Delfina Brea, la “superpiba” que rompe con los moldes de la elite del pádel y que está a la caza del número uno del mundo

Fútbol, básquetbol, handball, no le escapó nunca a ningún deporte. El tenis finalmente domó sus inquietudes, por herencia, es cierto, pero ella se subió a la aventura y con una raqueta en la mano en las categorías junior del tenis argentino comenzó a saber lo que era competir. Alimentó ese gen, lo mantiene vivo, es insaciable. Lo hizo hasta los 12 años, cuando decidió cambiar de actividad y entendió que definitivamente su vida debía ir por otro lado: el pádel.

Así construyó su historia, porque Delfina Brea esta signada para trascender, tanto que en menos de 8 temporadas en el circuito profesional femenino, la jugadora de 25 años, que nació en Buenos Aires y que en España bautizaron como la “superpiba”, se convirtió en la única argentina que está en el top 10 del ranking mundial y ve cómo la posibilidad de trepar hasta el número uno está ahí más cerca que nunca. Y la estación de Premier Padel de Buenos Aires, del 26 de mayo al 1° de junio en el Parque Roca, es otro escalón más.

Su padre, Nito Brea, uno de los jugadores más reconocidos en el pádel profesional en la Argentina, fue clave en esta decisión de Delfina, ya que estaba al frente de un club de pádel en Buenos Aires, donde su hija se pasaba horas y horas entrenando.

Empezó a dejar en claro que su talento no tenía techo desde el momento en el que comenzó a destacarse en torneos junto Aranza Osoro, cuando apenas tenían 13 y 14 años. Delfina consiguió un patrocinio que le permitió viajar a España en 2015, cuando tenía 15 años. Su paso por Europa fue determinante para que entender que podía llegar a vivir del pádel. Dos años después, con 17, se mudó a España para intentar hacer realidad su sueño. Durante la primera temporada, empezó a adaptarse al nivel de élite de World Padel Tour junto a Sara Pujals, y en 2018 la experimentada Ana Catarina Nogueira confió en ella a pesar de tener apenas 18 años.

Y no defraudó porque un puñado de meses juntas fue suficiente para que Delfina pueda conseguir su primer título como jugadora profesional. Fue en Valladolid, en Arroyo de la Encomienda, en un Challenger del circuito World Padel Tour. Ninguna española levantando el título, algo inusual hasta el momento, algo que Delfina Brea se encargó de volver más natural, tanto que ahora podría volver a darle el número uno a la Argentina, algo que no sucede desde hace 12 años, cuando Cecilia Reiter, su referente, se mantuvo en la cima desde 2010 hasta finales de 2013.

Fue compañera de Tamara Icardo, pero con Bea González demostró que es una de la mejores derechas del circuito. Aunque en 2025 optó por un nuevo cambio y su nuevo proyecto en 2025 junto a la española y exnúmero uno Gemma Triay, definitivamente tiene un único objetivo: el escalón más alto del ranking. Y así lo están demostrando como segunda mejor pareja del mundo. Cinco finales en seis torneos disputados, y de los seis torneos son 4 los títulos que suman de manera consecutiva, dejando en tablas el torneo de Chile. Levantaron el primer Major del año en Barcelona, frente a Ari Sánchez y Paula Josemaría y la Delfina Brea se convirtió en la primera jugadora no española en hacerlo.

-¿Tenés tiempo de repasar cómo llegaste a España con apenas 17 años?

-Fue bastante difícil el salto, pero también tuve mucha suerte. Mi papá siempre fue una referencia en el pádel y un entrenador muy prestigioso. Eso me abrió muchas puertas con el tema de los sponsors y me dio una visibilidad por la que, igualmente, debí trabajar y jugar bien para mantenerla. Lo más complicado fue la parte emocional al venirme a España. Al principio, mi familia se iba turnando para acompañarme, cada uno como podía. Después de un par de años, mi mamá y mi hermana se vinieron a vivir acá, y mi papá va y viene todo el tiempo, lo que facilitó mucho las cosas.

-¿Atravesaste dificultades económicas para sostenerte en la elite?

-Cuando apenas me mudé fue muy difícil desde lo económico. En mi país siempre fuimos una familia de clase media, sin lujos pero sin faltarnos nada. Sin embargo, el salto a Europa fue complicado, porque no podíamos hacer mucho afuera del pádel. No alcanzaba. Todo lo que ganaba en los torneos lo reinvertía en mi carrera, lo mismo que lo que recibía de los sponsors. Fue un caminito de hormiga, muy de a poco, pero siempre con el apoyo enorme de mi familia.

