No es el lugar en el que más le gusta estar, pero del que tampoco busca alejarse tanto, aunque unos y otros dicen repelerse. Este domingo, Javier Milei volvió a quedar en la galería presidencial al lado de Néstor y Cristina Kirchner.
El Arzobispado de Buenos Aires fue la institución que con más contundencia interpeló al matrimonio presidencial cuando no había voces con potencia para marcar excesos, para criticar formas y acciones, para demandar concordia.
La escena parece repetirse ahora. Un Jorge con sotana antes y otro ahora sacuden (e incomodan) con sus palabras al poder político, como no logran hacerlo sus opositores y otros sectores de la sociedad.
El Bergoglio de entonces se asemeja mucho al García Cuerva de hoy, que, en línea con aquel y con el nuevo Papa, León XIV, pone una nota disonante en los intolerantes y agresivos modos que impregnan la conversación pública y que ha potenciado el mileísmo.
“Hemos pasado todos los límites, la descalificación, la agresión constante, el destrato, la difamación, parecen moneda corriente”, leyó el arzobispo porteño.
Demasiadas consonancias con las actitudes que bajan desde lo más alto del poder. Sin embargo, en el entorno del prelado se preocuparon por destacar que nada de eso es algo nuevo que preocupe y manifieste la Iglesia. Además, subrayaron la aclaración hecha en el primer párrafo de la homilía.
Allí el arzobispo afirma que el objetivo es hacer “un aporte […] para la reflexión de todos los actores de la sociedad argentina […], más allá de saber que, luego, algunas frases puedan ser tomadas de manera aislada para querer alimentar la fragmentación”.
En el Gobierno encontraron en esa frase el punto de apoyo para decir que no se habían sentido particularmente aludidos por las referencias críticas contenidas en la homilía.
“A mí me pareció bien y marcó temas que todos los sectores de la sociedad vemos. Jorge es un tipo muy cuidadoso como para dar un mensaje directo en el sentido de una crítica al Presidente. Además, lo de las redes y sus distintos cuestionamientos al respecto son un tema mundial”, dijo uno de los principales funcionarios del Gobierno.
El colaborador presidencial evitó así caer en alguna otra semejanza con Néstor Kirchner, que se negó a ir al Tedeum solo dos años después de haber asumido y se enfrentó directamente con el entonces cardenal primado, al que llegó a acusar de ser el jefe de la oposición.
En este gobierno prefieren otros adversarios con menos poder y, sobre todo, con menos penetración entre los propios. La marcha atrás que debió dar Milei ante Bergoglio por sus insultos dejó huella.
La ocasión, el lugar y la presencia de la más alta autoridad de la República entre la audiencia, no obstante, reforzaron la interpretación mayoritaria sobre quién fue el destinatario principal de la homilía del Tedeum del 25 de Mayo, aunque la dirección no resultara excluyente y también tuviera por destino a muchos otros representantes de la clase dirigente nacional y a los argentinos de a pie.
La tradicional intención y pretensión de los representantes de la Iglesia de que sus mensajes tengan carácter urbi et orbi no excluye destinatarios más directos y eso no escapa a un consumado comunicador, como lo es el arzobispo García Cuerva. Sobre todo, cuando no caben a todos los posibles destinatarios las mismas responsabilidades en cuanto al humor social, la unidad nacional y la paz social, a los que apeló el sacerdote.
Es cierto que le sobran al arzobispo referencias a esos tópicos desde que fue designado, hace justo dos años, para asumir el mismo cargo en el que se destacó Bergoglio hasta que fue elegido Papa, como lo advierten sus colaboradores.
En una semana de furia
Sin embargo, a nadie puede escapar tampoco que la gruesa artillería verbal que suele desplegar en los medios y en las redes el Presidente contra sus contradictores o críticos se intensificó después del triunfo electoral libertario en los últimos días. Nuevos días de furia.
