La directora Catherine Ulmer Lopez (Gien, Francia, 55 años) había asumido que Glenn Close (Connecticut, 78 años) nunca se prestaría a una entrevista para hablar de sí misma en un documental. Su película ya estaba prácticamente montada cuando, después de siete meses, el agente de la actriz respondió con una afirmativa. Tenían una hora y media en Londres para hablar con ella. “Los actores de Hollywood ya no dan entrevistas como antes. Hacen la promoción de sus películas y es difícil hablar en otro momento con ellos, no te dan una mañana”, cuenta la francoespañola. “Antes de hablar con ella, entrevistamos a sus amigos James Nadeaux y Pierre-Yves Gayraud, diseñadores de vestuario, que le avisaron. Digamos que veníamos bien recomendados y eso facilitó las cosas”, explica la realizadora en declaraciones al medio español El País. La única condición impuesta por Close fue que no se hablara de su vida sentimental.
Se prestó al juego y el resultado, El mundo según Glenn Close, se podrá ver en varios países de Europa desde el 24 de mayo [en nuestro país aún no tiene fecha de estreno]. La película traza un perfil de la actriz apoyándose en sus propias palabras, pero también en imágenes de archivo y entrevistas con algunos de sus colaboradores más cercanos, como el sueco Björn Runge, director de La esposa (2017), película que le valió a la intérprete el Globo de Oro, una estatuilla que no se le ha escapado, a diferencia del Oscar, al que ha estado ocho veces nominada.
El documental alaba la vida de una actriz a la que no le tembló el pulso, por ejemplo, para rechazar un papel en Dune, de David Lynch, cuando empezaba su carrera en el cine con 35 años. “Creo que fue la primera o segunda película que me ofrecieron. Leí el guion y tenían esa típica escena en la que los personajes están corriendo por la arena y la mujer, que siempre lleva el calzado inadecuado, se cae mientras el monstruo se acerca. Y los demás tienen que volver a salvarla. Dije: ‘No quiero interpretar ese papel. No quiero ser la que se cae”, dice en esta producción. Una versión que dista de la que el propio Lynch y su equipo le dieron al diseñador de vestuario Bob Ringwood, que sugirió a Close para el papel de Lady Jessica después de verla en El mundo según Garp (1982), su primera película. “Es sosa y nunca será una estrella”, dijeron después de conocerla, según la versión que Ringwood contó hace unos años en un libro sobre el film. “Creo que se están equivocando”, les advirtió él. Y así fue. Ulmer Lopez se cree la versión de la actriz: “Es una mujer franca, tal y como te la imaginás, no tiene filtros, es accesible y profesional. Todo el que ha trabajado con ella habla bien de ella. Probablemente, dijeron que era complicada porque ella no quería hacerlo”.
No sería la única vez que la estadounidense impondría su decisión a la mirada sexista de otros creadores, como sucedió con el guion de Air Force One, donde interpreta a la vicepresidenta estadounidense. En el texto original, su personaje se pone a llorar en una reunión de crisis. La escena se cambió por ella. “¿Te imaginás a Kamala Harris estallando en un mar de lágrimas? No, las mujeres no son así. Es un cliché”, sentencia Close en el documental.
Menos fuerza tuvo su voz en la decisión de grabar otro final para Atracción fatal, después de que el público ante el que se probó el original —con su personaje, Alex Forrest, suicidándose y el de Michael Douglas yendo a prisión—quedara demasiado perturbado. “Necesitaban la promesa de que la familia se reunificaría para sentirse bien consigo mismos. Fue muy difícil para mí grabar de nuevo esa escena [spoiler: en la que ella es asesinada por la mujer de su amante]. Maldije todo lo que pude”, reconoce ahora. Forrest se convirtió para siempre en el arquetipo de ex loca, obsesiva y despechada, hasta el punto de encarnar la expresión “bunny boiler”, por la mascota que su personaje acaba hirviendo en la película.
