León XIV reiteró que la prioridad de su papado será la paz: “Haré todo el esfuerzo posible”

ROMA.- En su sexto día como papa, León XIV reiteró este miércoles, tal como cuando se presentó al mundo el jueves pasado tras su rápida elección, que su máxima prioridad será la paz. “La Santa Sede está a disposición para que los enemigos se encuentren y se miren a los ojos, para que a los hombres se les devuelva la esperanza y la dignidad que merecen, la dignidad de la paz”, aseguró.

“Recemos por esta paz, que es reconciliación, perdón, coraje para dar vuelta la página y recomenzar. Para que esta paz se difunda, yo haré todo el esfuerzo posible”, clamó, al recibir en audiencia a los participantes del Jubileo de las Iglesias orientales, presentes en zonas del mundo castigadas por la guerra como Ucrania, Medio Oriente, el cuerno de África y la India, entre otros varios países del planeta donde la minoría cristiana es perseguida y obligada a abandonar su tierra.

“¿Quién, más que ustedes. puede cantar palabras de esperanza en el abismo de la violencia? ¿Quién mejor que ustedes, que conocen de primera mano los horrores de la guerra, hasta el punto de que Francisco ha llamado a sus Iglesias ‘mártires’?”, preguntó el primer papa estadounidense, pero también peruano, citando a su predecesor argentino.

“Es cierto: desde Tierra Santa hasta Ucrania, desde Líbano hasta Siria, desde Oriente Medio hasta Tigray (Etiopía) y el Cáucaso, ¡cuánta violencia!”, exclamó. “Y por encima de todo este horror, por encima de las masacres de tantas vidas jóvenes, que deberían provocar indignación, porque en nombre de la conquista militar muere gente, destaca un llamamiento: no tanto el del Papa, sino el de Cristo, que repite: ‘¡La paz esté con ustedes!’. Y precisa: ‘La paz os dejo, mi paz os doy. No como el mundo la da, os doy yo’”, clamó, con las mismas palabras de Jesús en la Pascua utilizadas el jueves pasado cuando por primera vez se presentó al mundo después de su rápida elección, en el balcón de la Basílica de San Pedro.

“La paz de Cristo no es el silencio sepulcral tras un conflicto, no es el resultado de la opresión, sino un don que mira a las personas y reactiva sus vidas”, siguió, en un discurso interrumpido varias veces por aplausos.

Nuevo y fuerte llamamiento a la paz de León XIV al recibir en audiencia a los participantes al Jubileo de las Iglesias Orientales, iglesias “mártires” de zonas del mundo donde los cristianos son perseguidos – en breve nota en @LANACION pic.twitter.com/K8IEDdO7Y0

— Elisabetta Piqué (@bettapique) May 14, 2025

“La Santa Sede está a disposición para que los enemigos se encuentren y se miren a los ojos, para que a los hombres se les devuelva la esperanza y la dignidad que merecen, la dignidad de la paz. El pueblo quiere la paz y yo, con el corazón en la mano, les digo a los dirigentes del pueblo: ¡reunámonos, hablemos, negociemos! La guerra nunca es inevitable, las armas pueden y deben silenciarse, porque no resuelven los problemas, sino que los incrementan; porque el que siembra paz pasará a la historia, no el que cosecha víctimas; porque los demás no son, ante todo, enemigos, sino seres humanos: no personas malas a las que odiar, sino personas con las que hablar”, continuó.

En el Aula Pablo VI se veían banderas de Ucrania, amarillas y celestes, pero también del Líbano, Egipto, Irak, la India, Canadá y hasta una de Jerusalén. Y lo escuchaban atentamente fieles y líderes de las Iglesias orientales de todo el mundo: maronitas, ítalo-albaneses, caldeos, sirio-malabares, armenios, coptos, etíopes, melquitas, greco-católicos, siro malangar y demás.

En su segunda audiencia después de la que tuvo el lunes con la prensa internacional, cuando defendió la libertad de expresión y pidió la liberación de periodistas encarcelados, León XIV deploró luego esas “visiones maniqueas típicas de las narraciones violentas, que dividen el mundo en buenos y malos”. “La Iglesia no se cansará de repetir: que callen las armas”, afirmó.

