El desafío de León XIV: ¿el “papa panamericano” podrá hacer crecer la popularidad de la Iglesia Católica?

CIUDAD DEL VATICANO.- En apenas diez días, llevó el inglés con acento de Chicago a la sagrada Santa Sede, desató un furor por los artículos de merchandising de los White Sox y recibió a un ícono del tenis mundial. Pero mientras el primer pontífice estadounidense se prepara para su solemne asunción este domingo en la Plaza de San Pedro, la pregunta candente para la fe católica a nivel global es si el papa León XIV también puede lograr que los bancos de las iglesias vuelvan a llenarse de gente.

Ya hay señales de que el papa León XIV está logrando capitalizar el momento de euforia de los católicos por su elección y sumar apoyos dentro de una Iglesia dividida: su primera bendición de los domingos atrajo a 150.000 personas. A los 69 años y tras un meteórico ascenso que durante el pontificado de Francisco lo llevó de obispo a cardenal y finalmente a Papa en menos de dos años, según los observadores León le está dando una impronta más joven y de energía típicamente norteamericana a un cargo ocupado durante décadas por hombres más viejos.

Por el momento, León disfruta de una especie de luna de miel. Pero es demasiado pronto para saber exactamente qué tipo de papa será.

Juan Pablo II, polaco y primer pontífice no italiano en cuatro siglos y medio, lideró durante un tiempo un renacimiento religioso en Europa del Este y congregó a multitudes dignas de una estrella de rock desde Río de Janeiro hasta Manila. Su lucha contra el comunismo revitalizó la autoridad papal, aunque algunos de los avances que logró en el número de feligreses que asisten a la iglesia, especialmente en Europa, finalmente se desinflaron.

En comparación, Benedicto XVI fue considerado como de transición, un pontificado plagado de traspiés en las relaciones interreligiosas y muchas veces sumido en el escándalo. De todos modos, el Papa alemán igual logró encolumnar a los católicos tradicionales, a la vez que generó un modesto crecimiento anual de asistencia a las iglesias.

Francisco, el primer papa latinoamericano y un pararrayos para muchos tradicionalistas, gozó de una enorme popularidad en el mundo secular (Elton John lo calificó de “héroe”). Francisco generó muchos titulares, pero no una avalancha de fieles a misa. Según cifras proporcionadas por el Vaticano, durante 2013, su primer año como papa, Francisco atrajo a más de 7,3 millones de fieles a la Plaza de San Pedro para sus audiencias de los miércoles y sus oraciones públicas de los domingos.

Para 2024, esa cifra se había reducido a 1,68 millones. A nivel mundial, la Iglesia siguió creciendo, aunque a un ritmo ligeramente inferior al de Benedicto XVI, y enfrentó a crecientes desafíos, como su irrelevancia en Europa, la polarización en Estados Unidos y la competencia de las religiones evangélicas en los países en desarrollo.

Lanzó su red

Y entonces llegó León, quien no solo es el primer papa estadounidense, sino también el segundo papa latinoamericano, dado que adquirió la doble nacionalidad cuando servía a la Iglesia en Perú. Este domingo, ante una corte de cardenales, mandatarios internacionales y la gran multitud que está prevista en San Pedro, el Pontífice recibirá el Anillo del Pescador, llamado así porque el apóstol Pedro, guiado por Jesús, sacó una pesca milagrosa en sus redes. “En todo inicio hay cierta… no mitología, tampoco épica… sino asombro”, dice el cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller, un veterano crítico de Francisco que ha colmado de elogios al papa León desde el primer momento.

León ya está lanzando su red. Si bien en un discurso inaugural el viernes reiteró el énfasis de Francisco en la justicia social y el llamado a respetar la dignidad de los migrantes, León también se ciñó a la doctrina de la Iglesia con un guiño a los tradicionalistas, afirmando que las sociedades “deben fundarse en la unión estable entre un hombre y una mujer”.

Inés San Martín, vicepresidenta de comunicaciones de las Obras Misionales Pontificias en Estados Unidos, una red misionera que responde al Vaticano, dice que lo importante no es si durante el primer año del pontificado de León la gente empieza a acudir masivamente a la iglesia. “¿Toda esa gente seguiría yendo a misa en el quinto año de su papado?”, se pregunta San Martín.

No hay Iglesia más progresista que la Iglesia de Alemania, y fue desde ahí que Francisco recibió las peores críticas por avanzar demasiado rápido con las reformas. León ha mostrado sus dudas sobre algunos temas que son importantes para la Iglesia alemana, como la ordenación de diaconisas. Pero la jerarquía de ese país ya está escuchando algunas de las cosas que quería escuchar.

León ha dado señales de continuidad con el enfoque de Francisco en cuanto a la dignidad humana, a la vez que demuestra humildad personal en entornos íntimos. En Alemania, la Iglesia también ha recibido con satisfacción la temprana decisión de León de continuar con la “sinodalidad” impulsada por Francisco, o sea los esfuerzos para incorporar a los laicos al proceso de toma de decisiones más importante del Vaticano y así generar una Iglesia menos verticalista.