-¿Qué jugadoras veías y te motivaban para querer ser profesional del pádel?

-Mis referentes fueron Cecilia Reiter, Cata Tenorio y Vale Pavón, jugadoras que, con lo poco que tenían, se fueron a España a pelearla. Eran muy prestigiosas en su momento y yo me apoyé mucho en ellas cuando llegué, para entender más sobre este mundo.

-Y vos, ¿sentís que ahora ya sos referente para otras jovenes?

-Sí, creo que soy referente para las futuras generaciones del pádel argentino. Eso también me motiva a ser cada vez mejor jugadora, comunicadora… En síntesis, en todos los aspectos. Entiendo la responsabilidad que implica el trabajo que hago y me gusta que los demás nos miren y que se proyecten en lo que pueden alcanzar. Es un privilegio estar donde estoy, y creo que soy un espejo en el que otros pueden mirarse para llegar.

-¿Cómo se maneja la presión de tener que luchar para ser la número uno del mundo?

-Obviamente que la presión está. Es innegable. Mucha gente nos dice que vamos a ser las número 1, pero yo trato de no meterme mucho en las redes. No me pongo a leer cosas después de los partidos, ni cuando ganamos ni cuando perdemos. Ojalá logremos ese objetivo, pero todavía falta mucho. Va a ser un año muy largo de muchos viajes, de muchas cosas, hay que tener mucha tranquilidad para afrontarlo. La verdad que es un tema del que no se habla mucho, pero por el el hecho de que todavía no es algo que esté tan a la mano. Es el objetivo, eso 100% que es el objetivo de la pareja, pero llegará con el buen juego y con los buenos partidos.

-¿Trabajás de alguna manera en particular para evitar la ansiedad de tener cerca el objetivo?

-Hay algo de ansiedad, no lo voy a negar. Porque cuando vas ganando torneos y ves cómo se suman los puntos, sentís que de a poco te vas acercando a ese objetivo, pero sabemos que hasta fin de año no hay nada que festejar. Además, esta temporada se suma el Mundial por parejas que va a repartir 2.000 puntos, así que vamos a tener que esperar hasta el final…

-Ante un escenario de tanta presión y de ansiedad, ¿trabajás con alguna terapeuta? ¿Creés en la psicología aplicada al deporte?

-Creo que es muy importante hacer terapia el tiempo que uno necesite para para conocerse. Yo hice muchos años de terapia, ahora mismo no estoy con con sesiones semanales. Estamos con Gema, estamos con una psicóloga en común de la pareja, apuntándolo más a lo deportivo y a lo que implica jugar en pareja. Pero en lo personal siento que tengo un día a día muy tranquila, un día a día muy normal, la paso bien, me gusta entrenar, me gusta mejorarme, me gusta el círculo en donde estoy, me gusta venir a los torneos y con la gente con la que estoy. Y si no estoy con el pádel, estoy sentada en la cama o tomando un café, mirando Olga, o estando conectada con la gente de Argentina. Lo que a mí no me gusta es capaz alterar cosas, nada tiene que cambiar por ganar más partidos. Eso es lo que es lo que no creo que hay que hacer. Siento que hay que seguir con las rutinas que uno tiene de todos los días, de toda la vida, de volver del torneo y comer las milanesas con puré de mi mamá.

-¿Cómo es el proceso de hacer “terapia de pareja”?

-Eh, es terapia de pareja, yo creo que literal. Nunca hice terapia de pareja, pero me parece que debe ser muy similar a lo que hacemos. Bueno, es un poco poner en común sensaciones de propias con la otra, cosas que le transmite la otra, formas de comunicarse. Nos estamos conociendo y también hay sensibilidades que cada uno tiene en ciertos temas o en ciertas cosas. Cómo nos hablamos en la cancha, porque hay momentos en los que decimos cosas que no ayuda a la otra y está bueno tener alguien en el medio capacitado para hacer esa tarea que nos guía un poco de cuál es la forma de, al final, llevarnos bien y de jugar bien, porque queremos ser la mejor pareja posible y las mejores jugadoras individuales que juegan juntas. Para eso también está bueno tener a alguien que te ayude a manejar un poco esos momentos de tensión que a veces uno no controla tanto.

-¿Te sorprendió el poco tiempo que les llevó la adaptación de jugar con Gema?

