QUITO.- La estrategia le funcionó, y de qué forma, a Daniel Noboa: más de 10 puntos de ventaja, más de un millón de votos. La “victoria histórica”, como la definió el presidente electo, comenzó a fraguarse una vez acabada la primera vuelta y nada más conocerse que apenas le separaban 16.000 votos de su rival revolucionaria.
El presidente-candidato ordenó a sus ministros que salieran de sus despachos para que se desplegaran por el territorio, liderados por dos mujeres: su esposa, Lavinia Valbonesi, y su madre y jefa de su grupo parlamentario, Annabella Azín. Las redes sociales y los Noboas de cartón a tamaño natural ya habían rendido sus frutos, pero no parecían suficientes ante la muy engrasada maquinaria correísta, especializada en su proselitismo puerta a puerta. Y fue allí, sobre el terreno, “en los lugares más abandonados, donde dieron esperanza”, tal y como reconoció el ganador electoral en su primer discurso a la nación tras su sorprendente triunfo.
Las limitaciones que imponen las leyes electorales a que un presidente desempeñe en simultáneo su cargo institucional y la vorágine de la campaña fueron ignoradas y vulneradas, con un Noboa consciente de que sea estaba jugando su futuro político. Y acertó. El abanderado de Acción Democrática Nacional (ADN) aprovechó el debate de candidatos para solidificar su imagen de hombre de Estado con mano de hierro y dejó en fuera de juego a su rival, a la que sacó de sus casillas hasta insultarle. En ese momento, Noboa supo que estaba en el buen camino.
El rush final del presidente más joven de América Latina profundizó en la misma estrategia. Apenas cerró campaña del balotaje, Noboa decretó el estado de excepción en Quito, Guayaquil, siete provincias y las cárceles para dejar muy claro que es el comandante que necesita su país para enfrentar a las bandas ecuatorianas y a los cárteles mexicanos. Por eso no dudó a la hora de anunciar el indulto para el suboficial que abatió a dos delincuentes durante el atraco a un autobús en Quito.
Cuando el viento sopla a favor, hay que reforzarlo. Por eso el gobierno adelantó que los “gestores de paz” de la Revolución Ciudadana, tan parecidos a los colectivos chavistas y a los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) de Cuba, no tienen futuro en Ecuador.
No se trataba del único error mayúsculo de sus rivales. En paralelo, se conocieron varios audios de Augusto Verduga, exconsejero de Participación Ciudadana. “La propuesta de los gestores de paz levantó sospechas y ha sido aprovechado por la campaña de Noboa para potenciar sus puntos en el tema de seguridad. Pero creo que han tenido más peso los audios de Verduga, porque se ha conocido una realidad oculta de las relaciones de poder en la candidatura del correísmo y que señalaban directamente a Correa”, precisa para LA NACIÓN el politólogo Michel Levi, coordinador del Centro Andino de Estudios Internacionales.
“Al final, el voto escondido fue el de Noboa”, añade John Polga-Hecimovich, profesor asociado de Ciencias Políticas en la Academia Naval de Estados Unidos. “Creo que ha pesado el temor a Luisa González y al regreso del correísmo. Incluso puede ser que algunos que votaron por ella en la primera ronda optaran por Noboa en la segunda”, concluye.
“La idea de no tener un candidato con una estructura que viene a eternizarse en el poder también ha pesado finalmente entre los electores. Y sumado al hecho de que Noboa ya está en el poder (durante un año y medio) y requiere de un periodo completo para desarrollar un proyecto político”, sostiene Levi.
El ya presidente electo ganó en 2023 con una apuesta por pasar página del frentismo que ha marcado el siglo político en Ecuador, correísmo contra anticorreísmo. Y por eso triunfó entonces. Pero la coyuntura actual ha cambiado, por lo que pasó a erigirse en el líder de los anticorreístas.
Desde que en enero de 2024 Noboa decidiera decretar el estado de conflicto armado interno, quiso imponer la inseguridad como tema principal para el país. Su victoria electoral le ha dado la razón, porque además supo exprimir las dudas de su opositora a cómo luchar contra una lacra que se hace sentir en buena parte del país.
González también resolvió como pudo los errores de otros dirigentes de la Revolución Ciudadana, incluido el gran líder, Rafael Correa, empeñado en teledirigirla desde el exterior. Uno de ellos fue, una vez más, las alusiones a una nueva dolarización o a los ecuadólares. La respuesta de Noboa profundizó aún más el error, al presentarse como un estadista que negocia con Donald Trump en medio de la convulsión mundial, llegando a acuerdos incluso para que tropas estadounidenses regresan a territorio ecuatoriano. Precisamente Estados Unidos, el país que tiene la máquina de hacer los dólares que tanta estabilidad aportan a los ecuatorianos.
