Entrevista a Alberto Bochatey: “El gran desafío es que la gente acepte que es León XIV y no Francisco II”

ROMA.- “Entré y le dije ¿te puedo dar un abrazo? ¿Y ahora cómo te digo, Robert o León? Y él me contestó: ‘ese es problema tuyo’”. Si hay alguien que conoce muy bien a León XIV, el primer papa estadounidense, pero también peruano, es el obispo auxiliar de La Plata, Alberto Bochatey, quien fue recibido este martes en audiencia por su viejo amigo en la biblioteca del Palacio Apostólico.

“Fue una audiencia muy fraterna, muy linda, feliz, hablamos de nosotros, de la Iglesia en la Argentina, de temas generales, fue muy sereno. Y lo vi muy en modo papa, ya en funciones plenamente”, contó Bochatey, emocionado, a LA NACION.

Agustino como él, de la misma edad, 69 años, en una larga entrevista con LA NACION Bochatey contó la historia de esa amistad que comenzó hace más de 30 años en Roma, cuando los dos convivieron en el Agustinanum -la sede la de orden de San Agustín a metros del Vaticano-, mientras estudiaban.

“A él lo mandaron desde Estados Unidos a estudiar Derecho Canónico en el Angelicum y a mí me mandaron a estudiar Teología moral, bioética, en la Alfonsiana (Lateranese), que luego iba a ser mi campo de toda la vida. Convivíamos acá, éramos miembros de la misma comunidad, con las mismas actividades de curitas jóvenes”, evocó Bochatey, quien viajó a Roma para asistir al inicio del pontificado y nunca perdió el contacto con Robert Francis Prevost.

“Hay tres en Roma que éramos los Agustinos nacidos en 1955: el actual general, el español Alejandro Moral, que cumple años en junio, yo, que cumplo en julio, y Robert, en agosto”, precisó, en un encuentro en un salón de la planta baja del Agostinianum, que queda a metros de la Basílica de San Pedro. En su segundo mandato al frente de los agustinos, Prevost incluso llamó a Bochatey a Roma para que fuera, entre 2009 y 2013, prior de la orden: “Entonces Alejandro Moral era el vicario y yo era el prior. Me mandó a llamar para que me hiciera cargo del Complejo de Estudios Internacionales. Acá éramos un triunvirato del ‘55”.

Cuando Bochatey, que vivió 16 años en Roma, fue designado obispo por Benedicto XVI en diciembre de 2012 —en uno de los últimos nombramientos de Joseph Ratzinger—, Prevost, entonces superior de la orden, viajó a la Argentina para acompañarlo en su ordenación episcopal, el 9 de marzo de 2013. Para entonces, la sede de Pedro estaba vacante: el papa alemán había renunciado y el cónclave estaba por elegir a Jorge Bergoglio, el arzobispo de Buenos Aires que ya había tomado nota de aquel agustino misionero en Perú durante sus visitas a la capital como superior de la orden.

-Salió a la luz un video muy interesante en el que Prevost, al despedirse de Perú para viajar a Roma como prefecto del Dicasterio de Obispos, cuenta que cuando eligieron a Francisco pensó que nunca sería obispo, porque, según dice, durante su tiempo como superior de los agustinos tuvo algunas diferencias con él, que entonces era arzobispo de Buenos Aires. ¿Podría iluminarnos un poco más sobre eso?

-No sé bien cuál es el argumento puntual, sí sé que, siendo general, teníamos algunos conflictos y que siempre en el mundo, donde estamos en 90 países, los hay. Y alguna vez a él le tocó hablar con Bergoglio y no se pusieron muy de acuerdo en algunas soluciones que pretendía el general y que pretendía la Santa Sede. Son esas tensiones que siempre hay…

-Pero evidentemente Bergoglio, más allá de las discrepancias, ya le había puesto el ojo ¿no?

