CIUDAD DEL VATICANO.- El papa León XIV comenzó formalmente su pontificado el domingo en el Vaticano tras una misa inaugural en la que realizó un llamado a la unidad ante cientos de miles de fieles y mandatarios internacionales y que estuvo marcada por una serie de gestos y escenas que acapararon la atención.
Uno de los momentos más comentados de la ceremonia ocurrió al inicio, cuando el vicepresidente de los Estados Unidos, JD Vance, estrechó brevemente la mano del presidente ucraniano, Volodimir Zelensky. Ambos se habían visto por última vez en febrero en la Casa Blanca, donde tuvieron un feroz enfrentamiento ante los medios de comunicación internacionales. En aquel episodio en el Salón Oval, Vance indicó a Zelensky que debería estar agradecido con el presidente Donald Trump por tratar de terminar el conflicto en Ucrania, un comentario desafortunado que desató una acalorada discusión.
Por el contrario, la imagen que llamó la atención este domingo muestra a Zelensky, vestido con su típico traje de guerra negro, saludando a Vance, con una sonrisa en el resto, ante la mirada atenta del secretario de Estado, Marco Rubio.
La elección de León XIV, natural de Chicago y primer papa estadounidense de la historia, generó entusiasmo en su país natal. Vance, un católico converso que se enfrentó al papa Francisco por las políticas migratorias de línea dura de la Casa Blanca, encabezó una delegación estadounidense después de presentar sus respetos en la tumba de Francisco al llegar a Roma el sábado por la noche. Estuvo acompañado de Rubio, quien también es católico y quien llegó a Roma con antelación para intentar avanzar en las conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania.
Un estricto protocolo diplomático dictó la distribución de los asientos en la misa inaugural, con el vicepresidente Vance sentado en la primera fila junto a la presidenta de Perú, Dina Boluarte, en honor a la doble nacionalidad del nuevo Papa.
Vance estuvo acompañado por su esposa Usha Vance, con quien protagonizó otro episodio que se robó varias miradas: el matrimonio fue fotografiado mientras se besaban durante la ceremonia, en un momento íntimo que fue cuestionado y elogiado en redes.
El protocolo diplomático también dictaba el código de vestimenta. Si bien la mayoría vestía de negro, las pocas reinas y princesas católicas presentes vestían de blanco. Esto se debe a un privilegio especial que le concedió el Vaticano en 1923 a las mujeres casadas con un Rey o príncipe católico, conocido como “Privilége du blanc” que se les habilita para eventos especiales con la presencia del Papa. Así, la reina Letizia de España, la reina Matilde de Bélgica y la princesa Charlene de Mónaco vistieron atuendos blancos y llevaron la cabeza cubierta con una mantilla del mismo color. Ninguna optó por usar peineta.
Quien también ocupó un lugar central en la ceremonia como representante del país anfitrión fue la primera ministra, Giorgia Melonia. Fiel a su estilo que la caracteriza, lejos de los vestidos y las polleras que suelen seleccionar otras líderes mundiales, la premier optó por un elegante traje de pantalón, saco y camisa azules y anteojos de sol negros. Se encontraba sentada en la segunda fila y estuvo acompañada del presidente italiano, Sergio Mattarella, y se la vio interactuar con miembros clave de las 156 delegaciones extranjeras como Rubio y Zelensky.
Tres docenas de otras iglesias cristianas del mundo enviaron sus propias delegaciones; la comunidad judía contaba con una delegación de 13 miembros, la mitad de ellos rabinos. Otros representantes encabezaban delegaciones budistas, musulmanas, zoroastrianas, hindúes, sijs y jainistas.
Durante una misa rica en ritos y símbolos, custodiada por un importante dispositivo de seguridad, León XIV recibió los emblemas papales: el palio, una prenda que pende de los hombros y luce sobre la casulla, y el anillo del pescador, que se forja de manera especial para cada pontífice, y debe ser destruido a la muerte del mismo.
Inmediatamente después de la entrega de estas dos insignias, una delegación que representa a diferentes roles de la Iglesia, desde cardenales hasta fieles, saludaron a León XIV en el “rito de obediencia”, que en esta oportunidad incluyó a un matrimonio.
Antes de la misa, el líder de 1400 millones de católicos salió a la plaza de San Pedro en su papamóvil a saludar a la multitud, que aplaudía a su paso, ondeando banderas e inmortalizando el momento con sus celulares. Allí, en línea con un acto que reiteradas veces ha realizado el papa Francisco, tomó en brazos y bendijo a bebés ante la multitud.
El Papa recalcó su “gratitud”, insistió en la “unidad” de la Iglesia y abogó por la “caridad”, en lugar de “atrapar a los demás con el sometimiento, con la propaganda religiosa o con los medios del poder”.