Y agradeció a Dios por todos aquellos que, “en el silencio, en la oración, en la ofrenda, tejen hilos de paz”. “Y a los cristianos –orientales y latinos– que, especialmente en Medio Oriente, perseveran y resisten en sus tierras, más fuertes que la tentación de abandonarlas”, subrayó. “A los cristianos se les debe dar la oportunidad, no sólo de palabras, de permanecer en sus tierras con todos los derechos necesarios para una existencia segura. ¡Por favor, trabajemos para lograrlo!”, exhortó. “Y gracias a ustedes, queridos hermanos y hermanas de Oriente, de donde surgió Jesús, Sol de justicia, para ser ‘luces del mundo’. Continúen brillando a través de la fe, la esperanza y la caridad, y por ninguna otra cosa más”, pidió. “Que vuestras Iglesias sean ejemplo y los Pastores promuevan oportunamente la comunión, especialmente en los Sínodos de los Obispos, para que sean lugares de colegialidad y de auténtica corresponsabilidad”, siguió, al solicitar, por otro lado, “transparencia en la gestión de los bienes” y que se dé “testimonio de humilde y total entrega al pueblo santo de Dios, sin apego a honores, poderes mundanos y a la propia imagen”.

Ya al principio de su discurso, León XIV, había destacado la importancia inmensa que tienen estas Iglesias. “Me alegro de encontrarlos y de dedicar uno de los primeros encuentros de mi pontificado a los fieles orientales. Ustedes son preciosos”, exclamó. “Mirándolos, pienso en la variedad de sus orígenes, en su gloriosa historia y en los amargos sufrimientos que han padecido o padecen muchas de vuestras comunidades”, agregó. “Y quisiera reiterar lo que dijo el papa Francisco sobre las Iglesias orientales: «Son Iglesias que hay que amar: conservan tradiciones espirituales y de sabiduría únicas, y tienen mucho que decirnos sobre la vida cristiana, la sinodalidad y la liturgia”, subrayó, al mencionar, además, los antiguos Padres, los Concilios, el monaquismo, que definió “tesoros inestimables para la Iglesia”.

Mencionó luego a León XIII (1878-1903), quien fue el primer Pontífice que le dedicó un documento específico a la dignidad de estas iglesias (Orientalium dignitas, de 1894). Y a Juan Pablo II, que en una carta apostólica (Orientale lumen), aseguró que tienen “un rol único y privilegiado, en cuando contexto originario de la Iglesia naciente”.

Destacó, además, que algunas de sus liturgias aún utilizan la lengua de Jesús (arameo) y que sigue vigente y más actual que nunca, la preocupación expresada a fines del siglo XIX por León XIII de que toda esta riqueza pueda perderse. “En el día de hoy muchos hermanos y hermanas orientales, entre los cuales muchos de ustedes, obligados a escapar de sus territorios de origen a causa de guerras, persecuciones, de instabilidad, pobreza, corren el riesgo, al llegar a Occidente, de perder, además de su patria, también su identidad religiosa. Y así, con el pasar de las generaciones, se pierde el patrimonio inestimable de las Iglesias orientales”, lamentó.

Acto seguido, reiteró el llamamiento de León XIII a custodiar y promover el Oriente cristiano, pidiéndole concretamente al Dicastero para las Iglesias Orientales -que dirige el cardenal italiano, Claudio Gugerotti-, que lo ayude a definir principios, normas y directrices a través de los cuales los pastores latinos puedan apoyar concretamente a los católicos orientales en la diáspora para preservar sus tradiciones vivas y enriquecer con su especificidad el contexto en el que viven.

“La Iglesia los necesita”, exclamó también León XIV, que resaltó el gran aporte que pueden dar las Iglesias orientales, sobre todo por ese “sentido del misterio, tan vivo en sus liturgias, que involucran a la persona humana en su totalidad”. “Ustedes cantan la belleza de la salvación e inspiran asombro ante la grandeza divina que abraza la pequeñez humana! Y qué importante es redescubrir, incluso en el Occidente cristiano, el sentido del primado de Dios”, indicó.

Terminado el discurso, que pronunció en italiano -pero que en las pantallas gigantes del aula podía leerse traducido en inglés-, León XIV saludó, muy sonriente, a los líderes de las diversas Iglesias orientales presentes que estaban en primera fila, entre los cuales se encontraba Sviatoslav Shevchuk, cabeza de los greco-católicos ucranianos. Entonces recibió diversos dones, como una capa dorada que en un momento se puso sobre su talar blanca, para júbilo de los miles de asistentes, que lo vivaron, incluso al grito de”¡U S A! ¡U S A!”.

Después de una hora de audiencia, abandonó rápidamente el Aula Pablo VI, saludando con la mano a los centenares de fieles agolpados a las vallas del corredor que, con celular en mano, le pedían bendecirle un rosario o entregarle una carta. En medio de un clima de euforia y júbilo por el nuevo Papa, sólo se detuvo a bendecir un bebé.