QUITO.- La estrategia le funcionó, y de qué forma, a Daniel Noboa: más de 10 puntos de ventaja, más de un millón de votos. La “victoria histórica”, como la definió el presidente electo, comenzó a fraguarse una vez acabada la primera vuelta y nada más conocerse que apenas le separaban 16.000 votos de su rival revolucionaria.
El presidente-candidato ordenó a sus ministros que salieran de sus despachos para que se desplegaran por el territorio, liderados por dos mujeres: su esposa, Lavinia Valbonesi, y su madre y jefa de su grupo parlamentario, Annabella Azín. Las redes sociales y los Noboas de cartón a tamaño natural ya habían rendido sus frutos, pero no parecían suficientes ante la muy engrasada maquinaria correísta, especializada en su proselitismo puerta a puerta. Y fue allí, sobre el terreno, “en los lugares más abandonados, donde dieron esperanza”, tal y como reconoció el ganador electoral en su primer discurso a la nación tras su sorprendente triunfo.
Las limitaciones que imponen las leyes electorales a que un presidente desempeñe en simultáneo su cargo institucional y la vorágine de la campaña fueron ignoradas y vulneradas, con un Noboa consciente de que sea estaba jugando su futuro político. Y acertó. El abanderado de Acción Democrática Nacional (ADN) aprovechó el debate de candidatos para solidificar su imagen de hombre de Estado con mano de hierro y dejó en fuera de juego a su rival, a la que sacó de sus casillas hasta insultarle. En ese momento, Noboa supo que estaba en el buen camino.
El rush final del presidente más joven de América Latina profundizó en la misma estrategia. Apenas cerró campaña del balotaje, Noboa decretó el estado de excepción en Quito, Guayaquil, siete provincias y las cárceles para dejar muy claro que es el comandante que necesita su país para enfrentar a las bandas ecuatorianas y a los cárteles mexicanos. Por eso no dudó a la hora de anunciar el indulto para el suboficial que abatió a dos delincuentes durante el atraco a un autobús en Quito.
Cuando el viento sopla a favor, hay que reforzarlo. Por eso el gobierno adelantó que los “gestores de paz” de la Revolución Ciudadana, tan parecidos a los colectivos chavistas y a los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) de Cuba, no tienen futuro en Ecuador.
No se trataba del único error mayúsculo de sus rivales. En paralelo, se conocieron varios audios de Augusto Verduga, exconsejero de Participación Ciudadana. “La propuesta de los gestores de paz levantó sospechas y ha sido aprovechado por la campaña de Noboa para potenciar sus puntos en el tema de seguridad. Pero creo que han tenido más peso los audios de Verduga, porque se ha conocido una realidad oculta de las relaciones de poder en la candidatura del correísmo y que señalaban directamente a Correa”, precisa para LA NACIÓN el politólogo Michel Levi, coordinador del Centro Andino de Estudios Internacionales.
“Al final, el voto escondido fue el de Noboa”, añade John Polga-Hecimovich, profesor asociado de Ciencias Políticas en la Academia Naval de Estados Unidos. “Creo que ha pesado el temor a Luisa González y al regreso del correísmo. Incluso puede ser que algunos que votaron por ella en la primera ronda optaran por Noboa en la segunda”, concluye.
“La idea de no tener un candidato con una estructura que viene a eternizarse en el poder también ha pesado finalmente entre los electores. Y sumado al hecho de que Noboa ya está en el poder (durante un año y medio) y requiere de un periodo completo para desarrollar un proyecto político”, sostiene Levi.
El ya presidente electo ganó en 2023 con una apuesta por pasar página del frentismo que ha marcado el siglo político en Ecuador, correísmo contra anticorreísmo. Y por eso triunfó entonces. Pero la coyuntura actual ha cambiado, por lo que pasó a erigirse en el líder de los anticorreístas.
Desde que en enero de 2024 Noboa decidiera decretar el estado de conflicto armado interno, quiso imponer la inseguridad como tema principal para el país. Su victoria electoral le ha dado la razón, porque además supo exprimir las dudas de su opositora a cómo luchar contra una lacra que se hace sentir en buena parte del país.
González también resolvió como pudo los errores de otros dirigentes de la Revolución Ciudadana, incluido el gran líder, Rafael Correa, empeñado en teledirigirla desde el exterior. Uno de ellos fue, una vez más, las alusiones a una nueva dolarización o a los ecuadólares. La respuesta de Noboa profundizó aún más el error, al presentarse como un estadista que negocia con Donald Trump en medio de la convulsión mundial, llegando a acuerdos incluso para que tropas estadounidenses regresan a territorio ecuatoriano. Precisamente Estados Unidos, el país que tiene la máquina de hacer los dólares que tanta estabilidad aportan a los ecuatorianos.
Desde el fin de la primera vuelta empezó a delinear una “victoria histórica”, tal como él mismo la definió Read More