Agencias AP, AFP y Reuters
CIUDAD DEL VATICANO.- El papa León XIV comenzó formalmente su pontificado el domingo en el Vaticano tras una misa inaugural en la que realizó un llamado a la unidad ante cientos de miles de fieles y mandatarios internacionales y que estuvo marcada por una serie de gestos y escenas que acapararon la atención.
Uno de los momentos más comentados de la ceremonia ocurrió al inicio, cuando el vicepresidente de los Estados Unidos, JD Vance, estrechó brevemente la mano del presidente ucraniano, Volodimir Zelensky. Ambos se habían visto por última vez en febrero en la Casa Blanca, donde tuvieron un feroz enfrentamiento ante los medios de comunicación internacionales. En aquel episodio en el Salón Oval, Vance indicó a Zelensky que debería estar agradecido con el presidente Donald Trump por tratar de terminar el conflicto en Ucrania, un comentario desafortunado que desató una acalorada discusión.
Por el contrario, la imagen que llamó la atención este domingo muestra a Zelensky, vestido con su típico traje de guerra negro, saludando a Vance, con una sonrisa en el resto, ante la mirada atenta del secretario de Estado, Marco Rubio.
La elección de León XIV, natural de Chicago y primer papa estadounidense de la historia, generó entusiasmo en su país natal. Vance, un católico converso que se enfrentó al papa Francisco por las políticas migratorias de línea dura de la Casa Blanca, encabezó una delegación estadounidense después de presentar sus respetos en la tumba de Francisco al llegar a Roma el sábado por la noche. Estuvo acompañado de Rubio, quien también es católico y quien llegó a Roma con antelación para intentar avanzar en las conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania.
Un estricto protocolo diplomático dictó la distribución de los asientos en la misa inaugural, con el vicepresidente Vance sentado en la primera fila junto a la presidenta de Perú, Dina Boluarte, en honor a la doble nacionalidad del nuevo Papa.
Vance estuvo acompañado por su esposa Usha Vance, con quien protagonizó otro episodio que se robó varias miradas: el matrimonio fue fotografiado mientras se besaban durante la ceremonia, en un momento íntimo que fue cuestionado y elogiado en redes.
El protocolo diplomático también dictaba el código de vestimenta. Si bien la mayoría vestía de negro, las pocas reinas y princesas católicas presentes vestían de blanco. Esto se debe a un privilegio especial que le concedió el Vaticano en 1923 a las mujeres casadas con un Rey o príncipe católico, conocido como “Privilége du blanc” que se les habilita para eventos especiales con la presencia del Papa. Así, la reina Letizia de España, la reina Matilde de Bélgica y la princesa Charlene de Mónaco vistieron atuendos blancos y llevaron la cabeza cubierta con una mantilla del mismo color. Ninguna optó por usar peineta.
Quien también ocupó un lugar central en la ceremonia como representante del país anfitrión fue la primera ministra, Giorgia Melonia. Fiel a su estilo que la caracteriza, lejos de los vestidos y las polleras que suelen seleccionar otras líderes mundiales, la premier optó por un elegante traje de pantalón, saco y camisa azules y anteojos de sol negros. Se encontraba sentada en la segunda fila y estuvo acompañada del presidente italiano, Sergio Mattarella, y se la vio interactuar con miembros clave de las 156 delegaciones extranjeras como Rubio y Zelensky.
Tres docenas de otras iglesias cristianas del mundo enviaron sus propias delegaciones; la comunidad judía contaba con una delegación de 13 miembros, la mitad de ellos rabinos. Otros representantes encabezaban delegaciones budistas, musulmanas, zoroastrianas, hindúes, sijs y jainistas.
Durante una misa rica en ritos y símbolos, custodiada por un importante dispositivo de seguridad, León XIV recibió los emblemas papales: el palio, una prenda que pende de los hombros y luce sobre la casulla, y el anillo del pescador, que se forja de manera especial para cada pontífice, y debe ser destruido a la muerte del mismo.
Inmediatamente después de la entrega de estas dos insignias, una delegación que representa a diferentes roles de la Iglesia, desde cardenales hasta fieles, saludaron a León XIV en el “rito de obediencia”, que en esta oportunidad incluyó a un matrimonio.
Antes de la misa, el líder de 1400 millones de católicos salió a la plaza de San Pedro en su papamóvil a saludar a la multitud, que aplaudía a su paso, ondeando banderas e inmortalizando el momento con sus celulares. Allí, en línea con un acto que reiteradas veces ha realizado el papa Francisco, tomó en brazos y bendijo a bebés ante la multitud.
El Papa recalcó su “gratitud”, insistió en la “unidad” de la Iglesia y abogó por la “caridad”, en lugar de “atrapar a los demás con el sometimiento, con la propaganda religiosa o con los medios del poder”.
Agencias AP, AFP y Reuters
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