“Vengo seguido a Buenos Aires, ustedes no se enteran, pero siempre tuve una conexión especial con la ciudad”, comenta Carolina Herrera (h). La hija de la diseñadora venezolana Carolina Herrera llegó al país en un viaje exprés con agenda completa. El motivo principal de su vista fue la inauguración de la muestra “El aire vacilaba a su alrededor” en el Museo Sívori. Una exposición que “rinde homenaje a las poéticas del mundo a través de la mirada de artistas latinoamericanas”. La iniciativa, que apoya la creatividad femenina, es parte del Programa Carolina Herrera for Women in the Arts.
-Siempre mujeres en el universo de Carolina Herrera…
-¡Somos un matriarcado en casa! Nosotras somos cuatro hermanas: Mercedes Carolina, Ana Luisa, Patricia y yo. Y en la familia de mi madre también eran cuatro hermanas: ella, María Eugenia, María Alejandra y Cristina Pacanins. Yo creo que el ADN femenino por excelencia lo tenemos en la sangre. Siempre hemos sido mujeres muy fuertes que hemos hablado mucho con mi padre, que es como un león… que era un león -se corrige- y siempre decía “Ah, me vuelven loco” -sonríe-. Somos mandonas, pero somos románticas. Somos muy ying y yang: femeninas y con un toque masculino, muy dulces y también con mucho carácter.
La visita de Carolina Herrera (h) también tiene una carga emocional: el 18 de marzo último, murió su padre, Reinaldo Herrera, en la ciudad de Nueva York. Además de ser un gran marido y padre, fue fundamental en la fundación del imperio de moda Carolina Herrera.
-Tu madre siempre fue contra la corriente: mujer, latina y empresaria haciendo negocios en un ambiente donde predominaban los hombres, americanos y europeos. A los hombres se les solía decir que “tenían iniciativa”, mientras a las mujeres se las etiquetaba como “mandonas” o “brujas”. ¿Creés que han cambiado los tiempos?
-No lo sé. Porque yo, “bruja” o “mandona” no lo tomo como un insulto. Porque soy mandona… ¡también soy muy bien mandada! -ríe-. Al igual que soy muy bruja, mis niños me lo dicen a veces. Tengo tres, la más chiquita tiene 16, pero se cree de 40. Soy bruja, pero también soy maravillosa y dulce. Creo que todos somos un compendio de opuestos. Vengo de una familia muy matriarcal, donde no vemos esos adjetivos como negativos. Somos una manada muy fuerte.
-Tu madre siempre dijo que eras la “verdadera Carolina Herrera”, porque ella había adoptado el apellido de tu padre.
– Claro, es así.
-¿Te generó presión llevar el mismo nombre que la marca?
-No, no me ha marcado. Yo soy muy independiente y tengo esa seguridad… No me defino por mi nombre ni por quién es mi madre. Lo diferente es que no puedo usar mi nombre como marca y que tengo que tener mucho cuidado con mi propio nombre. Eso es lo único que a veces digo, “mmm… qué rabia”, por que es mi nombre. Pero el resto, no. Y yo creo que eso yo creo que esa es labor de mi mamá, haber hecho que no nos pese. Y eso es algo que yo hablo con mis chicos: “El nombre no te define, el éxito no te define”.
-¿Los tres son españoles?
– Sí, mis hijos son españoles.
-Y vos, con un poco de Venezuela, otro poco de Nueva York y viviendo actualmente en Madrid, ¿pensás que sos una representante de la diversidad que destacan en esta muestra?
-Yo lo celebro como “culturalidad”. Porque mis niños, por ejemplo, nacieron en España pero se sienten mitad venezolanos. Pero cuando están en los Estados Unidos -y son cero americanos- se sienten mitad norteamericanos porque los primos son norteamericanos.
-¿Así de diversa es el común de la gente hoy?
-Creo que sí. Antes era más complicado porque tenías que viajar físicamente a los diferentes lugares pero hoy viajas con el dedo, viendo películas, que las puedes ver en todos los idiomas. Ya no tienes que ir al cine físicamente -yo lo amo y lo sigo haciendo-, pero entonces es muy fácil aprender, ver de otras culturas. Vivirlas , eso sí: tienes que estar en el lugar, pero la curiosidad se abre sola, solo tienes que querer.
-Hace días, la diseñadora Agatha Ruiz de la Prada nos comentó que Carolina se retiró y no volvió nunca a su oficina.
