Se animó a vivir en el campo y ahí puso en práctica todo lo aprendido durante su infancia

“Mis primeros años fueron en San Pedro, y recuerdo acompañar a mi papá a la quinta del vecino que tenía muchas rosas”, recuerda Mercedes Gallardo. “Cuando tenía 10 años nos mudamos al Tigre. En esa casa teníamos un jardín muy grande, con muchas plantas: hortensias, rosales, paltos gigantes, siempre todo muy verde y frondoso”. Artista y bordadora, vive en Tandil desde que se casó con Enrique, hace 13 años. “La naturaleza en mi vida esta presente desde que nací -retoma- y es lo que busco transmitirle a mi hijo de 11 años. Que pueda prestar atención al canto de un pájaro, al crecimiento de las plantas, a los ciclos de las estaciones y a cómo cambia el paisaje. Siento que aprender estas cosas es clave para afinar el alma, detenerse en los detalles y conocer los procesos de las cosas”.

“Vivir en el campo es una experiencia muy transformadora, en la etapa de crianza es espectacular. A medida que los hijos crecen, sus necesidades se van contraponiendo un poco con este estilo de vida, el ideal es tener un lugar en la ciudad para poder ‘hacer tiempo’”

La casa de Mercedes se ubica a 20km de Tandil. “En el Tigre todo nace verde y exuberante, pero Tandil es frío, el jardín tiene pendientes y mira al sur. Fue un gran desafío, además de que yo no quería tapar las vistas de las sierras”.

Ella cuenta que asentarse acá fue su manera de echar raíces. “Soy artista y estéticamente sabía lo que quería, pero necesité muchos años para aprender a observar y entender los ciclos de las plantas”, relata.

Mercedes detalla que a las flores las elige por varios motivos: primero las que adaptan al lugar, después el color, la forma y la durabilidad de su floración. “Entre las cosas que me gusta observar es cómo las plantas van eligiendo su lugar, como la nigella que no quizo crecer en el cantero, lo hizo en el compost, o la semilla de acelga, que se cayó en el invernadero decidió que era un buen lugar nacer entre los ladrillos”, reflexiona.

Cuatro arreglos florales para vestir tu casa con especies de verano

Sobre el diseño, Mercedes cuenta: “Para delimitar el jardín del camino pusimos leylandis y cotoneasters, aromos y conservamos un monte de eucaliptos preexistente. Luego, me preocupé por los sectores cercanos a mi casa, hice una huerta con un diseño italiano de 70 m2, que fue acomodándose a las necesidades familiares”.

“El primer año es importante, pero mucho más los que le siguen: quién decidió propagarse, volver a nacer o simplemente no volver. Hoy veo borrajas, scabiosas y amapolas felices por todos lados”, reflexiona.

“Después del nacimiento de mi primer hijo, me di cuenta de que pasaba más tiempo desyuyando los caminos que los canteros y levanté todo para ir llenándolo de flores, con un estilo más inglés”, relata. Así incorporó crocosmias, lirios, narcisos, nepetas, lupinos, amapolas, scabiosas, asters, junquillos, narcisos, dalias, margaritas, manzanillas. “Todo lo que me dicen que es invasivo, yo lo acepto feliz: sé que en mi jardín va a alcanzar la dimensión justa. Las plantas arbustivas fueron elegidas por su adaptabilidad y por su resistencia a las heladas. Trato de rescatar las que soportan el frío y tienen el mayor verdor posible, como los ceanotus rastreros, oleas texanas o azareros”, aporta.

“Soy más de la flora que de la fauna, pero las gallinas me gustaron siempre y tuve muchos intentos de gallinero que fueron fracasando por los zorros y las comadrejas. Al final, logré criarlas y ganaron la batalla”.

“También tengo lavandas y rosas –como la ‘Heritage’, ‘Just Joey’, ‘Papa Meilland’ y ‘Caprice de Meilland’– que destino a hacer agua de rosas y bolsitas de lavanda para perfumar mi casa”, prosigue Mercedes, y cuenta que en la pandemia junto a su marido construyeron un invernadero con maderas y chapas que había en el campo. “Aprendí mucho sobre cómo hacer plantines. Creo que hoy es la parte que más me gusta”.

Cómo armar cestas de lavanda

Otro sector del jardín tiene nativas y senderos naturales. “De a poquito voy aprendiendo sobre las nativas de la zona. Mi trabajo en el jardín siempre va a depender del clima, si está lindo salgo, pero si es un día hostil, soy feliz bordando en la salamandra. En la jardinería no terminás nunca de aprender. Estoy convencida de que es un arte que te enseña muchos valores, como la humildad, la constancia, el orden y la concentración”, concluye Mercedes.