ROMA.- En su sexto día como papa, León XIV reiteró este miércoles, tal como cuando se presentó al mundo el jueves pasado tras su rápida elección, que su máxima prioridad será la paz. “La Santa Sede está a disposición para que los enemigos se encuentren y se miren a los ojos, para que a los hombres se les devuelva la esperanza y la dignidad que merecen, la dignidad de la paz”, aseguró.

“Recemos por esta paz, que es reconciliación, perdón, coraje para dar vuelta la página y recomenzar. Para que esta paz se difunda, yo haré todo el esfuerzo posible”, clamó, al recibir en audiencia a los participantes del Jubileo de las Iglesias orientales, presentes en zonas del mundo castigadas por la guerra como Ucrania, Medio Oriente, el cuerno de África y la India, entre otros varios países del planeta donde la minoría cristiana es perseguida y obligada a abandonar su tierra.

“¿Quién, más que ustedes. puede cantar palabras de esperanza en el abismo de la violencia? ¿Quién mejor que ustedes, que conocen de primera mano los horrores de la guerra, hasta el punto de que Francisco ha llamado a sus Iglesias ‘mártires’?”, preguntó el primer papa estadounidense, pero también peruano, citando a su predecesor argentino.

“Es cierto: desde Tierra Santa hasta Ucrania, desde Líbano hasta Siria, desde Oriente Medio hasta Tigray (Etiopía) y el Cáucaso, ¡cuánta violencia!”, exclamó. “Y por encima de todo este horror, por encima de las masacres de tantas vidas jóvenes, que deberían provocar indignación, porque en nombre de la conquista militar muere gente, destaca un llamamiento: no tanto el del Papa, sino el de Cristo, que repite: ‘¡La paz esté con ustedes!’. Y precisa: ‘La paz os dejo, mi paz os doy. No como el mundo la da, os doy yo’”, clamó, con las mismas palabras de Jesús en la Pascua utilizadas el jueves pasado cuando por primera vez se presentó al mundo después de su rápida elección, en el balcón de la Basílica de San Pedro.

“La paz de Cristo no es el silencio sepulcral tras un conflicto, no es el resultado de la opresión, sino un don que mira a las personas y reactiva sus vidas”, siguió, en un discurso interrumpido varias veces por aplausos.

Nuevo y fuerte llamamiento a la paz de León XIV al recibir en audiencia a los participantes al Jubileo de las Iglesias Orientales, iglesias “mártires” de zonas del mundo donde los cristianos son perseguidos – en breve nota en @LANACION pic.twitter.com/K8IEDdO7Y0

— Elisabetta Piqué (@bettapique) May 14, 2025

“La Santa Sede está a disposición para que los enemigos se encuentren y se miren a los ojos, para que a los hombres se les devuelva la esperanza y la dignidad que merecen, la dignidad de la paz. El pueblo quiere la paz y yo, con el corazón en la mano, les digo a los dirigentes del pueblo: ¡reunámonos, hablemos, negociemos! La guerra nunca es inevitable, las armas pueden y deben silenciarse, porque no resuelven los problemas, sino que los incrementan; porque el que siembra paz pasará a la historia, no el que cosecha víctimas; porque los demás no son, ante todo, enemigos, sino seres humanos: no personas malas a las que odiar, sino personas con las que hablar”, continuó.

En el Aula Pablo VI se veían banderas de Ucrania, amarillas y celestes, pero también del Líbano, Egipto, Irak, la India, Canadá y hasta una de Jerusalén. Y lo escuchaban atentamente fieles y líderes de las Iglesias orientales de todo el mundo: maronitas, ítalo-albaneses, caldeos, sirio-malabares, armenios, coptos, etíopes, melquitas, greco-católicos, siro malangar y demás.

En su segunda audiencia después de la que tuvo el lunes con la prensa internacional, cuando defendió la libertad de expresión y pidió la liberación de periodistas encarcelados, León XIV deploró luego esas “visiones maniqueas típicas de las narraciones violentas, que dividen el mundo en buenos y malos”. “La Iglesia no se cansará de repetir: que callen las armas”, afirmó.