-¿Agatha estuvo aquí? La queremos mucho. Eso es así: mi madre va a los desfiles sí, pero a la oficina nunca ha ido de vuelta, porque ella cuando dejó a Wes (el director creativo Wes Gordon, que sucedió a Carolina Herrera al frente de la maison, en 2018) fue como “esto es tuyo, yo no tengo por qué estar a tu sombra”. ¿No?
-¿Es tu responsabilidad cuidar el legado de tu madre?
-No, porque yo estoy en perfumes y fragancias, por lo cual ni siquiera tengo que ir a la oficina. ¡Solo voy a escoger ropa! -ríe-. Voy de compras. Hoy por ejemplo, esto que tengo (un tailleur azul) es de CH y algo de Carolina, mezclita.
-¿Cuál es tu cargo en la compañía?
-Soy directora creativa de perfumes y fragancias beauty de Carolina Herrera, pero no sé nada de títulos. No sé el cargo de nadie, ni siquiera de los que trabajan en la compañía.
-¿Hacés home office?
-Trabajo desde Madrid, porque hoy en día con Zoom y todo este tema te pones a pensar qué tanto, por qué nos trasladábamos tanto cuando era totalmente innecesario. Aunque también viajo mucho. A cosas como estas o, de repente a una reunión de materiales donde hay que tocarlos y olerlos…
– ¿La inteligencia artificial se coló en tu metier?
-Ayuda, porque pregunto mucho. Uso chat GPT y uso Perplexity, uso todo en realidad. Hay uno que es que viene con X que está muy bueno.
-¿Todo al alcance de tu celular?
-No. Yo soy de agenda, me gusta así. Entones en mi celular lo que tengo son números de teléfono, WhatsApp, Instagram y los chats.
-¿Instagrameás vos o tenés Community Manager?
-No, lo hago yo, ¡y es privado!
Destino, Buenos Aires
Con el Programa Carolina Herrera for Women in the Arts, Carolina reafirma el compromiso de la marca con el apoyo a la creatividad femenina. “Es una iniciativa, que hacemos desde Carolina Herrera y son bastante variados los proyectos que hacemos. Esto va tomando forma en el camino, como las becas que damos para poder estudiar en FIT, el Institute of Fashion and Techonolgy en Nueva York, o la muestra que hicimos en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid. Es parecido a lo que hacemos hoy aquí en el Museo Sívori”, explica Carolina.
-¿Por qué eligieron Buenos Aires?
-Yo tengo mucha conexión con Buenos Aires. Mi hermana Ana Luisa (hija de Carolina Herrera, de su primer matrimonio con Guillermo Pacannins) está casada con un argentino (Enrique Bruchou), tiene un hijo argentino, aunque ahora viven en Uruguay o pasan mucho tiempo en Uruguay. Además, tuve exnovio argentino…
-¿Podemos hablar de él?
-No, ahí se queda -sonríe, discreta. Aunque se sabe de su relación con el argentino Francisco Bosch -. Mis padres han tenido amigos argentinos de toda la vida. Recuerdo que, cuando yo era pequeña, venían un mes a Argentina. Entonces siempre ha habido una conexión con Argentina. Y déjame decirte que me encanta el Museo Sívori…
-¿Lo conocías?
-Lo conocí hace unos años. Y es que sí -sonríe-, vengo muchas veces a Buenos Aires, ustedes no se enteran. El Sívori es un museo del que siempre me hablaban pero nunca había ido. Fui hace un año y medio, me parece íntimo y me gusta la colección que tiene. No es un museo que está solamente basado en el pasado, tiene vanguardia de este siglo y del siglo XX, que para mí no es tan pasado -ríe a carcajadas, con sus 55 años- sino que es el nuestro. Y también me encanta la directora y me gusta el programa que vienen haciendo desde 2021, “Visibles en la tempestad”. Cuando vine para explorar para hacer algo en Argentina, me pareció el indicado. Porque hemos hecho en Chile, en México y Argentina es un mercado importante, entonces era un tema emocional y un tema comercial. Así empezamos a hablar con el museo, con la directora, con la idea de qué podíamos hacer, y luego con la curadora.
-La muestra incluye a artistas argentinas, ¿qué viste de su obra?
