Pascual Pérez vs. Yoshio Shirai: 70 años de la pelea que marcó la consagración del primer campeón mundial argentino, considerado el mejor por los expertos

Pasaron setenta años desde aquel 26 de noviembre de 1954. Siete décadas del acontecimiento que cambió el rumbo y el concepto del boxeo argentino gracias a la consagración del primer campeón mundial de este país: el mendocino Pascual Pérez, considerado el mejor boxeador local de todos los tiempos por la vieja guardia de expertos que presenciaron la consolidación de este deporte en el país. ¿Superior a Carlos Monzón? Sí, nombres ilustres de especialistas y expertos como Simón Bronenberg, José Cardona, Roberto Mezzadra y Ulises Barrera, entre otros, otorgaron el podio eterno al león mendocino. Pérez fue el único púgil argentino en consagrarse en el terreno olímpico y en el profesional: ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres 1948 y, seis años más tarde, el cinturón de campeón mundial mosca, en un tiempo donde sólo existía una entidad rectora (NBA-AMB) y ocho categorías.

Su victoria por puntos en quince rounds sobre el notable japonés Yoshio Shirai, en el estadio Korakuen de Tokio, fue un verdadero suceso. Shirai debió luchar muchísimo por consagrarse como el primer campeón mundial del pugilismo nipón. La indiferencia del emperador Hirohito –personaje decisivo en la conducta de Oriente en la Segunda Guerra Mundial– hacia los deportes emergentes de la pobreza, le quitó parte de la imponencia que su figura tuvo en el ring. Sin embargo, esa noche todos quedaron asombrados por las variantes de Pascualito, quién sumó un fallo unánime de los jurados por 146-139, 146-143 y 143-139 en una época en donde el boxeo japonés era garantía de justicia. Y todos se rindieron a sus pies.

Pérez-Shirai constituyó el primer clásico internacional del boxeo argentino, más allá de la imponencia de la llamada pelea del siglo entre el juninense Luis Angel Firpo y Jack Dempsey, en 1923, que jamás pudo gestar una revancha.

Pérez y Shirai habían empatado previamente en el Luna Park, el 24 de julio de 1954. Tras el notable desempeño del mendocino, el mismísimo Juan Domingo Perón, presidente de la Nación, le garantizó, sobre el ring, un apoyo absoluto hacia un combate por el título. Y así fue. Consagrado Pascualito, le otorgó desquite al japonés en una tercera confrontación: el argentino lo noqueó en cinco rounds en lo que fue su primera defensa, el 30 de mayo de 1955, en el legendario estadio de Bouchard y Corrientes.

El camino hacia la pelea mundialista

En Historia de Pascual Perez, la biografía escrita por Federico Chaine con asesoramiento del sabio maestro mendocino Carlitos Suárez, se destaca lo siguiente: “Perón encomendó a Carlos Quiroz, embajador en Japón, amante del boxeo y amigo de Ismael Pace, por entonces dueño y hombre fuerte del Luna Park, a comenzar las gestiones diplomáticas con el fin de contratar a Shirai para pelear en Buenos Aires y asegurar, posteriormente, una chance titular en Tokio”. Y así ocurrió. Tras ello, el doctor Khan, manager de Shirai, licenciado en Filosofía y Letras, toda una autoridad en la compleja ciencia de Sócrates, cumplió con su palabra y permitió el combate desquite que consagró a Pascualito en modo colosal ante 20.000 personas con Felipe Segura, su entrenador, y Lázaro Koci, su manager de toda la vida, en el rincón.

Con un peso de 48,870 kg., Pascual, de 28 años, llevó el tren de la pelea a partir del tercer round. Fue herido en su ceja izquierda en el sexto asalto y a partir del décimo el cuyano dominó con claridad; en el decimosegundo derribó al campeón por ocho segundos. De allí en más, se impuso con amplitud y el nipón solo atinó a terminar en pie.

Una carrera excepcional

La corona de Pérez se sostuvo hasta la décima defensa, en 1960, cuando cayó en una decisión polémica en Bangkok con el tailandés Pone Kingpetch. El asiático también le ganaría la revancha en Los Ángeles. Nueve de sus doce peleas mundialistas fueron en el exterior. Manejaba su peso desde los 47 hasta los 51 kg. De haber combatido en el siglo XXI hubiera reinado en los mínimos, minimoscas, moscas y supermoscas. Indudablemente.

Paso por todo y de todo en la vida. No sólo es grato recordar esta fecha. Es una obligación profesional reforzarla, año tras año.