Y agradeció a Dios por todos aquellos que, “en el silencio, en la oración, en la ofrenda, tejen hilos de paz”. “Y a los cristianos –orientales y latinos– que, especialmente en Medio Oriente, perseveran y resisten en sus tierras, más fuertes que la tentación de abandonarlas”, subrayó. “A los cristianos se les debe dar la oportunidad, no sólo de palabras, de permanecer en sus tierras con todos los derechos necesarios para una existencia segura. ¡Por favor, trabajemos para lograrlo!”, exhortó. “Y gracias a ustedes, queridos hermanos y hermanas de Oriente, de donde surgió Jesús, Sol de justicia, para ser ‘luces del mundo’. Continúen brillando a través de la fe, la esperanza y la caridad, y por ninguna otra cosa más”, pidió. “Que vuestras Iglesias sean ejemplo y los Pastores promuevan oportunamente la comunión, especialmente en los Sínodos de los Obispos, para que sean lugares de colegialidad y de auténtica corresponsabilidad”, siguió, al solicitar, por otro lado, “transparencia en la gestión de los bienes” y que se dé “testimonio de humilde y total entrega al pueblo santo de Dios, sin apego a honores, poderes mundanos y a la propia imagen”.

Ya al principio de su discurso, León XIV, había destacado la importancia inmensa que tienen estas Iglesias. “Me alegro de encontrarlos y de dedicar uno de los primeros encuentros de mi pontificado a los fieles orientales. Ustedes son preciosos”, exclamó. “Mirándolos, pienso en la variedad de sus orígenes, en su gloriosa historia y en los amargos sufrimientos que han padecido o padecen muchas de vuestras comunidades”, agregó. “Y quisiera reiterar lo que dijo el papa Francisco sobre las Iglesias orientales: «Son Iglesias que hay que amar: conservan tradiciones espirituales y de sabiduría únicas, y tienen mucho que decirnos sobre la vida cristiana, la sinodalidad y la liturgia”, subrayó, al mencionar, además, los antiguos Padres, los Concilios, el monaquismo, que definió “tesoros inestimables para la Iglesia”.

Mencionó luego a León XIII (1878-1903), quien fue el primer Pontífice que le dedicó un documento específico a la dignidad de estas iglesias (Orientalium dignitas, de 1894). Y a Juan Pablo II, que en una carta apostólica (Orientale lumen), aseguró que tienen “un rol único y privilegiado, en cuando contexto originario de la Iglesia naciente”.

Destacó, además, que algunas de sus liturgias aún utilizan la lengua de Jesús (arameo) y que sigue vigente y más actual que nunca, la preocupación expresada a fines del siglo XIX por León XIII de que toda esta riqueza pueda perderse. “En el día de hoy muchos hermanos y hermanas orientales, entre los cuales muchos de ustedes, obligados a escapar de sus territorios de origen a causa de guerras, persecuciones, de instabilidad, pobreza, corren el riesgo, al llegar a Occidente, de perder, además de su patria, también su identidad religiosa. Y así, con el pasar de las generaciones, se pierde el patrimonio inestimable de las Iglesias orientales”, lamentó.

Acto seguido, reiteró el llamamiento de León XIII a custodiar y promover el Oriente cristiano, pidiéndole concretamente al Dicastero para las Iglesias Orientales -que dirige el cardenal italiano, Claudio Gugerotti-, que lo ayude a definir principios, normas y directrices a través de los cuales los pastores latinos puedan apoyar concretamente a los católicos orientales en la diáspora para preservar sus tradiciones vivas y enriquecer con su especificidad el contexto en el que viven.

“La Iglesia los necesita”, exclamó también León XIV, que resaltó el gran aporte que pueden dar las Iglesias orientales, sobre todo por ese “sentido del misterio, tan vivo en sus liturgias, que involucran a la persona humana en su totalidad”. “Ustedes cantan la belleza de la salvación e inspiran asombro ante la grandeza divina que abraza la pequeñez humana! Y qué importante es redescubrir, incluso en el Occidente cristiano, el sentido del primado de Dios”, indicó.

Terminado el discurso, que pronunció en italiano -pero que en las pantallas gigantes del aula podía leerse traducido en inglés-, León XIV saludó, muy sonriente, a los líderes de las diversas Iglesias orientales presentes que estaban en primera fila, entre los cuales se encontraba Sviatoslav Shevchuk, cabeza de los greco-católicos ucranianos. Entonces recibió diversos dones, como una capa dorada que en un momento se puso sobre su talar blanca, para júbilo de los miles de asistentes, que lo vivaron, incluso al grito de”¡U S A! ¡U S A!”.

Después de una hora de audiencia, abandonó rápidamente el Aula Pablo VI, saludando con la mano a los centenares de fieles agolpados a las vallas del corredor que, con celular en mano, le pedían bendecirle un rosario o entregarle una carta. En medio de un clima de euforia y júbilo por el nuevo Papa, sólo se detuvo a bendecir un bebé.

 Al recibir en audiencia a los participantes del Jubileo de las Iglesias orientales, presentes en zonas del mundo castigadas por la guerra, les dijo que la Santa Sede “está a disposición para que los enemigos se encuentren y se miren a los ojos”  Read More