Lo mismo ha ocurrido con el aval que Milei suele darles cada día a las agresiones verbales más extremas y hasta a las acciones de desinformación de sus seguidores, como fue el caso del video falso lanzado durante la jornada electoral porteña. La preocupación por la desinformación y las fake news también tuvieron su lugar en la homilía.
Asimismo, es un hecho que recrudeció la semana pasada el exceso de violencia ejercido por agentes de las fuerzas de seguridad nacional en las protestas públicas contra periodistas, reporteros gráficos y camarógrafos, que han sido golpeados y heridos sin miramiento, como sucedió en la última manifestación de los jubilados. Un sector de la sociedad, además, cuya situación también es motivo de preocupación y de reclamo de solución urgente por parte de la Iglesia argentina y del propio arzobispo.
“Nuestro país también sangra: tantos hermanos que sufren la marginalidad y la exclusión. Muchos podrán ser los responsables de esta triste situación, pero la oportunidad que tenemos nosotros de resolverla es hoy, ¿cuántas generaciones más y hasta cuándo deberán reclamar por jubilaciones dignas?”, dijo el arzobispo.
El uso verbal del presente en la homilía subrayó de forma constante la preocupación por la más candente actualidad, antes que ser un planteo atemporal. “Se está muriendo la fraternidad, se está muriendo la tolerancia, se está muriendo el respeto; y si se mueren esos valores, se muere un poco el futuro, las esperanzas de una Argentina unida”, leyó García Cuerva.
Una escena previa a las palabras del prelado, ocurrida en el ingreso a la Catedral, pareció darle más resonancia a ese dramático llamado a recuperar la fraternidad y la tolerancia “que se están muriendo”.
El Presidente ignoró a su vicepresidenta, Victoria Villarruel, para escenificar en público la distancia que los separa y, además, le negó el saludo al jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Jorge Macri, a quien dejó con la mano extendida. La concordia estuvo lejos de practicarse por parte del jefe del Estado. Tras el Tedeum, Milei pareció confirmar que no se había sentido interpelado o aludido por las exhortaciones, críticas y advertencias episcopales.
El momento en que Milei le negó el saludo a Jorge Macri
“Roma no paga traidores”, se jactó el Presidente en una publicación en X en la que debajo de la frase se reproducía el posteo de un seguidor con las fotos del desplante a Jorge Macri, y la siguiente frase: “Nunca, pero nunca traiciones. Y si lo hacen, sepan que después de eso ya no hay vuelta atrás”. Ni olvido, ni perdón, ni tolerancia, ni unidad.
La ola de abstención electoral, que llegó a ser récord el domingo pasado en la ciudad de Buenos Aires, tampoco quedó afuera de la consideración eclesiástica, así como la responsabilidad asignada a la dirigencia política, en general, por esa realidad, que García Cuerva expuso en duros términos.
“Años de promesas incumplidas y estafas electorales que nos hicieron perder las ganas de participar, nos hicieron perder el entusiasmo de involucrarnos, hasta de cumplir con el deber ciudadano de ir a votar, porque pensamos: ‘otra vez lo mismo’, ‘nada va a cambiar’; sentimientos e ideas que afloran cuando se experimenta que nos mintieron muchas veces.”
García Cuerva hablaba de los gobernantes anteriores, pero también de los actuales. El gobierno de Milei, como el del alcalde porteño también, ya tienen su propio pasado.
Es cierto que el mensaje del arzobispo fue una advertencia, en algún punto dramática, a todos los actores sociales, como lo hizo al recordar una frase del papa Bergoglio: “El diálogo, y todo lo que este implica, nos recuerda que nadie puede limitarse a ser un espectador ni un mero observador. Todos, desde el más pequeño al más grande, tienen un papel activo en la construcción de una sociedad integrada y reconciliada”.
