Murió el Papa Francisco. Las reglas del funeral de Francisco que él mismo modificó para que sea más sencillo y despojado

A fines de 2023, cuando la salud de Francisco ya preocupaba a devotos y no creyentes, el Papa habló de su propia muerte en diálogo con la periodista mexicana Valentina Alazraki, a quien había recibido en ocasión de la fiesta de la Virgen de Guadalupe.

En aquella ocasión, reveló querer ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, una de las cuatro basílicas papales de Roma, y no en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano. “Ya está preparado el lugar”, precisó entonces Francisco.

La Basílica es hogar del ícono bizantino de la Virgen Salus Populi Romani, a la que solía ir a rezarle, dijo Jorge Bergoglio, incluso antes de ser electo al trono de Pedro. “Es mi gran devoción. Y antes, ya cuando venía, siempre iba ahí el domingo en la mañana que estaba en Roma, me iba un rato allí. Sí, hay una ligazón muy grande”, explicó.

En la entrevista, el Papa también dejó entrever por primera vez que había realizado cambios en el rito de los funerales del Papa. “Lo simplificamos bastante”, adelantó antes de agregar, fiel a su sentido del humo: “El ritual lo estreno yo”.

Así fue que el miércoles 20 de noviembre de 2024 el Vaticano publicó la nueva edición del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, el libro litúrgico que regula cómo deben ser los rituales de las exequias del máximo jefe de la Iglesia Católica, que fueron modificadas y simplificadas por deseo de Francisco.

La Oficina para las Celebraciones Litúrgicas, sirviéndose de diversos expertos, dijo haber llevado a cabo una profunda revisión de todo el libro, interviniendo luego en el léxico, los textos litúrgicos y cada uno de los ritos, adaptando todo el ritual a la nueva Constitución Prædicate Evangelium de marzo de 2022.

Entre los principales cambios se encontraron la decisión del Papa sobre la constatación de la muerte, solicitando que no se haga en su habitación sino en la capilla, la deposición inmediata del cuerpo del difunto adentro del ataúd, la exposición a la veneración de los fieles directamente en la basílica del Vaticano y no en el Palacio Apostólico, sin el catafalco -el armazón de madera, vestida de paños fúnebres que se erige para la celebración de las honras de un difunto- y la eliminación de los tradicionales tres féretros de ciprés, plomo y roble.

Otra novedad fue “la introducción de las indicaciones necesarias para una posible inhumación en un lugar distinto de la basílica vaticana”: precisamente en respuesta al deseo de Francisco de ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma.

Según informó entonces Vatican News, el portal del Vaticano, la nueva edición del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, fue aprobada el 29 de abril de aquel año por el Papa, quien recibió la primera copia impresa del libro el 4 noviembre.

La nueva edición reemplazó la que fue aprobada en 1998 por san Juan Pablo II, que había sido utilizada para su funeral, en 2005 y para el de su sucesor, el papa emérito Benedicto XVI en 2023.

“Una segunda edición fue necesaria en primer lugar porque el papa Francisco pidió, como él mismo declaró en varias ocasiones, simplificar y adaptar algunos ritos para que la celebración de los funerales del obispo de Roma expresara mejor la fe de la Iglesia en Cristo Resucitado”, explicó el arzobispo Diego Ravelli, maestro de las Celebraciones Litúrgicas de los Pontífices.

“La estructura del nuevo Ordo se ha simplificado revisando o eliminando varios elementos rituales que resultaban difíciles de coordinar o que ahora se consideraban inapropiados. Además, cada secuencia ritual se ha hecho más clara y precisa, del mismo modo que se han definido mejor las competencias y funciones de quienes participan en la preparación y ejecución de los ritos”, declaró entonces el Maestro de las Celebraciones Pontificias.

En ese marco, otra modificación relevante en sintonía con la simplicidad pretendida, fue la simplificación de los títulos pontificios. En la nueva edición, se habla de “Papa”, de “Obispo de Roma”, de “Pastor” o de “Romanus Pontifex” a diferencia de la anterior donde figura, por ejemplo, la expresión de “Summi Pontificis” (Sumo Pontífice), que fue dejada de lado.

“El rito renovado es para resaltar aún más que el funeral del Romano Pontífice es el de un pastor y discípulo de Cristo y no el de un poderoso de este mundo”, concluyó el arzobispo.