“No sabía cómo tener una relación”
Close había alcanzado ya cierta fama para entonces, pero en 1984, cuando rechazó a Lynch, tenía aún mucho que perder. Venía del mundo del teatro, al que llegó a los 22 años, después de abandonar la comunidad en la que vivía su familia, absorbida 15 años antes por Rearmamento Moral, una secta fundada por el evangelista Frank Buchman que prometía a sus integrantes una nueva era dorada de la civilización. Los padres de Close, un médico y antiguo piloto de la II Guerra Mundial y una ama de casa, “vulnerables e idealistas”, cayeron en la trampa y se instalaron con sus hijos en unos centros en los que les dictaban cómo vestir, cómo comportarse y cómo hablar. “Yo deseaba gustar y formar parte de una comunidad, así que me convertí en un soldadito diligente, negándole su identidad a esa niña frágil por el bien del grupo”, confiesa. Un trauma que tardó años en superar y que afectó a su salud mental, llevándola a terapia años más tarde: “Te creés que no tenés razón para tener un trauma si tus padres no han sido violentos, pero el daño mental que me hizo fue devastador. No sabía quién era. No sabía cómo tener una relación, cómo defenderme por mí misma. Me sentía congelada. Es una gran humillación”.
A los 22 años, ingresó en una universidad de Virginia, donde se apasionó por el teatro y fue testigo de una entrevista televisada que cambió su vida. Estaba pintando decorados de teatro cuando escuchó hablar a Katharine Hepburn y se quedó paralizada: “Ella se afirmaba plenamente mientras que yo no sabía quién era. Tengo mucho respeto por las mujeres que parecen tan seguras de sí mismas”, cuenta Close. Hepburn le dio el coraje para tomar el control de su vida: “Tenés que considerar todas las razones por las que no deberías hacer algo, y si no encontrás una respuesta satisfactoria, simplemente hacelo. No podés sentarte y decir no, porque todo da miedo”, decía la protagonista de Pecadora equivocada. “Al día siguiente fui a hablar con el jefe del departamento de teatro y le pedí que me escribiera una carta de recomendación para una serie de pruebas en Nueva York, y así conseguí mi primer papel, siguiendo ese sentimiento de ‘simplemente hazlo”, recuerda Close.
En la escena off de Broadway, fue fichada años más tarde por George Roy Hill, que le dio en El mundo según Garp el papel de una líder feminista que decide tener un hijo con un piloto moribundo de la II Guerra Mundial. Una interpretación que hizo en homenaje a su propia abuela, como otros de los roles que asumió más tarde intentando honrar a las mujeres de su familia. “Ninguna de ellas pudo cumplir sus propios sueños. Eso es terrible”, sentencia en el documental.
El film recupera, además de su compromiso feminista, sus apariciones en defensa de los homosexuales, de la democracia y contra los estigmas que sufren las personas con problemas mentales, pero es también la ocasión de descubrir su pasión por el vestuario y la moda. La Universidad de Indiana, en Bloomington, archiva desde 2019 las más de 800 prendas que Close ha ido guardando desde el inicio de su carrera. Una cláusula que siempre incluye en sus contratos impone que ella se queda con uno o dos estilismos de la película. Hasta que decidió archivarlos en Indiana, en su piso de Nueva York se encontraban los espectaculares trajes de Cruella de Vil, los barrocos vestidos de la marquesa de Merteuil de Relaciones peligrosas y hasta la cazadora de cuero de Alex Forrest. Un tesoro al que los estudiosos pueden acceder para consulta.
“Lo que más me maravilló de ella es su capacidad de transformarse”, confiesa la directora. “Cuando ves a Cruella, Albert Nobbs o su personaje en Hillbilly, una elegía rural… Hace auténticas transformaciones. Pero hablo también de su capacidad de convertirse en quien es hoy, pese al oscuro lugar del que venía. Es un mensaje muy fuerte para quienes vendrán detrás de ella que muestra que hay esperanza”. De la misma forma que Hepburn le mostró el camino hace ya 50 años, ahora es Close la que personifica el mensaje de “simplemente hazlo”.
