“Trump y Musk están jugando a favor de la Argentina gracias a Milei”, afirma. “En Estados Unidos, el criptogate no tuvo mucha repercusión realmente pero para los inversores, fue una señal de alarma sobre problemas de gobernanza en el gobierno de Milei”, dice. “Está perfecto arreglar el tema fiscal y monetario, pero los inversores necesitan más; necesitan tener confianza en que si hay un problema, la justicia va a ser rápida, eficiente y sin corrupción”, subraya. “Milei necesita entender que el crecimiento económico sostenible también necesita una justicia fuerte e independiente”, reflexiona. “El ancla principal de cualquier país democrático en desarrollo es tener una justicia independiente y fuerte. Sin eso, es difícil mantener un sendero de crecimiento y desarrollo”, agrega. “La Argentina está bien en las instituciones formales de democracia”, puntualiza.
Está perfecto arreglar el tema fiscal y monetario, pero los inversores necesitan más; necesitan tener confianza en que si hay un problema, la justicia va a ser rápida, eficiente y sin corrupción
“La polarización política es una gran debilidad de la democracia argentina, y Milei la acentúa para maximizar sus fines políticos”, cuestiona. “Milei tiene que entender que el crecimiento económico no es sólo un tema fiscal. también necesita instituciones confiables”, advierte. “Trump es proteccionista por seguridad nacional y no por amor al proteccionismo”, aclara. “No creo que Trump vaya a invadir a Canadá. Pero desafiar la soberanía de un país es algo novedoso. Empezó con Ucrania y Rusia”, analiza. “Ni siquiera una visa diplomática alcanza para estar confiado en EEUU”, plantea. “En América Latina, hay dos democracias plenas: Uruguay y Costa Rica”, precisa. “El proteccionismo de Trump tiene que ver con proteger la capacidad de Estados Unidos de tener su propia industria en caso de que haya una guerra con otro país”, afirma. “Los propios argentinos no tienen confianza en su democracia”, señala. “El Salvador carece de una democracia formal. Es una democracia híbrida como Bolivia y Guatemala”, describe. “El Salvador está cada vez más autoritario, no menos autoritario”, alerta. “En El Salvador, la gente está dispuesta a ceder derechos democráticos a cambio de una solución rápida al tema seguridad”, reflexiona. “Bukele está creando un régimen autoritario para mantenerse en el poder”, anticipa. “Con Trump, lo que ves nunca es lo único que hay”, opina. “Si Maduro acepta el regreso de los venezolanos ilegales en EEUU , Trump puede levantar sanciones a Chevron”, anticipa. “La política de Trump puede cambiar de un día para el otro. Eso es parte de su poder. Es más, eso es el poder: manejar las expectativas”, concluye.
El politólogo Nicolás Saldías estuvo en La Repregunta. Saldías es analista senior de la Unidad de Inteligencia de The Economist y responsable para América Latina del Índice de Democracia elaborado por esa unidad. Es doctor en Ciencia Política por la Universidad de Toronto. Es uruguayo canadiense y reside en Washington.
Milei, entre Trump y el FMI. ¿Cuánto influye Trump en el FMI? Democracia argentina bajo Milei y sus desafíos: polarización extrema y justicia dependiente. Trump y el nuevo orden global: ¿riesgos para el Mundial 2026 por la tensión con México y Canadá? Trump “a la Putin” y las amenazas a Canadá. Proteccionismo trumpista: ¿es ideológico o es una respuesta a guerras futuras? EEUU v China. Saldías hizo su análisis. Aquí, la entrevista completa.
Trump vs México y Canadá: ¿hay riesgos para el Mundial 2026? Nuevas tensiones geopolíticas
-La semana pasada hubo un triunfo de la Selección Argentina sobre Brasil que disparó las ansias mundialistas. Hay ansiedad porque llegue 2026. Ese Mundial se planeó hace dos años, cuando se decidió que se realizara en la confluencia de tres naciones, Estados Unidos, México y Canadá. Desde la llegada de Trump, se han tensado las relaciones con México y Canadá. ¿Podría describirnos cuáles son los principales focos de conflicto y cómo se prevé que evolucionen? ¿Y cómo pueden impactar eventualmente en esa circulación de flujos de gente llegado 2026?
-Buena pregunta. La llegada de Trump ha cambiado 180 grados la relación entre Estados Unidos, Canadá y México. Antes, los tres países tenían relaciones muy buenas porque sus economías estaban muy integradas. Eso fue un escenario buscado a propósito y se consolidó con el NAFTA, el North American Free Trade Agreement, como decimos en inglés. En 2017 y 2018, Trump quiso hacer un nuevo acuerdo. Quería más contenido de Norteamérica y menos de países como China. Por eso Estados Unidos, México y Canadá firmaron un acuerdo nuevo, el USMCA (NdelE: United States, Mexico, Canada Agreement).
-Una revisión del tratado original.
-Sí, exactamente. Todos pensamos que con eso se arreglaba el panorama.
-¿Qué diferencia sustantiva hubo en esa revisión respecto del tratado original del NAFTA?
-Más porcentaje de contenido local.
-¿Se refiere a insumos o a mano de obra?
-El foco eran los insumos con el objetivo de que los insumos chinos tuvieran un menor peso y fortalecer el supply chain en la región. Pero en este mandato de Trump, en este segundo gobierno, ha cambiado todo. Aquella revisión del Nafta ya no es suficiente. Ahora hay una mirada muy distinta. Trump y su equipo quieren que todo quede dentro de Estados Unidos, que todos los insumos se produzcan en la industria dentro de Estados Unidos. ¿Por qué? En mi opinión, se debe a un tema de seguridad nacional y no a un tema de eficiencia económica. No tiene que ver con un tema de globalización. El tema es éste: proteger la capacidad de Estados Unidos de tener su propia industria en el caso de que haya una guerra con otro país.
-Es decir que tampoco es un tema ideológico de matriz productiva: creemos en el proteccionismo. Es un análisis proyectivo de eventuales conflictos bélicos y de cómo Estados Unidos puede estar mejor pertrechado llegado ese caso.
-En mi opinión, es así. Hay mucho miedo sobre lo que puede pasar en el caso de una guerra con China sobre Taiwán, por ejemplo. Si se mira la política de Trump desde esa perspectiva, tiene más sentido. En cambio, si se pone el foco en el amor al proteccionismo por sí solo, no tiene sentido. Pero si ves más allá, pienso que ése es el propósito. En ese contexto, para Trump, México y Canadá son competencia, especialmente México porque es un país con capacidad de tener un mercado interno muy fuerte y también, una industria interna. Trump quiere que las inversiones vayan a Estados Unidos. Por ejemplo, Honda, compañía coreana, anunció una inversión muy grande en Estados Unidos para crear una fábrica de autos que inicialmente querían poner en México. Ya se está dando ese cambio de tendencia. Pero la relación con Canadá es más interesante.
No creo que Trump vaya a invadir a Canadá. Pero desafiar la soberanía de un país es algo novedoso. Empezó con Ucrania y Rusia
Trump vs Canadá. ¿Quiere de verdad anexionar al país de la hojita? La lógica Putin
-Ahí está todo el bullying que le hace Trump a Justin Trudeau y a Canadá con la idea de que sea un próximo Estado incorporado a Estados Unidos: lo que debería ser, según Trump, porque no hay geografía que los separe.