El protocolo de las tres estaciones

La nueva edición mantuvo el ritual de las clásicas tres “estaciones”: en la casa del difunto, en la basílica vaticana y en el lugar de la sepultura. Sin embargo, también incorporó algunas modificaciones relevantes.

“La estructura interna de las estaciones y los textos han sido revisados a la luz de la experiencia adquirida con las exequias de san Juan Pablo II y Benedicto XVI, de las actuales sensibilidades teológicas y eclesiales, y de los libros litúrgicos recientemente renovados”, dijo entonces Ravelli.

La primera estación, “en casa del difunto”, vió modificado el lugar de la constatación de la muerte, que pasó de ser en la habitación a hacerse en la capilla privada del difunto. La nueva edición también contempló la deposición del cuerpo en el ataúd de madera único y en el ataúd interior de zinc, antes de su traslado a la Basílica. Se suprimió entonces el primer traslado al Palacio Apostólico.

Algunos pasajes del texto anterior fueron precisados, remodelando así también la segunda estación. Dado que la deposición en el féretro tiene lugar tras la constatación de la muerte, el féretro se cierra la víspera de la misa exequial. La estación “en la basílica vaticana” contempló a partir de entonces un único traslado a San Pedro, el cierre del féretro y la misa exequial. En la Basílica Vaticana, el cuerpo del Papa difunto se expone directamente en el féretro y “ya no en un féretro alto”.

Además, de conformidad con lo que establece el Cæremoniale Episcoporum para las exequias de los obispos diocesanos, durante esta exposición no se coloca el báculo papal junto al féretro.

Por último, la tercera estación, “en el lugar de la sepultura”, incluye el traslado del féretro al sepulcro y el entierro. Esta estación, explica Ravelli, “ha sufrido una importante racionalización debido a la supresión del depósito y cierre del ataúd de ciprés en un segundo de plomo y un tercero de roble u otra madera”.

Cantos

La nueva edición del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis también fue revisada en lo que tiene que ver con las oraciones y el aggiornamento de las letanías de los santos.

“Para dejar mayor libertad en la elección del repertorio a interpretar”, explicó el arzobispo Ravelli, “se decidió eliminar la notación musical, insertando al mismo tiempo referencias precisas a las páginas del Graduale Romanum de 1979, como libro litúrgico oficial de canto de la Iglesia romana. También en este caso, los textos de los salmos se han uniformizado a la Nova Vulgata”.

Las letanías de los santos son cantadas durante las exequias en dos ocasiones. Durante el traslado del cuerpo del Papa a la basílica, en la forma más larga, y durante la súplica tradicional de la Iglesia de Roma, al final de la misa exequial, para la que se ha elegido la forma corta.

En la nueva edición, se incluyeron todos los santos celebrados con el grado de fiesta o memoria obligatoria, indicados en el Calendario General, y se completó con la inclusión de todos los santos Papas presentes en el Calendario General con el grado de memoria facultativa y algunos santos de la Iglesia de Roma.

Los “Novendiales”

En su último capítulo, el libro litúrgico se refiere a las disposiciones de los llamados “novendiales”, es decir, las misas en sufragio del papa difunto a celebrarse por nueve días consecutivos a partir de la misa exequial.

En la nueva versión del ritual se incluyeron cuatro, y ya no tres, formularios de oraciones, ya que se incorporaron todas las que ofrece el Missale Romanum por el Papa difunto y la del obispo diocesano fallecido. A diferencia de la edición anterior, se omitieron los textos del Leccionario, del que sólo se ofrecen en su lugar las indicaciones bíblicas.

Por último, la nueva edición no incluyó el apéndice con el Ordinario de la Misa, las colecciones de salmos penitenciales y graduales y los cantos del Ordinario con notación gregoriana.

“El Ordo Exsequiarum Romani Pontificis no está concebido como un misal plenario”, concluyó el Maestro de las Celebraciones Pontificias, sino como un Ordo en el sentido propio del término, es decir, que contiene las indicaciones rituales, el desarrollo de los ritos y los textos propios, pero se remite para todo lo demás a los libros litúrgicos en uso, es decir, el misal, el leccionario y el gradual.

“El resultado, por tanto, es un volumen más ágil, fácil de consultar y preciso en sus indicaciones rituales, un instrumento esencial para la preparación y celebración de las exequias del discípulo de Cristo elegido sucesor de Pedro”, explicó Ravelli.

A fines de 2023, cuando la salud de Francisco ya preocupaba a devotos y no creyentes, el Papa habló de su propia muerte en diálogo con la periodista mexicana Valentina Alazraki, a quien había recibido en ocasión de la fiesta de la Virgen de Guadalupe.

En aquella ocasión, reveló querer ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, una de las cuatro basílicas papales de Roma, y no en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano. “Ya está preparado el lugar”, precisó entonces Francisco.

La Basílica es hogar del ícono bizantino de la Virgen Salus Populi Romani, a la que solía ir a rezarle, dijo Jorge Bergoglio, incluso antes de ser electo al trono de Pedro. “Es mi gran devoción. Y antes, ya cuando venía, siempre iba ahí el domingo en la mañana que estaba en Roma, me iba un rato allí. Sí, hay una ligazón muy grande”, explicó.

En la entrevista, el Papa también dejó entrever por primera vez que había realizado cambios en el rito de los funerales del Papa. “Lo simplificamos bastante”, adelantó antes de agregar, fiel a su sentido del humo: “El ritual lo estreno yo”.

Así fue que el miércoles 20 de noviembre de 2024 el Vaticano publicó la nueva edición del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, el libro litúrgico que regula cómo deben ser los rituales de las exequias del máximo jefe de la Iglesia Católica, que fueron modificadas y simplificadas por deseo de Francisco.

La Oficina para las Celebraciones Litúrgicas, sirviéndose de diversos expertos, dijo haber llevado a cabo una profunda revisión de todo el libro, interviniendo luego en el léxico, los textos litúrgicos y cada uno de los ritos, adaptando todo el ritual a la nueva Constitución Prædicate Evangelium de marzo de 2022.

Entre los principales cambios se encontraron la decisión del Papa sobre la constatación de la muerte, solicitando que no se haga en su habitación sino en la capilla, la deposición inmediata del cuerpo del difunto adentro del ataúd, la exposición a la veneración de los fieles directamente en la basílica del Vaticano y no en el Palacio Apostólico, sin el catafalco -el armazón de madera, vestida de paños fúnebres que se erige para la celebración de las honras de un difunto- y la eliminación de los tradicionales tres féretros de ciprés, plomo y roble.

Otra novedad fue “la introducción de las indicaciones necesarias para una posible inhumación en un lugar distinto de la basílica vaticana”: precisamente en respuesta al deseo de Francisco de ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma.

Según informó entonces Vatican News, el portal del Vaticano, la nueva edición del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, fue aprobada el 29 de abril de aquel año por el Papa, quien recibió la primera copia impresa del libro el 4 noviembre.

La nueva edición reemplazó la que fue aprobada en 1998 por san Juan Pablo II, que había sido utilizada para su funeral, en 2005 y para el de su sucesor, el papa emérito Benedicto XVI en 2023.

“Una segunda edición fue necesaria en primer lugar porque el papa Francisco pidió, como él mismo declaró en varias ocasiones, simplificar y adaptar algunos ritos para que la celebración de los funerales del obispo de Roma expresara mejor la fe de la Iglesia en Cristo Resucitado”, explicó el arzobispo Diego Ravelli, maestro de las Celebraciones Litúrgicas de los Pontífices.

“La estructura del nuevo Ordo se ha simplificado revisando o eliminando varios elementos rituales que resultaban difíciles de coordinar o que ahora se consideraban inapropiados. Además, cada secuencia ritual se ha hecho más clara y precisa, del mismo modo que se han definido mejor las competencias y funciones de quienes participan en la preparación y ejecución de los ritos”, declaró entonces el Maestro de las Celebraciones Pontificias.

En ese marco, otra modificación relevante en sintonía con la simplicidad pretendida, fue la simplificación de los títulos pontificios. En la nueva edición, se habla de “Papa”, de “Obispo de Roma”, de “Pastor” o de “Romanus Pontifex” a diferencia de la anterior donde figura, por ejemplo, la expresión de “Summi Pontificis” (Sumo Pontífice), que fue dejada de lado.

“El rito renovado es para resaltar aún más que el funeral del Romano Pontífice es el de un pastor y discípulo de Cristo y no el de un poderoso de este mundo”, concluyó el arzobispo.

El protocolo de las tres estaciones

La nueva edición mantuvo el ritual de las clásicas tres “estaciones”: en la casa del difunto, en la basílica vaticana y en el lugar de la sepultura. Sin embargo, también incorporó algunas modificaciones relevantes.

“La estructura interna de las estaciones y los textos han sido revisados a la luz de la experiencia adquirida con las exequias de san Juan Pablo II y Benedicto XVI, de las actuales sensibilidades teológicas y eclesiales, y de los libros litúrgicos recientemente renovados”, dijo entonces Ravelli.

La primera estación, “en casa del difunto”, vió modificado el lugar de la constatación de la muerte, que pasó de ser en la habitación a hacerse en la capilla privada del difunto. La nueva edición también contempló la deposición del cuerpo en el ataúd de madera único y en el ataúd interior de zinc, antes de su traslado a la Basílica. Se suprimió entonces el primer traslado al Palacio Apostólico.

Algunos pasajes del texto anterior fueron precisados, remodelando así también la segunda estación. Dado que la deposición en el féretro tiene lugar tras la constatación de la muerte, el féretro se cierra la víspera de la misa exequial. La estación “en la basílica vaticana” contempló a partir de entonces un único traslado a San Pedro, el cierre del féretro y la misa exequial. En la Basílica Vaticana, el cuerpo del Papa difunto se expone directamente en el féretro y “ya no en un féretro alto”.

Además, de conformidad con lo que establece el Cæremoniale Episcoporum para las exequias de los obispos diocesanos, durante esta exposición no se coloca el báculo papal junto al féretro.

Por último, la tercera estación, “en el lugar de la sepultura”, incluye el traslado del féretro al sepulcro y el entierro. Esta estación, explica Ravelli, “ha sufrido una importante racionalización debido a la supresión del depósito y cierre del ataúd de ciprés en un segundo de plomo y un tercero de roble u otra madera”.

Cantos

La nueva edición del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis también fue revisada en lo que tiene que ver con las oraciones y el aggiornamento de las letanías de los santos.

“Para dejar mayor libertad en la elección del repertorio a interpretar”, explicó el arzobispo Ravelli, “se decidió eliminar la notación musical, insertando al mismo tiempo referencias precisas a las páginas del Graduale Romanum de 1979, como libro litúrgico oficial de canto de la Iglesia romana. También en este caso, los textos de los salmos se han uniformizado a la Nova Vulgata”.

Las letanías de los santos son cantadas durante las exequias en dos ocasiones. Durante el traslado del cuerpo del Papa a la basílica, en la forma más larga, y durante la súplica tradicional de la Iglesia de Roma, al final de la misa exequial, para la que se ha elegido la forma corta.

En la nueva edición, se incluyeron todos los santos celebrados con el grado de fiesta o memoria obligatoria, indicados en el Calendario General, y se completó con la inclusión de todos los santos Papas presentes en el Calendario General con el grado de memoria facultativa y algunos santos de la Iglesia de Roma.

Los “Novendiales”

En su último capítulo, el libro litúrgico se refiere a las disposiciones de los llamados “novendiales”, es decir, las misas en sufragio del papa difunto a celebrarse por nueve días consecutivos a partir de la misa exequial.

En la nueva versión del ritual se incluyeron cuatro, y ya no tres, formularios de oraciones, ya que se incorporaron todas las que ofrece el Missale Romanum por el Papa difunto y la del obispo diocesano fallecido. A diferencia de la edición anterior, se omitieron los textos del Leccionario, del que sólo se ofrecen en su lugar las indicaciones bíblicas.

Por último, la nueva edición no incluyó el apéndice con el Ordinario de la Misa, las colecciones de salmos penitenciales y graduales y los cantos del Ordinario con notación gregoriana.

“El Ordo Exsequiarum Romani Pontificis no está concebido como un misal plenario”, concluyó el Maestro de las Celebraciones Pontificias, sino como un Ordo en el sentido propio del término, es decir, que contiene las indicaciones rituales, el desarrollo de los ritos y los textos propios, pero se remite para todo lo demás a los libros litúrgicos en uso, es decir, el misal, el leccionario y el gradual.

“El resultado, por tanto, es un volumen más ágil, fácil de consultar y preciso en sus indicaciones rituales, un instrumento esencial para la preparación y celebración de las exequias del discípulo de Cristo elegido sucesor de Pedro”, explicó Ravelli.

 En 2024, el Vaticano publicó una nueva edición del libro litúrgico que regula cómo deben ser los rituales de las exequias del máximo jefe de la Iglesia Católica; el Papa buscaba asegurarse que el funeral fuera “el de un pastor y no el de un poderoso de este mundo”  Read More