El código con buena vibra se come el mundo

Tener “buena vibra” parecía una consigna de surfers o raperos. Ya no. Ahora es jerga de programadores. El mes pasado Andrej Karpathy, un reverenciado especialista en inteligencia artificial que estuvo entre los fundadores de OpenIA, habló por primera vez de “vibe coding”. Para certificar el nacimiento del concepto, el diccionario Merriam Webster lo incluyó este mes en su lista de términos en ascenso.

¿Qué es el “vibe coding”? Se podría traducir como programación con onda. Consiste en decirle a un modelo de IA qué app o función digital necesitamos y esperar que la desarrolle a su manera, sin siquiera ponernos a leer el código que escriba. Karpathy dijo que se trata de “entregarse a la onda, abrazar la exponencialidad y olvidarse incluso de que el código existe”. Esto es posible porque los asistentes de desarrollo basados en IA, como Cursor, son tan buenos que hacen casi todo el trabajo solos. Karpathy dijo también: “El código crece más allá de mi comprensión, debería leerlo con mucho detalle para entender. A veces el modelo no puede resolver un problema, entonces le pido cambios al azar hasta que lo saque adelante”. Es curioso, porque si alguien puede entender código complejo es Karpathy.

Chen anticipa que podrían nacer empresas digitales nuevas, creadas por amateurs del código, probablemente jóvenes que tengan el tiempo suficiente para probar los nuevos sistemas de generación de código por IA

Puede parecer un tema de nicho. En Estados Unidos los ingenieros de software son apenas el 0,9 por ciento de la población empleada. Sin embargo, las consecuencias de estos cambios se desparraman para todos lados.

Podríamos ya mismo hablar de diseño, contabilidad, investigación, inversiones o servicios legales “con vibra”. Alcanza con tercerizar la producción de cualquier entregable que espere un cliente o usuario a una IA. Los resultados no son siempre óptimos, y a medida que se precisa refinarlos las cosas se complican. Sin embargo, ya se consiguen muy buenos prototipos rápidos, y es esperable que la calidad mejore. Además, ya están entre nosotros las empresas digitales generadas íntegramente con este método. Jared Friedman, managing partner de Y Combinator, una aceleradora de startups, dijo que el 95 por ciento de los proyectos que financian este año fueron programados con IA.

Andrew Chen, uno de los socios de otro fondo que invierte en tecnología, Andreessen Horowitz, dedicó su último posteo de blog al tema. Según Chen, el software que se programa a sí mismo podría, por ejemplo, cambiar mucho la usabilidad de los servicios digitales: encontrar nuevas maneras de interactuar con nosotros, que aún no conocemos, pero que resulten más eficientes que los botones y los banners. Una IA que escribe código puede también mejorar los productos que desarrolle en tiempo real. Si recibe la orden de crear un proceso de suscripción muy sencillo para una app, podría ir modificando ese proceso y su interfaz hasta lograr el resultado óptimo, adaptándose a distintos contextos, momentos, idiomas, culturas.

Pero más allá del código mismo y su funcionamiento, Chen anticipa que podrían nacer empresas digitales nuevas, creadas por amateurs del código, probablemente jóvenes que tengan el tiempo suficiente para probar los nuevos sistemas de generación de código por IA.

Un especialista en agro o en psicología o en nutrición, por poner ejemplos al azar, que quiera lanzar un negocio digital basado en su conocimiento, ya no necesita contratar programadores. Chen cree que podría pasar algo similar a lo que vimos en la industria de los medios y el entretenimiento, donde muchos influencers superaron a las compañías establecidas, solo que ahora sería en amplios sectores de la economía, incluso los de nicho.

En el prehistórico año 2011, el fundador del fondo donde trabaja Chen, Marc Andreessen, acuñó la frase “el software se está comiendo al mundo”. Con el vibe coding, ahora puede que directamente se empache.

La autora es directora de Sociopúblico

Tener “buena vibra” parecía una consigna de surfers o raperos. Ya no. Ahora es jerga de programadores. El mes pasado Andrej Karpathy, un reverenciado especialista en inteligencia artificial que estuvo entre los fundadores de OpenIA, habló por primera vez de “vibe coding”. Para certificar el nacimiento del concepto, el diccionario Merriam Webster lo incluyó este mes en su lista de términos en ascenso.

¿Qué es el “vibe coding”? Se podría traducir como programación con onda. Consiste en decirle a un modelo de IA qué app o función digital necesitamos y esperar que la desarrolle a su manera, sin siquiera ponernos a leer el código que escriba. Karpathy dijo que se trata de “entregarse a la onda, abrazar la exponencialidad y olvidarse incluso de que el código existe”. Esto es posible porque los asistentes de desarrollo basados en IA, como Cursor, son tan buenos que hacen casi todo el trabajo solos. Karpathy dijo también: “El código crece más allá de mi comprensión, debería leerlo con mucho detalle para entender. A veces el modelo no puede resolver un problema, entonces le pido cambios al azar hasta que lo saque adelante”. Es curioso, porque si alguien puede entender código complejo es Karpathy.

Chen anticipa que podrían nacer empresas digitales nuevas, creadas por amateurs del código, probablemente jóvenes que tengan el tiempo suficiente para probar los nuevos sistemas de generación de código por IA

Puede parecer un tema de nicho. En Estados Unidos los ingenieros de software son apenas el 0,9 por ciento de la población empleada. Sin embargo, las consecuencias de estos cambios se desparraman para todos lados.

Podríamos ya mismo hablar de diseño, contabilidad, investigación, inversiones o servicios legales “con vibra”. Alcanza con tercerizar la producción de cualquier entregable que espere un cliente o usuario a una IA. Los resultados no son siempre óptimos, y a medida que se precisa refinarlos las cosas se complican. Sin embargo, ya se consiguen muy buenos prototipos rápidos, y es esperable que la calidad mejore. Además, ya están entre nosotros las empresas digitales generadas íntegramente con este método. Jared Friedman, managing partner de Y Combinator, una aceleradora de startups, dijo que el 95 por ciento de los proyectos que financian este año fueron programados con IA.

Andrew Chen, uno de los socios de otro fondo que invierte en tecnología, Andreessen Horowitz, dedicó su último posteo de blog al tema. Según Chen, el software que se programa a sí mismo podría, por ejemplo, cambiar mucho la usabilidad de los servicios digitales: encontrar nuevas maneras de interactuar con nosotros, que aún no conocemos, pero que resulten más eficientes que los botones y los banners. Una IA que escribe código puede también mejorar los productos que desarrolle en tiempo real. Si recibe la orden de crear un proceso de suscripción muy sencillo para una app, podría ir modificando ese proceso y su interfaz hasta lograr el resultado óptimo, adaptándose a distintos contextos, momentos, idiomas, culturas.

Pero más allá del código mismo y su funcionamiento, Chen anticipa que podrían nacer empresas digitales nuevas, creadas por amateurs del código, probablemente jóvenes que tengan el tiempo suficiente para probar los nuevos sistemas de generación de código por IA.

Un especialista en agro o en psicología o en nutrición, por poner ejemplos al azar, que quiera lanzar un negocio digital basado en su conocimiento, ya no necesita contratar programadores. Chen cree que podría pasar algo similar a lo que vimos en la industria de los medios y el entretenimiento, donde muchos influencers superaron a las compañías establecidas, solo que ahora sería en amplios sectores de la economía, incluso los de nicho.

En el prehistórico año 2011, el fundador del fondo donde trabaja Chen, Marc Andreessen, acuñó la frase “el software se está comiendo al mundo”. Con el vibe coding, ahora puede que directamente se empache.

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