Expoagro: ejemplo único en el mundo

Lo simultáneo de dos situaciones diametralmente opuestas potenciaba el miércoles por la tarde el contraste entre dos caras del país, mientras se avanza tropezosamente, pero se avanza, hacia un cambio cultural que podría llegar a ser más profundo de lo que aún parece.

Por un lado, el pasado. La violencia desatada en las calles céntricas de Buenos Aires, con el pretexto de apoyar a los jubilados en sus reclamos de mejores retribuciones, por la asociación de punteros políticos de extramuros, sindicalistas de pobre representación gremial y sórdidos elementos de una convergencia de barras bravas del fútbol. Han sido por sus desafueros los causantes de la rareza mundial humillante que imposibilita desde hace años la concurrencia a un mismo partido de hinchadas de diferentes banderías. La barbarie, en suma, encarnada desde lejos por la sórdida arenga de Mario Firmenich, principal responsable de la carnicería entre argentinos de los años setenta, alentando ahora desde el extranjero a que sorprendidos racinguistas se sumaran a la depredación que por enésima vez se cometería en la capital del país.

Por el otro lado, una multitud de miles y miles de personas que admiraban los logros argentinos en la disciplina que los ha convertido en modelo para calcar, en el predio ferial situado a 226 kilómetros de Buenos Aires, sobre la ruta 9, en San Nicolás, y engrosada por delegaciones de productores agropecuarios de Estados Unidos, Europa, países vecinos al nuestro, África y Asia. Que quienes labraron la tierra por miles de años vinieran a la muestra de Expoagro a aprender sobre las mejores técnicas agrícolas y las más avanzadas aplicaciones tecnológicas a fin de obtener el perfeccionamiento en siembras, cuidado de cultivos y cosechas que se realizan en el vasto territorio argentino, o sobre las innovaciones y la creatividad de los fabricantes de maquinaria agrícola nacional, fue de un estímulo conmovedor para quienes aman y agradecen los esfuerzos del campo. Expoagro atrajo en la semana a unas 250.000 personas.

Expoagro atrajo en la semana a unas 250.000 personas, incluidas delegaciones de productores de Estados Unidos, Europa, países vecinos al nuestro, África y Asia

Legisladores e intendentes de algunas de las fuerzas políticas que habían salido el miércoles a las calles a destrozar bienes públicos, a atacar a fuerzas policiales y de seguridad, pasearon por el predio nicoleño sin recibir un agravio, sin un grito hostil que los perturbara, sin una impertinencia destinada a refrescarles, en su anacrónica condición de camporistas, los daños que desde el gobierno nacional habían inferido a la producción agropecuaria. Lo hicieron con políticas estatistas y corrupción rampante, no debe nunca olvidarse, que dejaron al país en ruinas y, en particular, con ensañamiento irracional y perverso contra el campo y, por ende, contra los intereses generales del país.

La cobertura de este acontecimiento por los cronistas agropecuarios de LA NACION tomó nota del estado de ánimo generalizado entre los protagonistas del campo: identificación con los lineamientos generales de la política económica y disenso con el lenguaje vulgar de los gobernantes, que contribuye a elevar la temperatura natural de los disensos políticos. Esa percepción deberá ser encuadrada en la tendencia que se va afirmando, no solo por los resultados de haber dominado hasta aquí la inflación y el déficit fiscal y de haberse puesto más orden en las calles –a veces de forma poco feliz–, sino por los datos incipientes de un cambio cultural, consecuencia de la tenacidad en la continuidad de aquellos esfuerzos.

Si hubiera que realizar un balance sobre los ejes centrales de esta edición de Expoagro, la más grande de todas en relación con las anteriores, cabría señalar otra novedad: en todas las conversaciones aquí entabladas, en todas las negociaciones de compras o gestión de créditos, quedó de manifiesto que la especulación financiera ha perdido terreno, resignando espacios en favor de la estricta virtud de producir. Ha sido ese un cambio de proporciones considerables respecto de las expectativas con las que los productores se habían manejado durante muchísimo tiempo.

En todas las conversaciones quedó de manifiesto que la especulación financiera ha perdido terreno

Hubo un mayor porcentaje de solicitudes crediticias en bancos privados y oficiales –por 4100 millones de dólares, en el caso del Banco Nación– respecto de años últimos, aunque siempre bajo las condiciones privilegiadas que han concedido tradicionalmente durante los días de esta muestra. Hubo, también, un número más abultado que en años anteriores de ventas de maquinaria agrícola y de operaciones sobre insumos. La campaña próxima está a la vista a fines de mayo, con siembras como las del trigo.

Una experiencia flamante fue observar a la ganadería como actora de primerísimo nivel de una exposición que en realidad no había estado nunca confinada a los asuntos agrícolas. Los remates ganaderos se abrieron el lunes y concluirán hoy con marcas que ya superan las ventas de más de 130.000 cabezas de vacunos.