-Me parece bonito poder presentarlas porque eso es una cosa que yo también estoy aprendiendo, porque la curaduría no la hice yo, no es mi área de expertirse. Y, de hecho, me han presentado a las artistas pero no he leído nada de la obra. Porque quiero ver la obra primero. Normalmente, cuando voy a un museo, cuando viajo, no me gusta leer sobre lo que voy a ver. Quiero verlo primero, conectar emocionalmente, que me guste o no me guste, si me encanta o me cuestiono algo, o lo que sea, primero verlo y después leer. Porque creo que le da una dimensión añadida a lo que ya… el arte es un sentimiento, lo que tu sentiste de primera.
-¿Tus cinco recomendaciones si alguien te dice que viene para Buenos Aires?
-¡Recorrer San Telmo! Sin duda.
-Hablás con acento porteño. Y usás muchos giros locales…
-Sí, puede ser, de vez en cuando. El acento debe ser por mi hermana, mi ex, mi sobrino… ¡y por mi cuñado! Y tengo muchísimas amigas en Madrid argentinas.
-¿Amigos argentinos de la moda, el trabajo o de la vida?
-No, amigos de la vida. Amo a mis amigos argentinos de Madrid, son lo más. Por eso si alguien me preguntara qué visitar en Buenos Aires, le diría que San Telmo, el MACBA (Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires), el Sívori y… ¡ay, el Colón! Me encanta el Teatro Colón, he ido a conciertos, he ido al ballet, he ido a muchas cosas de ahí.
-Quinta recomendación: ¿un lugar para salir a comer?
-Una buena parrilla, yo soy carnívora. Pero también hay un lugar nuevo que me han contado que es buenísimo al que quiero ir que se llama Ness. ¡El novio de mi sobrina cocina ahí! Además me han dicho que es tope, así que allí iremos hoy.
-¿Nada de shopping en Buenos Aires?
-En esta venida no tengo tiempo. Pero a mi hijo, que tiene 18, me encargó un mate. Le encanta.
– ¿Y a los otros dos?
– A los otros dos no les llevo nada, porque les regalo todo el tiempo cositas. Y no me han pedido nada. Es como decía mi padre, “pide y te darán”. Él pidió, se lo llevo.
“Vengo seguido a Buenos Aires, ustedes no se enteran, pero siempre tuve una conexión especial con la ciudad”, comenta Carolina Herrera (h). La hija de la diseñadora venezolana Carolina Herrera llegó al país en un viaje exprés con agenda completa. El motivo principal de su vista fue la inauguración de la muestra “El aire vacilaba a su alrededor” en el Museo Sívori. Una exposición que “rinde homenaje a las poéticas del mundo a través de la mirada de artistas latinoamericanas”. La iniciativa, que apoya la creatividad femenina, es parte del Programa Carolina Herrera for Women in the Arts.
-Siempre mujeres en el universo de Carolina Herrera…
-¡Somos un matriarcado en casa! Nosotras somos cuatro hermanas: Mercedes Carolina, Ana Luisa, Patricia y yo. Y en la familia de mi madre también eran cuatro hermanas: ella, María Eugenia, María Alejandra y Cristina Pacanins. Yo creo que el ADN femenino por excelencia lo tenemos en la sangre. Siempre hemos sido mujeres muy fuertes que hemos hablado mucho con mi padre, que es como un león… que era un león -se corrige- y siempre decía “Ah, me vuelven loco” -sonríe-. Somos mandonas, pero somos románticas. Somos muy ying y yang: femeninas y con un toque masculino, muy dulces y también con mucho carácter.
La visita de Carolina Herrera (h) también tiene una carga emocional: el 18 de marzo último, murió su padre, Reinaldo Herrera, en la ciudad de Nueva York. Además de ser un gran marido y padre, fue fundamental en la fundación del imperio de moda Carolina Herrera.
-Tu madre siempre fue contra la corriente: mujer, latina y empresaria haciendo negocios en un ambiente donde predominaban los hombres, americanos y europeos. A los hombres se les solía decir que “tenían iniciativa”, mientras a las mujeres se las etiquetaba como “mandonas” o “brujas”. ¿Creés que han cambiado los tiempos?
-No lo sé. Porque yo, “bruja” o “mandona” no lo tomo como un insulto. Porque soy mandona… ¡también soy muy bien mandada! -ríe-. Al igual que soy muy bruja, mis niños me lo dicen a veces. Tengo tres, la más chiquita tiene 16, pero se cree de 40. Soy bruja, pero también soy maravillosa y dulce. Creo que todos somos un compendio de opuestos. Vengo de una familia muy matriarcal, donde no vemos esos adjetivos como negativos. Somos una manada muy fuerte.