-En relación a México, es un tema de intereses.
-Intereses comerciales y productivos.
-En relación a Canadá, hay más. Trump realmente cree que Canadá no debe existir como país. Es difícil de aceptar como canadiense que haya un Presidente que esté diciendo que Canadá debe ser el próximo Estado de Estados Unidos, y que el Primer Ministro de Canadá es solamente un gobernador. Es muy insultante para los canadienses.
-Algunos analistas lo comparan con la mirada que tiene Putin sobre Ucrania.
-Es una buena pregunta. El liberalismo internacional está en crisis y las instituciones y normas liberales están en crisis: eso es obvio, sin duda. No creo que Trump vaya a invadir a Canadá, nada de eso. Pero desafiar la soberanía de un país es algo novedoso y obviamente, empezó con Ucrania y Rusia. Los tres poderes del mundo, Rusia, China, Estados Unidos, están intentando diseñar un nuevo mapa del mundo como en ese juego, The Risk: están moviendo todas las piezas para ver quién puede tener el control de un continente. La relación con Canadá es interesante porque los canadienses normalmente no tienen una mirada fuerte sobre Estados Unidos.
La política de Trump puede cambiar de un día para el otro. Eso es parte de su poder. Es más, eso es el poder: manejar las expectativas
-Yo también soy una ciudadana argentino canadiense; he vivido también en Canadá. Comparando este rincón del mundo con aquel otro rincón del mundo, la percepción es que Uruguay es a la Argentina lo que Canadá a Estados Unidos. Ahora, la reacción de Canadá, muy dura en su respuesta comercial, subiendo también tarifas y amenazando con el corte de suministro eléctrico desde la provincia de Ontario a la zona norte de Estados Unidos, es inesperada para ese país de la hojita, del maple leaf en su bandera, que siempre ha sido tan amable en términos geopolíticos.
-Fue una sobrerreacción de Canadá para dar una señal, sobre todo, a sus propios votantes. El mensaje es: no vamos a ser sometidos por el bullying de Trump y somos un país grande, importante e, insistimos: somos un país. Pero en comparación con México que siempre ha tenido problemas con Estados Unidos ya desde la época de AMLO y Trump, los mexicanos saben mejor cómo manejar a Trump. En cambio, los canadienses han tenido problemas en cómo manejarlo: esta especie de paliza a Estados Unidos ayuda a Trump porque quiere más confrontación, no menos. Lo que Trump no quiere es incertidumbre: si no sabe qué vas a hacer, ahí hay un problema para el mismo Trump.
Trump vs México. ¿Por qué Sheinbaum juega mejor el nuevo juego geopolítico?
-¿México y Claudia Sheinbaum le están ofreciendo eso? ¿Cómo crean esa incertidumbre?
-México no está diciendo abiertamente, por ejemplo, qué va a hacer con sus aranceles. Dice que va a imponerlos pero todavía no da precisiones sobre en qué sectores, deja el tema abierto, dice: vamos a tener una negociación. Canadá, en cambio, dice: vamos a imponer un porcentaje inicialmente y después, a todo. Está mostrando todas sus cartas a Trump. Es una partida de póker y los mexicanos saben jugar mejor.
-Quizás influya también el proceso electoral que está atravesando Canadá. Tiene que elegir Primer Ministro este año.
-Sí, va a haber elecciones a finales de abril. Trump le dio al Partido Liberal una chance de vida. Antes de todo esto, las encuestas mostraban que el Partido Liberal estaba casi al borde de desaparecer.
-Había mucha crítica a la gestión de Justin Trudeau, con problemas en los servicios públicos y la inmigración un poco descontrolada, con 1 millón de ingreso de personas en 2022.
-Y además de eso, el costo de vida en Canadá hoy es altísimo. Parecía que el Partido Conservador ganaría una mayoría enorme en una elección. Pero ahora, con Mark Carney, el nuevo líder del Partido Liberal (NdelE: Primer Ministro actual, en reemplazo de Trudeau, hasta que se realicen las elecciones), hay un auge de apoyo al Partido Liberal. Carney muestra que tiene la capacidad de dirigir un país. Es muy inteligente y tiene una posición más dura con Trump, que es lo que quieren los canadienses. Pero por sus propios intereses, no sé si los canadienses deben ir por ese camino.
-Uno de los temas centrales de la política de Trump es el tema inmigratorio, una fuerte cerrazón de las fronteras, la expulsión de inmigrantes ilegales e inclusive, la detención de personas latinas, y no necesariamente latinas, de manera muy arbitraria. Una de las decisiones que también se tomó en las últimas semanas fue en relación a los canadienses, que hasta ese momento ingresaban a Estados Unidos con pasaporte canadiense, sin visa. Ahora, si permanecen más de treinta días, deben registrar su huella digital y su documento. En este contexto, ¿qué se espera que suceda el año que viene con el flujo de latinos que van a ir a ver el Mundial? Habrá equipos de América Latina, por ejemplo, la Argentina. ¿Está instalada la pregunta sobre cómo se dará ese flujo de turistas entre los tres países?
-Yo soy canadiense.
-Va a querer ir a ver partidos de un lado al otro. ¿Qué va a pasar?
-En mi caso, tengo visa en Estados Unidos. Pero aún teniendo visa, tengo dudas. Inclusive teniendo una visa diplomática no es suficiente para tener confianza de que la situación no va a cambiar.
-Peor va a ser para los latinos que llegan de América Latina.
-Mucho peor. Ahora, el tema con este gobierno es que hay mucha incertidumbre sobre qué van a hacer. Eso es parte del problema, que la política puede cambiar de un día para el otro.
-Eso es parte del poder.
-Obviamente, es parte del poder. Es más, eso es el poder: manejar las expectativas.
Milei, después del criptogate. ¿Cómo impacta en Trump? ¿Cómo cayó en los inversores?
-Cuando usted observa el panorama global desde Washington, con toda la información con la que cuentan en la Unidad de Inteligencia del The Economist, hay un foco en América Latina que es la Argentina de Javier Milei. Muchos encuestadores argentinos dicen que los distintos pasos en falso del Gobierno no han impactado tanto en la imagen de Milei y del Gobierno. Por ejemplo, el criptogate, el caso de la cripto moneda $Libra. ¿Cuánto impacto se registra en Estados Unidos? En los momentos posteriores al criptogate, no demasiado tiempo después, Milei viajó a Estados Unidos y se encontró con Trump y con Elon Musk. ¿Cómo se interpreta ese escándalo que expone al Gobierno argentino desde Estados Unidos, más allá del gobierno de Trump?
-En Estados Unidos, no ha tenido mucha repercusión. La imagen de Milei en Estados Unidos es muy positiva en la derecha. Mucha gente ni sabe que eso ha pasado. Si estás leyendo Bloomberg todos los días, lo vas a saber. Pero probablemente Trump no sabe qué está pasando, o no le importa.
-¿Cómo impacta el tema en los inversores?
