Si algo pudo hacer la industria de la música en las dos últimas décadas, como acto de supervivencia, eso fue reinventarse. Especialmente en el rubro dedicado a la grabación de música (es decir: la actividad de los sellos discográficos).
Hubo tiempos en los que parecía que su futuro sería navegar a la deriva. Sin embargo, la música digital se ordenó en la legalidad y la piratería en internet capituló (o, al menos, dejó de actuar a gran escala). Los artistas y los sellos volvieron a cobrar por su trabajo cada vez que circulaban en plataformas. Hoy son otros los peligros. La inteligencia artificia es, por ahora y por sus características, el más difícil de afrontar. Pero también hay más elementos que entran en juego al momento de ver un balance que da números a la baja. A través de una análisis muy sincero y realista, sin intenciones de tapar números con prósperos deseos (eso que a veces se hace para conservar ciertas apariencias) Capif, que es la cámara que agrupa a los productores de fonogramas y videogramas de la Argentina, presentó un informe sobre la actividad en 2024 que muestra números negativos respecto al balance del año anterior. Además, transmite su preocupación sobre los bajos precios de las suscripciones a plataformas digitales de música y sobre los alcances de, al menos, dos decretos presidenciales.
El primer punto que señala el informe es la caída de la recaudación, según se explica, “por la situación macroeconómica del país”. Tras la presentación del informe sobre el último año, y a pocos días de que se realice una nueva fiesta de Premios Gardel, LA NACIÓN conversó con Diego Zapico, presidente de CAPIF para desarrollar los conceptos del informe y, sobre todo, indagar en las preocupaciones y problemas que hoy atraviesan al sector.
“En 2024 el PBI de la Argentina cayó y claramente fue un año de decrecimiento y recesión. Los índices macro acompañaron esos números que a nosotros nos dan en todos los ídems. La caída es del 7.8 por ciento”, explica Zapico, luego de varios años (al menos desde el comienzo de la década), de curva ascendente. El resumen del informe explica que esta baja se da “tras dos años de fuerte crecimiento pospandemia”.
El 79 por ciento de los ingresos en 2024 por música grabada fue gracias a los formatos digitales, especialmente el streaming. Y de ese universo digital, el 65,3 por ciento fue por streaming de suscripciones pagas y algo más del 34 por ciento por la publicidad que aparece en los reproductores de aquellos que acceden de manera gratuita a las plataformas. Esto significa que hay una mayoría de música que hoy se paga de manera directa para ser consumida. Por otra parte, el 51 por cierto de los repertorios elegidos por el público local ha sido de artistas argentinos.
Si hay aquí un par de excelentes noticias (más del 65 por cierto de música streaming se paga de manera directa y, del consumo del catálogo musical total, algo más de la mitad corresponde a artistas locales), ¿hacia dónde se mira al momento de detectar culpables en la caída?
Uno de los planteos más fuertes del informe es lo que se paga por una suscripción. “Han quedado retrasadas respecto a países de la región como Chile, Colombia y Uruguay. El año pasado, y también incluyo diciembre de 2023, tuvimos un contexto de inflación grande y es por eso que los valores han quedado retrasados. Por otro lado, tenemos el ejemplo del hemisferio norte donde las suscripciones a plataformas audiovisuales tienen valores similares a los de las plataformas de música. Este es un índice que, según como está hecho el sistema de monetización, influye mucho. Con precios más a tono con los de países vecinos se podría jerarquizar el mercado local. Esto es independiente del consumo de artistas locales, porque ese consumo está, además de la proyección internacional que estamos viendo. Lo que digo es tratar de tener los incentivos para que el mercado local siga creciendo”.
-¿Cómo incentivos podemos suponer el estatal?
-No porque en la industria de la música grabada, que hay que diferenciarla de la actividad musical en general, siempre ha sido muy autosuficiente, por su misma dinámica de mercado. Hablar de incentivo significa ver el retraso en los valores de una suscripción, por ejemplo. Estamos muy desfasados, a la mitad de los valores de países vecinos. Igualmente, seguimos trabajando porque es lo que siempre hicimos y lo que nos gusta.
-El informe también señala los cambios regulatorios. Se entiende por esto los últimos decretos presidenciales que provocaron cambios en el sistema de recaudación por derechos musicales y las sociedades de gestión.
-Exacto. Porque es responsabilidad nuestra, como sociedad de gestión, primero los derechos de los productores discográficos y, en última instancia, defender el valor de la música, en los usos alcanzados por esa protección.
-El primero de los decretos quitó el gravamen a eventos que son comerciales pero se consideran privados; el otro desregula la gestión de derechos.
