Avanza el entusiasmo, retrocede el pudor cool

NUEVA YORK.– En las fiestas de prácticamente todo grupo etario suelen distinguirse dos grupos. Están los que van a fumar afuera envueltos en la mística de lo prohibido, o como mucho se quedan hablando en un costado, copa en mano, con una muy atractiva indiferencia hacia todo lo que pasa. Y luego están los que corren desaforados hacia cualquier pista baile –aunque ésta sea un rincón del parquet o una alfombra de yute pegada a un parlante de teléfono celular– para estrenar pasitos. En los casamientos argentinos estos últimos son quienes lideran el carnaval carioca, aquí el “conga line”. Cuando suena el inevitable Neil Diamond con su “Sweet Caroline”, son los que gritan el “pa, pa, pa” del estribillo más fuerte, brazos en alto.

Mientras el “nonchalance” sugiere que todo debe parecer fácil y sin esfuerzo, el “chalance” ahora celebra lo contrario: el placer de demostrar entusiasmo, el orgullo de hacer visible el empeño

Esta cronista siempre se inscribió firmemente en el segundo grupo, a sabiendas de que eso la alejaba de cualquier aspiración a lo cool. Pero, tal vez, las cosas estén cambiando. Así lo aseguraron estas vacaciones los adolescentes de la familia, que no dejaron de hablar de un concepto nuevo: el “chalance”. Y según ellos, el actor Timothée Chalamet es su emblema.

“Chalance” es una palabra inventada, una especie de antónimo del “nonchalance”, como se le dice en inglés –tomado del francés– a una despreocupación elegante que fue por años el código aspiracional. Mientras el “nonchalance” sugiere que todo debe parecer fácil y sin esfuerzo, el “chalance” ahora celebra lo contrario: el placer de demostrar entusiasmo, el orgullo de hacer visible el empeño.

La canonización de Chalamet como apóstol del “chalance” ocurrió en la última entrega de los premios SAG (Screen Actors Guild Awards), cuando se llevó el premio a mejor interpretación por su papel como Bob Dylan en Un completo desconocido. Mientras otros actores de su generación cultivan la eterna imagen de desinterés fashion o distancia irónica, él subió al escenario con el fervor de alguien que realmente quería estar ahí. Agradeció con efusividad, habló de su amor por el oficio y, sobre todo, dejó en claro que no tiene miedo a que se note el esfuerzo.

Timothée Chalamet es un actor franco-estadounidense nacido en 1995. Se hizo famoso con Call Me by Your Name (2017), por la que fue nominado al Oscar a los 22 años. Desde entonces, protagonizó películas como Lady Bird, Mujercitas, Dune y Willy Wonka y la fábrica de chocolate, y es considerado un ícono de moda y de la nueva masculinidad en Hollywood.

Mientras otros actores de su generación cultivan la eterna imagen de desinterés fashion o distancia irónica, él subió al escenario con el fervor de alguien que realmente quería estar ahí

Lo del estilo “chalant” fue la confirmación de un rasgo que ya venía insinuándose en su carrera: una intensidad feliz. Algo que, en otro momento, podría haber sido visto como excesivo, pero que ahora se percibe como un soplo de aire fresco. Benji Kusi, creador de contenido con millones de seguidores y ganador del premio de TikTok Voces para el cambio, lo resumió así: “Está acabando con eso de ser deshonesto respecto a los propios deseos y ambiciones solo para tratar de lucir cool”. “En un mundo digital donde el cinismo es casi un requisito para la validación social, el ‘chalance’ de Chalamet propone otra cosa: el placer de entregarse por completo, de demostrar sin pudor cuánto significa algo para uno”, fue el tipo de comentario que le siguió en Internet.

Pero la clave del fenómeno es que Chalamet no cae en la pomposidad o la solemnidad de los que se toman demasiado en serio. Su “chalance” es espontáneo, sin grandilocuencias, y –casualidad o destino– su apellido suena sospechosamente parecido a la palabra que ahora lo define.

En Nueva York, los adolescentes pronuncian “chalant” como si fuera el único adjetivo calificativo posible. “Va a ser la palabra de 2025″, predicen con seguridad. Falta mucho para diciembre, cuando los diccionarios anuncian los términos más populares del año, y los grandes medios anglosajones todavía no se hicieron eco de su impacto. Pero si decir que uno es “chalant” significa que hay más gente dispuesta a liderar el trencito en las próximas fiestas, esta cronista está lista para adoptarlo.