En el entorno del arzobispo y en el seno del Episcopado fue manifiesta la preocupación para que no se entendiera la homilía como una crítica solo hacia a este gobierno, aunque no dejaron de admitir que también era un llamado de atención. Como cuando dijo que “es hora de ponerse de pie, unidos, no a los empujones ‘en un sálvese quien pueda’, no a costa de los demás, o dejando a muchos al costado del camino de la vida”.
“Si alguien dice que ese discurso empezó ahora es porque no está escuchando todo lo que dice la iglesia desde hace años. Hoy lo que hizo Jorge fue sumar lo de las redes sociales y el peligro de los mensajes de odio, que lo ha sufrido la misma Iglesia también. Lo que él ve y lo ven muchos otros obispos es que hay un nivel de violencia que se subestima, que, con soberbia, se piensa que se puede quedar en las palabras y estamos viendo que pasa a los hechos. Además, esto muchas veces saca la mirada de los problemas reales, como es la pobreza o la situación de los jubilados, como también lo dijo Jorge”, destacó un prelado de estrecho vínculo con el arzobispo. No obstante, la misma fuente admitió: “Ahora, es cierto que con algunas expresiones en las redes y ciertos hechos de violencia ejercida por el mismo gobierno, se está pasando un límite”.
También en el episcopado destacaron la consonancia del mensaje no solo con el del papa Francisco, sino también con el de León XIV, que en dos ocasiones desde que asumió llamó a “desarmar las palabras”, y advirtió sobre el carácter letal que pueden tener y engendrar las agresiones verbales.
Las manifestaciones posteriores del Presidente en las redes sociales confirmaron que nada de eso fue considerado como un mensaje que lo tuviera por destinatario o que le importe que sus palabras y acciones se encuadran en tales descripciones y calificaciones.
Mientras tanto, la preocupación entre opositores, dirigentes sociales y asociaciones de la sociedad civil crece, como quedó expresado en el documento de un amplio arco de legisladores que expresan su preocupación por las agresiones a periodistas y otros ciudadanos que contradicen o cuestionan relatos y políticas oficiales.
En ese sentido, abrió una catarata de rechazo y pedidos de aclaración el nuevo plan de inteligencia nacional, revelado en LA NACION por Hugo Alconada Mon, ya que su redacción dejaría abierta la posibilidad de que la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) realice tareas de control o espionaje sobre periodistas, economistas y voces críticas.
La Oficina del Presidente rechazó que esa fuera la intención del proyecto, pero no negó el contenido revelado y se limitó a afirmar (y subrayar) que se trata de “un documento secreto (…) al que solo tienen acceso el Presidente, la SIDE y la Comisión Bicameral de fiscalización de los organismo de inteligencia”. El Presidente reprodujo en su cuenta ese comunicado bajo la frase: “EL PERIODISMO (90%). Los mayores creadores de noticias falsas en la historia de la humanidad. Fin (SIC)”.
El triunfo en las elecciones porteñas, la recuperación del predominio de la agenda pública, una nueva baja en la inflación, la sucesión de anuncios de impacto popular, sumado a las disputas internas que reinan entre los opositores más el aturdimiento y la disposición al sometimiento de los aliados que acaban de ser derrotados en la ciudad de Buenos Aires, parecen haber empoderado al Gobierno. Tanto como para sentirse inmune a cualquier crítica.
En la Casa Rosada dicen saber que tienen al menos casi dos meses más de gracia política para terminar de absorber al macrismo y hasta que la oposición peronista se ordene. O se termine de dividir. El calendario de tensiones tendrá un punto cúlmine entre el 9 y el de 16 agosto, cuando deberán presentarse alianzas y listas para las cruciales elecciones de la provincia de Buenos Aires.
En este escenario político, las palabras de García Cuerva cobran más relevancia. Para todos, pero, en especial, para el Gobierno. A pesar, de todas las aclaraciones sobre la universalidad del mensaje. Milei puede verse en el espejo de los Kirchner.