-Sí, después se han encontrado y Francisco lo descubrió, digamos, como personalidad. Lo hizo obispo en 2014, luego lo trajo hasta acá, lo hizo cardenal. Y me acuerdo de que, al poco tiempo que el papa Francisco lo hace obispo a Robert en Perú (Chiclayo) yo vengo a Roma y le digo ‘Gracias que nombró a otro agustino obispo y, además, no se equivocó porque Robert es fantástico’. Y Francisco me miró con una de sus miradas y lo elogió grandemente, diciéndome que era un tipo excepcional y que lo iba a hacer muy bien en Perú…

-Después fue vicepresidente de la Conferencia Episcopal peruana…

-Francisco le dio dos diócesis de esas complicadas que había en Perú para que las administrara y después de haberlo hecho, primero lo hizo miembro del Dicasterio para los Obispos y después lo trajo como prefecto, lo hizo cardenal y lo hizo cardenal-obispo, lo máximo. Es como que lo fue indicando con el dedo de alguna manera. Era uno de los cardenales que él veía con esperanza, yo creo.

-¿Para usted fue una sorpresa su elección como Papa?

-Sí, fue una sorpresa. Aunque tiene todas las cualidades para ser un excelente papa, pensaba que no iba a llegar por otros factores de votos o de poder. Él es obispo norteamericano, pero nunca ejerció de obispo en Estados Unidos, está totalmente fuera de la problemática del episcopado norteamericano, que es compleja. Él es de la curia romana, pero totalmente fuera de todo lo que es la ‘rosca’ romana. Él recorrió el mundo entero, desde China, Vietnam, Laos, África, como general de los agustinos -somos 4000 en casi 90 países-, algo que le dio una visión global. O sea que él conoce Oriente, Occidente, África, América Latina. ¡Todo! De México a Tierra del Fuego ha estado en todos los países.

-En la Argentina, en sus 12 años como superior de los agustinos, ¿Cuántas veces estuvo?

-Tres o cuatro veces. Dos veces haciendo sus visitas, estuvo con mi ordenación episcopal en 2013 y en 2006 cuando tuvimos un congreso sobre San Agustín bastante importante. Es de esa vez que hay una foto muy graciosa, muy única, en la que está concelebrando una misa con Bergoglio: ¡los futuros papas que se encontraron en San Agustín de Buenos Aires celebrando misa!

-¿A cuál de los dos papas conoció mejor? ¿A Prevost o a Bergoglio?

-A Prevost, porque fui compañero y trabajé con él, estuvimos en comisiones juntos en América Latina…

-¿Cómo era cuando se conocieron?

-Siempre fue el mejor en estudios, fue brillante siempre. Cuando éramos estudiantes acá, ya había estado un año de misionero en Perú. Nosotros ya éramos curas, o sea que ya teníamos más o menos 30 años..

-¿Y entonces ya se imaginó que iba a hacer semejante carrera?

-Sí, veíamos que era un tipo especial que iba a llegar porque era estudioso, que sabe escuchar, buen compañero, además, buen deportista. Todo lo que agarraba lo hacía bien. Era de esos compañeros tuyos que se destacan y, además, buen amigo: podías charlar con él, podías salir a comer una pizza también, es decir, un tipo normal, que no porque fuera serio o de pocas palabras era aburrido. No, para nada. O sea, es un hombre muy equilibrado, muy ponderado, que sabe mandar.

-¿Cómo vivió la fumata blanca y el habemus papam el 8 de mayo pasado?

-Estábamos en la plenaria de obispos en Pilar, estábamos terminando de almorzar y alguien con el telefonito avisa de la fumata blanca. Nos fuimos rápido a la sala grande y ahí conectaron con Vatican News y yo me senté hacia los últimos puestos para escuchar bien. Cuando el protodiácono dijo ‘Robert Francis’ entendí que era él..

-¿Y cuál fue su reacción?

-Me puse a llorar como un niño. Yo creo que ahí, en ese minuto, hice la catarsis de la muerte de Francisco y la elección del nuevo papa, porque hasta ese momento nos parecía mentira que Francisco estuviera muerto… Así que, sí, fue una emoción inmensa. Y bueno, vinieron todos los obispos a saludarme, diciéndome ‘un hermano tuyo, un agustino’ y yo no podía decir nada de la emoción que tenía, porque habíamos hablado los días antes, se hablaba y yo pensaba que para mí él debería ser el papa, por todas las cualidades, una buena edad, sabe idiomas, conoce el mundo, pero capaz que hay otros vínculos y fuerzas que van a votar a otro… Pero el Espíritu Santo lo eligió a él…

-¿Qué sueña con que pueda hacer ahora León XIV?