“Mis primeros años fueron en San Pedro, y recuerdo acompañar a mi papá a la quinta del vecino que tenía muchas rosas”, recuerda Mercedes Gallardo. “Cuando tenía 10 años nos mudamos al Tigre. En esa casa teníamos un jardín muy grande, con muchas plantas: hortensias, rosales, paltos gigantes, siempre todo muy verde y frondoso”. Artista y bordadora, vive en Tandil desde que se casó con Enrique, hace 13 años. “La naturaleza en mi vida esta presente desde que nací -retoma- y es lo que busco transmitirle a mi hijo de 11 años. Que pueda prestar atención al canto de un pájaro, al crecimiento de las plantas, a los ciclos de las estaciones y a cómo cambia el paisaje. Siento que aprender estas cosas es clave para afinar el alma, detenerse en los detalles y conocer los procesos de las cosas”.

“Vivir en el campo es una experiencia muy transformadora, en la etapa de crianza es espectacular. A medida que los hijos crecen, sus necesidades se van contraponiendo un poco con este estilo de vida, el ideal es tener un lugar en la ciudad para poder ‘hacer tiempo’”

La casa de Mercedes se ubica a 20km de Tandil. “En el Tigre todo nace verde y exuberante, pero Tandil es frío, el jardín tiene pendientes y mira al sur. Fue un gran desafío, además de que yo no quería tapar las vistas de las sierras”.

Ella cuenta que asentarse acá fue su manera de echar raíces. “Soy artista y estéticamente sabía lo que quería, pero necesité muchos años para aprender a observar y entender los ciclos de las plantas”, relata.

Mercedes detalla que a las flores las elige por varios motivos: primero las que adaptan al lugar, después el color, la forma y la durabilidad de su floración. “Entre las cosas que me gusta observar es cómo las plantas van eligiendo su lugar, como la nigella que no quizo crecer en el cantero, lo hizo en el compost, o la semilla de acelga, que se cayó en el invernadero decidió que era un buen lugar nacer entre los ladrillos”, reflexiona.

Cuatro arreglos florales para vestir tu casa con especies de verano

Sobre el diseño, Mercedes cuenta: “Para delimitar el jardín del camino pusimos leylandis y cotoneasters, aromos y conservamos un monte de eucaliptos preexistente. Luego, me preocupé por los sectores cercanos a mi casa, hice una huerta con un diseño italiano de 70 m2, que fue acomodándose a las necesidades familiares”.

“El primer año es importante, pero mucho más los que le siguen: quién decidió propagarse, volver a nacer o simplemente no volver. Hoy veo borrajas, scabiosas y amapolas felices por todos lados”, reflexiona.

“Después del nacimiento de mi primer hijo, me di cuenta de que pasaba más tiempo desyuyando los caminos que los canteros y levanté todo para ir llenándolo de flores, con un estilo más inglés”, relata. Así incorporó crocosmias, lirios, narcisos, nepetas, lupinos, amapolas, scabiosas, asters, junquillos, narcisos, dalias, margaritas, manzanillas. “Todo lo que me dicen que es invasivo, yo lo acepto feliz: sé que en mi jardín va a alcanzar la dimensión justa. Las plantas arbustivas fueron elegidas por su adaptabilidad y por su resistencia a las heladas. Trato de rescatar las que soportan el frío y tienen el mayor verdor posible, como los ceanotus rastreros, oleas texanas o azareros”, aporta.

“Soy más de la flora que de la fauna, pero las gallinas me gustaron siempre y tuve muchos intentos de gallinero que fueron fracasando por los zorros y las comadrejas. Al final, logré criarlas y ganaron la batalla”.

“También tengo lavandas y rosas –como la ‘Heritage’, ‘Just Joey’, ‘Papa Meilland’ y ‘Caprice de Meilland’– que destino a hacer agua de rosas y bolsitas de lavanda para perfumar mi casa”, prosigue Mercedes, y cuenta que en la pandemia junto a su marido construyeron un invernadero con maderas y chapas que había en el campo. “Aprendí mucho sobre cómo hacer plantines. Creo que hoy es la parte que más me gusta”.

Cómo armar cestas de lavanda

Otro sector del jardín tiene nativas y senderos naturales. “De a poquito voy aprendiendo sobre las nativas de la zona. Mi trabajo en el jardín siempre va a depender del clima, si está lindo salgo, pero si es un día hostil, soy feliz bordando en la salamandra. En la jardinería no terminás nunca de aprender. Estoy convencida de que es un arte que te enseña muchos valores, como la humildad, la constancia, el orden y la concentración”, concluye Mercedes.

 Mercedes Gallardo es artista y jardinera por vocación.  Read More