Turki Alalshik y Dana White sellaron una alianza para meterse en el boxeo: ¿amenaza o salvación?

Cuando el jeque árabe Turki Alalshik, con un movimiento soberbio y déspota a la vez, corrió la mano de su boxeador contratado, Saúl Canelo Álvarez, el campeón mexicano más popular del planeta, y le ordenó sacar de la escena fotográfica su cinturón del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) para poder potenciar a sus dos nuevos emblemas empresariales y organizativos (Ring y TKO), los flashes de las cámaras se paralizaron. Apareció en cuadro, entonces, Dana White, su nuevo socio, el amo de la UFC –competencia de artes marciales mixtas– y automáticamente comenzó un gran conflicto político en el boxeo. Aunque nadie lo reconoció públicamente.

White, regulador posesivo de toda la estructura de un espectáculo reconocido como deporte en la mayoría de los estados americanos, volvía a relacionarse con el pugilismo y disparaba las siguientes conjeturas: ¿intentarán, con la creación del nuevo ente, reducir al boxeo a un deporte regulado con las mínimas exigencias reglamentarias? De ser así, ¿tendrán aceptación y consumo estos ideales en un público que aún valora las leyes y las equivalencias pugilísticas?

No pasó una semana de esta instancia acaecida en Times Square, en el corazón de Nueva York, en plena promoción del combate que Canelo sostendrá con el cubano William Scull, por la unificación de los supermedianos el 3 de mayo próximo en Riad, Arabia Saudita, bajo la promoción de esta flamante sociedad: Turki-White. Y aún no tenemos el tiempo suficiente como para analizar estas conductas. ¿Hasta dónde llegará el poder del dinero en la industria deportiva?

Los líderes se expresan

LA NACION se comunicó con Mauricio Sulaimán, presidente del CMB, que desde México expresó: “El tema se convirtió en un disparador magnífico en redes sociales. El CMB apoyó siempre todo aquello que potencie al boxeo. Apoyamos a los youtubers y a Turki, y no dejaremos de alentar a White, que posee una empresa multibillonaria como UFC. No vemos tantos fantasmas más allá de la polémica que hubo con nuestro cinturón en el dichoso video. El boxeo es un deporte único y todos quieren estar aquí. White, que en su empresa hace todo (elige los campeones y firma los contratos de sus peleadores), deberá adaptarse a un deporte como el nuestro, regulado por federaciones de casi 150 países. No veo fantasmas ni divisiones ni nada por el estilo. No marginamos a nadie. Al contrario, los alentamos para ingresar sin entrar en polémicas”. Sulaimán manejó una diplomacia llamativa. Extremadamente político.

Al mismo tiempo, entrevistamos al venezolano Gilberto Mendoza (h), presidente de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), de paso por Buenos Aires para el lanzamiento de El boxeo infantil sin contacto, un programa en conjunto con la Federación Argentina de Box (FAB). “Me sorprendió y no me gustó la actitud de Turki con el cinturón del CMB. El jeque saudita es un personaje positivo para el boxeo y jerarquizó las ganancias de los campeones de elite. Incluso, él reconoce a las organizaciones oficiales, dado que le mencionó a Canelo su gusto por coronarlo en el ring con el cinturón supermediano de la FIB, que hoy no tiene en su poder. Es distinto de su nuevo socio, White, de una postura mas agresiva en todo lo que emprende. Está acostumbrado a dirigir todo y aquí es distinto. Cuando empezó a crecer Al Haymon, con su empresa PBC, intentó algo semejante y de a poco fue cediendo. Hay que esperar y pensar muy bien cómo debemos conciliar y llegar a un acuerdo. De lograrlo, será conveniente para todos”, dijo Mendoza, que se mostró cauto y pidió más tiempo para expedirse.

Mas allá de las conclusiones conservadoras de los dirigentes, la invasión de capitalistas billonarios como Turki y White debe tener un límite. Si se apoderan de todo y crean un nuevo boxeo, se perderán muchas cosas creíbles. Hasta la libertad de expresión de los últimos cronistas que aún critican desde el borde del ring. Empleados por empresas periodísticas y no por promotores.