-Creo que seguirá sin duda las grandes líneas que propuso Francisco, que puso a la Iglesia en un estilo de camino necesario para el siglo XXI, que es un poco lo que dijo tomando el nombre de León XIV, por León XIII, que fue el que puso al mundo en el siglo XX, en la modernidad. Así que, el sueño es que pueda seguir empujando al siglo XXI, con la certeza de que él ya vivió esta Iglesia.

-¿En qué sentido?

-Bueno, todo el mundo te pregunta si León va a seguir lo que hizo Francisco y yo a muchos les dije ‘no’ porque yo creo que Francisco dijo lo que él ya vivió. ¿En qué sentido? Cuando Francisco nos hablaba de una iglesia en salida, él, Robert, ya había dejado su Estados Unidos natal y fue 20 años misionero en Perú. Cuando Francisco dijo que los pobres tienen que estar en el centro, él ya se había peleado con Fujimori y había denunciado la política de Trump y estaba con los pobres más pobres del Perú. Cuando Francisco nos habló de la Iglesia sinodal, él fue durante años promotor de diálogo, de caminos conjuntos en la Orden de San Agustín, que es sentarse a escuchar en reuniones, es hacer documentos entre todos, fue una experiencia inmensa todo eso: ya hizo una vida sinodal dentro de la Orden. Yo sé que hay varias características que Francisco propuso al mundo que cuando vos ves la vida de León XIV, él ya lo vivió. Él entendió.

-Ya vivió la propuesta de Francisco…

-Sí, o sea que, si ya la vivió, va a seguir así, evidentemente poniéndole su estilo propio, su talante, dirían los españoles, ya que es un hombre más sereno. No lo vamos a ver tomar mate en la plaza, va a ser menos disruptivo, pero eso no significa que vaya a ir hacia atrás. De hecho, yo me reía de algunos comentarios, que haya usado la capita roja o que se vaya a vivir al palacio. Él lo va a hacer porque es más formal que Francisco… Mi abuelo hubiera dicho es un señor muy bien educado que va a mantener las formas, pero los contenidos los va a renovar, sin ninguna duda.

-¿Va a renovar los contenidos?

-Sí, va a seguir en un camino de renovación. Ya lo hemos escuchado, el tema de la paz, el tema de las situaciones de guerra… Vamos a descubrir un pensamiento muy rico en él, porque es un buen teólogo. Conoce muy bien San Agustín, es doctor en Derecho Canónico, siempre se ha dedicado entre su vida pastoral, del burro y de la misión, también a la vida universitaria, la formación de seminaristas. O sea que es a todo campo en su vida.

-Además, es matemático…

-Matemático, de base, en la universidad en Estados Unidos sacó un título en matemática, después entró al seminario y se dedicó a la teología.

-Para usted, ¿cuál va a ser ahora su gran desafío?

-Para mí, como Iglesia, es aterrizar más profundamente las ideas de Francisco. Francisco abrió muchos frentes, abrió muchas iniciativas, todo el camino sinodal, que es una gran explosión, pero hay que aterrizarlo. Todavía hay mucha gente que no entiende bien cómo se hace o hacia dónde apunta todo esto. Además, todo el tema de cómo organizar o trabajar por la paz en el mundo, más otros que se pueden abrir ahora, como el de la inteligencia artificial. Tiene desafíos muy grandes, pero pienso que el gran desafío es también que la gente acepte que es León XIV y no es Francisco II. Creo que lo peor que podría hacer este papa es imitarlo a Francisco…

-Aunque ya es claro que tiene su estilo…

-Sí, tiene su personalidad y su gran respeto y cariño por Francisco. No hay que olvidar que en los últimos dos años trabajó mano a mano con Francisco. Se veían todos los sábados y nada más y nada menos que hablando de obispos. Este es un tema clave en la vida y el gobierno de la Iglesia. Y entre una cosa y otra, estoy seguro de que han intercambiado ideas y hablado de muchos otros temas, más que lo técnico episcopal. Y Francisco le dio muchísimo apoyo. Siempre lo tuvo como una de las esperanzas.