-Tu madre siempre dijo que eras la “verdadera Carolina Herrera”, porque ella había adoptado el apellido de tu padre.
– Claro, es así.
-¿Te generó presión llevar el mismo nombre que la marca?
-No, no me ha marcado. Yo soy muy independiente y tengo esa seguridad… No me defino por mi nombre ni por quién es mi madre. Lo diferente es que no puedo usar mi nombre como marca y que tengo que tener mucho cuidado con mi propio nombre. Eso es lo único que a veces digo, “mmm… qué rabia”, por que es mi nombre. Pero el resto, no. Y yo creo que eso yo creo que esa es labor de mi mamá, haber hecho que no nos pese. Y eso es algo que yo hablo con mis chicos: “El nombre no te define, el éxito no te define”.
-¿Los tres son españoles?
– Sí, mis hijos son españoles.
-Y vos, con un poco de Venezuela, otro poco de Nueva York y viviendo actualmente en Madrid, ¿pensás que sos una representante de la diversidad que destacan en esta muestra?
-Yo lo celebro como “culturalidad”. Porque mis niños, por ejemplo, nacieron en España pero se sienten mitad venezolanos. Pero cuando están en los Estados Unidos -y son cero americanos- se sienten mitad norteamericanos porque los primos son norteamericanos.
-¿Así de diversa es el común de la gente hoy?
-Creo que sí. Antes era más complicado porque tenías que viajar físicamente a los diferentes lugares pero hoy viajas con el dedo, viendo películas, que las puedes ver en todos los idiomas. Ya no tienes que ir al cine físicamente -yo lo amo y lo sigo haciendo-, pero entonces es muy fácil aprender, ver de otras culturas. Vivirlas , eso sí: tienes que estar en el lugar, pero la curiosidad se abre sola, solo tienes que querer.
-Hace días, la diseñadora Agatha Ruiz de la Prada nos comentó que Carolina se retiró y no volvió nunca a su oficina.
-¿Agatha estuvo aquí? La queremos mucho. Eso es así: mi madre va a los desfiles sí, pero a la oficina nunca ha ido de vuelta, porque ella cuando dejó a Wes (el director creativo Wes Gordon, que sucedió a Carolina Herrera al frente de la maison, en 2018) fue como “esto es tuyo, yo no tengo por qué estar a tu sombra”. ¿No?
-¿Es tu responsabilidad cuidar el legado de tu madre?
-No, porque yo estoy en perfumes y fragancias, por lo cual ni siquiera tengo que ir a la oficina. ¡Solo voy a escoger ropa! -ríe-. Voy de compras. Hoy por ejemplo, esto que tengo (un tailleur azul) es de CH y algo de Carolina, mezclita.
-¿Cuál es tu cargo en la compañía?
-Soy directora creativa de perfumes y fragancias beauty de Carolina Herrera, pero no sé nada de títulos. No sé el cargo de nadie, ni siquiera de los que trabajan en la compañía.
-¿Hacés home office?
-Trabajo desde Madrid, porque hoy en día con Zoom y todo este tema te pones a pensar qué tanto, por qué nos trasladábamos tanto cuando era totalmente innecesario. Aunque también viajo mucho. A cosas como estas o, de repente a una reunión de materiales donde hay que tocarlos y olerlos…
– ¿La inteligencia artificial se coló en tu metier?
-Ayuda, porque pregunto mucho. Uso chat GPT y uso Perplexity, uso todo en realidad. Hay uno que es que viene con X que está muy bueno.
-¿Todo al alcance de tu celular?
-No. Yo soy de agenda, me gusta así. Entones en mi celular lo que tengo son números de teléfono, WhatsApp, Instagram y los chats.
-¿Instagrameás vos o tenés Community Manager?
-No, lo hago yo, ¡y es privado!
Destino, Buenos Aires
Con el Programa Carolina Herrera for Women in the Arts, Carolina reafirma el compromiso de la marca con el apoyo a la creatividad femenina. “Es una iniciativa, que hacemos desde Carolina Herrera y son bastante variados los proyectos que hacemos. Esto va tomando forma en el camino, como las becas que damos para poder estudiar en FIT, el Institute of Fashion and Techonolgy en Nueva York, o la muestra que hicimos en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid. Es parecido a lo que hacemos hoy aquí en el Museo Sívori”, explica Carolina.