La directora Catherine Ulmer Lopez (Gien, Francia, 55 años) había asumido que Glenn Close (Connecticut, 78 años) nunca se prestaría a una entrevista para hablar de sí misma en un documental. Su película ya estaba prácticamente montada cuando, después de siete meses, el agente de la actriz respondió con una afirmativa. Tenían una hora y media en Londres para hablar con ella. “Los actores de Hollywood ya no dan entrevistas como antes. Hacen la promoción de sus películas y es difícil hablar en otro momento con ellos, no te dan una mañana”, cuenta la francoespañola. “Antes de hablar con ella, entrevistamos a sus amigos James Nadeaux y Pierre-Yves Gayraud, diseñadores de vestuario, que le avisaron. Digamos que veníamos bien recomendados y eso facilitó las cosas”, explica la realizadora en declaraciones al medio español El País. La única condición impuesta por Close fue que no se hablara de su vida sentimental.
Se prestó al juego y el resultado, El mundo según Glenn Close, se podrá ver en varios países de Europa desde el 24 de mayo [en nuestro país aún no tiene fecha de estreno]. La película traza un perfil de la actriz apoyándose en sus propias palabras, pero también en imágenes de archivo y entrevistas con algunos de sus colaboradores más cercanos, como el sueco Björn Runge, director de La esposa (2017), película que le valió a la intérprete el Globo de Oro, una estatuilla que no se le ha escapado, a diferencia del Oscar, al que ha estado ocho veces nominada.
El documental alaba la vida de una actriz a la que no le tembló el pulso, por ejemplo, para rechazar un papel en Dune, de David Lynch, cuando empezaba su carrera en el cine con 35 años. “Creo que fue la primera o segunda película que me ofrecieron. Leí el guion y tenían esa típica escena en la que los personajes están corriendo por la arena y la mujer, que siempre lleva el calzado inadecuado, se cae mientras el monstruo se acerca. Y los demás tienen que volver a salvarla. Dije: ‘No quiero interpretar ese papel. No quiero ser la que se cae”, dice en esta producción. Una versión que dista de la que el propio Lynch y su equipo le dieron al diseñador de vestuario Bob Ringwood, que sugirió a Close para el papel de Lady Jessica después de verla en El mundo según Garp (1982), su primera película. “Es sosa y nunca será una estrella”, dijeron después de conocerla, según la versión que Ringwood contó hace unos años en un libro sobre el film. “Creo que se están equivocando”, les advirtió él. Y así fue. Ulmer Lopez se cree la versión de la actriz: “Es una mujer franca, tal y como te la imaginás, no tiene filtros, es accesible y profesional. Todo el que ha trabajado con ella habla bien de ella. Probablemente, dijeron que era complicada porque ella no quería hacerlo”.
No sería la única vez que la estadounidense impondría su decisión a la mirada sexista de otros creadores, como sucedió con el guion de Air Force One, donde interpreta a la vicepresidenta estadounidense. En el texto original, su personaje se pone a llorar en una reunión de crisis. La escena se cambió por ella. “¿Te imaginás a Kamala Harris estallando en un mar de lágrimas? No, las mujeres no son así. Es un cliché”, sentencia Close en el documental.
Menos fuerza tuvo su voz en la decisión de grabar otro final para Atracción fatal, después de que el público ante el que se probó el original —con su personaje, Alex Forrest, suicidándose y el de Michael Douglas yendo a prisión—quedara demasiado perturbado. “Necesitaban la promesa de que la familia se reunificaría para sentirse bien consigo mismos. Fue muy difícil para mí grabar de nuevo esa escena [spoiler: en la que ella es asesinada por la mujer de su amante]. Maldije todo lo que pude”, reconoce ahora. Forrest se convirtió para siempre en el arquetipo de ex loca, obsesiva y despechada, hasta el punto de encarnar la expresión “bunny boiler”, por la mascota que su personaje acaba hirviendo en la película.
