El papa Francisco no vino a la Argentina en sus doce años de pontificado. Pero el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, lo citó más de una vez en la homilía del tedeum, ante el presidente Javier Milei, para advertir sobre “el terrorismo de las redes” y recordar que “todos, desde el más pequeño al más grande, tienen un papel activo en la construcción de una sociedad integrada y reconciliada”.
El mensaje de la Iglesia, así, graficó en la fecha patria el escenario de la fragmentación, la agresión, la apatía y el poco entusiasmo de la gente para ir a votar, como resultado de tantos años de “promesas incumplidas y estafas electorales”. Sobrevolaron, de este modo, en la Catedral las notas negativas de la última jornada electoral porteña, marcada por un alto grado de ausentismo y la campaña sucia resumida en el falso video armado con inteligencia artificial. A pocos metros del presidente Milei se ubicaba el jefe de gobierno de la Ciudad, Jorge Macri, uno de los derrotados en los comicios de hace una semana.
Tuvieron un lugar preponderante los damnificados por las recientes inundaciones y, principalmente, los jubilados, que “merecen una vida digna, con acceso a los remedios y a la alimentación”. Sectores sociales que el arzobispo englobó en “una Argentina que sangra” y que hace unos días motivó un pronunciamiento de la Comisión de Pastoral Social del Episcopado, que llamó a evitar la represión policial contra los jubilados en las marchas de los miércoles frente al Congreso.
El mensaje del tedeum mostró dramas apremiantes, como la situación de “las personas que sufren la marginalidad y la exclusión, tantosadolescentes y jóvenes víctimas del narcotráfico -que en algunos barrios es un estado paralelo- tantas personas en situación de calle y tantas con discapacidad”, entre otras realidades marcadas por el arzobispo.
Un Papa presente
Dos días después de bendecir en el hall del primer piso del Arzobispado de Buenos Aires una fotografía y una placa en memoria de Francisco, para recordar su paso por esa sede eclesiástica y su incansable labor pastoral al servicio de los más necesitados, García Cuerva lo hizo presente en la Catedral al recordar su mensaje contra la descalificación y el odio, como había expresado el fallecido Santo Padre en una homilía en la casa Santa Marta, en 2015.
También reprodujo las recientes palabras de León XIV a los representantes de los medios de comunicación, a quienes llamó a “decir no a la guerra de las palabras y de las imágenes”.
Fue un mensaje orientado a construir caminos de diálogo y, en lenguaje de Francisco, forjar la cultura del encuentro y frenar las usinas de odio. “Démonos otra oportunidad, no podemos construir una Nación desde la guerra entre nosotros. Todo acto de violencia es condenable, y quiebra el tejido social”, dijo el arzobispo en su homilía.
Como hizo en mensajes anteriores, el arzobispo presentó su mensaje como “un aporte, a la luz de la Palabra de Dios, para la reflexión de todos los actores de la sociedad argentina, convencido de que entre todos construimos la patria, más allá de saber que, luego, algunas frases puedan ser tomadas de manera aislada para querer alimentar la fragmentación”. Un modo de atajarse a las posibles críticas o lecturas parcializadas que podrían reflejar los medios.
En un contexto político dominado por los escándalos y las descalificaciones, el arzobispo García Cuerva retrató la imagen de un país enfermo, necesitado de curaciones a veces milagrosas. “Experimentamos que se está muriendo la fraternidad, se está muriendo la tolerancia, se está muriendo el respeto; y si se mueren esos valores, se muere un poco el futuro, se mueren las esperanzas de forjar una Argentina unida, una patria de hermanos.
La mirada de la Iglesia se posó sobre la situación social, afectada también por los desencuentros políticos. “Muchos hermanos tienen hambre de pan, revuelven basura buscando qué comer, pero todos tenemos hambre de sentido de vida, hambre de Dios”, advirtió. Y usó la metáfora de la crisis alimentaria para despertar conciencias: “Nos hemos acostumbrado a comer el pan duro de la desinformación, el pan viejo de la indiferencia y la insensibilidad, estamos empachados de panes sin sabor, fruto de la intolerancia; el pan agrietado por el odio y la descalificación”.
La Iglesia llamó, así, a una activa participación para superar “el hambre de la solidaridad”. Una ocasión para promover la colecta nacional de Cáritas, que con el lema “Sigamos organizando la esperanza”, la Iglesia realizará los días 7 y 8 de junio con el propósito de “construir una sociedad más justa e inclusiva”. Una deuda que es necesaria asumir para alcanzar “una sociedad integrada y reconciliada”.