-No me sorprendió porque somos dos jugadoras muy trabajadoras y muy implicadas en lo que es el proyecto. Somos dos jugadoras que nos pusimos a trabajar mucho para que las cosas funcionen lo antes posible. Creo que tenemos un juego que se puede adaptar muy bien y se puede enganchar muy bien y que necesitamos un poco más de tiempo para alcanzar el máximo de nuestro nivel. Hay que conocerse, hay un proceso también de equipo con los entrenadores. Igual, creo que lo hicimos muy rápido el cambio y ahora hay que sostenerlo.

-¿Qué pasó en 2023 para que explotes en tu potencial?

-Creo que pasó que capaz mejoré producto del proceso de aprendizaje y el tiempo de adaptación que tuve que tener para poder jugar cada vez mejor acá. Creo que es un proceso de desarrollo normal que tienen todas las jugadoras. Yo tuve la suerte de poder adaptarme rápido y también encontré la gente con la que me quería rodear y el equipo con el que quería estar. Eso es muy importante porque estamos en un deporte que es todo en equipo, es muy difícil que un jugador gane solo, hay que hacer un buen equipo en todos los aspectos, adentro y afuera de la cancha. Me parece que los años anteriores hice mucho trabajo personal y profesional para poder estar preparada para lo que estoy haciendo hoy.

-Se acerca el Premier Padel de Buenos Aires, ¿se te juegan más cosas emocionalmente?

-Muchas cosas. En Mar del Plata estaba mucho más nerviosa que en general, o sea, el primer partido que entrás a la cancha es a todo o nada, pero intento no pensarlo mucho, intento que mis días sean normales y tampoco darle mucha vuelta porque ahí es cuando te empezás a acelerar. Siento que lo que quiero es disfrutarlo más allá del resultado.

-¿Cuánto disfrutás de jugar al padel?

-Hoy justo lo estaba pensando. Estaba peloteando y empecé a pegarle a la pelota y me dije “cómo me gusta jugar al pádel”. O sea, lo pensé, pero no me sale eso todos los días. Si te digo eso, te miento un montón. No, todos los días me gusta jugar al pádel. Hay días que me gusta más, hay días que me gusta menos. Pero en general es un deporte que me encanta. Es un deporte que me gusta mucho ver. Me puedo quedar en un club o mirando el streaming horas, me miro todos los partidos que haya. Si el fin de semana que tengo libre hay un partido lo veo. Es un deporte que me apasiona, me gusta mucho leer los partidos, ver la táctica, ver por dónde se puede mejorar. Es un deporte que disfruto mucho de jugarlo, disfruto mucho de las situaciones que se dan en la cancha, de cómo revertirlas, la verdad que me encanta. Aunque no todos los días tengo ganas de ir a entrenar, hay días que son muy duros, sobre todo cuando estás cansada o cuando volvés de un viaje. Hay momentos que necesitás un reseteo, pero por lo general no lo tenés y necesito un día más de tranquilidad y capaz no tocar la paleta porque terminamos medio quemadas.

-¿Cómo hacés esos días en los que no te gusta tanto jugar al pádel?

-Intento tomármelo como mi trabajo. Que a mí me pagan para hacer esto, como si estuviese en una oficina y tengo que trabajar. Hay veces que no queda otra o no se puede elegir cuándo tengo ganas o cuándo no. Intento pensar un poco así. No sé si está bien o mal o si está bueno o si no está tan bueno, pero creo que todos tenemos obligaciones y cosas que tenemos que cumplir aunque no nos guste tanto. Es decime: “Bueno, lo saco y reinicio y y vamos de vuelta”.

-¿Qué sentís que tenés que mejorar?

-Creo que tengo que mejorar muchas cosas, para el año, siento que debo trabajar más el smash y la parte aérea, que estoy trabajando todos los días, pero me parece algo que será fundamental en el futuro del pádel. Siempre todos los días se encuentra algo o una jugada o un golpe o algo muy específico que se puede mejorar. También las rivales te van proponiendo cosas nuevas por evolucionar.

-¿Volviste a jugar al tenis?

-Sí, sí, sí, alguna vez más jugué y ahora mismo tengo muchas ganas de jugar al tenis, por ejemplo. Pero no juego antes de los torneos, para cuidr los codos, los antebrazos, porque si me pongo a jugar al tenis me emociono y después me duele todo. Pero cada tanto me gusta, me gusta jugar al tenis. La verdad que es un deporte que lo disfruté mucho, después lo sufrí mucho y lo dejé y por muchos años no jugué nunca más, pero me gusta. Ahora que tenemos un par de semanas libres me voy a poner a jugar.