“No sabía cómo tener una relación”
Close había alcanzado ya cierta fama para entonces, pero en 1984, cuando rechazó a Lynch, tenía aún mucho que perder. Venía del mundo del teatro, al que llegó a los 22 años, después de abandonar la comunidad en la que vivía su familia, absorbida 15 años antes por Rearmamento Moral, una secta fundada por el evangelista Frank Buchman que prometía a sus integrantes una nueva era dorada de la civilización. Los padres de Close, un médico y antiguo piloto de la II Guerra Mundial y una ama de casa, “vulnerables e idealistas”, cayeron en la trampa y se instalaron con sus hijos en unos centros en los que les dictaban cómo vestir, cómo comportarse y cómo hablar. “Yo deseaba gustar y formar parte de una comunidad, así que me convertí en un soldadito diligente, negándole su identidad a esa niña frágil por el bien del grupo”, confiesa. Un trauma que tardó años en superar y que afectó a su salud mental, llevándola a terapia años más tarde: “Te creés que no tenés razón para tener un trauma si tus padres no han sido violentos, pero el daño mental que me hizo fue devastador. No sabía quién era. No sabía cómo tener una relación, cómo defenderme por mí misma. Me sentía congelada. Es una gran humillación”.
A los 22 años, ingresó en una universidad de Virginia, donde se apasionó por el teatro y fue testigo de una entrevista televisada que cambió su vida. Estaba pintando decorados de teatro cuando escuchó hablar a Katharine Hepburn y se quedó paralizada: “Ella se afirmaba plenamente mientras que yo no sabía quién era. Tengo mucho respeto por las mujeres que parecen tan seguras de sí mismas”, cuenta Close. Hepburn le dio el coraje para tomar el control de su vida: “Tenés que considerar todas las razones por las que no deberías hacer algo, y si no encontrás una respuesta satisfactoria, simplemente hacelo. No podés sentarte y decir no, porque todo da miedo”, decía la protagonista de Pecadora equivocada. “Al día siguiente fui a hablar con el jefe del departamento de teatro y le pedí que me escribiera una carta de recomendación para una serie de pruebas en Nueva York, y así conseguí mi primer papel, siguiendo ese sentimiento de ‘simplemente hazlo”, recuerda Close.
En la escena off de Broadway, fue fichada años más tarde por George Roy Hill, que le dio en El mundo según Garp el papel de una líder feminista que decide tener un hijo con un piloto moribundo de la II Guerra Mundial. Una interpretación que hizo en homenaje a su propia abuela, como otros de los roles que asumió más tarde intentando honrar a las mujeres de su familia. “Ninguna de ellas pudo cumplir sus propios sueños. Eso es terrible”, sentencia en el documental.
El film recupera, además de su compromiso feminista, sus apariciones en defensa de los homosexuales, de la democracia y contra los estigmas que sufren las personas con problemas mentales, pero es también la ocasión de descubrir su pasión por el vestuario y la moda. La Universidad de Indiana, en Bloomington, archiva desde 2019 las más de 800 prendas que Close ha ido guardando desde el inicio de su carrera. Una cláusula que siempre incluye en sus contratos impone que ella se queda con uno o dos estilismos de la película. Hasta que decidió archivarlos en Indiana, en su piso de Nueva York se encontraban los espectaculares trajes de Cruella de Vil, los barrocos vestidos de la marquesa de Merteuil de Relaciones peligrosas y hasta la cazadora de cuero de Alex Forrest. Un tesoro al que los estudiosos pueden acceder para consulta.
“Lo que más me maravilló de ella es su capacidad de transformarse”, confiesa la directora. “Cuando ves a Cruella, Albert Nobbs o su personaje en Hillbilly, una elegía rural… Hace auténticas transformaciones. Pero hablo también de su capacidad de convertirse en quien es hoy, pese al oscuro lugar del que venía. Es un mensaje muy fuerte para quienes vendrán detrás de ella que muestra que hay esperanza”. De la misma forma que Hepburn le mostró el camino hace ya 50 años, ahora es Close la que personifica el mensaje de “simplemente hazlo”.
La intérprete que asustó a una generación de infieles en Atracción fatal y se enfrentó a los clichés de Hollywood, se sincera en un documental sobre su vida Read More