El 24 de diciembre pasado, en El Palomar, Carlos dormía cuando un grupo de jóvenes ingresó por la azotea de su casa y lo despertó. En el garaje tenía un taller con herramientas que había reunido durante décadas como mecánico. “Estuvieron tres horas. Me robaron cualquier cosa. Se llevaron máquinas, la caja de herramientas con la que se podía desarmar un auto americano o europeo. Llaves milimétricas; tres máquinas de agujerear; dos nuevas, amoladoras”, dijo Carlos, de 92 años, en diálogo con LA NACIÓN.
El robo ocurrió entre la noche del 23 y la madrugada del 24 de diciembre pasado. “Además me sacaron todos los electrodomésticos, ropa, las sábanas, dos bolsos de viaje, mi morral. Cinco relojes, dos pulseras mías. Una era de oro, de mi señora. Eso no lo declaré porque lo descubrí después. También tres relojes más antiguos. Y plata, lo que un jubilado como yo puede acumular”, explicó.
No fue la primera vez. En 2004, durante el día, también habían entrado a robarle. En aquella ocasión, su esposa fue golpeada. En el asalto de diciembre pasado, no lo agredieron físicamente, pero lo amenazaron. “El principal, que creo que era el que comandaba, andaba con una bufanda negra. Yo pensé que con eso me iban a ahorcar. Me forzaban a decir dónde tenía la plata. Uno tenía un destapador grande y otro una plancha caliente. Me la apoyaron acá, sentí el calor. Eran todos chicos. En los videos se ve que usaban pantalones cortos y zapatillas”, recordó.
Treinta días después del robo, volvió a vivir una situación de inseguridad. Era sábado. Su hijo estaba en la entrada del garaje, donde salen y entran todos los días. Había ido a ayudarlo a colocar una reja nueva, ya que también le habían forzado la anterior. “Yo estaba adentro y veía por la ventana el auto de mi hijo. De repente, vi del otro lado del auto dos cabezas que se movían rápido. Me agarró una angustia porque ya sabía lo que era”, relató a este medio.
El auto estaba con el baúl abierto. Uno de los hombres lo cerró, se acercó y enfrentó a su hijo. “Mi hijo estaba justo afuera del portón. El tipo venía con el brazo en alto y un arma en la mano. Mi hijo le agarró el brazo, lo inmovilizó, le dio un empujón, dio un paso para atrás, cerró la puerta y le puso llave. Así lo imposibilitó, porque estos venían a robar el auto”.
Carlos se acercó este mediodía al móvil de LN+ que transmitía en vivo desde la esquina de su barrio. Los medios cubrían el crimen de una vecina suya de 90 años, que había sido hallada asesinada dentro de su vivienda. La presencia policial, los patrulleros y el movimiento de cámaras generaron que varios vecinos se acercaran a la zona para seguir de cerca la cobertura y compartir sus propios relatos sobre hechos de inseguridad. Carlos, que vive cerca de la mujer asesinada, esperó su turno, se paró junto al móvil del programa que conduce María Laura Santillán y pidió hablar. Frente a la cámara, dijo: “Yo también fui víctima. A mí me robaron todo, en diciembre”.
Le robaron las herramientas a un jubilado y la gente le donó más de 6 millones de pesos en vivo
Carlos, de 92 años, perdió todo su taller: “Me cortaron las manos”. La solidaridad de los televidentes de LN+ le ayudó a recuperar lo perdido.
Con @marialauratv en LN+ pic.twitter.com/JLW5F1wP0Y
— La Nación Más (@lanacionmas) March 21, 2025
Durante la transmisión comenzaron a llegar mensajes. Personas que pedían un alias de Mercado Pago para ayudarlo. En pocos minutos, comenzaron las transferencias. El alias BEBE.MEDICO.MASTIL apareció en pantalla. La cuenta tenía inicialmente 40.000 pesos. En cuestión de minutos, superó los seis millones. “Estoy desbordado. No puedo creerlo. No tengo palabras”, dijo mientras la cronista le informaba que el monto seguía creciendo.