Fútbol, básquetbol, handball, no le escapó nunca a ningún deporte. El tenis finalmente domó sus inquietudes, por herencia, es cierto, pero ella se subió a la aventura y con una raqueta en la mano en las categorías junior del tenis argentino comenzó a saber lo que era competir. Alimentó ese gen, lo mantiene vivo, es insaciable. Lo hizo hasta los 12 años, cuando decidió cambiar de actividad y entendió que definitivamente su vida debía ir por otro lado: el pádel.

Así construyó su historia, porque Delfina Brea esta signada para trascender, tanto que en menos de 8 temporadas en el circuito profesional femenino, la jugadora de 25 años, que nació en Buenos Aires y que en España bautizaron como la “superpiba”, se convirtió en la única argentina que está en el top 10 del ranking mundial y ve cómo la posibilidad de trepar hasta el número uno está ahí más cerca que nunca. Y la estación de Premier Padel de Buenos Aires, del 26 de mayo al 1° de junio en el Parque Roca, es otro escalón más.

Su padre, Nito Brea, uno de los jugadores más reconocidos en el pádel profesional en la Argentina, fue clave en esta decisión de Delfina, ya que estaba al frente de un club de pádel en Buenos Aires, donde su hija se pasaba horas y horas entrenando.

Empezó a dejar en claro que su talento no tenía techo desde el momento en el que comenzó a destacarse en torneos junto Aranza Osoro, cuando apenas tenían 13 y 14 años. Delfina consiguió un patrocinio que le permitió viajar a España en 2015, cuando tenía 15 años. Su paso por Europa fue determinante para que entender que podía llegar a vivir del pádel. Dos años después, con 17, se mudó a España para intentar hacer realidad su sueño. Durante la primera temporada, empezó a adaptarse al nivel de élite de World Padel Tour junto a Sara Pujals, y en 2018 la experimentada Ana Catarina Nogueira confió en ella a pesar de tener apenas 18 años.

Y no defraudó porque un puñado de meses juntas fue suficiente para que Delfina pueda conseguir su primer título como jugadora profesional. Fue en Valladolid, en Arroyo de la Encomienda, en un Challenger del circuito World Padel Tour. Ninguna española levantando el título, algo inusual hasta el momento, algo que Delfina Brea se encargó de volver más natural, tanto que ahora podría volver a darle el número uno a la Argentina, algo que no sucede desde hace 12 años, cuando Cecilia Reiter, su referente, se mantuvo en la cima desde 2010 hasta finales de 2013.

Fue compañera de Tamara Icardo, pero con Bea González demostró que es una de la mejores derechas del circuito. Aunque en 2025 optó por un nuevo cambio y su nuevo proyecto en 2025 junto a la española y exnúmero uno Gemma Triay, definitivamente tiene un único objetivo: el escalón más alto del ranking. Y así lo están demostrando como segunda mejor pareja del mundo. Cinco finales en seis torneos disputados, y de los seis torneos son 4 los títulos que suman de manera consecutiva, dejando en tablas el torneo de Chile. Levantaron el primer Major del año en Barcelona, frente a Ari Sánchez y Paula Josemaría y la Delfina Brea se convirtió en la primera jugadora no española en hacerlo.

-¿Tenés tiempo de repasar cómo llegaste a España con apenas 17 años?

-Fue bastante difícil el salto, pero también tuve mucha suerte. Mi papá siempre fue una referencia en el pádel y un entrenador muy prestigioso. Eso me abrió muchas puertas con el tema de los sponsors y me dio una visibilidad por la que, igualmente, debí trabajar y jugar bien para mantenerla. Lo más complicado fue la parte emocional al venirme a España. Al principio, mi familia se iba turnando para acompañarme, cada uno como podía. Después de un par de años, mi mamá y mi hermana se vinieron a vivir acá, y mi papá va y viene todo el tiempo, lo que facilitó mucho las cosas.

-¿Atravesaste dificultades económicas para sostenerte en la elite?

-Cuando apenas me mudé fue muy difícil desde lo económico. En mi país siempre fuimos una familia de clase media, sin lujos pero sin faltarnos nada. Sin embargo, el salto a Europa fue complicado, porque no podíamos hacer mucho afuera del pádel. No alcanzaba. Todo lo que ganaba en los torneos lo reinvertía en mi carrera, lo mismo que lo que recibía de los sponsors. Fue un caminito de hormiga, muy de a poco, pero siempre con el apoyo enorme de mi familia.