-En ese caso, es un poco diferente. El criptogate es señal de que hay un problema de gobernanza en el gobierno de Milei: quién manda y por qué estos tipos del criptogate podían acceder a Milei tan fácilmente. Ese caso es una primera señal de que el Gobierno necesita cambiar la manera en que maneja su propio gobierno, el modo en que Milei maneja las cosas. Pero es tan complicado el criptogate que no es claro qué ha pasado. Es un warning, una señal amarilla para el gobierno. Si hay una próxima crisis más fácil de entender, una crisis de corrupción clásica, eso sí puede generar un problema más grande para Milei. El criptogate es una luz amarilla para Milei, para mirar cómo funciona su propio gobierno.
El EE.UU. de Trump y la corrupción global. ¿Decisiones geopolíticas para frenar a China?
-Donald Trump lanzó una orden ejecutiva, similar a un decreto argentino, suspendiendo y planteando una revisión futura de la ley que penaliza las prácticas corruptas de empresas de Estados Unidos en el extranjero o de empresas que cotizan en la Bolsa de Estados Unidos. Eso impacta en algunas causas de corrupción kirchnerista que el FBI estaba investigando. En ese contexto, con un gobierno como el de Trump que ahora deja de pensar en la corrupción, en la connivencia condenable y corrupta entre empresas de Estados Unidos con gobiernos de América Latina, por ejemplo, para enfocarse en el narcotráfico o en los crímenes organizados transnacionales, ¿ese cambio de concepción también debilita la posibilidad de una democracia que cuide mejor o que condene más ampliamente a la corrupción en América Latina?
-Sí, no hay duda de eso. Tiene que ver con una mirada geopolítica: ahora Estados Unidos quiere competir con China. Los chinos no tienen estas cosas de anticorrupción. Esta mirada más global es la razón por la cual Estados Unidos está cambiando esa política.
-¿Lo que plantea Estados Unidos es que las inversiones chinas en América Latina no tienen estos estándares tan altos que había fijado Estados Unidos desde la década del ‘70 y se convierte en una desventaja competitiva para las empresas de Estados Unidos?
-Sí, es lo que piensan. En el corto plazo, puede ser así pero en el largo plazo, esto también va a generar problemas para Estados Unidos.
-¿En qué sentido?
-Porque Estados Unidos tiene algo que China no tiene: la reputación. Estados Unidos es un país que promueve la democracia y la institucionalidad, y es un socio confiable. En el caso de Estados Unidos, si una empresa o un inversor tiene problemas, sabe que la justicia de ese país va a ser justa en la evaluación de un caso. El problema no es sólo que los estándares sean más bajos sino que países como China tienen más plata para invertir, porque en Estados Unidos las inversiones no son un tema del Estado, sino de compañías privadas. En China es mucho más complicado.
-Es un capitalismo de Estado.
-Sí, es un capitalismo de Estado. En ese sentido, competirle es mucho más difícil. Entonces, en el corto plazo, puede ser favorable, pero en el largo plazo esa ventaja que tenía Estados Unidos va a tener efectos. La diferencia de Estados Unidos con China va a ser mínima. En el largo plazo, no es una buena idea para Estados Unidos.
Milei y el FMI. ¿Cuánto influye el apoyo de Trump?
-La Argentina está negociando un acuerdo con el FMI. Aquí se plantea que el apoyo de Trump y esa cercanía personal entre Trump y Milei es clave porque Estados Unidos es el socio mayoritario del FMI, con un diez 16 por ciento de la decisión dentro del Board. ¿Esto es así, ése es el funcionamiento de esta decisión en el caso de Estados Unidos y la Argentina tiene fuertes chances de obtener un nuevo préstamo?
-Sí. La relación entre Trump y Milei es buena. Y Milei tiene un gran aliado en el gobierno de Trump, que es Elon Musk, que tiene mucho poder dentro del Gobierno de Estados Unidos. Ellos están jugando a favor de la Argentina gracias a Milei. Ahora, si hubiera habido un gobierno de Kamala Harris, la Argentina también habría alcanzado un acuerdo con el Fondo aunque podría haber sido menos generoso, con más condiciones y menos plata. Esa es la diferencia: no si hay o no acuerdo, sino qué tipo de acuerdo. El acuerdo que la Argentina va a alcanzar con el FMI parece ser muy bueno: los 20 mil millones, unos cuatro años y medio de gracia para no pagar intereses y principal. Es un gran aporte para la Argentina, que está enfrentando problemas de reservas. Al mismo tiempo, el tema es que el Fondo no le va a dar todo a Milei. Aún con Trump en el poder, es muy difícil imaginar eso. Porque los acuerdos con el FMI tienen un lado político pero también un lado técnico. En mi opinión, los técnicos van a ser muy exigentes con el tipo de cambio: van a buscar una modificación por parte del Gobierno porque es muy difícil para el Fondo defender el plan que tiene Milei en términos de tipo de cambio. Hasta Milei dice que quiere un tipo de cambio flotante. En eso, están diciendo: ahora es el momento, porque es momento de máxima confianza en el Gobierno argentino, ahora que tiene el apoyo del Fondo. El problema es que Milei y el Gobierno temen que si salen del cepo y hay una flotación del peso, puede generar una devaluación. Y eso puede impactar en el nivel de inflación, que puede impactar en el voto en octubre. Pero al Fondo no le importa, no es su problema. Para el FMI, es un tema técnico: la Argentina debe ir a un esquema de flotación y sacar el cepo. Va a contar con 20 mil millones de dólares para eso y la postergación de pagos de intereses y principal por cuatro años y medio: no sé qué más puede pedir la Argentina.
La polarización política es una gran debilidad de la democracia argentina, y Milei la acentúa para maximizar sus fines políticos
La Argentina de Milei. ¿Más democracia o nuevos desafíos? ¿Cuál es la deuda pendiente?
-En el Índice de Democracia de The Economist, se señala que ha habido un retroceso de la democracia en el mundo, sobre todo por el avance y la consolidación de las autocracias, ahora ya convencidas y sin una posición vergonzante respecto del mundo de valores liberales. En relación a la Argentina, dice que no cayó ni subió y que las elecciones de este año, si el Gobierno efectivamente ganara, sería un signo positivo porque habría una estabilidad de plan económico y una macroeconomía más racional. ¿Qué otras consideraciones se hacen en relación a las democracias que puedan generar algún tipo de pregunta sobre esta calidad de la democracia argentina, que no es una democracia plena. ¿Cuál es la definición que da The Economist?
-Hay democracia plena, hay democracia defectuosa o débil, regímenes híbridos, y después países autoritarios. Argentina es una democracia débil o defectuosa.
-Uruguay es una democracia plena.
-Sí, hay dos democracias plenas en América Latina, Uruguay y Costa Rica.
-¿Cuáles son los puntos débiles que se acentúan hoy en el caso argentino? Porque está claro que una macroeconomía racional, estable, previsible, es buena para una democracia y para su economía y sus inversiones, y también para la gente y el bienestar en general.
-El Índice tiene en cuenta cinco patas. En la Argentina, es muy débil la cultura política. Son los propios argentinos los que necesitan tener más confianza en su propia democracia. Países como Costa Rica y Uruguay, tienen alto nivel de confianza en su gobierno, en la división de poderes, en que es malo que haya un líder autoritario, en que los militares no deben estar en el poder. Los argentinos necesitan creer en su democracia y necesitan decir: yo defiendo la democracia.
-¿Defender la democracia como sistema? El funcionamiento de una democracia electoral competitiva y la división de poderes, con una justicia que funcione.
