¿A qué se dedica hoy? Sebastián Estevanez habla de su nueva vida a cuatro años de haber puesto en pausa su carrera artística

Dice con una sonrisa que está nervioso. “También muy contento”, y enseguida explica. “Hace cuatro años que no doy una nota”. Desde que anunció su retiro de la actuación, en 2021, Sebastián Estevanez (54) cambió radicalmente su vida. Después de veinticinco años de carrera en televisión, decidió dar un volantazo y dedicarse de lleno a la construcción. “No soy arquitecto, tampoco ingeniero, pero me encanta todo lo que tiene que ver con llevar adelante un proyecto de obra. Soy el que nuclea todos los proveedores: pintor, techista, albañil, plomero…”, cuenta mientras convida un mate. Al cambio de rumbo se sumó además la mudanza a su nueva casa de Tigre y la llegada de su cuarto hijo, Faustino (3), fruto de su matrimonio con la modelo Ivana Saccani, madre también de sus hijos Francesca (18), Benicio (14) y Valentino (10).

–Transitaste muchos cambios en este último tiempo. ¿Cómo viviste tu alejamiento de la actuación?

–Para mí fue y es un duelo. De hecho, tuve que hacer terapia. Pensá que trabajé más de veinte años en la televisión, así que dejar todo eso me costó un montón. Sé que me iba muy bien, tenía mucho laburo y de verdad amaba lo que hacía, pero al mismo tiempo quería aprovechar el tiempo de otra manera: necesitaba estar más con mi familia y con Fausti, que estaba por nacer.

–Las grabaciones de una tira demandan mucho tiempo…

–Mucho. Ojo, no me quejo. Es un bajo como cualquier otro, pero cada vez me pesaba más esto de estar tanto tiempo fuera de casa. Tenía una hora de viaje hasta los estudios, más las ocho, diez horas de grabación. Ese nivel de intensidad lo mantuve durante años. Incluso hubo novelas que se extendieron por dos años y medio. Hoy sigo trabajando la misma cantidad de horas, pero puedo gestionar mi agenda y mis horarios. Ahora sí voy a las reuniones de padres del colegio de mis hijos y a los actos de fin de año, acompaño a Beni a los torneos de fútbol –juega en las inferiores de River Plate– y lo banco en todas las fechas. Y eso, hoy, no lo cambio por nada.

–¿Qué es lo que más extrañás?

–Extraño trabajar como actor. Extraño a mis compañeros, al equipo técnico. Pensá que gran parte del día la pasábamos juntos, y eso se mantenía lo que durara la novela. Com – partíamos asados, jugábamos al fútbol, éramos como una segunda gran familia.

–En algún momento circularon los rumores de una secuela de la telenovela “Dulce amor” …

–Sí, me preguntaron y a Carina también. Y los dos dijimos que estamos para la vuelta… Ahora hay que buscar un sponsor.

–El desafío es encontrarle mercado a un género que ya casi no tiene espacio en la pantalla chica.

–Sí, pero yo tengo esperanza de que la telenovela va a volver a la televisión. La gente lo pide. La ficción argentina, sus autores, siempre fueron muy buenos. No entiendo mucho por qué se cortó todo.

CAMBIA, TODO CAMBIA

–¿Cómo fue que empezaste a vincularte con la construcción?

–Arranqué cuando era más chico. Mi primera casa se la compré a mi mamá, que justo se acababa de separar de mi viejo. La reformé toda y la vendí. Después compré una casa en Vicente López, la refaccioné y la volví a vender. Con el tiempo empecé a ayudar a mis amigos con las reformas y así seguí durante veinte años, y lo hice a la par de la actuación. La verdad es que siempre me gustó todo lo que tiene que ver con negocios inmobiliarios y es lo que hago hoy.

–¿Cuál es tu rol durante el proyecto de obra?

–[Lo piensa unos segundos]. Tengo los contactos de todos los proveedores… Soy como Francella en la serie El encargado. [Se ríe]. Para construir una casa hacen falta treinta provee – dores, uno que te pone la membrana, otro que pinta, el que coloca el techo, el zinguero, los albañiles, el ingeniero que hace cálculos estructurales, el estudio del suelo… A mí me llaman de obras que no tengo nada que ver para pedirme contactos: “Se me tapó la rejilla de la cocina, ¿tenés a alguien?”. Si lo pensás como en una telenovela, mi rol sería el del productor.

