En medio del eyewall (muro del ojo del huracán) mundial generado por la suba de aranceles por parte de Estados Unidos, y tras la represalia de China, aun se está muy lejos de ver el final del ovillo y su impacto real en la economía global y, en particular, el efecto en la Argentina. Por ahora, pese a la turbulencia mundial, no se modificaron demasiado los valores de la soja en el mercado local ni el comportamiento del productor argentino, pese a que la incertidumbre sumerge al sector agropecuario. Hoy las bolsas muestran un repunte después de que el gobierno de Donald Trump hablara de planes para negociar con algunos países, entre ellos China, Japón y Corea del Sur.
Según describió Dante Romano, investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, no se alteraron demasiado los precios locales de la oleaginosa ni la conducta del productor. En detalle, los precios a nivel local están rondando entre 295 y 300 dólares por tonelada por la soja entrega mayo, “prácticamente sin cambios”.
“El productor en la Argentina viene con poco nivel de ventas, en torno al 6%, cuando debería estar alrededor al 10% en la comercialización de soja [nueva campaña]. Este número debería estar en el promedio histórico de los últimos cuatro años, aunque año a año viene siendo más lento”, indicó a LA NACION.
Para el experto, es importante entender también que este complejo escenario no destruye oferta, es decir, que la cantidad de mercadería que hay en Estados Unidos, en Brasil y en la Argentina sigue siendo la misma, “con lo cual los precios puestos en China no deberían cambiar”.
“Le estamos ganando”: la hazaña de un productor para cosechar en medio del agua
“Lo que sí pasa es que, con el tema de aranceles recíprocos, la soja norteamericana puesta en China se encarece. Entonces, se reemplaza por mercadería de Brasil o de la Argentina, fundamentalmente Brasil. Esto lleva a que los precios de Chicago, que es un mercado futuro en el cual cotizan los valores domésticos de la soja de los Estados Unidos, caen fuertemente pero las primas de exportación que se toman a partir de ese mercado para calcular el valor FOB de la Argentina, de Brasil y de todos los países, se disparan. Entonces, la caída de Chicago se compensa con la mejora de primas”, describió.
Vale mencionar que, en la guerra comercial anterior del 2018, los precios no tuvieron un cambio tan significativo, muy parecido lo que está pasando ahora: “Bajó Chicago, pero las primas de importación subieron y el mercado local mantuvo la tendencia que estaba teniendo anteriormente. Al mismo tiempo que esto ocurre estamos empezando a ver que la cosecha argentina se generaliza. Entonces, la baja de precio en el disponible se ve más al pico de oferta de la cosecha que a estas cuestiones de la guerra comercial”.
“En cuanto a comercialización, estamos en la campaña de las más lentas de las que hemos visto, aunque en las últimas semanas cuando se empezó a ver un poco más definida la cosecha empezó a reactivarse un poco el ritmo”, aseguró.
La política de Trump
Para Romano, una cuestión no menor para poner sobre la mesa y resaltar es la decisión del gobierno de Donald Trump de asistir con US$10.000 millones a los farmers para compensar el efecto de estas medidas y ante la suba de costos y bajos precios: “Esto se anunció cuando la movida arancelaria había sido de 10% de adicional que se han impuesto recíprocamente China”.
“Sigue habiendo soja en Estados Unidos, en Brasil y en la Argentina. Ahora cuando ya vamos a una guerra comercial de Estados Unidos contra todo el mundo que genera caídas en los mercados financieros y empieza a tener impactos en el crecimiento y desarrollo de distintos países, puede terminar generando una merma en la demanda total”, afirmó.
Si eso pasara y, por una menor actividad económica, habría una caída en la demanda global del mundo, que entraría en recesión. “Eso podría tener un impacto negativo para las commodities en general que ya se está viendo en el petróleo, que viene en baja. Ahí sí tendríamos que ver una caída en los precios para la Argentina. Pero todavía no está claro de cuánto podría ser y cuánto nos tocaría a nosotros y si podríamos ver alguna cuestión que contrarreste”, añadió.
En comparación a lo que ocurrió con el Covid-19 en su momento, para el experto otra cosa que también podría pasar es que la guerra comercial vaya generando diferentes disrupciones en los suministros y, si bien pareciera haber tranquilidad en cuanto al stocks de mercadería, más adelante si ocurre algún problema se intente hacer las compras para asegurar o aumentar los stocks de alimentos.
“Eso podría ser negativo si los distintos compradores del mundo quieren tener un stock de seguridad mayor, aumentaría la cantidad que están comprando y eso provocaría un alza en los granos. Hay mucha incertidumbre y es difícil anticiparse a los distintos escenarios que pueden ocurrir”, finalizó.