-En ese sentido, la Argentina no es un país raro porque América Latina tiene un bajo nivel de confianza en la democracia. Esa es la pata más débil que tiene la región en democracia. La Argentina está bien en cuanto a las instituciones formales de la democracia. Hay muchos países que tienen elecciones libres, hay partidos diversos que pueden llegar al poder, no hay proscripción, y en ese sentido, es una democracia. Pero la democracia argentina carece de la fe que la gente tiene que tener en la democracia. Otra cosa: la Argentina ha tenido muchos problemas con su sistema de justicia. Necesita un sistema de justicia que genere más confianza, que sea realmente independiente del poder político. Sin eso, es muy difícil ser una democracia plena.
-¿Y la Argentina de Milei en qué punto falla? Desde los indicadores que tiene en cuenta el Índice, en este año y pico de gobierno, ¿cuáles son los desafíos de esta democracia actual de la Argentina?
-Milei no está ayudando a la Argentina en términos de su polarización política. Es una gran debilidad de la democracia argentina. Sería muy bueno un gobierno que baje el tono de la política, y Milei no lo está haciendo. Al contrario, está jugando para maximizar la polarización para su propio fines políticos. Milei piensa que el otro lado es el enemigo. Y esa lógica enemigo – amigo es muy mala para cualquier democracia. Eso está pasando en Estados Unidos, por ejemplo, con Trump y los demócratas. Eso tiene consecuencias en todo el Índice porque erosiona la confianza en la democracia: si uno entra al poder, el otro cree que es el fin del mundo. No lo es pero mucha gente piensa realmente que lo es. Eso pesa mucho en la Argentina. Otra cosa: Milei necesita entender un poquito mejor que el crecimiento de la economía no es sólo un tema de economía, o un tema de política fiscal. Para que la economía crezca de manera sostenible, se necesitan instituciones más fuertes y confiables. El ancla principal de cualquier país democrático en desarrollo es tener una justicia independiente y fuerte. Sin eso, es difícil mantener un sendero de crecimiento y desarrollo.
-Desde el lado de los libertarios y de Milei, el planteo es que la institución fuerte que están reponiendo en la Argentina es la de la propiedad privada y la de confianza macroeconómica. ¿Es una respuesta atendible?
-¿Pero qué institución puede asegurar la propiedad privada? Es la justicia. Está bien que un Presidente asegure que va a respetar la propiedad privada, pero no alcanza.
-Milei también insiste con la protección de la libertad económica: es otra de las dimensiones de la institucionalidad que Milei dice reponer.
-Es una condición necesaria, no suficiente. Hay un paquete de reformas que la Argentina necesita llevar adelante, reformas de sus propias instituciones. Está bien arreglar el tema fiscal y monetario, está perfecto, pero los inversores necesitan más; necesitan tener confianza en que si hay un problema, la justicia va a manejar el tema rápido y de manera eficiente y sin corrupción. Sin eso, es muy difícil imaginar un crecimiento sostenible en el tiempo y un desarrollo económico.
Bukele y su “régimen híbrido”. ¿Por qué la gente valora esa democracia que falla en la calidad institucional?
-Dos preguntas finales. Por un lado, está El Salvador, una democracia muy particular. Ha terminado con la competencia entre partidos, con un Bukele que tiene casi el 95 por ciento del apoyo popular. Además, intervino en la división de poderes: controla la justicia y el Congreso. Y sin embargo, los salvadoreños, en otros índices, sostienen que es una democracia que da soluciones. Hacen una distinción entre la democracia formal y esta idea de la democracia real que aporta soluciones, aunque con derivaciones de derechos humanos muy cuestionables: en el control de la seguridad, Bukele ha logrado, según los indicadores que muestra ese país, contener el crimen, que era el gran problema de El Salvador. ¿Cómo se interpreta desde el Índice de Democracia de The Economist una democracia que falla en el aspecto formal o institucional pero da soluciones concretas al problema central, que era la seguridad?
-Esto genera un gran problema para la democracia. En el Índice, vemos que El Salvador carece de una democracia formal: hay elecciones pero no son realmente libres. El Salvador es una democracia híbrida como Bolivia y Guatemala.
El proteccionismo de Trump tiene que ver con proteger la capacidad de Estados Unidos de tener su propia industria en caso de que haya una guerra con otro país
-¿Es la mezcla de democracia con autocracia?
-Es un régimen en transición. Puede ser una transición de un régimen autoritario a la democracia o al revés, de la democracia a un régimen autoritario. El Salvador está en descenso, está cada vez más autoritario, no menos. En términos formales, las instituciones son más débiles. La cultura política en América Latina es muy débil pero si ves los indicadores de los salvadoreños sobre su propia democracia, dicen: está bien y las cosas están mejorando. Eso genera una contradicción. La gente quiere resultados ahora y el problema es tan grave que, al menos en el corto plazo, estoy dispuesto a entregar estos derechos democráticos para tener soluciones. Esto está pasando en El Salvador. En el largo plazo, obviamente esto es malo.
-¿No podría darse el caso contrario? Una etapa inicial que solucione ese problema tan vital como la seguridad y la preservación de vida. Y en una segunda etapa, los ciudadanos salvadoreños ya se pueden poner a pensar en una sofisticación mayor de la demanda, por ejemplo, la demanda de una democracia formal, electoral, realmente de calidad.
-Dudo de que eso vaya a pasar. Bukele está creando un régimen autoritario para mantenerse en el poder. No está manteniendo una prensa libre, por ejemplo. Está cambiando la Constitución para amoldarla a sus intereses.
-Todo para consolidar este presente y no para mejorar.
-Sería otra cosa si Bukele dijera que va a solucionar el problema de la seguridad y luego, me voy: pero eso no pasó y no va a pasar.
Trump vs. Biden, el caso Chevron y Venezuela. ¿Qué dice de la democracia republicana vs. la demócrata?
-Una última pregunta sobre los dilemas de Estados Unidos. Trump es considerado como el gran disruptor, muy cuestionado desde una mirada liberal por el impacto en instituciones clave y en el funcionamiento de la democracia de Estados Unidos, y en el mundo en general. Pero hubo una primicia de Bloomberg que demuestra que Biden había hecho un acuerdo secreto con Chevron en Venezuela, que le permitía pagarle dividendos e impuestos a Venezuela cuando en Estados Unidos eso estaba vedado. Al contrario, Trump dice: se termina ese acuerdo, Chevron no puede seguir adelante y hay que condenar abiertamente a Venezuela como una dictadura y no darle oportunidades de recibir fondos. ¿Eso muestra un costado positivo de Trump y complejiza el análisis del tipo de democracia bajo régimen demócrata o bajo régimen republicano? ¿Se vuelve difícil condenar tan abiertamente a uno y a otro?
-Con Trump, lo que ves no es lo único que hay. Es decir, probablemente eso es parte de una negociación con Venezuela. Su lógica es golpear y negociar. No sé si realmente esa decisión es el fin de la negociación entre Estados Unidos y Venezuela. Trump quiere que venezolanos que están en Estados Unidos ilegalmente se vayan a su país. Si Maduro está abierto a aceptar eso, esa sanción puede reverse. Todo es negociación. Nada es seguro con Trump.