No es el lugar en el que más le gusta estar, pero del que tampoco busca alejarse tanto, aunque unos y otros dicen repelerse. Este domingo, Javier Milei volvió a quedar en la galería presidencial al lado de Néstor y Cristina Kirchner.
El Arzobispado de Buenos Aires fue la institución que con más contundencia interpeló al matrimonio presidencial cuando no había voces con potencia para marcar excesos, para criticar formas y acciones, para demandar concordia.
La escena parece repetirse ahora. Un Jorge con sotana antes y otro ahora sacuden (e incomodan) con sus palabras al poder político, como no logran hacerlo sus opositores y otros sectores de la sociedad.
El Bergoglio de entonces se asemeja mucho al García Cuerva de hoy, que, en línea con aquel y con el nuevo Papa, León XIV, pone una nota disonante en los intolerantes y agresivos modos que impregnan la conversación pública y que ha potenciado el mileísmo.
“Hemos pasado todos los límites, la descalificación, la agresión constante, el destrato, la difamación, parecen moneda corriente”, leyó el arzobispo porteño.
Demasiadas consonancias con las actitudes que bajan desde lo más alto del poder. Sin embargo, en el entorno del prelado se preocuparon por destacar que nada de eso es algo nuevo que preocupe y manifieste la Iglesia. Además, subrayaron la aclaración hecha en el primer párrafo de la homilía.
Allí el arzobispo afirma que el objetivo es hacer “un aporte […] para la reflexión de todos los actores de la sociedad argentina […], más allá de saber que, luego, algunas frases puedan ser tomadas de manera aislada para querer alimentar la fragmentación”.
En el Gobierno encontraron en esa frase el punto de apoyo para decir que no se habían sentido particularmente aludidos por las referencias críticas contenidas en la homilía.
“A mí me pareció bien y marcó temas que todos los sectores de la sociedad vemos. Jorge es un tipo muy cuidadoso como para dar un mensaje directo en el sentido de una crítica al Presidente. Además, lo de las redes y sus distintos cuestionamientos al respecto son un tema mundial”, dijo uno de los principales funcionarios del Gobierno.
El colaborador presidencial evitó así caer en alguna otra semejanza con Néstor Kirchner, que se negó a ir al Tedeum solo dos años después de haber asumido y se enfrentó directamente con el entonces cardenal primado, al que llegó a acusar de ser el jefe de la oposición.
En este gobierno prefieren otros adversarios con menos poder y, sobre todo, con menos penetración entre los propios. La marcha atrás que debió dar Milei ante Bergoglio por sus insultos dejó huella.
La ocasión, el lugar y la presencia de la más alta autoridad de la República entre la audiencia, no obstante, reforzaron la interpretación mayoritaria sobre quién fue el destinatario principal de la homilía del Tedeum del 25 de Mayo, aunque la dirección no resultara excluyente y también tuviera por destino a muchos otros representantes de la clase dirigente nacional y a los argentinos de a pie.
La tradicional intención y pretensión de los representantes de la Iglesia de que sus mensajes tengan carácter urbi et orbi no excluye destinatarios más directos y eso no escapa a un consumado comunicador, como lo es el arzobispo García Cuerva. Sobre todo, cuando no caben a todos los posibles destinatarios las mismas responsabilidades en cuanto al humor social, la unidad nacional y la paz social, a los que apeló el sacerdote.
Es cierto que le sobran al arzobispo referencias a esos tópicos desde que fue designado, hace justo dos años, para asumir el mismo cargo en el que se destacó Bergoglio hasta que fue elegido Papa, como lo advierten sus colaboradores.
En una semana de furia
Sin embargo, a nadie puede escapar tampoco que la gruesa artillería verbal que suele desplegar en los medios y en las redes el Presidente contra sus contradictores o críticos se intensificó después del triunfo electoral libertario en los últimos días. Nuevos días de furia.