ROMA.- “Entré y le dije ¿te puedo dar un abrazo? ¿Y ahora cómo te digo, Robert o León? Y él me contestó: ‘ese es problema tuyo’”. Si hay alguien que conoce muy bien a León XIV, el primer papa estadounidense, pero también peruano, es el obispo auxiliar de La Plata, Alberto Bochatey, quien fue recibido este martes en audiencia por su viejo amigo en la biblioteca del Palacio Apostólico.

“Fue una audiencia muy fraterna, muy linda, feliz, hablamos de nosotros, de la Iglesia en la Argentina, de temas generales, fue muy sereno. Y lo vi muy en modo papa, ya en funciones plenamente”, contó Bochatey, emocionado, a LA NACION.

Agustino como él, de la misma edad, 69 años, en una larga entrevista con LA NACION Bochatey contó la historia de esa amistad que comenzó hace más de 30 años en Roma, cuando los dos convivieron en el Agustinanum -la sede la de orden de San Agustín a metros del Vaticano-, mientras estudiaban.

“A él lo mandaron desde Estados Unidos a estudiar Derecho Canónico en el Angelicum y a mí me mandaron a estudiar Teología moral, bioética, en la Alfonsiana (Lateranese), que luego iba a ser mi campo de toda la vida. Convivíamos acá, éramos miembros de la misma comunidad, con las mismas actividades de curitas jóvenes”, evocó Bochatey, quien viajó a Roma para asistir al inicio del pontificado y nunca perdió el contacto con Robert Francis Prevost.

“Hay tres en Roma que éramos los Agustinos nacidos en 1955: el actual general, el español Alejandro Moral, que cumple años en junio, yo, que cumplo en julio, y Robert, en agosto”, precisó, en un encuentro en un salón de la planta baja del Agostinianum, que queda a metros de la Basílica de San Pedro. En su segundo mandato al frente de los agustinos, Prevost incluso llamó a Bochatey a Roma para que fuera, entre 2009 y 2013, prior de la orden: “Entonces Alejandro Moral era el vicario y yo era el prior. Me mandó a llamar para que me hiciera cargo del Complejo de Estudios Internacionales. Acá éramos un triunvirato del ‘55”.

Cuando Bochatey, que vivió 16 años en Roma, fue designado obispo por Benedicto XVI en diciembre de 2012 —en uno de los últimos nombramientos de Joseph Ratzinger—, Prevost, entonces superior de la orden, viajó a la Argentina para acompañarlo en su ordenación episcopal, el 9 de marzo de 2013. Para entonces, la sede de Pedro estaba vacante: el papa alemán había renunciado y el cónclave estaba por elegir a Jorge Bergoglio, el arzobispo de Buenos Aires que ya había tomado nota de aquel agustino misionero en Perú durante sus visitas a la capital como superior de la orden.

-Salió a la luz un video muy interesante en el que Prevost, al despedirse de Perú para viajar a Roma como prefecto del Dicasterio de Obispos, cuenta que cuando eligieron a Francisco pensó que nunca sería obispo, porque, según dice, durante su tiempo como superior de los agustinos tuvo algunas diferencias con él, que entonces era arzobispo de Buenos Aires. ¿Podría iluminarnos un poco más sobre eso?

-No sé bien cuál es el argumento puntual, sí sé que, siendo general, teníamos algunos conflictos y que siempre en el mundo, donde estamos en 90 países, los hay. Y alguna vez a él le tocó hablar con Bergoglio y no se pusieron muy de acuerdo en algunas soluciones que pretendía el general y que pretendía la Santa Sede. Son esas tensiones que siempre hay…

-Pero evidentemente Bergoglio, más allá de las discrepancias, ya le había puesto el ojo ¿no?

