Según el Observatorio de Turismo de Barcelona, en 2023 casi 16 millones de turistas visitaron la ciudad, muchos argentinos, por supuesto, dejándole casi diez mil millones de euros. Pero ser un viajero en la ciudad se convirtió en un desafío: tarifas carísimas para todo, multitudes por doquier y una silenciosa batalla que los locales iniciaron en diferentes niveles, hace un tiempo ya.
El primero es el idiomático: a pesar de ser parte de España, todos los carteles están en catalán, a veces sin traducción y el catalán es el primer idioma en el que responden a una pregunta en castellano, así sea en una panadería donde entramos a comprar una ensaimada. Sin embargo, las “experiencias” con tarifas diferenciales en los sitios turísticos están todas en inglés.
Tres alimentos ideales para regenerar la flora intestinal y mejorar las defensas
Agrupaciones de residentes han logrado restringir los alquileres temporarios a turistas por plataformas del estilo Airbnb porque esto estrechaba la oferta de los alquileres regulares y subían los precios. El alcalde Jaume Collboni anunció en junio pasado la eliminación de 10.000 departamentos para alquiler temporario hasta finales de 2028. La medida busca liberar viviendas para los residentes locales, quienes se han visto desplazados por el auge de los alquileres a corto plazo. Otros creen que esta medida va en contra de la libertad de acción sobre la propiedad y fomentará los alquileres temporarios blue.
Otro triunfo de los residentes es la delimitación de áreas exclusivas en el famoso Parque Güell donde, después de mostrar el documento que acredite la residencia, pueden circular sin pagar entrada por senderos exclusivos. El resto de los mortales debe reservar día y hora y pagar 30 euros para visitar un parque de 19 hectáreas sobre la ladera de la Muntanya Pelada, y 42 euros por persona por una visita guiada. En este parque hay obras del hijo más celebre de Barcelona, el arquitecto Antonio Gaudí y, todo lo que lleve su nombre, será motivo de multitudes, reserva previa, –en temporada alta con varios días de anticipación, incluso meses–, y entradas de precio alto.
La marca del genial arquitecto catalán se puede apreciar en las casas residenciales La Pedrera, Casa Batlló y su primera obra, la Casa Vicens, y en su joya inconclusa, el templo de la Sagrada Familia que comenzó en 1882 y finalizará el año que viene, siguiendo las precisas instrucciones de Gaudí.
La más accesible es la Vicens, con una entrada básica de 18 euros que sube a 21 si es una visita guiada, a 40 en la experiencia Good morning Gaudí, una visita que comienza a las 8, antes del horario de apertura a las 9.30, que admite hasta 20 visitantes. Y si la fobia a las multitudes es máxima y el bolsillo generoso, ofrecen una visita individual a quien pague por las veinte entradas de las 8 de la mañana. Por 22 euros, con la entrada ofrecen una taza de chocolate y dos churros, es el combo Sweet Gaudí.
La historia de amor detrás de este castillo de coral que está en Miami y se puede visitar
Visitas exclusivas
Sobre Paseo de Gracia está la Casa Batlló que Gaudí hizo para el empresario textil Josep Batlló en 1904. La entrada para una visita general con audioguía y una estadía de una hora y cuarto es de 29 euros. Por esta casa pasaron un millón y medio de visitantes en 2023, lo que da un promedio de unas 400 personas por hora. Es por esto que en todas las selfies siempre aparecen otras cabezas. A menos que se contrate el Be the First, el tour de las 8 de la mañana por 45 euros con cupos reducidos. Y por 60 euros, se accede a un show con mesa y copa de cava en la azotea a las 20.
A tres cuadras, también sobre Paseo de Gracia, está La Pedrera también llamada Casa Milà. Fue Battló quien le recomendó el arquitecto a su amigo Pedro Milà a quien le hizo su residencia entre 1906 y 1912.
🇪🇸Casa Milà 長編はYouTubeへどうぞ✌🏼 #スペイン #バルセロナ #スペイン旅行 #ヨーロッパ旅行 #カサミラ #CasaMilà #lapedorera
♬ luther – Kendrick Lamar & SZA
Las entradas para esta casa declarada Patrimonio de la Humanidad, parten de los 29 euros, siempre con reserva previa de día y horario y con la aclaración de que quien llega tarde no será admitido. La Pedrera Sunrise a las 8 y la Pedrera Night experience, cuestan 39 euros, a la noche incluye una copa de cava y show en la azotea. La Pedrera Open Date permite ir en cualquier día y horario dentro de los seis meses por 45 euros y la Pedrera Premium, con cupos reducidos y copa de cava, 120 euros por persona.
Entrar en la Sagrada Familia, la obra cúlmine de Gaudí, es una verdadera odisea. Unas 50.000 personas rodean diariamente el exterior del templo como si fuera la desconcentración de una final de campeonato del mundo, y 16.000 ingresan, con entrada comprada con anticipación con día y horario. La más baja de 68 euros alcanza solo para recorrer el interior con un audioguía, pero para tomar el ascensor y ver las torres hay que pagar 10 euros más. ¿Qué diría Gaudí si supiera que su templo factura más de un millón de euros diarios solo de entradas generales?
Es por esta razón que muchos catalanes no han pisado nunca el templo y se empacan en que no lo harán hasta lograr un día de visita exclusiva para los residentes. ¿Estarán dispuestos los administradores a bajar su facturación por un día?
La resistencia de acción directa, la llevaron a cabo los catalanes más extremistas que recorrieron la Rambla –un boulevard donde se suceden barcitos y restaurantes– armados con pistolas de agua y no dudaron en mojar a los turistas que probaban el pa amb tomàquet (pan con tomate) y otras deliciosas tapas catalanas.