–Volviste a ser padre a los 50. ¿Cómo fue?

–Espectacular, siento que estoy más presente que nunca. Ahora tengo más pequeños momentos. Salgo a pescar con Valen, que le encanta, me siento a ver una serie, los acompaño al colegio. Y siempre con Ivana, que es una compañera de vida espectacular. Ya hace veintidós años que estamos juntos y sigue habiendo mucho amor entre nosotros.

–¿Cómo te llevás con el paso del tiempo?

–Bien. Si me preguntás si tengo miedo a la muerte, te digo que no estoy pensando en eso… pero sí soy consciente de que ya no tengo 20 años, que las cosas hay que disfrutarlas ahora, porque mañana ¿quién sabe?

–Hace tres años sufriste un accidente doméstico que te quemó la cara…

–Me asusté y hubo mucho dolor físico porque estuve dos meses con las curaciones. Por suerte no me quedaron secuelas, sólo tengo que cuidarme del sol y usar protector siempre.

–No es la primera vez que casi te jugás la vida…

–No, en realidad el momento más grave lo viví cuando tenía 25 años y en un accidente de auto salí volando por la ventana. Estuve en coma durante dieciséis días, con un cuatro por ciento de probabilidad de sobrevivir. Zafé de casualidad. Yo me rompí todo, pero, por suerte, nadie más salió lastimado.

–¿Cómo te ves en unos años?

–Uhh, ni lo pensé. Dios dirá. Tengo fe, creo mucho en Dios, y soy muy de “lo que tenga que ser, será”. Sólo tengo en claro que mi pasión por la actuación sigue intacta, simplemente cambié de rumbo. Creo que por eso sigo sintiendo un poco de dolor y nostalgia.

–¿Te imaginás volver?

–Capaz que vuelvo en veinte años y hago de abuelo. [Se ríe]. •

Dice con una sonrisa que está nervioso. “También muy contento”, y enseguida explica. “Hace cuatro años que no doy una nota”. Desde que anunció su retiro de la actuación, en 2021, Sebastián Estevanez (54) cambió radicalmente su vida. Después de veinticinco años de carrera en televisión, decidió dar un volantazo y dedicarse de lleno a la construcción. “No soy arquitecto, tampoco ingeniero, pero me encanta todo lo que tiene que ver con llevar adelante un proyecto de obra. Soy el que nuclea todos los proveedores: pintor, techista, albañil, plomero…”, cuenta mientras convida un mate. Al cambio de rumbo se sumó además la mudanza a su nueva casa de Tigre y la llegada de su cuarto hijo, Faustino (3), fruto de su matrimonio con la modelo Ivana Saccani, madre también de sus hijos Francesca (18), Benicio (14) y Valentino (10).

–Transitaste muchos cambios en este último tiempo. ¿Cómo viviste tu alejamiento de la actuación?

–Para mí fue y es un duelo. De hecho, tuve que hacer terapia. Pensá que trabajé más de veinte años en la televisión, así que dejar todo eso me costó un montón. Sé que me iba muy bien, tenía mucho laburo y de verdad amaba lo que hacía, pero al mismo tiempo quería aprovechar el tiempo de otra manera: necesitaba estar más con mi familia y con Fausti, que estaba por nacer.

–Las grabaciones de una tira demandan mucho tiempo…

–Mucho. Ojo, no me quejo. Es un bajo como cualquier otro, pero cada vez me pesaba más esto de estar tanto tiempo fuera de casa. Tenía una hora de viaje hasta los estudios, más las ocho, diez horas de grabación. Ese nivel de intensidad lo mantuve durante años. Incluso hubo novelas que se extendieron por dos años y medio. Hoy sigo trabajando la misma cantidad de horas, pero puedo gestionar mi agenda y mis horarios. Ahora sí voy a las reuniones de padres del colegio de mis hijos y a los actos de fin de año, acompaño a Beni a los torneos de fútbol –juega en las inferiores de River Plate– y lo banco en todas las fechas. Y eso, hoy, no lo cambio por nada.