Cuando el jeque árabe Turki Alalshik, con un movimiento soberbio y déspota a la vez, corrió la mano de su boxeador contratado, Saúl Canelo Álvarez, el campeón mexicano más popular del planeta, y le ordenó sacar de la escena fotográfica su cinturón del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) para poder potenciar a sus dos nuevos emblemas empresariales y organizativos (Ring y TKO), los flashes de las cámaras se paralizaron. Apareció en cuadro, entonces, Dana White, su nuevo socio, el amo de la UFC –competencia de artes marciales mixtas– y automáticamente comenzó un gran conflicto político en el boxeo. Aunque nadie lo reconoció públicamente.

White, regulador posesivo de toda la estructura de un espectáculo reconocido como deporte en la mayoría de los estados americanos, volvía a relacionarse con el pugilismo y disparaba las siguientes conjeturas: ¿intentarán, con la creación del nuevo ente, reducir al boxeo a un deporte regulado con las mínimas exigencias reglamentarias? De ser así, ¿tendrán aceptación y consumo estos ideales en un público que aún valora las leyes y las equivalencias pugilísticas?

No pasó una semana de esta instancia acaecida en Times Square, en el corazón de Nueva York, en plena promoción del combate que Canelo sostendrá con el cubano William Scull, por la unificación de los supermedianos el 3 de mayo próximo en Riad, Arabia Saudita, bajo la promoción de esta flamante sociedad: Turki-White. Y aún no tenemos el tiempo suficiente como para analizar estas conductas. ¿Hasta dónde llegará el poder del dinero en la industria deportiva?

Los líderes se expresan

LA NACION se comunicó con Mauricio Sulaimán, presidente del CMB, que desde México expresó: “El tema se convirtió en un disparador magnífico en redes sociales. El CMB apoyó siempre todo aquello que potencie al boxeo. Apoyamos a los youtubers y a Turki, y no dejaremos de alentar a White, que posee una empresa multibillonaria como UFC. No vemos tantos fantasmas más allá de la polémica que hubo con nuestro cinturón en el dichoso video. El boxeo es un deporte único y todos quieren estar aquí. White, que en su empresa hace todo (elige los campeones y firma los contratos de sus peleadores), deberá adaptarse a un deporte como el nuestro, regulado por federaciones de casi 150 países. No veo fantasmas ni divisiones ni nada por el estilo. No marginamos a nadie. Al contrario, los alentamos para ingresar sin entrar en polémicas”. Sulaimán manejó una diplomacia llamativa. Extremadamente político.

Al mismo tiempo, entrevistamos al venezolano Gilberto Mendoza (h), presidente de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), de paso por Buenos Aires para el lanzamiento de El boxeo infantil sin contacto, un programa en conjunto con la Federación Argentina de Box (FAB). “Me sorprendió y no me gustó la actitud de Turki con el cinturón del CMB. El jeque saudita es un personaje positivo para el boxeo y jerarquizó las ganancias de los campeones de elite. Incluso, él reconoce a las organizaciones oficiales, dado que le mencionó a Canelo su gusto por coronarlo en el ring con el cinturón supermediano de la FIB, que hoy no tiene en su poder. Es distinto de su nuevo socio, White, de una postura mas agresiva en todo lo que emprende. Está acostumbrado a dirigir todo y aquí es distinto. Cuando empezó a crecer Al Haymon, con su empresa PBC, intentó algo semejante y de a poco fue cediendo. Hay que esperar y pensar muy bien cómo debemos conciliar y llegar a un acuerdo. De lograrlo, será conveniente para todos”, dijo Mendoza, que se mostró cauto y pidió más tiempo para expedirse.

Mas allá de las conclusiones conservadoras de los dirigentes, la invasión de capitalistas billonarios como Turki y White debe tener un límite. Si se apoderan de todo y crean un nuevo boxeo, se perderán muchas cosas creíbles. Hasta la libertad de expresión de los últimos cronistas que aún critican desde el borde del ring. Empleados por empresas periodísticas y no por promotores.

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