-¿Qué jugadoras veías y te motivaban para querer ser profesional del pádel?

-Mis referentes fueron Cecilia Reiter, Cata Tenorio y Vale Pavón, jugadoras que, con lo poco que tenían, se fueron a España a pelearla. Eran muy prestigiosas en su momento y yo me apoyé mucho en ellas cuando llegué, para entender más sobre este mundo.

-Y vos, ¿sentís que ahora ya sos referente para otras jovenes?

-Sí, creo que soy referente para las futuras generaciones del pádel argentino. Eso también me motiva a ser cada vez mejor jugadora, comunicadora… En síntesis, en todos los aspectos. Entiendo la responsabilidad que implica el trabajo que hago y me gusta que los demás nos miren y que se proyecten en lo que pueden alcanzar. Es un privilegio estar donde estoy, y creo que soy un espejo en el que otros pueden mirarse para llegar.

-¿Cómo se maneja la presión de tener que luchar para ser la número uno del mundo?

-Obviamente que la presión está. Es innegable. Mucha gente nos dice que vamos a ser las número 1, pero yo trato de no meterme mucho en las redes. No me pongo a leer cosas después de los partidos, ni cuando ganamos ni cuando perdemos. Ojalá logremos ese objetivo, pero todavía falta mucho. Va a ser un año muy largo de muchos viajes, de muchas cosas, hay que tener mucha tranquilidad para afrontarlo. La verdad que es un tema del que no se habla mucho, pero por el el hecho de que todavía no es algo que esté tan a la mano. Es el objetivo, eso 100% que es el objetivo de la pareja, pero llegará con el buen juego y con los buenos partidos.

-¿Trabajás de alguna manera en particular para evitar la ansiedad de tener cerca el objetivo?

-Hay algo de ansiedad, no lo voy a negar. Porque cuando vas ganando torneos y ves cómo se suman los puntos, sentís que de a poco te vas acercando a ese objetivo, pero sabemos que hasta fin de año no hay nada que festejar. Además, esta temporada se suma el Mundial por parejas que va a repartir 2.000 puntos, así que vamos a tener que esperar hasta el final…

-Ante un escenario de tanta presión y de ansiedad, ¿trabajás con alguna terapeuta? ¿Creés en la psicología aplicada al deporte?

-Creo que es muy importante hacer terapia el tiempo que uno necesite para para conocerse. Yo hice muchos años de terapia, ahora mismo no estoy con con sesiones semanales. Estamos con Gema, estamos con una psicóloga en común de la pareja, apuntándolo más a lo deportivo y a lo que implica jugar en pareja. Pero en lo personal siento que tengo un día a día muy tranquila, un día a día muy normal, la paso bien, me gusta entrenar, me gusta mejorarme, me gusta el círculo en donde estoy, me gusta venir a los torneos y con la gente con la que estoy. Y si no estoy con el pádel, estoy sentada en la cama o tomando un café, mirando Olga, o estando conectada con la gente de Argentina. Lo que a mí no me gusta es capaz alterar cosas, nada tiene que cambiar por ganar más partidos. Eso es lo que es lo que no creo que hay que hacer. Siento que hay que seguir con las rutinas que uno tiene de todos los días, de toda la vida, de volver del torneo y comer las milanesas con puré de mi mamá.

-¿Cómo es el proceso de hacer “terapia de pareja”?

-Eh, es terapia de pareja, yo creo que literal. Nunca hice terapia de pareja, pero me parece que debe ser muy similar a lo que hacemos. Bueno, es un poco poner en común sensaciones de propias con la otra, cosas que le transmite la otra, formas de comunicarse. Nos estamos conociendo y también hay sensibilidades que cada uno tiene en ciertos temas o en ciertas cosas. Cómo nos hablamos en la cancha, porque hay momentos en los que decimos cosas que no ayuda a la otra y está bueno tener alguien en el medio capacitado para hacer esa tarea que nos guía un poco de cuál es la forma de, al final, llevarnos bien y de jugar bien, porque queremos ser la mejor pareja posible y las mejores jugadoras individuales que juegan juntas. Para eso también está bueno tener a alguien que te ayude a manejar un poco esos momentos de tensión que a veces uno no controla tanto.

-¿Te sorprendió el poco tiempo que les llevó la adaptación de jugar con Gema?