El Tecnódromo constituyó otra de las atracciones especiales de esta edición de Expoagro, uno de cuyos ejes fue la perfectibilidad que ha ido adquiriendo la tecnología predictiva, la de la anticipación en la solución de los problemas que el productor agrícola encontrará sobre el terreno de sus trabajos merced a la combinación de instrumentales de punta, sea en siembras, aplicación de fertilizantes o mapeos de cultivos. El debate en torno de estos avances tecnológicos y de la marcha de la economía y de la situación política ocupó los cuatro días de la muestra en stands de las 700 empresas participantes y en auditorios colmados de asistentes.

Frente a la discriminación a la que lo sometieron sucesivos gobiernos, el campo demanda medidas reparatorias

Pasaron por la muestra varios gobernadores –los de Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba y Chubut, entre otros–; ministros como el de Economía, Luis Caputo; el jefe de Gabinete, Guillermo Francos; la vicepresidenta Victoria Villarruel; el expresidente Mauricio Macri, y, ayer, el actual jefe del Estado. Haberse hecho este acompañar por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, significó un espaldarazo para ella después de los gravísimos incidentes callejeros en los alrededores del Congreso.

Javier Milei no llevó ningún anuncio específico para el campo; apenas reiteró que cuando se den las condiciones reducirá las retenciones a las exportaciones agrícolas hasta eliminarlas, pero se retiró en medio de aplausos como jamás se evidenciaron en Expoagro con un registro equivalente.

Si el Presidente tenía una carta más grata para mostrar al campo, tal vez la haya dejado para más adelante. El 30 de junio vencen las modestas disminuciones hechas de modo suspensivo en las retenciones de los principales productos agrícolas. Eso sería en medio de un proceso electoral. ¿Aprovechará Milei la caja de resonancia de la exposición anual de Palermo para decir algo más concreto a fines de julio o principios de agosto? La posibilidad está abierta. Después de haber superado una sequía incipiente que ha dejado rastros de mermas irreparables, pero con una cosecha gruesa que seguramente será en general de saldos razonables, el campo demanda medidas reparatorias frente a la discriminación a la que lo sometieron sucesivos gobiernos, y hechos concretos que le permitan perforar el techo improductivo que tapona desde hace años el crecimiento de su producción agrícola.

Lo simultáneo de dos situaciones diametralmente opuestas potenciaba el miércoles por la tarde el contraste entre dos caras del país, mientras se avanza tropezosamente, pero se avanza, hacia un cambio cultural que podría llegar a ser más profundo de lo que aún parece.

Por un lado, el pasado. La violencia desatada en las calles céntricas de Buenos Aires, con el pretexto de apoyar a los jubilados en sus reclamos de mejores retribuciones, por la asociación de punteros políticos de extramuros, sindicalistas de pobre representación gremial y sórdidos elementos de una convergencia de barras bravas del fútbol. Han sido por sus desafueros los causantes de la rareza mundial humillante que imposibilita desde hace años la concurrencia a un mismo partido de hinchadas de diferentes banderías. La barbarie, en suma, encarnada desde lejos por la sórdida arenga de Mario Firmenich, principal responsable de la carnicería entre argentinos de los años setenta, alentando ahora desde el extranjero a que sorprendidos racinguistas se sumaran a la depredación que por enésima vez se cometería en la capital del país.

Por el otro lado, una multitud de miles y miles de personas que admiraban los logros argentinos en la disciplina que los ha convertido en modelo para calcar, en el predio ferial situado a 226 kilómetros de Buenos Aires, sobre la ruta 9, en San Nicolás, y engrosada por delegaciones de productores agropecuarios de Estados Unidos, Europa, países vecinos al nuestro, África y Asia. Que quienes labraron la tierra por miles de años vinieran a la muestra de Expoagro a aprender sobre las mejores técnicas agrícolas y las más avanzadas aplicaciones tecnológicas a fin de obtener el perfeccionamiento en siembras, cuidado de cultivos y cosechas que se realizan en el vasto territorio argentino, o sobre las innovaciones y la creatividad de los fabricantes de maquinaria agrícola nacional, fue de un estímulo conmovedor para quienes aman y agradecen los esfuerzos del campo. Expoagro atrajo en la semana a unas 250.000 personas.

Expoagro atrajo en la semana a unas 250.000 personas, incluidas delegaciones de productores de Estados Unidos, Europa, países vecinos al nuestro, África y Asia

Legisladores e intendentes de algunas de las fuerzas políticas que habían salido el miércoles a las calles a destrozar bienes públicos, a atacar a fuerzas policiales y de seguridad, pasearon por el predio nicoleño sin recibir un agravio, sin un grito hostil que los perturbara, sin una impertinencia destinada a refrescarles, en su anacrónica condición de camporistas, los daños que desde el gobierno nacional habían inferido a la producción agropecuaria. Lo hicieron con políticas estatistas y corrupción rampante, no debe nunca olvidarse, que dejaron al país en ruinas y, en particular, con ensañamiento irracional y perverso contra el campo y, por ende, contra los intereses generales del país.