“Trump y Musk están jugando a favor de la Argentina gracias a Milei”, afirma. “En Estados Unidos, el criptogate no tuvo mucha repercusión realmente pero para los inversores, fue una señal de alarma sobre problemas de gobernanza en el gobierno de Milei”, dice. “Está perfecto arreglar el tema fiscal y monetario, pero los inversores necesitan más; necesitan tener confianza en que si hay un problema, la justicia va a ser rápida, eficiente y sin corrupción”, subraya. “Milei necesita entender que el crecimiento económico sostenible también necesita una justicia fuerte e independiente”, reflexiona. “El ancla principal de cualquier país democrático en desarrollo es tener una justicia independiente y fuerte. Sin eso, es difícil mantener un sendero de crecimiento y desarrollo”, agrega. “La Argentina está bien en las instituciones formales de democracia”, puntualiza.
Está perfecto arreglar el tema fiscal y monetario, pero los inversores necesitan más; necesitan tener confianza en que si hay un problema, la justicia va a ser rápida, eficiente y sin corrupción
“La polarización política es una gran debilidad de la democracia argentina, y Milei la acentúa para maximizar sus fines políticos”, cuestiona. “Milei tiene que entender que el crecimiento económico no es sólo un tema fiscal. también necesita instituciones confiables”, advierte. “Trump es proteccionista por seguridad nacional y no por amor al proteccionismo”, aclara. “No creo que Trump vaya a invadir a Canadá. Pero desafiar la soberanía de un país es algo novedoso. Empezó con Ucrania y Rusia”, analiza. “Ni siquiera una visa diplomática alcanza para estar confiado en EEUU”, plantea. “En América Latina, hay dos democracias plenas: Uruguay y Costa Rica”, precisa. “El proteccionismo de Trump tiene que ver con proteger la capacidad de Estados Unidos de tener su propia industria en caso de que haya una guerra con otro país”, afirma. “Los propios argentinos no tienen confianza en su democracia”, señala. “El Salvador carece de una democracia formal. Es una democracia híbrida como Bolivia y Guatemala”, describe. “El Salvador está cada vez más autoritario, no menos autoritario”, alerta. “En El Salvador, la gente está dispuesta a ceder derechos democráticos a cambio de una solución rápida al tema seguridad”, reflexiona. “Bukele está creando un régimen autoritario para mantenerse en el poder”, anticipa. “Con Trump, lo que ves nunca es lo único que hay”, opina. “Si Maduro acepta el regreso de los venezolanos ilegales en EEUU , Trump puede levantar sanciones a Chevron”, anticipa. “La política de Trump puede cambiar de un día para el otro. Eso es parte de su poder. Es más, eso es el poder: manejar las expectativas”, concluye.
El politólogo Nicolás Saldías estuvo en La Repregunta. Saldías es analista senior de la Unidad de Inteligencia de The Economist y responsable para América Latina del Índice de Democracia elaborado por esa unidad. Es doctor en Ciencia Política por la Universidad de Toronto. Es uruguayo canadiense y reside en Washington.
Milei, entre Trump y el FMI. ¿Cuánto influye Trump en el FMI? Democracia argentina bajo Milei y sus desafíos: polarización extrema y justicia dependiente. Trump y el nuevo orden global: ¿riesgos para el Mundial 2026 por la tensión con México y Canadá? Trump “a la Putin” y las amenazas a Canadá. Proteccionismo trumpista: ¿es ideológico o es una respuesta a guerras futuras? EEUU v China. Saldías hizo su análisis. Aquí, la entrevista completa.
Trump vs México y Canadá: ¿hay riesgos para el Mundial 2026? Nuevas tensiones geopolíticas
-La semana pasada hubo un triunfo de la Selección Argentina sobre Brasil que disparó las ansias mundialistas. Hay ansiedad porque llegue 2026. Ese Mundial se planeó hace dos años, cuando se decidió que se realizara en la confluencia de tres naciones, Estados Unidos, México y Canadá. Desde la llegada de Trump, se han tensado las relaciones con México y Canadá. ¿Podría describirnos cuáles son los principales focos de conflicto y cómo se prevé que evolucionen? ¿Y cómo pueden impactar eventualmente en esa circulación de flujos de gente llegado 2026?
-Buena pregunta. La llegada de Trump ha cambiado 180 grados la relación entre Estados Unidos, Canadá y México. Antes, los tres países tenían relaciones muy buenas porque sus economías estaban muy integradas. Eso fue un escenario buscado a propósito y se consolidó con el NAFTA, el North American Free Trade Agreement, como decimos en inglés. En 2017 y 2018, Trump quiso hacer un nuevo acuerdo. Quería más contenido de Norteamérica y menos de países como China. Por eso Estados Unidos, México y Canadá firmaron un acuerdo nuevo, el USMCA (NdelE: United States, Mexico, Canada Agreement).
-Una revisión del tratado original.
-Sí, exactamente. Todos pensamos que con eso se arreglaba el panorama.
-¿Qué diferencia sustantiva hubo en esa revisión respecto del tratado original del NAFTA?
-Más porcentaje de contenido local.
-¿Se refiere a insumos o a mano de obra?
-El foco eran los insumos con el objetivo de que los insumos chinos tuvieran un menor peso y fortalecer el supply chain en la región. Pero en este mandato de Trump, en este segundo gobierno, ha cambiado todo. Aquella revisión del Nafta ya no es suficiente. Ahora hay una mirada muy distinta. Trump y su equipo quieren que todo quede dentro de Estados Unidos, que todos los insumos se produzcan en la industria dentro de Estados Unidos. ¿Por qué? En mi opinión, se debe a un tema de seguridad nacional y no a un tema de eficiencia económica. No tiene que ver con un tema de globalización. El tema es éste: proteger la capacidad de Estados Unidos de tener su propia industria en el caso de que haya una guerra con otro país.
-Es decir que tampoco es un tema ideológico de matriz productiva: creemos en el proteccionismo. Es un análisis proyectivo de eventuales conflictos bélicos y de cómo Estados Unidos puede estar mejor pertrechado llegado ese caso.
-En mi opinión, es así. Hay mucho miedo sobre lo que puede pasar en el caso de una guerra con China sobre Taiwán, por ejemplo. Si se mira la política de Trump desde esa perspectiva, tiene más sentido. En cambio, si se pone el foco en el amor al proteccionismo por sí solo, no tiene sentido. Pero si ves más allá, pienso que ése es el propósito. En ese contexto, para Trump, México y Canadá son competencia, especialmente México porque es un país con capacidad de tener un mercado interno muy fuerte y también, una industria interna. Trump quiere que las inversiones vayan a Estados Unidos. Por ejemplo, Honda, compañía coreana, anunció una inversión muy grande en Estados Unidos para crear una fábrica de autos que inicialmente querían poner en México. Ya se está dando ese cambio de tendencia. Pero la relación con Canadá es más interesante.
No creo que Trump vaya a invadir a Canadá. Pero desafiar la soberanía de un país es algo novedoso. Empezó con Ucrania y Rusia
Trump vs Canadá. ¿Quiere de verdad anexionar al país de la hojita? La lógica Putin
-Ahí está todo el bullying que le hace Trump a Justin Trudeau y a Canadá con la idea de que sea un próximo Estado incorporado a Estados Unidos: lo que debería ser, según Trump, porque no hay geografía que los separe.