NUEVA YORK.– En las fiestas de prácticamente todo grupo etario suelen distinguirse dos grupos. Están los que van a fumar afuera envueltos en la mística de lo prohibido, o como mucho se quedan hablando en un costado, copa en mano, con una muy atractiva indiferencia hacia todo lo que pasa. Y luego están los que corren desaforados hacia cualquier pista baile –aunque ésta sea un rincón del parquet o una alfombra de yute pegada a un parlante de teléfono celular– para estrenar pasitos. En los casamientos argentinos estos últimos son quienes lideran el carnaval carioca, aquí el “conga line”. Cuando suena el inevitable Neil Diamond con su “Sweet Caroline”, son los que gritan el “pa, pa, pa” del estribillo más fuerte, brazos en alto.

Mientras el “nonchalance” sugiere que todo debe parecer fácil y sin esfuerzo, el “chalance” ahora celebra lo contrario: el placer de demostrar entusiasmo, el orgullo de hacer visible el empeño

Esta cronista siempre se inscribió firmemente en el segundo grupo, a sabiendas de que eso la alejaba de cualquier aspiración a lo cool. Pero, tal vez, las cosas estén cambiando. Así lo aseguraron estas vacaciones los adolescentes de la familia, que no dejaron de hablar de un concepto nuevo: el “chalance”. Y según ellos, el actor Timothée Chalamet es su emblema.

“Chalance” es una palabra inventada, una especie de antónimo del “nonchalance”, como se le dice en inglés –tomado del francés– a una despreocupación elegante que fue por años el código aspiracional. Mientras el “nonchalance” sugiere que todo debe parecer fácil y sin esfuerzo, el “chalance” ahora celebra lo contrario: el placer de demostrar entusiasmo, el orgullo de hacer visible el empeño.

La canonización de Chalamet como apóstol del “chalance” ocurrió en la última entrega de los premios SAG (Screen Actors Guild Awards), cuando se llevó el premio a mejor interpretación por su papel como Bob Dylan en Un completo desconocido. Mientras otros actores de su generación cultivan la eterna imagen de desinterés fashion o distancia irónica, él subió al escenario con el fervor de alguien que realmente quería estar ahí. Agradeció con efusividad, habló de su amor por el oficio y, sobre todo, dejó en claro que no tiene miedo a que se note el esfuerzo.

Timothée Chalamet es un actor franco-estadounidense nacido en 1995. Se hizo famoso con Call Me by Your Name (2017), por la que fue nominado al Oscar a los 22 años. Desde entonces, protagonizó películas como Lady Bird, Mujercitas, Dune y Willy Wonka y la fábrica de chocolate, y es considerado un ícono de moda y de la nueva masculinidad en Hollywood.

Mientras otros actores de su generación cultivan la eterna imagen de desinterés fashion o distancia irónica, él subió al escenario con el fervor de alguien que realmente quería estar ahí

Lo del estilo “chalant” fue la confirmación de un rasgo que ya venía insinuándose en su carrera: una intensidad feliz. Algo que, en otro momento, podría haber sido visto como excesivo, pero que ahora se percibe como un soplo de aire fresco. Benji Kusi, creador de contenido con millones de seguidores y ganador del premio de TikTok Voces para el cambio, lo resumió así: “Está acabando con eso de ser deshonesto respecto a los propios deseos y ambiciones solo para tratar de lucir cool”. “En un mundo digital donde el cinismo es casi un requisito para la validación social, el ‘chalance’ de Chalamet propone otra cosa: el placer de entregarse por completo, de demostrar sin pudor cuánto significa algo para uno”, fue el tipo de comentario que le siguió en Internet.

Pero la clave del fenómeno es que Chalamet no cae en la pomposidad o la solemnidad de los que se toman demasiado en serio. Su “chalance” es espontáneo, sin grandilocuencias, y –casualidad o destino– su apellido suena sospechosamente parecido a la palabra que ahora lo define.

En Nueva York, los adolescentes pronuncian “chalant” como si fuera el único adjetivo calificativo posible. “Va a ser la palabra de 2025″, predicen con seguridad. Falta mucho para diciembre, cuando los diccionarios anuncian los términos más populares del año, y los grandes medios anglosajones todavía no se hicieron eco de su impacto. Pero si decir que uno es “chalant” significa que hay más gente dispuesta a liderar el trencito en las próximas fiestas, esta cronista está lista para adoptarlo.

 Sobre todo entre los adolescentes, el concepto del momento es “chalance” (el placer de mostrar euforia y alegría sin reparar en las formas) y su gran representante, el actor Timothée Chalamet  Read More

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *