Se trata de un superclásico peligroso. Un choque de planetas sin grandes apremios, lejos de las urgencias de otros tiempos, aunque siempre hay que tener mucho cuidado. Cuando parece que nada impactante puede ocurrir, pasa. Sobre todo, el día después. Los gigantes tratan de pisar terreno firme. River está encontrando, muy de a poco, algunos destellos de los mejores equipos de Marcelo Gallardo, ahora con la fortuna de su lado. Y Boca, después del colapso contra Alianza Lima que lo dejó vacío de copas durante todo 2025, también busca descubrir la mejor versión con Fernando Gago en la conducción.
Los dos poderosos de nuestro medio, que se citan este domingo, a las 15.30, en un espectacular estadio Monumental (habrá 85.018 espectadores), están clasificados para los octavos de final del torneo Apertura. Sin obligaciones de triunfos ni presiones asfixiantes para los entrenadores. Ni siquiera una derrota (si no es abultada, si no es hiriente) debería tomarlos por sorpresa: todo está por resolverse. La hipótesis de un nuevo y próximo encuentro en una instancia decisiva (tal vez, en estadio neutral), corra a un costado a este clásico, con casi todo definido. Sin embargo, los River-Boca de toda la vida dejan secuelas. Minimizarlas sería un error de principiante. Algo siempre pasa…
Boca, el líder de la Zona A, con 32 unidades, es uno de los equipos con más goles, 22 (solo superado por uno por Racing) y apenas sufrió 8, al igual que Argentinos, su perseguidor. Solo una caída por 2 a 0 contra Newell’s, en Rosario, salpica una seguidilla de 9 (de 10) triunfos en serie, varios con buenas respuestas. Se convirtió en Deportivo Ganar, una cuenta pendiente en continuado de los últimos dos entrenadores.
Las lesiones, eso sí, lo tienen en alerta: no es lo mismo jugar con Edinson Cavani que sin el uruguayo, más allá de su sequía goleadora. El caudillo es un símbolo que excede el arco. Y las deficiencias físicas de Kevin Zenón y Milton Giménez convierten a Boca en una flamante enfermería.
Sin embargo, los referentes, al fin, se sacan el sombrero. Agustín Marchesín, el arquero que debuta en el súper y Marcos Rojo, lejos de polémicas y molestias físicas. Y algo más: el chileno Palacios, cuando se dedica a jugar, es un peligro, y el uruguayo Merentiel sabe lo que es festejar ante River. Ya no es un equipo alocado en el que casi nadie vuelve: el Boca de Gago encontró el equilibrio justo, a pesar del paladar del entrenador.
Muñeco 🫡🤍❤️🤍 pic.twitter.com/qtVvunH1vi
— River Plate (@RiverPlate) April 26, 2025
River suma apenas 25 puntos (7 menos que su adversario, aunque no comparten grupo), es uno de los conjuntos con menos gol, con 15 (¡7 menos que su rival!) y apenas padeció 7, al igual que Deportivo Riestra, los más efectivos en ese rubro. Pero en este caso no se trata de una solidez defensiva evidente: Franco Armani está en modo 2018.
Las lesiones también lo tienen a maltraer (Paulo Díaz, Pity Martínez, ¿llega Borja?), la hipótesis de la pareja de centrales Pezzella-Martínez Quarta causa dudas, pero en tiempos recientes recuperó el gol con Sebastián Driussi, el pibe Mastantuono cada día brilla más y las dos últimas batallas le dan impulso.
📝 Los convocados por Marcelo Gallardo para el Superclásico en casa. 💪⚽
¡𝐕𝐀𝐌𝐎𝐒 𝐌𝐈𝐋𝐋𝐎𝐍𝐀𝐑𝐈𝐎! 🤍❤️🤍 pic.twitter.com/2RLZPRoe4H
— River Plate (@RiverPlate) April 26, 2025
El triunfo por 3-0 sobre Gimnasia en La Plata (se salvó de dos tiros en los palos) y el empate 2-2 con Independiente del Valle, en Quito, por la Libertadores (se salvó de otros dos tiros en los palos), estando abajo 2-0, al borde del precipicio y en la altura, cuando sacó a relucir el orgullo de otro tiempo. Eso sí: no está descansado como su adversario: jugó el miércoles, viajó el jueves y se entrenó dos veces rumbo al súper.
“Claramente en lo anímico vale y mucho”, contaba el Muñeco, más entero. “Vamos a jugar un clásico el domingo con un vuelo en el medio, con pocos días de descanso. El resultado final nos define que el esfuerzo no fue en vano. Vamos a enfrentar el clásico con un partido más, mientras que nuestro rival va a estar fresco esperando el partido. Nosotros nos vamos a reponer y claramente mentalmente nos va a ayudar a recuperarnos bien, rápido y enfocarnos en el clásico”, sostuvo, en el monólogo de la medianoche ecuatoriana.
