La postal da cuenta de su vida en Suiza. Frente al río Limago y con la histórica iglesia de Fraumünster de fondo, Gabriela Sabatini celebró sus 55 años el viernes 16 de mayo. “Gracias por tanto amor y por tantos mensajitos que me llenaron el alma”, escribió la leyenda del tenis argentino, quien hoy organiza sus días entre Zúrich, Miami y Buenos Aires. A casi 30 años de haber anunciado su retiro de las canchas, Gaby se muestra plena, viviendo un presente marcado por su pasión por el ciclismo, sus escapadas a las playas del Mediterráneo y la compañía de sus afectos. “Siento que soy una privilegiada de la vida, hice todas las cosas que quise hacer, las sigo haciendo. Tener esas posibilidades ya es mucho… Me siento feliz de estar donde estoy, de haber vivido lo que viví”, le dijo a La Nación en 2020.
NACE UNA CAMPEONA
Tenía 6 años cuando llegó por primera vez a las puertas del Club Atlético River Plate, siguiendo los pasos de su hermano Osvaldo. Si bien el plan de sus padres, Osvaldo Sabatini y Beatriz Garófalo, era que su hijo mayor tomara clases de tenis, pronto la familia descubrió el talento innato de la pequeña Gaby.
“Enseguida me apasioné con el tenis y nunca más lo quise dejar. Ya a los 8 años empecé a jugar torneos y era lo único que quería hacer… Yo era muy introvertida y, en ese sentido, este deporte me ayudó a expresarme más. Pude viajar, conocer otras culturas y gente de todos lados, por eso tengo la cantidad de amigos que tengo”, dijo en una entrevista con el periodista José del Río. A los 12 ganó el Mundialito Infantil en Caracas y, dos años más tarde, se consagró campeona en Roland Garros Junior, posicionándose como una de las grandes promesas del tenis argentino.
A partir de entonces, su carrera fue meteórica y excepcional. En 1985, con 15 años recién cumplidos, debutó en el circuito profesional y se convirtió en la semifinalista más joven de la historia de Roland Garros. Si bien cayó ante Chris Evert (entonces 2a de la Women´s Tenis Asossiation, WTA), el mundo descubrió la potencia de su revés a una mano que la haría casi invencible. Al año siguiente llegó al Top Ten del ranking mundial –en 1989 llegó a ser número 3 del mundo– y se mantuvo entre las diez mejores del planeta hasta su retiro en 1996.
En sus doce años como tenista profesional, Gaby obtuvo 27 títulos, incluido el US Open 1990, su primer y único Grand Slam, que conquistó tras esa inolvidable final contra Steffi Graff (la vencería once veces a lo largo de su carrera). De los más de ochocientos partidos que jugó, sin duda la final de Wimbledon del 91, nuevamente ante la alemana, fue el que ella jamás olvidó. A sólo dos puntos de ganar el título y convertirse en número uno del mundo, Graff logró dar vuelta el match y vencer a la argentina.
“Steffi me hizo una mejor jugadora, una gran competidora. Con el tiempo seguimos en contacto y hemos jugado juntas algunas exhibiciones. Es lindo, una vez que te retiraste, poder compartir otras cosas con tus ex rivales”, confesó Gabriela a ESPN varios años después.
Además de sus victorias dentro de la cancha –fue medallista de plata en los Juegos Olímpicos Olímpicos de Seúl y ganó dos Masters WTA en Nueva York–, Gaby se ganó el respeto y admiración de sus colegas. Una de ellas es Mónica Seles, quien en su biografía From Fear to Victory contó cómo Sabatini le demostró su apoyo tras ser apuñalada por un fanático en Hamburgo. A pesar de que la gran mayoría de las tenistas de la WTA votaron para que no se congelara el ranking de la serbia tras el ataque, Gaby se abstuvo. “Fue la única jugadora que me apoyó después del ataque. Ella pensó como persona, no pensó en los sponsors ni en el negocio ni en el ranking.
Ella es una persona diferente al resto de las jugadoras que estaban en el tour”, explicó la serbia, entonces número 1 del mundo.