Pero hay más de 1,2 millones de católicos alemanes que en los últimos tres años abandonaron formalmente la Iglesia, por razones que van desde el escándalo por los casos de abuso, impaciencia ante las reformas que se demoran, y dificultades económicas para pagar el impuesto eclesiástico obligatorio que rige en ese país. La jerarquía de la Iglesia alemana, cuya enorme riqueza el Vaticano financieramente asediado necesita con desesperación, está dispuesta a darle tiempo a León, pero esa paciencia también tendrá límites.

“Espero sinceramente que los católicos alemanes, el 96% de los cuales quieren reformas y esperan con urgencia cambios en su Iglesia, veamos más avances. Soy consciente de que las soluciones no llegarán de la noche a la mañana, pero nos decepcionaría mucho que todo siga como está”, declaró Irme Stetter-Karp, presidenta del Comité Central de Católicos Alemanes.

León también se ha ganado el aplauso inicial de los católicos a quienes Francisco había distanciado por su rechazo a ciertas tradiciones. Mencionan, por ejemplo, el esperado regreso de León a la residencia papal dentro del gran Palacio Apostólico, en lugar de la pensión donde Francisco eligió vivir con sencillez. Además, León hizo su primera aparición como Papa ataviado con un hábito papal más elaborado, a diferencia de Francisco, que se presentó de blanco.

León también ha mostrado su gusto por el latín —la antigua lengua de la Iglesia, defendida por los tradicionalistas—, que Francisco a veces pronunciaba, pero que solía evitar. El nuevo pontífice también se ha distanciado de las renuentes opiniones de Francisco sobre Rusia y ha manifestado su firme apoyo a Ucrania.

En sus primeros discursos, León también empleó la palabra “unidad”, que algunos consideran un eufemismo para la idea de regresar a un papado más tradicional y con una doctrina más estricta. Si bien en algunos blogs y medios católicos tradicionales han aparecido fuertes críticas a León, otros conservadores se han deshecho en elogios.

“¿Soy el único que siente que acabamos de despertarnos de una pesadilla que duró 12 años y que tiene la sensación de que lo que está sucediendo ahora no puede ser real?”, escribió en la red social X el escritor católico Shane Schaetzel, un conservador que se autodenomina como “nacionalista cristiano”.

Traducción de Jaime Arrambide

CIUDAD DEL VATICANO.- En apenas diez días, llevó el inglés con acento de Chicago a la sagrada Santa Sede, desató un furor por los artículos de merchandising de los White Sox y recibió a un ícono del tenis mundial. Pero mientras el primer pontífice estadounidense se prepara para su solemne asunción este domingo en la Plaza de San Pedro, la pregunta candente para la fe católica a nivel global es si el papa León XIV también puede lograr que los bancos de las iglesias vuelvan a llenarse de gente.

Ya hay señales de que el papa León XIV está logrando capitalizar el momento de euforia de los católicos por su elección y sumar apoyos dentro de una Iglesia dividida: su primera bendición de los domingos atrajo a 150.000 personas. A los 69 años y tras un meteórico ascenso que durante el pontificado de Francisco lo llevó de obispo a cardenal y finalmente a Papa en menos de dos años, según los observadores León le está dando una impronta más joven y de energía típicamente norteamericana a un cargo ocupado durante décadas por hombres más viejos.

Por el momento, León disfruta de una especie de luna de miel. Pero es demasiado pronto para saber exactamente qué tipo de papa será.

Juan Pablo II, polaco y primer pontífice no italiano en cuatro siglos y medio, lideró durante un tiempo un renacimiento religioso en Europa del Este y congregó a multitudes dignas de una estrella de rock desde Río de Janeiro hasta Manila. Su lucha contra el comunismo revitalizó la autoridad papal, aunque algunos de los avances que logró en el número de feligreses que asisten a la iglesia, especialmente en Europa, finalmente se desinflaron.

En comparación, Benedicto XVI fue considerado como de transición, un pontificado plagado de traspiés en las relaciones interreligiosas y muchas veces sumido en el escándalo. De todos modos, el Papa alemán igual logró encolumnar a los católicos tradicionales, a la vez que generó un modesto crecimiento anual de asistencia a las iglesias.

Francisco, el primer papa latinoamericano y un pararrayos para muchos tradicionalistas, gozó de una enorme popularidad en el mundo secular (Elton John lo calificó de “héroe”). Francisco generó muchos titulares, pero no una avalancha de fieles a misa. Según cifras proporcionadas por el Vaticano, durante 2013, su primer año como papa, Francisco atrajo a más de 7,3 millones de fieles a la Plaza de San Pedro para sus audiencias de los miércoles y sus oraciones públicas de los domingos.