¡Vamos nosotros! 💪 pic.twitter.com/4KuSQE6ZWd
— Boca Juniors (@BocaJrsOficial) April 26, 2025
Horas antes de la batalla, Lucas Martínez Quarta, zaguero millonario, dio su mirada. “River es el equipo más grande del mundo y obviamente no le vamos a tener miedo a nadie. River conformó un plantel con mucha jerarquía. Todo el trabajo que la dirigencia vino haciendo estos últimos años les dio la posibilidad de que hoy se pudieran dar ese gusto. Cuando llegué al club sabíamos de la exigencia que nos esperaba, porque al conformar un grupo así la gente espera que podamos ganar todos los partidos. Igual, la realidad es que el fútbol argentino no es fácil. Creo que ahora estamos mucho más consolidados que al principio y con la seguridad de lo que podemos dar”, advirtió.
Agustín Marchesín, en la otra frontera, tomó nota. “Este es el clásico que siempre esperé jugar. Como hincha de Boca, será algo especial y muy lindo. Estoy viviendo un sueño porque estoy defendiendo la camiseta que siempre soñé defender. Y lo tomo como tal: para mí cada partido significa jugar como un hincha y agradecido a la oportunidad de que el club me dio de defender la camiseta de este lado. Tenemos un plantel con mucha jerarquía, que sabe lo que significa jugar en Boca. Obviamente somos el equipo más grande de la Argentina, entonces siempre tenemos que ganar donde juguemos. Será una final más”, sostuvo.
🔜 ¡𝗣𝗥𝗢́𝗫𝗜𝗠𝗢 𝗣𝗔𝗥𝗧𝗜𝗗𝗢!
⚽ #Torneo2025
🆚 River
🗓 Domingo 27/4
🕙 15:30
🏟 Estadio Mâs Monumental
💻 @elcanaldeboca#DaleBoca 🔵🟡🔵 pic.twitter.com/VB7I6rJRCk
— Boca Juniors (@BocaJrsOficial) April 26, 2025
Muchas veces, la construcción de los grandes equipos se respalda detrás de las batallas en los clásicos. Suerte de punto de partida, suerte también de punto de inflexión. River, repleto de caciques, figuras de otro tiempo y hombres de selección, todavía no alcanzó a consolidar un equipo que represente al hombre de la estatua. Tal vez sea un buen momento. La Libertadores es la obsesión, pero el campeonato puede ser la fórmula de despegue ideal.
Boca, que hace un curso permanente de resiliencia, con estrellas que no brillan y jugadores que aprendieron a los golpes la prepotencia del escudo, es el equipo que mejor se adapta a las circunstancias domésticas. Ganar, ganar, ganar. Debe dar, aún, un gran golpe sobre la mesa. Tal vez sea un buen momento. Sin Libertadores, River y el campeonato lo esperan con el deseo de siempre, el de toda su vida.
Se trata de un superclásico peligroso. Un choque de planetas sin grandes apremios, lejos de las urgencias de otros tiempos, aunque siempre hay que tener mucho cuidado. Cuando parece que nada impactante puede ocurrir, pasa. Sobre todo, el día después. Los gigantes tratan de pisar terreno firme. River está encontrando, muy de a poco, algunos destellos de los mejores equipos de Marcelo Gallardo, ahora con la fortuna de su lado. Y Boca, después del colapso contra Alianza Lima que lo dejó vacío de copas durante todo 2025, también busca descubrir la mejor versión con Fernando Gago en la conducción.
Los dos poderosos de nuestro medio, que se citan este domingo, a las 15.30, en un espectacular estadio Monumental (habrá 85.018 espectadores), están clasificados para los octavos de final del torneo Apertura. Sin obligaciones de triunfos ni presiones asfixiantes para los entrenadores. Ni siquiera una derrota (si no es abultada, si no es hiriente) debería tomarlos por sorpresa: todo está por resolverse. La hipótesis de un nuevo y próximo encuentro en una instancia decisiva (tal vez, en estadio neutral), corra a un costado a este clásico, con casi todo definido. Sin embargo, los River-Boca de toda la vida dejan secuelas. Minimizarlas sería un error de principiante. Algo siempre pasa…
Boca, el líder de la Zona A, con 32 unidades, es uno de los equipos con más goles, 22 (solo superado por uno por Racing) y apenas sufrió 8, al igual que Argentinos, su perseguidor. Solo una caída por 2 a 0 contra Newell’s, en Rosario, salpica una seguidilla de 9 (de 10) triunfos en serie, varios con buenas respuestas. Se convirtió en Deportivo Ganar, una cuenta pendiente en continuado de los últimos dos entrenadores.
Las lesiones, eso sí, lo tienen en alerta: no es lo mismo jugar con Edinson Cavani que sin el uruguayo, más allá de su sequía goleadora. El caudillo es un símbolo que excede el arco. Y las deficiencias físicas de Kevin Zenón y Milton Giménez convierten a Boca en una flamante enfermería.
