PARÍS.- Friedrich Merz obtuvo este viernes la luz verde final parlamentaria que le permitirá reformar la Constitución alemana y aplicar el gigantesco plan de inversiones con el cual el futuro canciller pretende rearmar y modernizar su país, una perspectiva celebrada no solo por sus conciudadanos, sino por el resto de Europa en estos momentos críticos para su destino.
Después de obtener la aprobación del Bundestag (Cámara de Diputados), este viernes fueron los dos tercios de la Bundesrat (Cámara alta) quienes votaron a favor de un proyecto de ley histórico, que prevé desbloquear centenares de miles de millones de euros para sacar a Alemania de su estancamiento actual.
La futura legislación modificará las reglas presupuestarias inscritas en la Constitución, lo que permitirá al futuro gobierno aumentar masivamente los gastos militares. La nueva coalición entre la democracia-cristiana (CDU) y los social-demócratas (SPD) también creará un fondo especial de 500.000 millones de euros destinado a financiar proyectos de infraestructura durante los próximos 12 años, una operación crucial para la primera economía de la Unión Europea (UE), azotada por dos años de recesión.
“Alemania es el único país de la OCDE, es decir del club de los ricos, donde no se ha invertido en infraestructura pública en los últimos 25 años”, afirma Guillaume Duval, especialista del Instituto Jacques Delors.
Y, como todos los grandes acontecimientos de la historia, esa revolución copernicana se está produciendo gracias a la voluntad, totalmente improbable e inesperada, de un hombre: el futuro canciller, Friedrich Merz, a quien los medios europeos ya apodan “Federico el Grande”. No solo por su altura (1,98 metros), sino también por el tesoro de guerra que acaba de obtener.
A partir de su toma de poder, Merz podrá gastar sin contar para modernizar y rearmar a su país, tras décadas de rigor presupuestario. Un golpe de acelerador histórico gracias al acuerdo logrado con sus futuros aliados de la SPD, a quienes había tratado de “despilfarradores” durante la campaña, y a los ecologistas, a los cuales prometió 100.000 millones de euros para el clima y la inscripción en la Constitución de la neutralidad climática de la Alemania del 2045.
Pero Merz no es el único responsable de ese cambio radical del destino alemán. Fue más bien otro hombre quien ha provocado todas las revoluciones que está viviendo el país más poblado de la UE y de sus otros 26 miembros: Donald Trump.
La revolución ultraconservadora, iliberal, alineada con imperios autocráticos y defensora de un capitalismo depredador, lanzada por el nuevo jefe de la Casa Blanca representa un traumatismo existencial para Alemania, reconstruida después de 1945 en torno a los valores democráticos defendidos por aquellos Estados Unidos.
Hace dos meses, Alemania descubrió brutalmente su soledad frente a un mundo desconocido. Soledad frente a la obsolescencia de su modelo mercantilista, que se traduce por una actividad paralizada desde 2019, una producción industrial en caída libre de 7% desde 2018, el aumento de quiebras y el fin del pleno empleo. Y eso, en momentos en que las medidas proteccionistas de Trump podrían costarle el 1,5% de su PBI. Soledad frente al aumento de la extrema derecha de la AfD, apoyada por Trump y por su administración. Soledad, por fin, frente a la amenaza imperial de Rusia, después del abandono de la garantía de seguridad de Estados Unidos.
Frente a la amenaza rusa, Alemania ya no puede atrincherarse detrás de Washington, según Merz, que estima que su país debe asumir su liderazgo, y pretende darse los medios para lograrlo.
Ahora con la luz verde del Parlamento, Merz podrá comprar sin límites tanques, drones, aviones caza o reclutar soldados para la Bundeswehr.
“Cueste lo que cueste”, repite. Los expertos han calculado que esa cifra se eleva a un billón de euros invertidos en las fuerzas armadas “para que sean capaces de hacer una guerra”, según el actual ministro alemán de Defensa, Boris Pistorius.
La factura será sin duda salada. El visto bueno del Parlamento podría llevar la deuda pública a más de 1,5 billones de euros en los próximos 12 años. Pero Alemania debería no obstante seguir ubicándose en el promedio de la zona euro en términos de endeudamiento, pasando del 60% al 90% del PBI. Lejos, detrás de su vecino francés (más del 110%).
Merz parece haber asumido la responsabilidad histórica que recae sobre sus espaldas.
“El futuro canciller encarna la última chance para su país, antes de la llegada al poder de la AfD y concentra la esperanza del resto de Europa de volver a asumir por fin el papel de motor de la construcción europea que históricamente tuvo junto a Francia. Merz dará al mundo una indicación crucial sobre la voluntad y la capacidad de la UE de defender la libertad económica y política o bien sobre su sumisión al nuevo desorden mundial y a la ley del más fuerte impuesta por los imperios”, afirma el economista liberal Nicolas Baverez.