La cobertura de este acontecimiento por los cronistas agropecuarios de LA NACION tomó nota del estado de ánimo generalizado entre los protagonistas del campo: identificación con los lineamientos generales de la política económica y disenso con el lenguaje vulgar de los gobernantes, que contribuye a elevar la temperatura natural de los disensos políticos. Esa percepción deberá ser encuadrada en la tendencia que se va afirmando, no solo por los resultados de haber dominado hasta aquí la inflación y el déficit fiscal y de haberse puesto más orden en las calles –a veces de forma poco feliz–, sino por los datos incipientes de un cambio cultural, consecuencia de la tenacidad en la continuidad de aquellos esfuerzos.

Si hubiera que realizar un balance sobre los ejes centrales de esta edición de Expoagro, la más grande de todas en relación con las anteriores, cabría señalar otra novedad: en todas las conversaciones aquí entabladas, en todas las negociaciones de compras o gestión de créditos, quedó de manifiesto que la especulación financiera ha perdido terreno, resignando espacios en favor de la estricta virtud de producir. Ha sido ese un cambio de proporciones considerables respecto de las expectativas con las que los productores se habían manejado durante muchísimo tiempo.

En todas las conversaciones quedó de manifiesto que la especulación financiera ha perdido terreno

Hubo un mayor porcentaje de solicitudes crediticias en bancos privados y oficiales –por 4100 millones de dólares, en el caso del Banco Nación– respecto de años últimos, aunque siempre bajo las condiciones privilegiadas que han concedido tradicionalmente durante los días de esta muestra. Hubo, también, un número más abultado que en años anteriores de ventas de maquinaria agrícola y de operaciones sobre insumos. La campaña próxima está a la vista a fines de mayo, con siembras como las del trigo.

Una experiencia flamante fue observar a la ganadería como actora de primerísimo nivel de una exposición que en realidad no había estado nunca confinada a los asuntos agrícolas. Los remates ganaderos se abrieron el lunes y concluirán hoy con marcas que ya superan las ventas de más de 130.000 cabezas de vacunos.

El Tecnódromo constituyó otra de las atracciones especiales de esta edición de Expoagro, uno de cuyos ejes fue la perfectibilidad que ha ido adquiriendo la tecnología predictiva, la de la anticipación en la solución de los problemas que el productor agrícola encontrará sobre el terreno de sus trabajos merced a la combinación de instrumentales de punta, sea en siembras, aplicación de fertilizantes o mapeos de cultivos. El debate en torno de estos avances tecnológicos y de la marcha de la economía y de la situación política ocupó los cuatro días de la muestra en stands de las 700 empresas participantes y en auditorios colmados de asistentes.

Frente a la discriminación a la que lo sometieron sucesivos gobiernos, el campo demanda medidas reparatorias

Pasaron por la muestra varios gobernadores –los de Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba y Chubut, entre otros–; ministros como el de Economía, Luis Caputo; el jefe de Gabinete, Guillermo Francos; la vicepresidenta Victoria Villarruel; el expresidente Mauricio Macri, y, ayer, el actual jefe del Estado. Haberse hecho este acompañar por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, significó un espaldarazo para ella después de los gravísimos incidentes callejeros en los alrededores del Congreso.

Javier Milei no llevó ningún anuncio específico para el campo; apenas reiteró que cuando se den las condiciones reducirá las retenciones a las exportaciones agrícolas hasta eliminarlas, pero se retiró en medio de aplausos como jamás se evidenciaron en Expoagro con un registro equivalente.

Si el Presidente tenía una carta más grata para mostrar al campo, tal vez la haya dejado para más adelante. El 30 de junio vencen las modestas disminuciones hechas de modo suspensivo en las retenciones de los principales productos agrícolas. Eso sería en medio de un proceso electoral. ¿Aprovechará Milei la caja de resonancia de la exposición anual de Palermo para decir algo más concreto a fines de julio o principios de agosto? La posibilidad está abierta. Después de haber superado una sequía incipiente que ha dejado rastros de mermas irreparables, pero con una cosecha gruesa que seguramente será en general de saldos razonables, el campo demanda medidas reparatorias frente a la discriminación a la que lo sometieron sucesivos gobiernos, y hechos concretos que le permitan perforar el techo improductivo que tapona desde hace años el crecimiento de su producción agrícola.

 La espectacular dimensión que exhibió la muestra agroindustrial contrastó con la tan penosa movilización del miércoles último frente al Congreso  Read More

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