-En relación a México, es un tema de intereses.
-Intereses comerciales y productivos.
-En relación a Canadá, hay más. Trump realmente cree que Canadá no debe existir como país. Es difícil de aceptar como canadiense que haya un Presidente que esté diciendo que Canadá debe ser el próximo Estado de Estados Unidos, y que el Primer Ministro de Canadá es solamente un gobernador. Es muy insultante para los canadienses.
-Algunos analistas lo comparan con la mirada que tiene Putin sobre Ucrania.
-Es una buena pregunta. El liberalismo internacional está en crisis y las instituciones y normas liberales están en crisis: eso es obvio, sin duda. No creo que Trump vaya a invadir a Canadá, nada de eso. Pero desafiar la soberanía de un país es algo novedoso y obviamente, empezó con Ucrania y Rusia. Los tres poderes del mundo, Rusia, China, Estados Unidos, están intentando diseñar un nuevo mapa del mundo como en ese juego, The Risk: están moviendo todas las piezas para ver quién puede tener el control de un continente. La relación con Canadá es interesante porque los canadienses normalmente no tienen una mirada fuerte sobre Estados Unidos.
La política de Trump puede cambiar de un día para el otro. Eso es parte de su poder. Es más, eso es el poder: manejar las expectativas
-Yo también soy una ciudadana argentino canadiense; he vivido también en Canadá. Comparando este rincón del mundo con aquel otro rincón del mundo, la percepción es que Uruguay es a la Argentina lo que Canadá a Estados Unidos. Ahora, la reacción de Canadá, muy dura en su respuesta comercial, subiendo también tarifas y amenazando con el corte de suministro eléctrico desde la provincia de Ontario a la zona norte de Estados Unidos, es inesperada para ese país de la hojita, del maple leaf en su bandera, que siempre ha sido tan amable en términos geopolíticos.
-Fue una sobrerreacción de Canadá para dar una señal, sobre todo, a sus propios votantes. El mensaje es: no vamos a ser sometidos por el bullying de Trump y somos un país grande, importante e, insistimos: somos un país. Pero en comparación con México que siempre ha tenido problemas con Estados Unidos ya desde la época de AMLO y Trump, los mexicanos saben mejor cómo manejar a Trump. En cambio, los canadienses han tenido problemas en cómo manejarlo: esta especie de paliza a Estados Unidos ayuda a Trump porque quiere más confrontación, no menos. Lo que Trump no quiere es incertidumbre: si no sabe qué vas a hacer, ahí hay un problema para el mismo Trump.
Trump vs México. ¿Por qué Sheinbaum juega mejor el nuevo juego geopolítico?
-¿México y Claudia Sheinbaum le están ofreciendo eso? ¿Cómo crean esa incertidumbre?
-México no está diciendo abiertamente, por ejemplo, qué va a hacer con sus aranceles. Dice que va a imponerlos pero todavía no da precisiones sobre en qué sectores, deja el tema abierto, dice: vamos a tener una negociación. Canadá, en cambio, dice: vamos a imponer un porcentaje inicialmente y después, a todo. Está mostrando todas sus cartas a Trump. Es una partida de póker y los mexicanos saben jugar mejor.
-Quizás influya también el proceso electoral que está atravesando Canadá. Tiene que elegir Primer Ministro este año.
-Sí, va a haber elecciones a finales de abril. Trump le dio al Partido Liberal una chance de vida. Antes de todo esto, las encuestas mostraban que el Partido Liberal estaba casi al borde de desaparecer.
-Había mucha crítica a la gestión de Justin Trudeau, con problemas en los servicios públicos y la inmigración un poco descontrolada, con 1 millón de ingreso de personas en 2022.
-Y además de eso, el costo de vida en Canadá hoy es altísimo. Parecía que el Partido Conservador ganaría una mayoría enorme en una elección. Pero ahora, con Mark Carney, el nuevo líder del Partido Liberal (NdelE: Primer Ministro actual, en reemplazo de Trudeau, hasta que se realicen las elecciones), hay un auge de apoyo al Partido Liberal. Carney muestra que tiene la capacidad de dirigir un país. Es muy inteligente y tiene una posición más dura con Trump, que es lo que quieren los canadienses. Pero por sus propios intereses, no sé si los canadienses deben ir por ese camino.
-Uno de los temas centrales de la política de Trump es el tema inmigratorio, una fuerte cerrazón de las fronteras, la expulsión de inmigrantes ilegales e inclusive, la detención de personas latinas, y no necesariamente latinas, de manera muy arbitraria. Una de las decisiones que también se tomó en las últimas semanas fue en relación a los canadienses, que hasta ese momento ingresaban a Estados Unidos con pasaporte canadiense, sin visa. Ahora, si permanecen más de treinta días, deben registrar su huella digital y su documento. En este contexto, ¿qué se espera que suceda el año que viene con el flujo de latinos que van a ir a ver el Mundial? Habrá equipos de América Latina, por ejemplo, la Argentina. ¿Está instalada la pregunta sobre cómo se dará ese flujo de turistas entre los tres países?
-Yo soy canadiense.
-Va a querer ir a ver partidos de un lado al otro. ¿Qué va a pasar?
-En mi caso, tengo visa en Estados Unidos. Pero aún teniendo visa, tengo dudas. Inclusive teniendo una visa diplomática no es suficiente para tener confianza de que la situación no va a cambiar.
-Peor va a ser para los latinos que llegan de América Latina.
-Mucho peor. Ahora, el tema con este gobierno es que hay mucha incertidumbre sobre qué van a hacer. Eso es parte del problema, que la política puede cambiar de un día para el otro.
-Eso es parte del poder.
-Obviamente, es parte del poder. Es más, eso es el poder: manejar las expectativas.
Milei, después del criptogate. ¿Cómo impacta en Trump? ¿Cómo cayó en los inversores?
-Cuando usted observa el panorama global desde Washington, con toda la información con la que cuentan en la Unidad de Inteligencia del The Economist, hay un foco en América Latina que es la Argentina de Javier Milei. Muchos encuestadores argentinos dicen que los distintos pasos en falso del Gobierno no han impactado tanto en la imagen de Milei y del Gobierno. Por ejemplo, el criptogate, el caso de la cripto moneda $Libra. ¿Cuánto impacto se registra en Estados Unidos? En los momentos posteriores al criptogate, no demasiado tiempo después, Milei viajó a Estados Unidos y se encontró con Trump y con Elon Musk. ¿Cómo se interpreta ese escándalo que expone al Gobierno argentino desde Estados Unidos, más allá del gobierno de Trump?
-En Estados Unidos, no ha tenido mucha repercusión. La imagen de Milei en Estados Unidos es muy positiva en la derecha. Mucha gente ni sabe que eso ha pasado. Si estás leyendo Bloomberg todos los días, lo vas a saber. Pero probablemente Trump no sabe qué está pasando, o no le importa.
-¿Cómo impacta el tema en los inversores?