El papa Francisco no vino a la Argentina en sus doce años de pontificado. Pero el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, lo citó más de una vez en la homilía del tedeum, ante el presidente Javier Milei, para advertir sobre “el terrorismo de las redes” y recordar que “todos, desde el más pequeño al más grande, tienen un papel activo en la construcción de una sociedad integrada y reconciliada”.
El mensaje de la Iglesia, así, graficó en la fecha patria el escenario de la fragmentación, la agresión, la apatía y el poco entusiasmo de la gente para ir a votar, como resultado de tantos años de “promesas incumplidas y estafas electorales”. Sobrevolaron, de este modo, en la Catedral las notas negativas de la última jornada electoral porteña, marcada por un alto grado de ausentismo y la campaña sucia resumida en el falso video armado con inteligencia artificial. A pocos metros del presidente Milei se ubicaba el jefe de gobierno de la Ciudad, Jorge Macri, uno de los derrotados en los comicios de hace una semana.
Tuvieron un lugar preponderante los damnificados por las recientes inundaciones y, principalmente, los jubilados, que “merecen una vida digna, con acceso a los remedios y a la alimentación”. Sectores sociales que el arzobispo englobó en “una Argentina que sangra” y que hace unos días motivó un pronunciamiento de la Comisión de Pastoral Social del Episcopado, que llamó a evitar la represión policial contra los jubilados en las marchas de los miércoles frente al Congreso.
El mensaje del tedeum mostró dramas apremiantes, como la situación de “las personas que sufren la marginalidad y la exclusión, tantosadolescentes y jóvenes víctimas del narcotráfico -que en algunos barrios es un estado paralelo- tantas personas en situación de calle y tantas con discapacidad”, entre otras realidades marcadas por el arzobispo.
Un Papa presente
Dos días después de bendecir en el hall del primer piso del Arzobispado de Buenos Aires una fotografía y una placa en memoria de Francisco, para recordar su paso por esa sede eclesiástica y su incansable labor pastoral al servicio de los más necesitados, García Cuerva lo hizo presente en la Catedral al recordar su mensaje contra la descalificación y el odio, como había expresado el fallecido Santo Padre en una homilía en la casa Santa Marta, en 2015.
También reprodujo las recientes palabras de León XIV a los representantes de los medios de comunicación, a quienes llamó a “decir no a la guerra de las palabras y de las imágenes”.
Fue un mensaje orientado a construir caminos de diálogo y, en lenguaje de Francisco, forjar la cultura del encuentro y frenar las usinas de odio. “Démonos otra oportunidad, no podemos construir una Nación desde la guerra entre nosotros. Todo acto de violencia es condenable, y quiebra el tejido social”, dijo el arzobispo en su homilía.
Como hizo en mensajes anteriores, el arzobispo presentó su mensaje como “un aporte, a la luz de la Palabra de Dios, para la reflexión de todos los actores de la sociedad argentina, convencido de que entre todos construimos la patria, más allá de saber que, luego, algunas frases puedan ser tomadas de manera aislada para querer alimentar la fragmentación”. Un modo de atajarse a las posibles críticas o lecturas parcializadas que podrían reflejar los medios.
En un contexto político dominado por los escándalos y las descalificaciones, el arzobispo García Cuerva retrató la imagen de un país enfermo, necesitado de curaciones a veces milagrosas. “Experimentamos que se está muriendo la fraternidad, se está muriendo la tolerancia, se está muriendo el respeto; y si se mueren esos valores, se muere un poco el futuro, se mueren las esperanzas de forjar una Argentina unida, una patria de hermanos.
La mirada de la Iglesia se posó sobre la situación social, afectada también por los desencuentros políticos. “Muchos hermanos tienen hambre de pan, revuelven basura buscando qué comer, pero todos tenemos hambre de sentido de vida, hambre de Dios”, advirtió. Y usó la metáfora de la crisis alimentaria para despertar conciencias: “Nos hemos acostumbrado a comer el pan duro de la desinformación, el pan viejo de la indiferencia y la insensibilidad, estamos empachados de panes sin sabor, fruto de la intolerancia; el pan agrietado por el odio y la descalificación”.
La Iglesia llamó, así, a una activa participación para superar “el hambre de la solidaridad”. Una ocasión para promover la colecta nacional de Cáritas, que con el lema “Sigamos organizando la esperanza”, la Iglesia realizará los días 7 y 8 de junio con el propósito de “construir una sociedad más justa e inclusiva”. Una deuda que es necesaria asumir para alcanzar “una sociedad integrada y reconciliada”.
El arzobispo García Cuerva recordó al papa Francisco y pidió construir una sociedad integrada y reconciliada” Read More