-Sí, después se han encontrado y Francisco lo descubrió, digamos, como personalidad. Lo hizo obispo en 2014, luego lo trajo hasta acá, lo hizo cardenal. Y me acuerdo de que, al poco tiempo que el papa Francisco lo hace obispo a Robert en Perú (Chiclayo) yo vengo a Roma y le digo ‘Gracias que nombró a otro agustino obispo y, además, no se equivocó porque Robert es fantástico’. Y Francisco me miró con una de sus miradas y lo elogió grandemente, diciéndome que era un tipo excepcional y que lo iba a hacer muy bien en Perú…

-Después fue vicepresidente de la Conferencia Episcopal peruana…

-Francisco le dio dos diócesis de esas complicadas que había en Perú para que las administrara y después de haberlo hecho, primero lo hizo miembro del Dicasterio para los Obispos y después lo trajo como prefecto, lo hizo cardenal y lo hizo cardenal-obispo, lo máximo. Es como que lo fue indicando con el dedo de alguna manera. Era uno de los cardenales que él veía con esperanza, yo creo.

-¿Para usted fue una sorpresa su elección como Papa?

-Sí, fue una sorpresa. Aunque tiene todas las cualidades para ser un excelente papa, pensaba que no iba a llegar por otros factores de votos o de poder. Él es obispo norteamericano, pero nunca ejerció de obispo en Estados Unidos, está totalmente fuera de la problemática del episcopado norteamericano, que es compleja. Él es de la curia romana, pero totalmente fuera de todo lo que es la ‘rosca’ romana. Él recorrió el mundo entero, desde China, Vietnam, Laos, África, como general de los agustinos -somos 4000 en casi 90 países-, algo que le dio una visión global. O sea que él conoce Oriente, Occidente, África, América Latina. ¡Todo! De México a Tierra del Fuego ha estado en todos los países.

-En la Argentina, en sus 12 años como superior de los agustinos, ¿Cuántas veces estuvo?

-Tres o cuatro veces. Dos veces haciendo sus visitas, estuvo con mi ordenación episcopal en 2013 y en 2006 cuando tuvimos un congreso sobre San Agustín bastante importante. Es de esa vez que hay una foto muy graciosa, muy única, en la que está concelebrando una misa con Bergoglio: ¡los futuros papas que se encontraron en San Agustín de Buenos Aires celebrando misa!

-¿A cuál de los dos papas conoció mejor? ¿A Prevost o a Bergoglio?

-A Prevost, porque fui compañero y trabajé con él, estuvimos en comisiones juntos en América Latina…

-¿Cómo era cuando se conocieron?

-Siempre fue el mejor en estudios, fue brillante siempre. Cuando éramos estudiantes acá, ya había estado un año de misionero en Perú. Nosotros ya éramos curas, o sea que ya teníamos más o menos 30 años..

-¿Y entonces ya se imaginó que iba a hacer semejante carrera?

-Sí, veíamos que era un tipo especial que iba a llegar porque era estudioso, que sabe escuchar, buen compañero, además, buen deportista. Todo lo que agarraba lo hacía bien. Era de esos compañeros tuyos que se destacan y, además, buen amigo: podías charlar con él, podías salir a comer una pizza también, es decir, un tipo normal, que no porque fuera serio o de pocas palabras era aburrido. No, para nada. O sea, es un hombre muy equilibrado, muy ponderado, que sabe mandar.

-¿Cómo vivió la fumata blanca y el habemus papam el 8 de mayo pasado?

-Estábamos en la plenaria de obispos en Pilar, estábamos terminando de almorzar y alguien con el telefonito avisa de la fumata blanca. Nos fuimos rápido a la sala grande y ahí conectaron con Vatican News y yo me senté hacia los últimos puestos para escuchar bien. Cuando el protodiácono dijo ‘Robert Francis’ entendí que era él..

-¿Y cuál fue su reacción?

-Me puse a llorar como un niño. Yo creo que ahí, en ese minuto, hice la catarsis de la muerte de Francisco y la elección del nuevo papa, porque hasta ese momento nos parecía mentira que Francisco estuviera muerto… Así que, sí, fue una emoción inmensa. Y bueno, vinieron todos los obispos a saludarme, diciéndome ‘un hermano tuyo, un agustino’ y yo no podía decir nada de la emoción que tenía, porque habíamos hablado los días antes, se hablaba y yo pensaba que para mí él debería ser el papa, por todas las cualidades, una buena edad, sabe idiomas, conoce el mundo, pero capaz que hay otros vínculos y fuerzas que van a votar a otro… Pero el Espíritu Santo lo eligió a él…

-¿Qué sueña con que pueda hacer ahora León XIV?