Según el Observatorio de Turismo de Barcelona, en 2023 casi 16 millones de turistas visitaron la ciudad, muchos argentinos, por supuesto, dejándole casi diez mil millones de euros. Pero ser un viajero en la ciudad se convirtió en un desafío: tarifas carísimas para todo, multitudes por doquier y una silenciosa batalla que los locales iniciaron en diferentes niveles, hace un tiempo ya.
El primero es el idiomático: a pesar de ser parte de España, todos los carteles están en catalán, a veces sin traducción y el catalán es el primer idioma en el que responden a una pregunta en castellano, así sea en una panadería donde entramos a comprar una ensaimada. Sin embargo, las “experiencias” con tarifas diferenciales en los sitios turísticos están todas en inglés.
Tres alimentos ideales para regenerar la flora intestinal y mejorar las defensas
Agrupaciones de residentes han logrado restringir los alquileres temporarios a turistas por plataformas del estilo Airbnb porque esto estrechaba la oferta de los alquileres regulares y subían los precios. El alcalde Jaume Collboni anunció en junio pasado la eliminación de 10.000 departamentos para alquiler temporario hasta finales de 2028. La medida busca liberar viviendas para los residentes locales, quienes se han visto desplazados por el auge de los alquileres a corto plazo. Otros creen que esta medida va en contra de la libertad de acción sobre la propiedad y fomentará los alquileres temporarios blue.
Otro triunfo de los residentes es la delimitación de áreas exclusivas en el famoso Parque Güell donde, después de mostrar el documento que acredite la residencia, pueden circular sin pagar entrada por senderos exclusivos. El resto de los mortales debe reservar día y hora y pagar 30 euros para visitar un parque de 19 hectáreas sobre la ladera de la Muntanya Pelada, y 42 euros por persona por una visita guiada. En este parque hay obras del hijo más celebre de Barcelona, el arquitecto Antonio Gaudí y, todo lo que lleve su nombre, será motivo de multitudes, reserva previa, –en temporada alta con varios días de anticipación, incluso meses–, y entradas de precio alto.
La marca del genial arquitecto catalán se puede apreciar en las casas residenciales La Pedrera, Casa Batlló y su primera obra, la Casa Vicens, y en su joya inconclusa, el templo de la Sagrada Familia que comenzó en 1882 y finalizará el año que viene, siguiendo las precisas instrucciones de Gaudí.
La más accesible es la Vicens, con una entrada básica de 18 euros que sube a 21 si es una visita guiada, a 40 en la experiencia Good morning Gaudí, una visita que comienza a las 8, antes del horario de apertura a las 9.30, que admite hasta 20 visitantes. Y si la fobia a las multitudes es máxima y el bolsillo generoso, ofrecen una visita individual a quien pague por las veinte entradas de las 8 de la mañana. Por 22 euros, con la entrada ofrecen una taza de chocolate y dos churros, es el combo Sweet Gaudí.
La historia de amor detrás de este castillo de coral que está en Miami y se puede visitar
Visitas exclusivas
Sobre Paseo de Gracia está la Casa Batlló que Gaudí hizo para el empresario textil Josep Batlló en 1904. La entrada para una visita general con audioguía y una estadía de una hora y cuarto es de 29 euros. Por esta casa pasaron un millón y medio de visitantes en 2023, lo que da un promedio de unas 400 personas por hora. Es por esto que en todas las selfies siempre aparecen otras cabezas. A menos que se contrate el Be the First, el tour de las 8 de la mañana por 45 euros con cupos reducidos. Y por 60 euros, se accede a un show con mesa y copa de cava en la azotea a las 20.
A tres cuadras, también sobre Paseo de Gracia, está La Pedrera también llamada Casa Milà. Fue Battló quien le recomendó el arquitecto a su amigo Pedro Milà a quien le hizo su residencia entre 1906 y 1912.
🇪🇸Casa Milà 長編はYouTubeへどうぞ✌🏼 #スペイン #バルセロナ #スペイン旅行 #ヨーロッパ旅行 #カサミラ #CasaMilà #lapedorera
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Las entradas para esta casa declarada Patrimonio de la Humanidad, parten de los 29 euros, siempre con reserva previa de día y horario y con la aclaración de que quien llega tarde no será admitido. La Pedrera Sunrise a las 8 y la Pedrera Night experience, cuestan 39 euros, a la noche incluye una copa de cava y show en la azotea. La Pedrera Open Date permite ir en cualquier día y horario dentro de los seis meses por 45 euros y la Pedrera Premium, con cupos reducidos y copa de cava, 120 euros por persona.
Entrar en la Sagrada Familia, la obra cúlmine de Gaudí, es una verdadera odisea. Unas 50.000 personas rodean diariamente el exterior del templo como si fuera la desconcentración de una final de campeonato del mundo, y 16.000 ingresan, con entrada comprada con anticipación con día y horario. La más baja de 68 euros alcanza solo para recorrer el interior con un audioguía, pero para tomar el ascensor y ver las torres hay que pagar 10 euros más. ¿Qué diría Gaudí si supiera que su templo factura más de un millón de euros diarios solo de entradas generales?
Es por esta razón que muchos catalanes no han pisado nunca el templo y se empacan en que no lo harán hasta lograr un día de visita exclusiva para los residentes. ¿Estarán dispuestos los administradores a bajar su facturación por un día?
La resistencia de acción directa, la llevaron a cabo los catalanes más extremistas que recorrieron la Rambla –un boulevard donde se suceden barcitos y restaurantes– armados con pistolas de agua y no dudaron en mojar a los turistas que probaban el pa amb tomàquet (pan con tomate) y otras deliciosas tapas catalanas.
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