Lo mismo ha ocurrido con el aval que Milei suele darles cada día a las agresiones verbales más extremas y hasta a las acciones de desinformación de sus seguidores, como fue el caso del video falso lanzado durante la jornada electoral porteña. La preocupación por la desinformación y las fake news también tuvieron su lugar en la homilía.
Asimismo, es un hecho que recrudeció la semana pasada el exceso de violencia ejercido por agentes de las fuerzas de seguridad nacional en las protestas públicas contra periodistas, reporteros gráficos y camarógrafos, que han sido golpeados y heridos sin miramiento, como sucedió en la última manifestación de los jubilados. Un sector de la sociedad, además, cuya situación también es motivo de preocupación y de reclamo de solución urgente por parte de la Iglesia argentina y del propio arzobispo.
“Nuestro país también sangra: tantos hermanos que sufren la marginalidad y la exclusión. Muchos podrán ser los responsables de esta triste situación, pero la oportunidad que tenemos nosotros de resolverla es hoy, ¿cuántas generaciones más y hasta cuándo deberán reclamar por jubilaciones dignas?”, dijo el arzobispo.
El uso verbal del presente en la homilía subrayó de forma constante la preocupación por la más candente actualidad, antes que ser un planteo atemporal. “Se está muriendo la fraternidad, se está muriendo la tolerancia, se está muriendo el respeto; y si se mueren esos valores, se muere un poco el futuro, las esperanzas de una Argentina unida”, leyó García Cuerva.
Una escena previa a las palabras del prelado, ocurrida en el ingreso a la Catedral, pareció darle más resonancia a ese dramático llamado a recuperar la fraternidad y la tolerancia “que se están muriendo”.
El Presidente ignoró a su vicepresidenta, Victoria Villarruel, para escenificar en público la distancia que los separa y, además, le negó el saludo al jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Jorge Macri, a quien dejó con la mano extendida. La concordia estuvo lejos de practicarse por parte del jefe del Estado. Tras el Tedeum, Milei pareció confirmar que no se había sentido interpelado o aludido por las exhortaciones, críticas y advertencias episcopales.
El momento en que Milei le negó el saludo a Jorge Macri
“Roma no paga traidores”, se jactó el Presidente en una publicación en X en la que debajo de la frase se reproducía el posteo de un seguidor con las fotos del desplante a Jorge Macri, y la siguiente frase: “Nunca, pero nunca traiciones. Y si lo hacen, sepan que después de eso ya no hay vuelta atrás”. Ni olvido, ni perdón, ni tolerancia, ni unidad.
La ola de abstención electoral, que llegó a ser récord el domingo pasado en la ciudad de Buenos Aires, tampoco quedó afuera de la consideración eclesiástica, así como la responsabilidad asignada a la dirigencia política, en general, por esa realidad, que García Cuerva expuso en duros términos.
“Años de promesas incumplidas y estafas electorales que nos hicieron perder las ganas de participar, nos hicieron perder el entusiasmo de involucrarnos, hasta de cumplir con el deber ciudadano de ir a votar, porque pensamos: ‘otra vez lo mismo’, ‘nada va a cambiar’; sentimientos e ideas que afloran cuando se experimenta que nos mintieron muchas veces.”
García Cuerva hablaba de los gobernantes anteriores, pero también de los actuales. El gobierno de Milei, como el del alcalde porteño también, ya tienen su propio pasado.
Es cierto que el mensaje del arzobispo fue una advertencia, en algún punto dramática, a todos los actores sociales, como lo hizo al recordar una frase del papa Bergoglio: “El diálogo, y todo lo que este implica, nos recuerda que nadie puede limitarse a ser un espectador ni un mero observador. Todos, desde el más pequeño al más grande, tienen un papel activo en la construcción de una sociedad integrada y reconciliada”.
En el entorno del arzobispo y en el seno del Episcopado fue manifiesta la preocupación para que no se entendiera la homilía como una crítica solo hacia a este gobierno, aunque no dejaron de admitir que también era un llamado de atención. Como cuando dijo que “es hora de ponerse de pie, unidos, no a los empujones ‘en un sálvese quien pueda’, no a costa de los demás, o dejando a muchos al costado del camino de la vida”.