Finalmente, el 24 de octubre 1996 y ante veinte mil personas, Gabriela Sabatini anunció su retiro del tenis profesional en una emotiva ceremonia que tuvo lugar en el Madison Square Garden de Nueva York. Tenía 26 años.
“Decírselo al mundo fue una liberación. Yo ya lo tenía decidido desde hacía tiempo. Me había relajado. Pero enfrentar al mundo me tenía tensa, muy nerviosa. No sabía cómo lo iba a contar y qué reacción tendría la gente. Una vez que lo dije fue un alivio muy grande”, recordó tres años más tarde en una entrevista a El Gráfico. “Era muy fuerte en mí el deseo de ser una persona normal, de descubrir la vida y todo lo que tuviera para ofrecerme”, confesó, ya más reflexiva, tiempo después.
SUS MOMENTOS MÁS DIFÍCILES
La muerte de su padre en 2016 –tras batallar contra el cáncer y el Alzheimer–, y la de su madre, cinco años después, cambiaron para siempre la vida de la ex campeona. Si bien hasta entonces mantenía un buen vínculo a la distancia con su hermano, su cuñada, Catherine Fulop, y sus dos sobrinas, Oriana y Tiziana, lo cierto es que con el tiempo la relación se volvió endeble.
Los rumores afirman que los hermanos nunca llegaron a ponerse de acuerdo con la administración de la herencia familiar tras la muerte de sus padres. Y, a pesar de que ninguno se manifestó al respecto, el distanciamiento se volvió evidente con la ausencia de la ex tenista el día de la boda de su sobrina Oriana con Paulo Dybala, celebrada el 20 de julio del año pasado. En una reciente entrevista en el ciclo Bondi, de Ángel de Brito, Oriana explicó su actual vínculo con Gaby. “Ya hace un tiempo que no veníamos hablando… Aun así, le envié la invitación a mi boda, pero no recibí respuesta. Después, le escribí varias veces, pero no contestó… Hay una especie de pared de su parte que no me permite acercarme. Es una lástima que estén todos peleados. Me encantaría que se reconciliaran”, reveló.
Fiel a su característico bajo perfil, Gabriela optó por el silencio. “Siempre elegí ser una persona privada porque esa es mi forma de ser y es donde me siento más cómoda”, se definió a sí misma.
HOY
Zúrich es su lugar en el mundo. Si bien su agenda incluye las tradicionales escapadas a Miami y Buenos Aires, la ciudad suiza es su hogar permanente: allí festeja sus cumpleaños, juega al paddle, escala, entrena y practica ciclismo. “A diez metros tenés montañas y entonces es muy fácil entrenar y ponerse bien en forma. Hace unos años hice el Tour de France para aficionados. Fue agotador pero buenísimo”, contó entusiasmada en 2019.
“Hoy en día es lo que más me gusta. Y todos los días trato de mantenerme activa, porque lo necesito y porque es mi cable a tierra”, le dijo al tenista Federico Coria el año pasado tras participar de la 13a edición del Gran Fondo Siete Lagos en la Patagonia argentina. “Me siento una persona joven y creo que el estilo de vida que llevo también influye. Hago mucho deporte, estoy en movimiento, me cuido en las comidas. Me siento bien física y mentalmente”, dice. Con el apoyo incondicional de Luján Grisolía, su compañera de vida, Sabatini disfruta de su vida en Europa. Mientras, sigue desarrollando su costado empresarial con la línea de perfumes que lleva su nombre, lanzada hace más de treinta años. “Yo estaba en pleno apogeo de mi carrera. En 1989 salió el primero y hasta el día de hoy siguen en las vidrieras”. Su amor por el tenis continúa intacto.
Como lo demostró su participación en el Trophée des Légendes de Roland Garros 2023 junto a Gisela Dulko y, el año pasado, junto a Juan Martín del Potro en la antesala del US Open.
Querida por su nobleza, su sencillez y don de gentes, Gaby prefiere definir su vida más allá de sus conquistas dentro del court. Así al menos lo dejó claro en un reportaje, cuando todavía no había cumplido los 30. “Me hice famosa por haber sido una buena tenista, pero lo más importante, a pesar de eso, es la persona. Por eso me gustaría que me recordaran como una gran mujer”.