-En ese caso, es un poco diferente. El criptogate es señal de que hay un problema de gobernanza en el gobierno de Milei: quién manda y por qué estos tipos del criptogate podían acceder a Milei tan fácilmente. Ese caso es una primera señal de que el Gobierno necesita cambiar la manera en que maneja su propio gobierno, el modo en que Milei maneja las cosas. Pero es tan complicado el criptogate que no es claro qué ha pasado. Es un warning, una señal amarilla para el gobierno. Si hay una próxima crisis más fácil de entender, una crisis de corrupción clásica, eso sí puede generar un problema más grande para Milei. El criptogate es una luz amarilla para Milei, para mirar cómo funciona su propio gobierno.
El EE.UU. de Trump y la corrupción global. ¿Decisiones geopolíticas para frenar a China?
-Donald Trump lanzó una orden ejecutiva, similar a un decreto argentino, suspendiendo y planteando una revisión futura de la ley que penaliza las prácticas corruptas de empresas de Estados Unidos en el extranjero o de empresas que cotizan en la Bolsa de Estados Unidos. Eso impacta en algunas causas de corrupción kirchnerista que el FBI estaba investigando. En ese contexto, con un gobierno como el de Trump que ahora deja de pensar en la corrupción, en la connivencia condenable y corrupta entre empresas de Estados Unidos con gobiernos de América Latina, por ejemplo, para enfocarse en el narcotráfico o en los crímenes organizados transnacionales, ¿ese cambio de concepción también debilita la posibilidad de una democracia que cuide mejor o que condene más ampliamente a la corrupción en América Latina?
-Sí, no hay duda de eso. Tiene que ver con una mirada geopolítica: ahora Estados Unidos quiere competir con China. Los chinos no tienen estas cosas de anticorrupción. Esta mirada más global es la razón por la cual Estados Unidos está cambiando esa política.
-¿Lo que plantea Estados Unidos es que las inversiones chinas en América Latina no tienen estos estándares tan altos que había fijado Estados Unidos desde la década del ‘70 y se convierte en una desventaja competitiva para las empresas de Estados Unidos?
-Sí, es lo que piensan. En el corto plazo, puede ser así pero en el largo plazo, esto también va a generar problemas para Estados Unidos.
-¿En qué sentido?
-Porque Estados Unidos tiene algo que China no tiene: la reputación. Estados Unidos es un país que promueve la democracia y la institucionalidad, y es un socio confiable. En el caso de Estados Unidos, si una empresa o un inversor tiene problemas, sabe que la justicia de ese país va a ser justa en la evaluación de un caso. El problema no es sólo que los estándares sean más bajos sino que países como China tienen más plata para invertir, porque en Estados Unidos las inversiones no son un tema del Estado, sino de compañías privadas. En China es mucho más complicado.
-Es un capitalismo de Estado.
-Sí, es un capitalismo de Estado. En ese sentido, competirle es mucho más difícil. Entonces, en el corto plazo, puede ser favorable, pero en el largo plazo esa ventaja que tenía Estados Unidos va a tener efectos. La diferencia de Estados Unidos con China va a ser mínima. En el largo plazo, no es una buena idea para Estados Unidos.
Milei y el FMI. ¿Cuánto influye el apoyo de Trump?
-La Argentina está negociando un acuerdo con el FMI. Aquí se plantea que el apoyo de Trump y esa cercanía personal entre Trump y Milei es clave porque Estados Unidos es el socio mayoritario del FMI, con un diez 16 por ciento de la decisión dentro del Board. ¿Esto es así, ése es el funcionamiento de esta decisión en el caso de Estados Unidos y la Argentina tiene fuertes chances de obtener un nuevo préstamo?
-Sí. La relación entre Trump y Milei es buena. Y Milei tiene un gran aliado en el gobierno de Trump, que es Elon Musk, que tiene mucho poder dentro del Gobierno de Estados Unidos. Ellos están jugando a favor de la Argentina gracias a Milei. Ahora, si hubiera habido un gobierno de Kamala Harris, la Argentina también habría alcanzado un acuerdo con el Fondo aunque podría haber sido menos generoso, con más condiciones y menos plata. Esa es la diferencia: no si hay o no acuerdo, sino qué tipo de acuerdo. El acuerdo que la Argentina va a alcanzar con el FMI parece ser muy bueno: los 20 mil millones, unos cuatro años y medio de gracia para no pagar intereses y principal. Es un gran aporte para la Argentina, que está enfrentando problemas de reservas. Al mismo tiempo, el tema es que el Fondo no le va a dar todo a Milei. Aún con Trump en el poder, es muy difícil imaginar eso. Porque los acuerdos con el FMI tienen un lado político pero también un lado técnico. En mi opinión, los técnicos van a ser muy exigentes con el tipo de cambio: van a buscar una modificación por parte del Gobierno porque es muy difícil para el Fondo defender el plan que tiene Milei en términos de tipo de cambio. Hasta Milei dice que quiere un tipo de cambio flotante. En eso, están diciendo: ahora es el momento, porque es momento de máxima confianza en el Gobierno argentino, ahora que tiene el apoyo del Fondo. El problema es que Milei y el Gobierno temen que si salen del cepo y hay una flotación del peso, puede generar una devaluación. Y eso puede impactar en el nivel de inflación, que puede impactar en el voto en octubre. Pero al Fondo no le importa, no es su problema. Para el FMI, es un tema técnico: la Argentina debe ir a un esquema de flotación y sacar el cepo. Va a contar con 20 mil millones de dólares para eso y la postergación de pagos de intereses y principal por cuatro años y medio: no sé qué más puede pedir la Argentina.
La polarización política es una gran debilidad de la democracia argentina, y Milei la acentúa para maximizar sus fines políticos
La Argentina de Milei. ¿Más democracia o nuevos desafíos? ¿Cuál es la deuda pendiente?
-En el Índice de Democracia de The Economist, se señala que ha habido un retroceso de la democracia en el mundo, sobre todo por el avance y la consolidación de las autocracias, ahora ya convencidas y sin una posición vergonzante respecto del mundo de valores liberales. En relación a la Argentina, dice que no cayó ni subió y que las elecciones de este año, si el Gobierno efectivamente ganara, sería un signo positivo porque habría una estabilidad de plan económico y una macroeconomía más racional. ¿Qué otras consideraciones se hacen en relación a las democracias que puedan generar algún tipo de pregunta sobre esta calidad de la democracia argentina, que no es una democracia plena. ¿Cuál es la definición que da The Economist?
-Hay democracia plena, hay democracia defectuosa o débil, regímenes híbridos, y después países autoritarios. Argentina es una democracia débil o defectuosa.
-Uruguay es una democracia plena.
-Sí, hay dos democracias plenas en América Latina, Uruguay y Costa Rica.
-¿Cuáles son los puntos débiles que se acentúan hoy en el caso argentino? Porque está claro que una macroeconomía racional, estable, previsible, es buena para una democracia y para su economía y sus inversiones, y también para la gente y el bienestar en general.
-El Índice tiene en cuenta cinco patas. En la Argentina, es muy débil la cultura política. Son los propios argentinos los que necesitan tener más confianza en su propia democracia. Países como Costa Rica y Uruguay, tienen alto nivel de confianza en su gobierno, en la división de poderes, en que es malo que haya un líder autoritario, en que los militares no deben estar en el poder. Los argentinos necesitan creer en su democracia y necesitan decir: yo defiendo la democracia.
-¿Defender la democracia como sistema? El funcionamiento de una democracia electoral competitiva y la división de poderes, con una justicia que funcione.