En medio del eyewall (muro del ojo del huracán) mundial generado por la suba de aranceles por parte de Estados Unidos, y tras la represalia de China, aun se está muy lejos de ver el final del ovillo y su impacto real en la economía global y, en particular, el efecto en la Argentina. Por ahora, pese a la turbulencia mundial, no se modificaron demasiado los valores de la soja en el mercado local ni el comportamiento del productor argentino, pese a que la incertidumbre sumerge al sector agropecuario. Hoy las bolsas muestran un repunte después de que el gobierno de Donald Trump hablara de planes para negociar con algunos países, entre ellos China, Japón y Corea del Sur.
Según describió Dante Romano, investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, no se alteraron demasiado los precios locales de la oleaginosa ni la conducta del productor. En detalle, los precios a nivel local están rondando entre 295 y 300 dólares por tonelada por la soja entrega mayo, “prácticamente sin cambios”.
“El productor en la Argentina viene con poco nivel de ventas, en torno al 6%, cuando debería estar alrededor al 10% en la comercialización de soja [nueva campaña]. Este número debería estar en el promedio histórico de los últimos cuatro años, aunque año a año viene siendo más lento”, indicó a LA NACION.
Para el experto, es importante entender también que este complejo escenario no destruye oferta, es decir, que la cantidad de mercadería que hay en Estados Unidos, en Brasil y en la Argentina sigue siendo la misma, “con lo cual los precios puestos en China no deberían cambiar”.
“Le estamos ganando”: la hazaña de un productor para cosechar en medio del agua
“Lo que sí pasa es que, con el tema de aranceles recíprocos, la soja norteamericana puesta en China se encarece. Entonces, se reemplaza por mercadería de Brasil o de la Argentina, fundamentalmente Brasil. Esto lleva a que los precios de Chicago, que es un mercado futuro en el cual cotizan los valores domésticos de la soja de los Estados Unidos, caen fuertemente pero las primas de exportación que se toman a partir de ese mercado para calcular el valor FOB de la Argentina, de Brasil y de todos los países, se disparan. Entonces, la caída de Chicago se compensa con la mejora de primas”, describió.
Vale mencionar que, en la guerra comercial anterior del 2018, los precios no tuvieron un cambio tan significativo, muy parecido lo que está pasando ahora: “Bajó Chicago, pero las primas de importación subieron y el mercado local mantuvo la tendencia que estaba teniendo anteriormente. Al mismo tiempo que esto ocurre estamos empezando a ver que la cosecha argentina se generaliza. Entonces, la baja de precio en el disponible se ve más al pico de oferta de la cosecha que a estas cuestiones de la guerra comercial”.
“En cuanto a comercialización, estamos en la campaña de las más lentas de las que hemos visto, aunque en las últimas semanas cuando se empezó a ver un poco más definida la cosecha empezó a reactivarse un poco el ritmo”, aseguró.
La política de Trump
Para Romano, una cuestión no menor para poner sobre la mesa y resaltar es la decisión del gobierno de Donald Trump de asistir con US$10.000 millones a los farmers para compensar el efecto de estas medidas y ante la suba de costos y bajos precios: “Esto se anunció cuando la movida arancelaria había sido de 10% de adicional que se han impuesto recíprocamente China”.
“Sigue habiendo soja en Estados Unidos, en Brasil y en la Argentina. Ahora cuando ya vamos a una guerra comercial de Estados Unidos contra todo el mundo que genera caídas en los mercados financieros y empieza a tener impactos en el crecimiento y desarrollo de distintos países, puede terminar generando una merma en la demanda total”, afirmó.
Si eso pasara y, por una menor actividad económica, habría una caída en la demanda global del mundo, que entraría en recesión. “Eso podría tener un impacto negativo para las commodities en general que ya se está viendo en el petróleo, que viene en baja. Ahí sí tendríamos que ver una caída en los precios para la Argentina. Pero todavía no está claro de cuánto podría ser y cuánto nos tocaría a nosotros y si podríamos ver alguna cuestión que contrarreste”, añadió.
En comparación a lo que ocurrió con el Covid-19 en su momento, para el experto otra cosa que también podría pasar es que la guerra comercial vaya generando diferentes disrupciones en los suministros y, si bien pareciera haber tranquilidad en cuanto al stocks de mercadería, más adelante si ocurre algún problema se intente hacer las compras para asegurar o aumentar los stocks de alimentos.
“Eso podría ser negativo si los distintos compradores del mundo quieren tener un stock de seguridad mayor, aumentaría la cantidad que están comprando y eso provocaría un alza en los granos. Hay mucha incertidumbre y es difícil anticiparse a los distintos escenarios que pueden ocurrir”, finalizó.
Consultado por LA NACION, Dante Romano, investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, aseguró que, pese a un panorama complejo, no se alteraron demasiado los precios locales de la soja ni la conducta del productor, aunque en cuanto a ventas es una de las campañas más lentas de los últimos años Read More