-En esa redefinición una fiesta privada no es “comunicación al público” ni es sujeto de pagar por la música utilizada. Pensamos que no es así y por eso defendemos esa tesitura junto a otras entidades de gestión. El segundo decreto abre a la gestión individual de derechos y da plazos de adecuación a las sociedades de gestión para adaptarse a las nuevas normativas. En el informe se habla de esto, de la responsabilidad que tenemos frente a estos cambios regulatorios para seguir defendiendo los derechos de los productores discográficos.
-Otro desafío es el que enfrentan por la IA.
-En principio, es una innovación tecnológica. La música es, de las industrias culturales, la más permeable a los cambios tecnológicos. De hecho, es uno de los grandes inventos, luego de la revolución industrial. Aparecieron los cambios de formatos y luego, como vos señalas, internet, que en algún momento fue una amenaza para la industria y después se le encontró la vuelta. Creo que con la IA, en el resultado final, va a pasar algo así. Pero hoy es preocupante. Nosotros tenemos que velar por los intereses de los productores y de la música como creación humana. Hoy, en todo el mundo, la industria está levantando estas alertas, en principio desde la defensa de la creación humana como algo único, intangible, irrepetible e integral, que no puede ser reemplazado por algo artificial. Cualquier uso que se haga, especialmente en lo referido a inteligencia artificial generativa con contenidos que son las voces de nuestros artistas, deben tener los permisos y licencias correspondientes. Porque, además, en el final del camino, el modelo de las IA generativas es un modelo de negocios también. Están pensadas para que cada uno pueda generar cosas a su gusto, taylor made (hecho a medida). Y eso es un modelo de negocio, pero con la creación humana como insumo. Esto es: la inversión, el arte, el cuerpo y el alma de los artistas, en ciento y pico de años de historia. Las alertas que damos como industria tienen que ver con esto. Creo que en algún momento vamos a llegar a un entendimiento, para que se actúe en el marco de los permisos. Ya se está trabajando con algunas compañías. Además, estaría bien que haga una advertencia, que se identifique como inteligencia artificial y que no quede en un plano de confusión. Hace poco me pasaron una versión de “Naranjo en flor” por Gardel.
-Pero los hermanos Expósito deben haber escrito “Naranjo en flor” por lo menos diez años después de la muerte de Gardel.
-Exacto. Por eso resulta algo muy distorsivo en varios planos: moral, cultural, patrimonial, humano.
Si algo pudo hacer la industria de la música en las dos últimas décadas, como acto de supervivencia, eso fue reinventarse. Especialmente en el rubro dedicado a la grabación de música (es decir: la actividad de los sellos discográficos).
Hubo tiempos en los que parecía que su futuro sería navegar a la deriva. Sin embargo, la música digital se ordenó en la legalidad y la piratería en internet capituló (o, al menos, dejó de actuar a gran escala). Los artistas y los sellos volvieron a cobrar por su trabajo cada vez que circulaban en plataformas. Hoy son otros los peligros. La inteligencia artificia es, por ahora y por sus características, el más difícil de afrontar. Pero también hay más elementos que entran en juego al momento de ver un balance que da números a la baja. A través de una análisis muy sincero y realista, sin intenciones de tapar números con prósperos deseos (eso que a veces se hace para conservar ciertas apariencias) Capif, que es la cámara que agrupa a los productores de fonogramas y videogramas de la Argentina, presentó un informe sobre la actividad en 2024 que muestra números negativos respecto al balance del año anterior. Además, transmite su preocupación sobre los bajos precios de las suscripciones a plataformas digitales de música y sobre los alcances de, al menos, dos decretos presidenciales.
El primer punto que señala el informe es la caída de la recaudación, según se explica, “por la situación macroeconómica del país”. Tras la presentación del informe sobre el último año, y a pocos días de que se realice una nueva fiesta de Premios Gardel, LA NACIÓN conversó con Diego Zapico, presidente de CAPIF para desarrollar los conceptos del informe y, sobre todo, indagar en las preocupaciones y problemas que hoy atraviesan al sector.
“En 2024 el PBI de la Argentina cayó y claramente fue un año de decrecimiento y recesión. Los índices macro acompañaron esos números que a nosotros nos dan en todos los ídems. La caída es del 7.8 por ciento”, explica Zapico, luego de varios años (al menos desde el comienzo de la década), de curva ascendente. El resumen del informe explica que esta baja se da “tras dos años de fuerte crecimiento pospandemia”.
El 79 por ciento de los ingresos en 2024 por música grabada fue gracias a los formatos digitales, especialmente el streaming. Y de ese universo digital, el 65,3 por ciento fue por streaming de suscripciones pagas y algo más del 34 por ciento por la publicidad que aparece en los reproductores de aquellos que acceden de manera gratuita a las plataformas. Esto significa que hay una mayoría de música que hoy se paga de manera directa para ser consumida. Por otra parte, el 51 por cierto de los repertorios elegidos por el público local ha sido de artistas argentinos.