Tras las inundaciones
El caso de Carlos ocurrió dos semanas después de otra reacción solidaria. El 7 de marzo pasado, tras el temporal que azotó a Bahía Blanca, vecinos organizaron colectas y comenzaron a entregar ropa, colchones, alimentos, agua y productos de limpieza a los afectados. La ayuda que recibió Carlos formó parte de esa misma lógica: una acción colectiva.
Red Solidaria, Cáritas, la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y clubes como River y Lanús, entre otros, coordinaron la recepción, el acopio y el envío de donaciones. Desde la AFA salieron 16 camiones hacia Bahía Blanca. River envió ocho y preparaba cuatro más. En Lanús, debido al volumen recibido, se organizaron jornadas específicas para clasificar los aportes por tipo de producto. Las donaciones incluyeron ropa, colchones, alimentos, calzado y artículos de limpieza.
Cáritas transfirió fondos de manera preventiva para cubrir las primeras necesidades de las familias afectadas. A medida que avanzaba la campaña, continuó enviando aportes económicos para adquirir bienes prioritarios. Las donaciones llegaron tanto de ciudadanos como de empresas.
La Cruz Roja Argentina, por su parte, compró kits de limpieza, frazadas y productos de higiene con el dinero recibido y coordinó tres vuelos humanitarios junto a Enrique Piñeyro. Desde los Hogares de Cristo también se enviaron recursos a los barrios más afectados. La red, con más de 200 sedes en el país, fue clave para canalizar parte de la ayuda. En Bahía Blanca, el hogar local trabajó junto al municipio para distribuir lo recolectado desde distintos puntos del país.
Tanto en Bahía Blanca como en El Palomar, la necesidad fue visible y la respuesta, inmediata. Las herramientas fueron distintas en un caso, la televisión; en el otro, las redes sociales y los centros comunitarios, pero el mecanismo fue el mismo.
El 24 de diciembre pasado, en El Palomar, Carlos dormía cuando un grupo de jóvenes ingresó por la azotea de su casa y lo despertó. En el garaje tenía un taller con herramientas que había reunido durante décadas como mecánico. “Estuvieron tres horas. Me robaron cualquier cosa. Se llevaron máquinas, la caja de herramientas con la que se podía desarmar un auto americano o europeo. Llaves milimétricas; tres máquinas de agujerear; dos nuevas, amoladoras”, dijo Carlos, de 92 años, en diálogo con LA NACIÓN.
El robo ocurrió entre la noche del 23 y la madrugada del 24 de diciembre pasado. “Además me sacaron todos los electrodomésticos, ropa, las sábanas, dos bolsos de viaje, mi morral. Cinco relojes, dos pulseras mías. Una era de oro, de mi señora. Eso no lo declaré porque lo descubrí después. También tres relojes más antiguos. Y plata, lo que un jubilado como yo puede acumular”, explicó.
No fue la primera vez. En 2004, durante el día, también habían entrado a robarle. En aquella ocasión, su esposa fue golpeada. En el asalto de diciembre pasado, no lo agredieron físicamente, pero lo amenazaron. “El principal, que creo que era el que comandaba, andaba con una bufanda negra. Yo pensé que con eso me iban a ahorcar. Me forzaban a decir dónde tenía la plata. Uno tenía un destapador grande y otro una plancha caliente. Me la apoyaron acá, sentí el calor. Eran todos chicos. En los videos se ve que usaban pantalones cortos y zapatillas”, recordó.
Treinta días después del robo, volvió a vivir una situación de inseguridad. Era sábado. Su hijo estaba en la entrada del garaje, donde salen y entran todos los días. Había ido a ayudarlo a colocar una reja nueva, ya que también le habían forzado la anterior. “Yo estaba adentro y veía por la ventana el auto de mi hijo. De repente, vi del otro lado del auto dos cabezas que se movían rápido. Me agarró una angustia porque ya sabía lo que era”, relató a este medio.