Por el momento, las señales son positivas. Merz definió una línea clara que asocia control de la inmigración, reactivación económica, rearme y fin de la austeridad. Su proyecto de inversión masiva, prevé llevar el gasto de defensa al 3,5% del PBI en 2030, abriendo un diálogo estratégico con Londres y París sobre la disuasión nuclear, planificando la reconversión de una parte de la industria automotriz en la producción de armamentos.
Bajo la presión de Trump y de Vladimir Putin, Berlín está tratando de dejar atrás los años de “ostpolitik” de Angela Merkel y de procrastinación de Olaf Scholz. Y el país más poblado de Europa dispone de todas las cualidades para lograrlo.
“El dinamismo de su capitalismo familiar, la calidad de su investigación, su escasa deuda pública (62% del PBI), la vitalidad de su sociedad civil, y su peso en la Comisión Europea, ya que su presidenta, Ursula von der Leyen, pertenece al mismo partido que Merz, la democracia-cristiana (CDU).
Para los europeos, el despertar de Alemania es una excelente noticia.
“Berlín debería convertirse nuevamente en un polo de estabilidad para sus ciudadanos y para el continente. Pero al servicio del desarrollo, la innovación y la seguridad. La reactivación de su economía podría paliar los daños causados por la guerra comercial lanzada por Trump”, dice Baverez.
Su rearme simbolizará además mejor que nada el cambio de estrategia de la UE, dirigiendo a Moscú una poderosa señal de disuasión.
Para Guillaume Duval, “ese nuevo derrotero da credibilidad a esta nueva Europa, que cuenta con una ocasión histórica de volver a ser un actor mayor del siglo XXI atrayendo capitales, talentos y empresas, gracias a la protección del Estado de derecho y la seguridad”;
La apuesta de Merz no está, sin embargo, exenta de riesgos. El futuro canciller tendrá cuatro años para convencer a los electores de lo bien fundado de su giro político de 180 grados. Por el momento tiene el apoyo de la población, de los medios económicos y de sus socios europeos. Pero, como en otros países del bloque, las extremas derechas pro-rusas o anti-europeas no dejarán de hacer campaña, acusándolo de “mentir” o, peor aún, de “traicionar”.
PARÍS.- Friedrich Merz obtuvo este viernes la luz verde final parlamentaria que le permitirá reformar la Constitución alemana y aplicar el gigantesco plan de inversiones con el cual el futuro canciller pretende rearmar y modernizar su país, una perspectiva celebrada no solo por sus conciudadanos, sino por el resto de Europa en estos momentos críticos para su destino.
Después de obtener la aprobación del Bundestag (Cámara de Diputados), este viernes fueron los dos tercios de la Bundesrat (Cámara alta) quienes votaron a favor de un proyecto de ley histórico, que prevé desbloquear centenares de miles de millones de euros para sacar a Alemania de su estancamiento actual.
La futura legislación modificará las reglas presupuestarias inscritas en la Constitución, lo que permitirá al futuro gobierno aumentar masivamente los gastos militares. La nueva coalición entre la democracia-cristiana (CDU) y los social-demócratas (SPD) también creará un fondo especial de 500.000 millones de euros destinado a financiar proyectos de infraestructura durante los próximos 12 años, una operación crucial para la primera economía de la Unión Europea (UE), azotada por dos años de recesión.
“Alemania es el único país de la OCDE, es decir del club de los ricos, donde no se ha invertido en infraestructura pública en los últimos 25 años”, afirma Guillaume Duval, especialista del Instituto Jacques Delors.
Y, como todos los grandes acontecimientos de la historia, esa revolución copernicana se está produciendo gracias a la voluntad, totalmente improbable e inesperada, de un hombre: el futuro canciller, Friedrich Merz, a quien los medios europeos ya apodan “Federico el Grande”. No solo por su altura (1,98 metros), sino también por el tesoro de guerra que acaba de obtener.
A partir de su toma de poder, Merz podrá gastar sin contar para modernizar y rearmar a su país, tras décadas de rigor presupuestario. Un golpe de acelerador histórico gracias al acuerdo logrado con sus futuros aliados de la SPD, a quienes había tratado de “despilfarradores” durante la campaña, y a los ecologistas, a los cuales prometió 100.000 millones de euros para el clima y la inscripción en la Constitución de la neutralidad climática de la Alemania del 2045.
Pero Merz no es el único responsable de ese cambio radical del destino alemán. Fue más bien otro hombre quien ha provocado todas las revoluciones que está viviendo el país más poblado de la UE y de sus otros 26 miembros: Donald Trump.