Pasaron setenta años desde aquel 26 de noviembre de 1954. Siete décadas del acontecimiento que cambió el rumbo y el concepto del boxeo argentino gracias a la consagración del primer campeón mundial de este país: el mendocino Pascual Pérez, considerado el mejor boxeador local de todos los tiempos por la vieja guardia de expertos que presenciaron la consolidación de este deporte en el país. ¿Superior a Carlos Monzón? Sí, nombres ilustres de especialistas y expertos como Simón Bronenberg, José Cardona, Roberto Mezzadra y Ulises Barrera, entre otros, otorgaron el podio eterno al león mendocino. Pérez fue el único púgil argentino en consagrarse en el terreno olímpico y en el profesional: ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres 1948 y, seis años más tarde, el cinturón de campeón mundial mosca, en un tiempo donde sólo existía una entidad rectora (NBA-AMB) y ocho categorías.

Su victoria por puntos en quince rounds sobre el notable japonés Yoshio Shirai, en el estadio Korakuen de Tokio, fue un verdadero suceso. Shirai debió luchar muchísimo por consagrarse como el primer campeón mundial del pugilismo nipón. La indiferencia del emperador Hirohito –personaje decisivo en la conducta de Oriente en la Segunda Guerra Mundial– hacia los deportes emergentes de la pobreza, le quitó parte de la imponencia que su figura tuvo en el ring. Sin embargo, esa noche todos quedaron asombrados por las variantes de Pascualito, quién sumó un fallo unánime de los jurados por 146-139, 146-143 y 143-139 en una época en donde el boxeo japonés era garantía de justicia. Y todos se rindieron a sus pies.

Pérez-Shirai constituyó el primer clásico internacional del boxeo argentino, más allá de la imponencia de la llamada pelea del siglo entre el juninense Luis Angel Firpo y Jack Dempsey, en 1923, que jamás pudo gestar una revancha.

Pérez y Shirai habían empatado previamente en el Luna Park, el 24 de julio de 1954. Tras el notable desempeño del mendocino, el mismísimo Juan Domingo Perón, presidente de la Nación, le garantizó, sobre el ring, un apoyo absoluto hacia un combate por el título. Y así fue. Consagrado Pascualito, le otorgó desquite al japonés en una tercera confrontación: el argentino lo noqueó en cinco rounds en lo que fue su primera defensa, el 30 de mayo de 1955, en el legendario estadio de Bouchard y Corrientes.

El camino hacia la pelea mundialista

En Historia de Pascual Perez, la biografía escrita por Federico Chaine con asesoramiento del sabio maestro mendocino Carlitos Suárez, se destaca lo siguiente: “Perón encomendó a Carlos Quiroz, embajador en Japón, amante del boxeo y amigo de Ismael Pace, por entonces dueño y hombre fuerte del Luna Park, a comenzar las gestiones diplomáticas con el fin de contratar a Shirai para pelear en Buenos Aires y asegurar, posteriormente, una chance titular en Tokio”. Y así ocurrió. Tras ello, el doctor Khan, manager de Shirai, licenciado en Filosofía y Letras, toda una autoridad en la compleja ciencia de Sócrates, cumplió con su palabra y permitió el combate desquite que consagró a Pascualito en modo colosal ante 20.000 personas con Felipe Segura, su entrenador, y Lázaro Koci, su manager de toda la vida, en el rincón.

Con un peso de 48,870 kg., Pascual, de 28 años, llevó el tren de la pelea a partir del tercer round. Fue herido en su ceja izquierda en el sexto asalto y a partir del décimo el cuyano dominó con claridad; en el decimosegundo derribó al campeón por ocho segundos. De allí en más, se impuso con amplitud y el nipón solo atinó a terminar en pie.

Una carrera excepcional

La corona de Pérez se sostuvo hasta la décima defensa, en 1960, cuando cayó en una decisión polémica en Bangkok con el tailandés Pone Kingpetch. El asiático también le ganaría la revancha en Los Ángeles. Nueve de sus doce peleas mundialistas fueron en el exterior. Manejaba su peso desde los 47 hasta los 51 kg. De haber combatido en el siglo XXI hubiera reinado en los mínimos, minimoscas, moscas y supermoscas. Indudablemente.

Paso por todo y de todo en la vida. No sólo es grato recordar esta fecha. Es una obligación profesional reforzarla, año tras año.

 El mendocino, que había ganado la medalla dorada en los Juegos de Londres 48, conquistó en Japón el título mosca ante el ídolo local  Read More

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