-Creo que seguirá sin duda las grandes líneas que propuso Francisco, que puso a la Iglesia en un estilo de camino necesario para el siglo XXI, que es un poco lo que dijo tomando el nombre de León XIV, por León XIII, que fue el que puso al mundo en el siglo XX, en la modernidad. Así que, el sueño es que pueda seguir empujando al siglo XXI, con la certeza de que él ya vivió esta Iglesia.

-¿En qué sentido?

-Bueno, todo el mundo te pregunta si León va a seguir lo que hizo Francisco y yo a muchos les dije ‘no’ porque yo creo que Francisco dijo lo que él ya vivió. ¿En qué sentido? Cuando Francisco nos hablaba de una iglesia en salida, él, Robert, ya había dejado su Estados Unidos natal y fue 20 años misionero en Perú. Cuando Francisco dijo que los pobres tienen que estar en el centro, él ya se había peleado con Fujimori y había denunciado la política de Trump y estaba con los pobres más pobres del Perú. Cuando Francisco nos habló de la Iglesia sinodal, él fue durante años promotor de diálogo, de caminos conjuntos en la Orden de San Agustín, que es sentarse a escuchar en reuniones, es hacer documentos entre todos, fue una experiencia inmensa todo eso: ya hizo una vida sinodal dentro de la Orden. Yo sé que hay varias características que Francisco propuso al mundo que cuando vos ves la vida de León XIV, él ya lo vivió. Él entendió.

-Ya vivió la propuesta de Francisco…

-Sí, o sea que, si ya la vivió, va a seguir así, evidentemente poniéndole su estilo propio, su talante, dirían los españoles, ya que es un hombre más sereno. No lo vamos a ver tomar mate en la plaza, va a ser menos disruptivo, pero eso no significa que vaya a ir hacia atrás. De hecho, yo me reía de algunos comentarios, que haya usado la capita roja o que se vaya a vivir al palacio. Él lo va a hacer porque es más formal que Francisco… Mi abuelo hubiera dicho es un señor muy bien educado que va a mantener las formas, pero los contenidos los va a renovar, sin ninguna duda.

-¿Va a renovar los contenidos?

-Sí, va a seguir en un camino de renovación. Ya lo hemos escuchado, el tema de la paz, el tema de las situaciones de guerra… Vamos a descubrir un pensamiento muy rico en él, porque es un buen teólogo. Conoce muy bien San Agustín, es doctor en Derecho Canónico, siempre se ha dedicado entre su vida pastoral, del burro y de la misión, también a la vida universitaria, la formación de seminaristas. O sea que es a todo campo en su vida.

-Además, es matemático…

-Matemático, de base, en la universidad en Estados Unidos sacó un título en matemática, después entró al seminario y se dedicó a la teología.

-Para usted, ¿cuál va a ser ahora su gran desafío?

-Para mí, como Iglesia, es aterrizar más profundamente las ideas de Francisco. Francisco abrió muchos frentes, abrió muchas iniciativas, todo el camino sinodal, que es una gran explosión, pero hay que aterrizarlo. Todavía hay mucha gente que no entiende bien cómo se hace o hacia dónde apunta todo esto. Además, todo el tema de cómo organizar o trabajar por la paz en el mundo, más otros que se pueden abrir ahora, como el de la inteligencia artificial. Tiene desafíos muy grandes, pero pienso que el gran desafío es también que la gente acepte que es León XIV y no es Francisco II. Creo que lo peor que podría hacer este papa es imitarlo a Francisco…

-Aunque ya es claro que tiene su estilo…

-Sí, tiene su personalidad y su gran respeto y cariño por Francisco. No hay que olvidar que en los últimos dos años trabajó mano a mano con Francisco. Se veían todos los sábados y nada más y nada menos que hablando de obispos. Este es un tema clave en la vida y el gobierno de la Iglesia. Y entre una cosa y otra, estoy seguro de que han intercambiado ideas y hablado de muchos otros temas, más que lo técnico episcopal. Y Francisco le dio muchísimo apoyo. Siempre lo tuvo como una de las esperanzas.

 En una charla exclusiva con LA NACION, el obispo auxiliar de La Plata habló de la trayectoria del sumo pontífice y su vínculo con su antecesor  Read More