-¿Por qué eligieron Buenos Aires?
-Yo tengo mucha conexión con Buenos Aires. Mi hermana Ana Luisa (hija de Carolina Herrera, de su primer matrimonio con Guillermo Pacannins) está casada con un argentino (Enrique Bruchou), tiene un hijo argentino, aunque ahora viven en Uruguay o pasan mucho tiempo en Uruguay. Además, tuve exnovio argentino…
-¿Podemos hablar de él?
-No, ahí se queda -sonríe, discreta. Aunque se sabe de su relación con el argentino Francisco Bosch -. Mis padres han tenido amigos argentinos de toda la vida. Recuerdo que, cuando yo era pequeña, venían un mes a Argentina. Entonces siempre ha habido una conexión con Argentina. Y déjame decirte que me encanta el Museo Sívori…
-¿Lo conocías?
-Lo conocí hace unos años. Y es que sí -sonríe-, vengo muchas veces a Buenos Aires, ustedes no se enteran. El Sívori es un museo del que siempre me hablaban pero nunca había ido. Fui hace un año y medio, me parece íntimo y me gusta la colección que tiene. No es un museo que está solamente basado en el pasado, tiene vanguardia de este siglo y del siglo XX, que para mí no es tan pasado -ríe a carcajadas, con sus 55 años- sino que es el nuestro. Y también me encanta la directora y me gusta el programa que vienen haciendo desde 2021, “Visibles en la tempestad”. Cuando vine para explorar para hacer algo en Argentina, me pareció el indicado. Porque hemos hecho en Chile, en México y Argentina es un mercado importante, entonces era un tema emocional y un tema comercial. Así empezamos a hablar con el museo, con la directora, con la idea de qué podíamos hacer, y luego con la curadora.
-La muestra incluye a artistas argentinas, ¿qué viste de su obra?
-Me parece bonito poder presentarlas porque eso es una cosa que yo también estoy aprendiendo, porque la curaduría no la hice yo, no es mi área de expertirse. Y, de hecho, me han presentado a las artistas pero no he leído nada de la obra. Porque quiero ver la obra primero. Normalmente, cuando voy a un museo, cuando viajo, no me gusta leer sobre lo que voy a ver. Quiero verlo primero, conectar emocionalmente, que me guste o no me guste, si me encanta o me cuestiono algo, o lo que sea, primero verlo y después leer. Porque creo que le da una dimensión añadida a lo que ya… el arte es un sentimiento, lo que tu sentiste de primera.
-¿Tus cinco recomendaciones si alguien te dice que viene para Buenos Aires?
-¡Recorrer San Telmo! Sin duda.
-Hablás con acento porteño. Y usás muchos giros locales…
-Sí, puede ser, de vez en cuando. El acento debe ser por mi hermana, mi ex, mi sobrino… ¡y por mi cuñado! Y tengo muchísimas amigas en Madrid argentinas.
-¿Amigos argentinos de la moda, el trabajo o de la vida?
-No, amigos de la vida. Amo a mis amigos argentinos de Madrid, son lo más. Por eso si alguien me preguntara qué visitar en Buenos Aires, le diría que San Telmo, el MACBA (Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires), el Sívori y… ¡ay, el Colón! Me encanta el Teatro Colón, he ido a conciertos, he ido al ballet, he ido a muchas cosas de ahí.
-Quinta recomendación: ¿un lugar para salir a comer?
-Una buena parrilla, yo soy carnívora. Pero también hay un lugar nuevo que me han contado que es buenísimo al que quiero ir que se llama Ness. ¡El novio de mi sobrina cocina ahí! Además me han dicho que es tope, así que allí iremos hoy.
-¿Nada de shopping en Buenos Aires?
-En esta venida no tengo tiempo. Pero a mi hijo, que tiene 18, me encargó un mate. Le encanta.
– ¿Y a los otros dos?
– A los otros dos no les llevo nada, porque les regalo todo el tiempo cositas. Y no me han pedido nada. Es como decía mi padre, “pide y te darán”. Él pidió, se lo llevo.
De visita en el país, la hija de la reconocida diseñadora venezolana destacó el matriarcado femenino en el que se crio y su vínculo con los porteños Read More