El auto estaba con el baúl abierto. Uno de los hombres lo cerró, se acercó y enfrentó a su hijo. “Mi hijo estaba justo afuera del portón. El tipo venía con el brazo en alto y un arma en la mano. Mi hijo le agarró el brazo, lo inmovilizó, le dio un empujón, dio un paso para atrás, cerró la puerta y le puso llave. Así lo imposibilitó, porque estos venían a robar el auto”.
Carlos se acercó este mediodía al móvil de LN+ que transmitía en vivo desde la esquina de su barrio. Los medios cubrían el crimen de una vecina suya de 90 años, que había sido hallada asesinada dentro de su vivienda. La presencia policial, los patrulleros y el movimiento de cámaras generaron que varios vecinos se acercaran a la zona para seguir de cerca la cobertura y compartir sus propios relatos sobre hechos de inseguridad. Carlos, que vive cerca de la mujer asesinada, esperó su turno, se paró junto al móvil del programa que conduce María Laura Santillán y pidió hablar. Frente a la cámara, dijo: “Yo también fui víctima. A mí me robaron todo, en diciembre”.
Le robaron las herramientas a un jubilado y la gente le donó más de 6 millones de pesos en vivo
Carlos, de 92 años, perdió todo su taller: “Me cortaron las manos”. La solidaridad de los televidentes de LN+ le ayudó a recuperar lo perdido.
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— La Nación Más (@lanacionmas) March 21, 2025
Durante la transmisión comenzaron a llegar mensajes. Personas que pedían un alias de Mercado Pago para ayudarlo. En pocos minutos, comenzaron las transferencias. El alias BEBE.MEDICO.MASTIL apareció en pantalla. La cuenta tenía inicialmente 40.000 pesos. En cuestión de minutos, superó los seis millones. “Estoy desbordado. No puedo creerlo. No tengo palabras”, dijo mientras la cronista le informaba que el monto seguía creciendo.
Tras las inundaciones
El caso de Carlos ocurrió dos semanas después de otra reacción solidaria. El 7 de marzo pasado, tras el temporal que azotó a Bahía Blanca, vecinos organizaron colectas y comenzaron a entregar ropa, colchones, alimentos, agua y productos de limpieza a los afectados. La ayuda que recibió Carlos formó parte de esa misma lógica: una acción colectiva.
Red Solidaria, Cáritas, la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y clubes como River y Lanús, entre otros, coordinaron la recepción, el acopio y el envío de donaciones. Desde la AFA salieron 16 camiones hacia Bahía Blanca. River envió ocho y preparaba cuatro más. En Lanús, debido al volumen recibido, se organizaron jornadas específicas para clasificar los aportes por tipo de producto. Las donaciones incluyeron ropa, colchones, alimentos, calzado y artículos de limpieza.
Cáritas transfirió fondos de manera preventiva para cubrir las primeras necesidades de las familias afectadas. A medida que avanzaba la campaña, continuó enviando aportes económicos para adquirir bienes prioritarios. Las donaciones llegaron tanto de ciudadanos como de empresas.
La Cruz Roja Argentina, por su parte, compró kits de limpieza, frazadas y productos de higiene con el dinero recibido y coordinó tres vuelos humanitarios junto a Enrique Piñeyro. Desde los Hogares de Cristo también se enviaron recursos a los barrios más afectados. La red, con más de 200 sedes en el país, fue clave para canalizar parte de la ayuda. En Bahía Blanca, el hogar local trabajó junto al municipio para distribuir lo recolectado desde distintos puntos del país.
Tanto en Bahía Blanca como en El Palomar, la necesidad fue visible y la respuesta, inmediata. Las herramientas fueron distintas en un caso, la televisión; en el otro, las redes sociales y los centros comunitarios, pero el mecanismo fue el mismo.
Carlos fue asaltado en su casa de Lanús en diciembre pasado; mientras era entrevistado por LN+ sucedió un hecho que conmovió a todos Read More