La postal da cuenta de su vida en Suiza. Frente al río Limago y con la histórica iglesia de Fraumünster de fondo, Gabriela Sabatini celebró sus 55 años el viernes 16 de mayo. “Gracias por tanto amor y por tantos mensajitos que me llenaron el alma”, escribió la leyenda del tenis argentino, quien hoy organiza sus días entre Zúrich, Miami y Buenos Aires. A casi 30 años de haber anunciado su retiro de las canchas, Gaby se muestra plena, viviendo un presente marcado por su pasión por el ciclismo, sus escapadas a las playas del Mediterráneo y la compañía de sus afectos. “Siento que soy una privilegiada de la vida, hice todas las cosas que quise hacer, las sigo haciendo. Tener esas posibilidades ya es mucho… Me siento feliz de estar donde estoy, de haber vivido lo que viví”, le dijo a La Nación en 2020.
NACE UNA CAMPEONA
Tenía 6 años cuando llegó por primera vez a las puertas del Club Atlético River Plate, siguiendo los pasos de su hermano Osvaldo. Si bien el plan de sus padres, Osvaldo Sabatini y Beatriz Garófalo, era que su hijo mayor tomara clases de tenis, pronto la familia descubrió el talento innato de la pequeña Gaby.
“Enseguida me apasioné con el tenis y nunca más lo quise dejar. Ya a los 8 años empecé a jugar torneos y era lo único que quería hacer… Yo era muy introvertida y, en ese sentido, este deporte me ayudó a expresarme más. Pude viajar, conocer otras culturas y gente de todos lados, por eso tengo la cantidad de amigos que tengo”, dijo en una entrevista con el periodista José del Río. A los 12 ganó el Mundialito Infantil en Caracas y, dos años más tarde, se consagró campeona en Roland Garros Junior, posicionándose como una de las grandes promesas del tenis argentino.
A partir de entonces, su carrera fue meteórica y excepcional. En 1985, con 15 años recién cumplidos, debutó en el circuito profesional y se convirtió en la semifinalista más joven de la historia de Roland Garros. Si bien cayó ante Chris Evert (entonces 2a de la Women´s Tenis Asossiation, WTA), el mundo descubrió la potencia de su revés a una mano que la haría casi invencible. Al año siguiente llegó al Top Ten del ranking mundial –en 1989 llegó a ser número 3 del mundo– y se mantuvo entre las diez mejores del planeta hasta su retiro en 1996.
En sus doce años como tenista profesional, Gaby obtuvo 27 títulos, incluido el US Open 1990, su primer y único Grand Slam, que conquistó tras esa inolvidable final contra Steffi Graff (la vencería once veces a lo largo de su carrera). De los más de ochocientos partidos que jugó, sin duda la final de Wimbledon del 91, nuevamente ante la alemana, fue el que ella jamás olvidó. A sólo dos puntos de ganar el título y convertirse en número uno del mundo, Graff logró dar vuelta el match y vencer a la argentina.
“Steffi me hizo una mejor jugadora, una gran competidora. Con el tiempo seguimos en contacto y hemos jugado juntas algunas exhibiciones. Es lindo, una vez que te retiraste, poder compartir otras cosas con tus ex rivales”, confesó Gabriela a ESPN varios años después.
Además de sus victorias dentro de la cancha –fue medallista de plata en los Juegos Olímpicos Olímpicos de Seúl y ganó dos Masters WTA en Nueva York–, Gaby se ganó el respeto y admiración de sus colegas. Una de ellas es Mónica Seles, quien en su biografía From Fear to Victory contó cómo Sabatini le demostró su apoyo tras ser apuñalada por un fanático en Hamburgo. A pesar de que la gran mayoría de las tenistas de la WTA votaron para que no se congelara el ranking de la serbia tras el ataque, Gaby se abstuvo. “Fue la única jugadora que me apoyó después del ataque. Ella pensó como persona, no pensó en los sponsors ni en el negocio ni en el ranking.
Ella es una persona diferente al resto de las jugadoras que estaban en el tour”, explicó la serbia, entonces número 1 del mundo.
Finalmente, el 24 de octubre 1996 y ante veinte mil personas, Gabriela Sabatini anunció su retiro del tenis profesional en una emotiva ceremonia que tuvo lugar en el Madison Square Garden de Nueva York. Tenía 26 años.
