular deberá realizarse por Av. Monroe y Rafael Hernández”, indicaron a LA NACION. Además, informaron que la avenida Figueroa Alcorta permanecerá cortada hasta Juramento.

En las inmediaciones del Monumental, comerciantes como Juan Cruz, dueño de un kiosco, aseguraron que el despliegue de seguridad no representa grandes cambios en comparación con otros eventos similares. “Es como todo partido importante, no vi muchos cambios en la parte de seguridad, es como siempre”, comentó.

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