Si hay aquí un par de excelentes noticias (más del 65 por cierto de música streaming se paga de manera directa y, del consumo del catálogo musical total, algo más de la mitad corresponde a artistas locales), ¿hacia dónde se mira al momento de detectar culpables en la caída?
Uno de los planteos más fuertes del informe es lo que se paga por una suscripción. “Han quedado retrasadas respecto a países de la región como Chile, Colombia y Uruguay. El año pasado, y también incluyo diciembre de 2023, tuvimos un contexto de inflación grande y es por eso que los valores han quedado retrasados. Por otro lado, tenemos el ejemplo del hemisferio norte donde las suscripciones a plataformas audiovisuales tienen valores similares a los de las plataformas de música. Este es un índice que, según como está hecho el sistema de monetización, influye mucho. Con precios más a tono con los de países vecinos se podría jerarquizar el mercado local. Esto es independiente del consumo de artistas locales, porque ese consumo está, además de la proyección internacional que estamos viendo. Lo que digo es tratar de tener los incentivos para que el mercado local siga creciendo”.
-¿Cómo incentivos podemos suponer el estatal?
-No porque en la industria de la música grabada, que hay que diferenciarla de la actividad musical en general, siempre ha sido muy autosuficiente, por su misma dinámica de mercado. Hablar de incentivo significa ver el retraso en los valores de una suscripción, por ejemplo. Estamos muy desfasados, a la mitad de los valores de países vecinos. Igualmente, seguimos trabajando porque es lo que siempre hicimos y lo que nos gusta.
-El informe también señala los cambios regulatorios. Se entiende por esto los últimos decretos presidenciales que provocaron cambios en el sistema de recaudación por derechos musicales y las sociedades de gestión.
-Exacto. Porque es responsabilidad nuestra, como sociedad de gestión, primero los derechos de los productores discográficos y, en última instancia, defender el valor de la música, en los usos alcanzados por esa protección.
-El primero de los decretos quitó el gravamen a eventos que son comerciales pero se consideran privados; el otro desregula la gestión de derechos.
-En esa redefinición una fiesta privada no es “comunicación al público” ni es sujeto de pagar por la música utilizada. Pensamos que no es así y por eso defendemos esa tesitura junto a otras entidades de gestión. El segundo decreto abre a la gestión individual de derechos y da plazos de adecuación a las sociedades de gestión para adaptarse a las nuevas normativas. En el informe se habla de esto, de la responsabilidad que tenemos frente a estos cambios regulatorios para seguir defendiendo los derechos de los productores discográficos.
-Otro desafío es el que enfrentan por la IA.
-En principio, es una innovación tecnológica. La música es, de las industrias culturales, la más permeable a los cambios tecnológicos. De hecho, es uno de los grandes inventos, luego de la revolución industrial. Aparecieron los cambios de formatos y luego, como vos señalas, internet, que en algún momento fue una amenaza para la industria y después se le encontró la vuelta. Creo que con la IA, en el resultado final, va a pasar algo así. Pero hoy es preocupante. Nosotros tenemos que velar por los intereses de los productores y de la música como creación humana. Hoy, en todo el mundo, la industria está levantando estas alertas, en principio desde la defensa de la creación humana como algo único, intangible, irrepetible e integral, que no puede ser reemplazado por algo artificial. Cualquier uso que se haga, especialmente en lo referido a inteligencia artificial generativa con contenidos que son las voces de nuestros artistas, deben tener los permisos y licencias correspondientes. Porque, además, en el final del camino, el modelo de las IA generativas es un modelo de negocios también. Están pensadas para que cada uno pueda generar cosas a su gusto, taylor made (hecho a medida). Y eso es un modelo de negocio, pero con la creación humana como insumo. Esto es: la inversión, el arte, el cuerpo y el alma de los artistas, en ciento y pico de años de historia. Las alertas que damos como industria tienen que ver con esto. Creo que en algún momento vamos a llegar a un entendimiento, para que se actúe en el marco de los permisos. Ya se está trabajando con algunas compañías. Además, estaría bien que haga una advertencia, que se identifique como inteligencia artificial y que no quede en un plano de confusión. Hace poco me pasaron una versión de “Naranjo en flor” por Gardel.
-Pero los hermanos Expósito deben haber escrito “Naranjo en flor” por lo menos diez años después de la muerte de Gardel.
-Exacto. Por eso resulta algo muy distorsivo en varios planos: moral, cultural, patrimonial, humano.
Capif: la industria de la grabación expresa sus inquietudes, en su último informe anual Read More