“Decírselo al mundo fue una liberación. Yo ya lo tenía decidido desde hacía tiempo. Me había relajado. Pero enfrentar al mundo me tenía tensa, muy nerviosa. No sabía cómo lo iba a contar y qué reacción tendría la gente. Una vez que lo dije fue un alivio muy grande”, recordó tres años más tarde en una entrevista a El Gráfico. “Era muy fuerte en mí el deseo de ser una persona normal, de descubrir la vida y todo lo que tuviera para ofrecerme”, confesó, ya más reflexiva, tiempo después.
SUS MOMENTOS MÁS DIFÍCILES
La muerte de su padre en 2016 –tras batallar contra el cáncer y el Alzheimer–, y la de su madre, cinco años después, cambiaron para siempre la vida de la ex campeona. Si bien hasta entonces mantenía un buen vínculo a la distancia con su hermano, su cuñada, Catherine Fulop, y sus dos sobrinas, Oriana y Tiziana, lo cierto es que con el tiempo la relación se volvió endeble.
Los rumores afirman que los hermanos nunca llegaron a ponerse de acuerdo con la administración de la herencia familiar tras la muerte de sus padres. Y, a pesar de que ninguno se manifestó al respecto, el distanciamiento se volvió evidente con la ausencia de la ex tenista el día de la boda de su sobrina Oriana con Paulo Dybala, celebrada el 20 de julio del año pasado. En una reciente entrevista en el ciclo Bondi, de Ángel de Brito, Oriana explicó su actual vínculo con Gaby. “Ya hace un tiempo que no veníamos hablando… Aun así, le envié la invitación a mi boda, pero no recibí respuesta. Después, le escribí varias veces, pero no contestó… Hay una especie de pared de su parte que no me permite acercarme. Es una lástima que estén todos peleados. Me encantaría que se reconciliaran”, reveló.
Fiel a su característico bajo perfil, Gabriela optó por el silencio. “Siempre elegí ser una persona privada porque esa es mi forma de ser y es donde me siento más cómoda”, se definió a sí misma.
HOY
Zúrich es su lugar en el mundo. Si bien su agenda incluye las tradicionales escapadas a Miami y Buenos Aires, la ciudad suiza es su hogar permanente: allí festeja sus cumpleaños, juega al paddle, escala, entrena y practica ciclismo. “A diez metros tenés montañas y entonces es muy fácil entrenar y ponerse bien en forma. Hace unos años hice el Tour de France para aficionados. Fue agotador pero buenísimo”, contó entusiasmada en 2019.
“Hoy en día es lo que más me gusta. Y todos los días trato de mantenerme activa, porque lo necesito y porque es mi cable a tierra”, le dijo al tenista Federico Coria el año pasado tras participar de la 13a edición del Gran Fondo Siete Lagos en la Patagonia argentina. “Me siento una persona joven y creo que el estilo de vida que llevo también influye. Hago mucho deporte, estoy en movimiento, me cuido en las comidas. Me siento bien física y mentalmente”, dice. Con el apoyo incondicional de Luján Grisolía, su compañera de vida, Sabatini disfruta de su vida en Europa. Mientras, sigue desarrollando su costado empresarial con la línea de perfumes que lleva su nombre, lanzada hace más de treinta años. “Yo estaba en pleno apogeo de mi carrera. En 1989 salió el primero y hasta el día de hoy siguen en las vidrieras”. Su amor por el tenis continúa intacto.
Como lo demostró su participación en el Trophée des Légendes de Roland Garros 2023 junto a Gisela Dulko y, el año pasado, junto a Juan Martín del Potro en la antesala del US Open.
Querida por su nobleza, su sencillez y don de gentes, Gaby prefiere definir su vida más allá de sus conquistas dentro del court. Así al menos lo dejó claro en un reportaje, cuando todavía no había cumplido los 30. “Me hice famosa por haber sido una buena tenista, pero lo más importante, a pesar de eso, es la persona. Por eso me gustaría que me recordaran como una gran mujer”.
Cumplió 55 años y repasamos los momentos más significativos en la vida de la mejor tenista argentina de todos los tiempos Read More