-No me sorprendió porque somos dos jugadoras muy trabajadoras y muy implicadas en lo que es el proyecto. Somos dos jugadoras que nos pusimos a trabajar mucho para que las cosas funcionen lo antes posible. Creo que tenemos un juego que se puede adaptar muy bien y se puede enganchar muy bien y que necesitamos un poco más de tiempo para alcanzar el máximo de nuestro nivel. Hay que conocerse, hay un proceso también de equipo con los entrenadores. Igual, creo que lo hicimos muy rápido el cambio y ahora hay que sostenerlo.

-¿Qué pasó en 2023 para que explotes en tu potencial?

-Creo que pasó que capaz mejoré producto del proceso de aprendizaje y el tiempo de adaptación que tuve que tener para poder jugar cada vez mejor acá. Creo que es un proceso de desarrollo normal que tienen todas las jugadoras. Yo tuve la suerte de poder adaptarme rápido y también encontré la gente con la que me quería rodear y el equipo con el que quería estar. Eso es muy importante porque estamos en un deporte que es todo en equipo, es muy difícil que un jugador gane solo, hay que hacer un buen equipo en todos los aspectos, adentro y afuera de la cancha. Me parece que los años anteriores hice mucho trabajo personal y profesional para poder estar preparada para lo que estoy haciendo hoy.

-Se acerca el Premier Padel de Buenos Aires, ¿se te juegan más cosas emocionalmente?

-Muchas cosas. En Mar del Plata estaba mucho más nerviosa que en general, o sea, el primer partido que entrás a la cancha es a todo o nada, pero intento no pensarlo mucho, intento que mis días sean normales y tampoco darle mucha vuelta porque ahí es cuando te empezás a acelerar. Siento que lo que quiero es disfrutarlo más allá del resultado.

-¿Cuánto disfrutás de jugar al padel?

-Hoy justo lo estaba pensando. Estaba peloteando y empecé a pegarle a la pelota y me dije “cómo me gusta jugar al pádel”. O sea, lo pensé, pero no me sale eso todos los días. Si te digo eso, te miento un montón. No, todos los días me gusta jugar al pádel. Hay días que me gusta más, hay días que me gusta menos. Pero en general es un deporte que me encanta. Es un deporte que me gusta mucho ver. Me puedo quedar en un club o mirando el streaming horas, me miro todos los partidos que haya. Si el fin de semana que tengo libre hay un partido lo veo. Es un deporte que me apasiona, me gusta mucho leer los partidos, ver la táctica, ver por dónde se puede mejorar. Es un deporte que disfruto mucho de jugarlo, disfruto mucho de las situaciones que se dan en la cancha, de cómo revertirlas, la verdad que me encanta. Aunque no todos los días tengo ganas de ir a entrenar, hay días que son muy duros, sobre todo cuando estás cansada o cuando volvés de un viaje. Hay momentos que necesitás un reseteo, pero por lo general no lo tenés y necesito un día más de tranquilidad y capaz no tocar la paleta porque terminamos medio quemadas.

-¿Cómo hacés esos días en los que no te gusta tanto jugar al pádel?

-Intento tomármelo como mi trabajo. Que a mí me pagan para hacer esto, como si estuviese en una oficina y tengo que trabajar. Hay veces que no queda otra o no se puede elegir cuándo tengo ganas o cuándo no. Intento pensar un poco así. No sé si está bien o mal o si está bueno o si no está tan bueno, pero creo que todos tenemos obligaciones y cosas que tenemos que cumplir aunque no nos guste tanto. Es decime: “Bueno, lo saco y reinicio y y vamos de vuelta”.

-¿Qué sentís que tenés que mejorar?

-Creo que tengo que mejorar muchas cosas, para el año, siento que debo trabajar más el smash y la parte aérea, que estoy trabajando todos los días, pero me parece algo que será fundamental en el futuro del pádel. Siempre todos los días se encuentra algo o una jugada o un golpe o algo muy específico que se puede mejorar. También las rivales te van proponiendo cosas nuevas por evolucionar.

-¿Volviste a jugar al tenis?

-Sí, sí, sí, alguna vez más jugué y ahora mismo tengo muchas ganas de jugar al tenis, por ejemplo. Pero no juego antes de los torneos, para cuidr los codos, los antebrazos, porque si me pongo a jugar al tenis me emociono y después me duele todo. Pero cada tanto me gusta, me gusta jugar al tenis. La verdad que es un deporte que lo disfruté mucho, después lo sufrí mucho y lo dejé y por muchos años no jugué nunca más, pero me gusta. Ahora que tenemos un par de semanas libres me voy a poner a jugar.

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