Sin embargo, los referentes, al fin, se sacan el sombrero. Agustín Marchesín, el arquero que debuta en el súper y Marcos Rojo, lejos de polémicas y molestias físicas. Y algo más: el chileno Palacios, cuando se dedica a jugar, es un peligro, y el uruguayo Merentiel sabe lo que es festejar ante River. Ya no es un equipo alocado en el que casi nadie vuelve: el Boca de Gago encontró el equilibrio justo, a pesar del paladar del entrenador.
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River suma apenas 25 puntos (7 menos que su adversario, aunque no comparten grupo), es uno de los conjuntos con menos gol, con 15 (¡7 menos que su rival!) y apenas padeció 7, al igual que Deportivo Riestra, los más efectivos en ese rubro. Pero en este caso no se trata de una solidez defensiva evidente: Franco Armani está en modo 2018.
Las lesiones también lo tienen a maltraer (Paulo Díaz, Pity Martínez, ¿llega Borja?), la hipótesis de la pareja de centrales Pezzella-Martínez Quarta causa dudas, pero en tiempos recientes recuperó el gol con Sebastián Driussi, el pibe Mastantuono cada día brilla más y las dos últimas batallas le dan impulso.
📝 Los convocados por Marcelo Gallardo para el Superclásico en casa. 💪⚽
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El triunfo por 3-0 sobre Gimnasia en La Plata (se salvó de dos tiros en los palos) y el empate 2-2 con Independiente del Valle, en Quito, por la Libertadores (se salvó de otros dos tiros en los palos), estando abajo 2-0, al borde del precipicio y en la altura, cuando sacó a relucir el orgullo de otro tiempo. Eso sí: no está descansado como su adversario: jugó el miércoles, viajó el jueves y se entrenó dos veces rumbo al súper.
“Claramente en lo anímico vale y mucho”, contaba el Muñeco, más entero. “Vamos a jugar un clásico el domingo con un vuelo en el medio, con pocos días de descanso. El resultado final nos define que el esfuerzo no fue en vano. Vamos a enfrentar el clásico con un partido más, mientras que nuestro rival va a estar fresco esperando el partido. Nosotros nos vamos a reponer y claramente mentalmente nos va a ayudar a recuperarnos bien, rápido y enfocarnos en el clásico”, sostuvo, en el monólogo de la medianoche ecuatoriana.
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Horas antes de la batalla, Lucas Martínez Quarta, zaguero millonario, dio su mirada. “River es el equipo más grande del mundo y obviamente no le vamos a tener miedo a nadie. River conformó un plantel con mucha jerarquía. Todo el trabajo que la dirigencia vino haciendo estos últimos años les dio la posibilidad de que hoy se pudieran dar ese gusto. Cuando llegué al club sabíamos de la exigencia que nos esperaba, porque al conformar un grupo así la gente espera que podamos ganar todos los partidos. Igual, la realidad es que el fútbol argentino no es fácil. Creo que ahora estamos mucho más consolidados que al principio y con la seguridad de lo que podemos dar”, advirtió.
Agustín Marchesín, en la otra frontera, tomó nota. “Este es el clásico que siempre esperé jugar. Como hincha de Boca, será algo especial y muy lindo. Estoy viviendo un sueño porque estoy defendiendo la camiseta que siempre soñé defender. Y lo tomo como tal: para mí cada partido significa jugar como un hincha y agradecido a la oportunidad de que el club me dio de defender la camiseta de este lado. Tenemos un plantel con mucha jerarquía, que sabe lo que significa jugar en Boca. Obviamente somos el equipo más grande de la Argentina, entonces siempre tenemos que ganar donde juguemos. Será una final más”, sostuvo.
🔜 ¡𝗣𝗥𝗢́𝗫𝗜𝗠𝗢 𝗣𝗔𝗥𝗧𝗜𝗗𝗢!
⚽ #Torneo2025
🆚 River
🗓 Domingo 27/4
🕙 15:30
🏟 Estadio Mâs Monumental
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Muchas veces, la construcción de los grandes equipos se respalda detrás de las batallas en los clásicos. Suerte de punto de partida, suerte también de punto de inflexión. River, repleto de caciques, figuras de otro tiempo y hombres de selección, todavía no alcanzó a consolidar un equipo que represente al hombre de la estatua. Tal vez sea un buen momento. La Libertadores es la obsesión, pero el campeonato puede ser la fórmula de despegue ideal.
Boca, que hace un curso permanente de resiliencia, con estrellas que no brillan y jugadores que aprendieron a los golpes la prepotencia del escudo, es el equipo que mejor se adapta a las circunstancias domésticas. Ganar, ganar, ganar. Debe dar, aún, un gran golpe sobre la mesa. Tal vez sea un buen momento. Sin Libertadores, River y el campeonato lo esperan con el deseo de siempre, el de toda su vida.
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