“Si alguien dice que ese discurso empezó ahora es porque no está escuchando todo lo que dice la iglesia desde hace años. Hoy lo que hizo Jorge fue sumar lo de las redes sociales y el peligro de los mensajes de odio, que lo ha sufrido la misma Iglesia también. Lo que él ve y lo ven muchos otros obispos es que hay un nivel de violencia que se subestima, que, con soberbia, se piensa que se puede quedar en las palabras y estamos viendo que pasa a los hechos. Además, esto muchas veces saca la mirada de los problemas reales, como es la pobreza o la situación de los jubilados, como también lo dijo Jorge”, destacó un prelado de estrecho vínculo con el arzobispo. No obstante, la misma fuente admitió: “Ahora, es cierto que con algunas expresiones en las redes y ciertos hechos de violencia ejercida por el mismo gobierno, se está pasando un límite”.
También en el episcopado destacaron la consonancia del mensaje no solo con el del papa Francisco, sino también con el de León XIV, que en dos ocasiones desde que asumió llamó a “desarmar las palabras”, y advirtió sobre el carácter letal que pueden tener y engendrar las agresiones verbales.
Las manifestaciones posteriores del Presidente en las redes sociales confirmaron que nada de eso fue considerado como un mensaje que lo tuviera por destinatario o que le importe que sus palabras y acciones se encuadran en tales descripciones y calificaciones.
Mientras tanto, la preocupación entre opositores, dirigentes sociales y asociaciones de la sociedad civil crece, como quedó expresado en el documento de un amplio arco de legisladores que expresan su preocupación por las agresiones a periodistas y otros ciudadanos que contradicen o cuestionan relatos y políticas oficiales.
En ese sentido, abrió una catarata de rechazo y pedidos de aclaración el nuevo plan de inteligencia nacional, revelado en LA NACION por Hugo Alconada Mon, ya que su redacción dejaría abierta la posibilidad de que la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) realice tareas de control o espionaje sobre periodistas, economistas y voces críticas.
La Oficina del Presidente rechazó que esa fuera la intención del proyecto, pero no negó el contenido revelado y se limitó a afirmar (y subrayar) que se trata de “un documento secreto (…) al que solo tienen acceso el Presidente, la SIDE y la Comisión Bicameral de fiscalización de los organismo de inteligencia”. El Presidente reprodujo en su cuenta ese comunicado bajo la frase: “EL PERIODISMO (90%). Los mayores creadores de noticias falsas en la historia de la humanidad. Fin (SIC)”.
El triunfo en las elecciones porteñas, la recuperación del predominio de la agenda pública, una nueva baja en la inflación, la sucesión de anuncios de impacto popular, sumado a las disputas internas que reinan entre los opositores más el aturdimiento y la disposición al sometimiento de los aliados que acaban de ser derrotados en la ciudad de Buenos Aires, parecen haber empoderado al Gobierno. Tanto como para sentirse inmune a cualquier crítica.
En la Casa Rosada dicen saber que tienen al menos casi dos meses más de gracia política para terminar de absorber al macrismo y hasta que la oposición peronista se ordene. O se termine de dividir. El calendario de tensiones tendrá un punto cúlmine entre el 9 y el de 16 agosto, cuando deberán presentarse alianzas y listas para las cruciales elecciones de la provincia de Buenos Aires.
En este escenario político, las palabras de García Cuerva cobran más relevancia. Para todos, pero, en especial, para el Gobierno. A pesar, de todas las aclaraciones sobre la universalidad del mensaje. Milei puede verse en el espejo de los Kirchner.
Las palabras de García Cuerva, como antes las de Bergoglio, tuvieron claras referencias críticas a los modos y políticas oficiales; en el Gobierno no se dan por aludidos Read More