–¿Qué es lo que más extrañás?

–Extraño trabajar como actor. Extraño a mis compañeros, al equipo técnico. Pensá que gran parte del día la pasábamos juntos, y eso se mantenía lo que durara la novela. Com – partíamos asados, jugábamos al fútbol, éramos como una segunda gran familia.

–En algún momento circularon los rumores de una secuela de la telenovela “Dulce amor” …

–Sí, me preguntaron y a Carina también. Y los dos dijimos que estamos para la vuelta… Ahora hay que buscar un sponsor.

–El desafío es encontrarle mercado a un género que ya casi no tiene espacio en la pantalla chica.

–Sí, pero yo tengo esperanza de que la telenovela va a volver a la televisión. La gente lo pide. La ficción argentina, sus autores, siempre fueron muy buenos. No entiendo mucho por qué se cortó todo.

CAMBIA, TODO CAMBIA

–¿Cómo fue que empezaste a vincularte con la construcción?

–Arranqué cuando era más chico. Mi primera casa se la compré a mi mamá, que justo se acababa de separar de mi viejo. La reformé toda y la vendí. Después compré una casa en Vicente López, la refaccioné y la volví a vender. Con el tiempo empecé a ayudar a mis amigos con las reformas y así seguí durante veinte años, y lo hice a la par de la actuación. La verdad es que siempre me gustó todo lo que tiene que ver con negocios inmobiliarios y es lo que hago hoy.

–¿Cuál es tu rol durante el proyecto de obra?

–[Lo piensa unos segundos]. Tengo los contactos de todos los proveedores… Soy como Francella en la serie El encargado. [Se ríe]. Para construir una casa hacen falta treinta provee – dores, uno que te pone la membrana, otro que pinta, el que coloca el techo, el zinguero, los albañiles, el ingeniero que hace cálculos estructurales, el estudio del suelo… A mí me llaman de obras que no tengo nada que ver para pedirme contactos: “Se me tapó la rejilla de la cocina, ¿tenés a alguien?”. Si lo pensás como en una telenovela, mi rol sería el del productor.

–Volviste a ser padre a los 50. ¿Cómo fue?

–Espectacular, siento que estoy más presente que nunca. Ahora tengo más pequeños momentos. Salgo a pescar con Valen, que le encanta, me siento a ver una serie, los acompaño al colegio. Y siempre con Ivana, que es una compañera de vida espectacular. Ya hace veintidós años que estamos juntos y sigue habiendo mucho amor entre nosotros.

–¿Cómo te llevás con el paso del tiempo?

–Bien. Si me preguntás si tengo miedo a la muerte, te digo que no estoy pensando en eso… pero sí soy consciente de que ya no tengo 20 años, que las cosas hay que disfrutarlas ahora, porque mañana ¿quién sabe?

–Hace tres años sufriste un accidente doméstico que te quemó la cara…

–Me asusté y hubo mucho dolor físico porque estuve dos meses con las curaciones. Por suerte no me quedaron secuelas, sólo tengo que cuidarme del sol y usar protector siempre.

–No es la primera vez que casi te jugás la vida…

–No, en realidad el momento más grave lo viví cuando tenía 25 años y en un accidente de auto salí volando por la ventana. Estuve en coma durante dieciséis días, con un cuatro por ciento de probabilidad de sobrevivir. Zafé de casualidad. Yo me rompí todo, pero, por suerte, nadie más salió lastimado.

–¿Cómo te ves en unos años?

–Uhh, ni lo pensé. Dios dirá. Tengo fe, creo mucho en Dios, y soy muy de “lo que tenga que ser, será”. Sólo tengo en claro que mi pasión por la actuación sigue intacta, simplemente cambié de rumbo. Creo que por eso sigo sintiendo un poco de dolor y nostalgia.

–¿Te imaginás volver?

–Capaz que vuelvo en veinte años y hago de abuelo. [Se ríe]. •

 El actor cuenta además cómo lo cambió el accidente que sufrió en 2020 y el nacimiento de su cuarto hijo, Faustino  Read More