-En ese sentido, la Argentina no es un país raro porque América Latina tiene un bajo nivel de confianza en la democracia. Esa es la pata más débil que tiene la región en democracia. La Argentina está bien en cuanto a las instituciones formales de la democracia. Hay muchos países que tienen elecciones libres, hay partidos diversos que pueden llegar al poder, no hay proscripción, y en ese sentido, es una democracia. Pero la democracia argentina carece de la fe que la gente tiene que tener en la democracia. Otra cosa: la Argentina ha tenido muchos problemas con su sistema de justicia. Necesita un sistema de justicia que genere más confianza, que sea realmente independiente del poder político. Sin eso, es muy difícil ser una democracia plena.
-¿Y la Argentina de Milei en qué punto falla? Desde los indicadores que tiene en cuenta el Índice, en este año y pico de gobierno, ¿cuáles son los desafíos de esta democracia actual de la Argentina?
-Milei no está ayudando a la Argentina en términos de su polarización política. Es una gran debilidad de la democracia argentina. Sería muy bueno un gobierno que baje el tono de la política, y Milei no lo está haciendo. Al contrario, está jugando para maximizar la polarización para su propio fines políticos. Milei piensa que el otro lado es el enemigo. Y esa lógica enemigo – amigo es muy mala para cualquier democracia. Eso está pasando en Estados Unidos, por ejemplo, con Trump y los demócratas. Eso tiene consecuencias en todo el Índice porque erosiona la confianza en la democracia: si uno entra al poder, el otro cree que es el fin del mundo. No lo es pero mucha gente piensa realmente que lo es. Eso pesa mucho en la Argentina. Otra cosa: Milei necesita entender un poquito mejor que el crecimiento de la economía no es sólo un tema de economía, o un tema de política fiscal. Para que la economía crezca de manera sostenible, se necesitan instituciones más fuertes y confiables. El ancla principal de cualquier país democrático en desarrollo es tener una justicia independiente y fuerte. Sin eso, es difícil mantener un sendero de crecimiento y desarrollo.
-Desde el lado de los libertarios y de Milei, el planteo es que la institución fuerte que están reponiendo en la Argentina es la de la propiedad privada y la de confianza macroeconómica. ¿Es una respuesta atendible?
-¿Pero qué institución puede asegurar la propiedad privada? Es la justicia. Está bien que un Presidente asegure que va a respetar la propiedad privada, pero no alcanza.
-Milei también insiste con la protección de la libertad económica: es otra de las dimensiones de la institucionalidad que Milei dice reponer.
-Es una condición necesaria, no suficiente. Hay un paquete de reformas que la Argentina necesita llevar adelante, reformas de sus propias instituciones. Está bien arreglar el tema fiscal y monetario, está perfecto, pero los inversores necesitan más; necesitan tener confianza en que si hay un problema, la justicia va a manejar el tema rápido y de manera eficiente y sin corrupción. Sin eso, es muy difícil imaginar un crecimiento sostenible en el tiempo y un desarrollo económico.
Bukele y su “régimen híbrido”. ¿Por qué la gente valora esa democracia que falla en la calidad institucional?
-Dos preguntas finales. Por un lado, está El Salvador, una democracia muy particular. Ha terminado con la competencia entre partidos, con un Bukele que tiene casi el 95 por ciento del apoyo popular. Además, intervino en la división de poderes: controla la justicia y el Congreso. Y sin embargo, los salvadoreños, en otros índices, sostienen que es una democracia que da soluciones. Hacen una distinción entre la democracia formal y esta idea de la democracia real que aporta soluciones, aunque con derivaciones de derechos humanos muy cuestionables: en el control de la seguridad, Bukele ha logrado, según los indicadores que muestra ese país, contener el crimen, que era el gran problema de El Salvador. ¿Cómo se interpreta desde el Índice de Democracia de The Economist una democracia que falla en el aspecto formal o institucional pero da soluciones concretas al problema central, que era la seguridad?
-Esto genera un gran problema para la democracia. En el Índice, vemos que El Salvador carece de una democracia formal: hay elecciones pero no son realmente libres. El Salvador es una democracia híbrida como Bolivia y Guatemala.
El proteccionismo de Trump tiene que ver con proteger la capacidad de Estados Unidos de tener su propia industria en caso de que haya una guerra con otro país
-¿Es la mezcla de democracia con autocracia?
-Es un régimen en transición. Puede ser una transición de un régimen autoritario a la democracia o al revés, de la democracia a un régimen autoritario. El Salvador está en descenso, está cada vez más autoritario, no menos. En términos formales, las instituciones son más débiles. La cultura política en América Latina es muy débil pero si ves los indicadores de los salvadoreños sobre su propia democracia, dicen: está bien y las cosas están mejorando. Eso genera una contradicción. La gente quiere resultados ahora y el problema es tan grave que, al menos en el corto plazo, estoy dispuesto a entregar estos derechos democráticos para tener soluciones. Esto está pasando en El Salvador. En el largo plazo, obviamente esto es malo.
-¿No podría darse el caso contrario? Una etapa inicial que solucione ese problema tan vital como la seguridad y la preservación de vida. Y en una segunda etapa, los ciudadanos salvadoreños ya se pueden poner a pensar en una sofisticación mayor de la demanda, por ejemplo, la demanda de una democracia formal, electoral, realmente de calidad.
-Dudo de que eso vaya a pasar. Bukele está creando un régimen autoritario para mantenerse en el poder. No está manteniendo una prensa libre, por ejemplo. Está cambiando la Constitución para amoldarla a sus intereses.
-Todo para consolidar este presente y no para mejorar.
-Sería otra cosa si Bukele dijera que va a solucionar el problema de la seguridad y luego, me voy: pero eso no pasó y no va a pasar.
Trump vs. Biden, el caso Chevron y Venezuela. ¿Qué dice de la democracia republicana vs. la demócrata?
-Una última pregunta sobre los dilemas de Estados Unidos. Trump es considerado como el gran disruptor, muy cuestionado desde una mirada liberal por el impacto en instituciones clave y en el funcionamiento de la democracia de Estados Unidos, y en el mundo en general. Pero hubo una primicia de Bloomberg que demuestra que Biden había hecho un acuerdo secreto con Chevron en Venezuela, que le permitía pagarle dividendos e impuestos a Venezuela cuando en Estados Unidos eso estaba vedado. Al contrario, Trump dice: se termina ese acuerdo, Chevron no puede seguir adelante y hay que condenar abiertamente a Venezuela como una dictadura y no darle oportunidades de recibir fondos. ¿Eso muestra un costado positivo de Trump y complejiza el análisis del tipo de democracia bajo régimen demócrata o bajo régimen republicano? ¿Se vuelve difícil condenar tan abiertamente a uno y a otro?
-Con Trump, lo que ves no es lo único que hay. Es decir, probablemente eso es parte de una negociación con Venezuela. Su lógica es golpear y negociar. No sé si realmente esa decisión es el fin de la negociación entre Estados Unidos y Venezuela. Trump quiere que venezolanos que están en Estados Unidos ilegalmente se vayan a su país. Si Maduro está abierto a aceptar eso, esa sanción puede reverse. Todo es negociación. Nada es seguro con Trump.
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