La revolución ultraconservadora, iliberal, alineada con imperios autocráticos y defensora de un capitalismo depredador, lanzada por el nuevo jefe de la Casa Blanca representa un traumatismo existencial para Alemania, reconstruida después de 1945 en torno a los valores democráticos defendidos por aquellos Estados Unidos.
Hace dos meses, Alemania descubrió brutalmente su soledad frente a un mundo desconocido. Soledad frente a la obsolescencia de su modelo mercantilista, que se traduce por una actividad paralizada desde 2019, una producción industrial en caída libre de 7% desde 2018, el aumento de quiebras y el fin del pleno empleo. Y eso, en momentos en que las medidas proteccionistas de Trump podrían costarle el 1,5% de su PBI. Soledad frente al aumento de la extrema derecha de la AfD, apoyada por Trump y por su administración. Soledad, por fin, frente a la amenaza imperial de Rusia, después del abandono de la garantía de seguridad de Estados Unidos.
Frente a la amenaza rusa, Alemania ya no puede atrincherarse detrás de Washington, según Merz, que estima que su país debe asumir su liderazgo, y pretende darse los medios para lograrlo.
Ahora con la luz verde del Parlamento, Merz podrá comprar sin límites tanques, drones, aviones caza o reclutar soldados para la Bundeswehr.
“Cueste lo que cueste”, repite. Los expertos han calculado que esa cifra se eleva a un billón de euros invertidos en las fuerzas armadas “para que sean capaces de hacer una guerra”, según el actual ministro alemán de Defensa, Boris Pistorius.
La factura será sin duda salada. El visto bueno del Parlamento podría llevar la deuda pública a más de 1,5 billones de euros en los próximos 12 años. Pero Alemania debería no obstante seguir ubicándose en el promedio de la zona euro en términos de endeudamiento, pasando del 60% al 90% del PBI. Lejos, detrás de su vecino francés (más del 110%).
Merz parece haber asumido la responsabilidad histórica que recae sobre sus espaldas.
“El futuro canciller encarna la última chance para su país, antes de la llegada al poder de la AfD y concentra la esperanza del resto de Europa de volver a asumir por fin el papel de motor de la construcción europea que históricamente tuvo junto a Francia. Merz dará al mundo una indicación crucial sobre la voluntad y la capacidad de la UE de defender la libertad económica y política o bien sobre su sumisión al nuevo desorden mundial y a la ley del más fuerte impuesta por los imperios”, afirma el economista liberal Nicolas Baverez.
Por el momento, las señales son positivas. Merz definió una línea clara que asocia control de la inmigración, reactivación económica, rearme y fin de la austeridad. Su proyecto de inversión masiva, prevé llevar el gasto de defensa al 3,5% del PBI en 2030, abriendo un diálogo estratégico con Londres y París sobre la disuasión nuclear, planificando la reconversión de una parte de la industria automotriz en la producción de armamentos.
Bajo la presión de Trump y de Vladimir Putin, Berlín está tratando de dejar atrás los años de “ostpolitik” de Angela Merkel y de procrastinación de Olaf Scholz. Y el país más poblado de Europa dispone de todas las cualidades para lograrlo.
“El dinamismo de su capitalismo familiar, la calidad de su investigación, su escasa deuda pública (62% del PBI), la vitalidad de su sociedad civil, y su peso en la Comisión Europea, ya que su presidenta, Ursula von der Leyen, pertenece al mismo partido que Merz, la democracia-cristiana (CDU).
Para los europeos, el despertar de Alemania es una excelente noticia.
“Berlín debería convertirse nuevamente en un polo de estabilidad para sus ciudadanos y para el continente. Pero al servicio del desarrollo, la innovación y la seguridad. La reactivación de su economía podría paliar los daños causados por la guerra comercial lanzada por Trump”, dice Baverez.
Su rearme simbolizará además mejor que nada el cambio de estrategia de la UE, dirigiendo a Moscú una poderosa señal de disuasión.
Para Guillaume Duval, “ese nuevo derrotero da credibilidad a esta nueva Europa, que cuenta con una ocasión histórica de volver a ser un actor mayor del siglo XXI atrayendo capitales, talentos y empresas, gracias a la protección del Estado de derecho y la seguridad”;
La apuesta de Merz no está, sin embargo, exenta de riesgos. El futuro canciller tendrá cuatro años para convencer a los electores de lo bien fundado de su giro político de 180 grados. Por el momento tiene el apoyo de la población, de los medios económicos y de sus socios europeos. Pero, como en otros países del bloque, las extremas derechas pro-rusas o anti-europeas no dejarán de hacer campaña, acusándolo de “mentir” o, peor aún, de “traicionar”.
El Parlamento aprobó el aumento de los planes de gasto, que tiene como objetivo reactivar el crecimiento de la mayor economía de Europa y aumentar los gastos militares Read More