Para 2024, esa cifra se había reducido a 1,68 millones. A nivel mundial, la Iglesia siguió creciendo, aunque a un ritmo ligeramente inferior al de Benedicto XVI, y enfrentó a crecientes desafíos, como su irrelevancia en Europa, la polarización en Estados Unidos y la competencia de las religiones evangélicas en los países en desarrollo.

Lanzó su red

Y entonces llegó León, quien no solo es el primer papa estadounidense, sino también el segundo papa latinoamericano, dado que adquirió la doble nacionalidad cuando servía a la Iglesia en Perú. Este domingo, ante una corte de cardenales, mandatarios internacionales y la gran multitud que está prevista en San Pedro, el Pontífice recibirá el Anillo del Pescador, llamado así porque el apóstol Pedro, guiado por Jesús, sacó una pesca milagrosa en sus redes. “En todo inicio hay cierta… no mitología, tampoco épica… sino asombro”, dice el cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller, un veterano crítico de Francisco que ha colmado de elogios al papa León desde el primer momento.

León ya está lanzando su red. Si bien en un discurso inaugural el viernes reiteró el énfasis de Francisco en la justicia social y el llamado a respetar la dignidad de los migrantes, León también se ciñó a la doctrina de la Iglesia con un guiño a los tradicionalistas, afirmando que las sociedades “deben fundarse en la unión estable entre un hombre y una mujer”.

Inés San Martín, vicepresidenta de comunicaciones de las Obras Misionales Pontificias en Estados Unidos, una red misionera que responde al Vaticano, dice que lo importante no es si durante el primer año del pontificado de León la gente empieza a acudir masivamente a la iglesia. “¿Toda esa gente seguiría yendo a misa en el quinto año de su papado?”, se pregunta San Martín.

No hay Iglesia más progresista que la Iglesia de Alemania, y fue desde ahí que Francisco recibió las peores críticas por avanzar demasiado rápido con las reformas. León ha mostrado sus dudas sobre algunos temas que son importantes para la Iglesia alemana, como la ordenación de diaconisas. Pero la jerarquía de ese país ya está escuchando algunas de las cosas que quería escuchar.

León ha dado señales de continuidad con el enfoque de Francisco en cuanto a la dignidad humana, a la vez que demuestra humildad personal en entornos íntimos. En Alemania, la Iglesia también ha recibido con satisfacción la temprana decisión de León de continuar con la “sinodalidad” impulsada por Francisco, o sea los esfuerzos para incorporar a los laicos al proceso de toma de decisiones más importante del Vaticano y así generar una Iglesia menos verticalista.

Pero hay más de 1,2 millones de católicos alemanes que en los últimos tres años abandonaron formalmente la Iglesia, por razones que van desde el escándalo por los casos de abuso, impaciencia ante las reformas que se demoran, y dificultades económicas para pagar el impuesto eclesiástico obligatorio que rige en ese país. La jerarquía de la Iglesia alemana, cuya enorme riqueza el Vaticano financieramente asediado necesita con desesperación, está dispuesta a darle tiempo a León, pero esa paciencia también tendrá límites.

“Espero sinceramente que los católicos alemanes, el 96% de los cuales quieren reformas y esperan con urgencia cambios en su Iglesia, veamos más avances. Soy consciente de que las soluciones no llegarán de la noche a la mañana, pero nos decepcionaría mucho que todo siga como está”, declaró Irme Stetter-Karp, presidenta del Comité Central de Católicos Alemanes.

León también se ha ganado el aplauso inicial de los católicos a quienes Francisco había distanciado por su rechazo a ciertas tradiciones. Mencionan, por ejemplo, el esperado regreso de León a la residencia papal dentro del gran Palacio Apostólico, en lugar de la pensión donde Francisco eligió vivir con sencillez. Además, León hizo su primera aparición como Papa ataviado con un hábito papal más elaborado, a diferencia de Francisco, que se presentó de blanco.

León también ha mostrado su gusto por el latín —la antigua lengua de la Iglesia, defendida por los tradicionalistas—, que Francisco a veces pronunciaba, pero que solía evitar. El nuevo pontífice también se ha distanciado de las renuentes opiniones de Francisco sobre Rusia y ha manifestado su firme apoyo a Ucrania.

En sus primeros discursos, León también empleó la palabra “unidad”, que algunos consideran un eufemismo para la idea de regresar a un papado más tradicional y con una doctrina más estricta. Si bien en algunos blogs y medios católicos tradicionales han aparecido fuertes críticas a León, otros conservadores se han deshecho en elogios.

“¿Soy el único que siente que acabamos de despertarnos de una pesadilla que duró 12 años y que tiene la sensación de que lo que está sucediendo ahora no puede ser real?”, escribió en la red social X el escritor católico Shane Schaetzel, un conservador que se autodenomina como “nacionalista cristiano”.

Traducción de Jaime Arrambide

 Ya hay señales de que el pontífice está logrando capitalizar el momento de euforia de los católicos y sumar apoyos dentro de una Iglesia dividida, aunque disfruta de una especie de luna de miel  Read More