El 25 de mayo pasado el país celebraba 215 años de la Revolución de Mayo, mientras en la ciudad de Dallas, en Estados Unidos, una joven comenzaba su propia revolución. Lucía Dubra, de 24 años, hizo historia al convertirse en la primera argentina en salir campeona del mundo de Counter Strike 2 (CS2) en la ESL Impact League, la liga femenina más prestigiosa del circuito competitivo.
Desde sus inicios en el cíber que tenía su papá hasta los prejuicios contra los que tuvo que batallar en un ambiente tóxico y machista, Dubra habló con LA NACION desde Itapema, Brasil, sobre su triunfo obtenido en aquella fecha patria, frente a 10.000 espectadores que coparon el Kay Bailey Hutchison Convention Center y otros cientos de miles conectados online. También, sobre las exigencias técnicas y emocionales que requiere convertirse en una jugadora profesional de Counter Strike.
“‘Mañana tenemos que ganar, es 25 de mayo. Va a ser mi revolución’”, bromeaba con sus compañeras la noche previa a la final. Esa confianza, ese deseo y ese liderazgo no eran casuales sino reflejos de su experiencia: su rol como jugadora referente de la selección argentina en dos mundiales -Indonesia 2022 y Rumania 2023, ambas finalista- la impulsaba a dejar huella en el equipo más poderoso de Brasil.
“Después del primer mundial, mis papás vieron que esto iba en serio, que tenía una salida, y empezaron a entenderlo mucho más. En el segundo ya eran mis fans. Toda la vida quise recibirme para verlos orgullosos, pero al competir me di cuenta de que lo había logrado igual: pude hacerlos sentir orgullosos sin un título universitario”, reflexiona hoy.
Una de las jugadas destacadas de la final: Lulitenz asiste a su compañera con un boost y elimina a tres rivales seguidos
Lucía Dubra o “Lulitenz”, como se la conoce en el mundo gamer, nació en Buenos Aires en 2001, pero poco después su familia se mudó a Carlos Tejedor, donde transcurrió su infancia. Su padre Gustavo abrió en 2004 DyD Computación, el primer (y único) cíber del pueblo, en pleno auge del Counter Strike y de las competiciones de videojuegos. Sus primeros recuerdos frente aquellos píxeles la encuentran con apenas seis años, luchando virtualmente con su hermano Guido, diez años mayor.
“En esa época solo entraba y recorría el mapa”, recuerda al referirse con orgullo a sus inicios en el juego que la acompañó toda su vida. Poco a poco fue mejorando, y tras el cierre del cíber en 2007, continuó sus prácticas en la computadora de su hermano, la única que había en la casa. En aquellas sesiones empezó a interactuar online con jugadores de otros países y a familiarizarse con el portugués, debido a que Brasil se posicionó enseguida como el país referente de la región, con mayor cantidad de jugadores e infraestructura profesional.
Sin embargo, aquella pasión temprana se vio interrumpida por algo más fuerte que la curiosidad o la destreza: la hostilidad en línea de otros jugadores. “Era medio peligroso”, admite. Los comentarios, las burlas y las críticas que recibía por el simple hecho de ser mujer la alejaron del juego por un tiempo, pero también le dejaron en claro algo: que abrirse paso en ese mundo iba a ser, también, una forma de impulsar una revolución.
Años más tarde, su constancia y su pasión por el juego la harían integrar el equipo más importante de Brasil, Furia Female. Y habiendo sorteado los prejuicios, ella junto a cuatro compañeras ganarían esa ajustada final contra las estadounidenses de Supernova Comets por un global de 2 a 1 para convertirse en las mejores del mundo.
Se trató del desenlace de la séptima edición de la ESL Impact League organizada por la Electronic Sports League desde 2022, una de las empresas de esports más grande del mundo, que reparte más de US$120.000 en premios.
El Counter Strike es un shooter táctico en el que dos equipos de cinco jugadores se enfrentan por el control de distintos mapas. Las partidas se desarrollan en rondas de un minuto y 55 segundos, que pueden extender el duelo hasta los 30 minutos. Cada decisión, cada instante y cada disparo definen el rumbo de un enfrentamiento en el que la estrategia, la precisión y el trabajo coordinado en equipo son tan decisivos como en cualquier deporte tradicional.
La contratación en un equipo de esports funciona de manera similar a la de un deportista convencional con un club: se recibe un salario mensual y se asumen responsabilidades profesionales, que incluyen tanto el entrenamiento como el cuidado de la salud física y mental. “Entrenamos de lunes a viernes, de 13 a 20, con una pausa de una hora. A la mañana hay que hacer tarea individual, porque no se trata solo de jugar en equipo: tenés que estudiar por tu cuenta (mapas, armas, tácticas, actualizaciones del juego y analizar a los rivales)”, detalla sobre la preparación que tiene su equipo, hoy campeón del mundo.
Furia Female está integrado por la joven argentina y cuatro profesionales más: Karina Takahashi (Kaah), Izabella Galle (Izaa), Gabriela Freindorfer (Gabs) y Bruna Marvila Oliveira do Rego (Bizinha). Todas con mucha experiencia y reconocimiento a nivel local e internacional. Haber crecido rodeada de jugadores brasileños, hablar un portugués fluido y destacarse en sus presentaciones con la selección argentina fueron factores clave para su fichaje. “Fue mucha coincidencia”, dice la joven argentina, quitándose el mérito. Aunque al principio su llegada generó inquietud entre los seguidores del equipo, por ser la única extranjera, pronto se ganó su lugar.
El equipo se termina de completar con Jhonatan Silva Moura, su coach (el planificador de las estrategias del equipo), un analista de datos (encargado de reunir toda la información de Furia y sus rivales) y un conjunto de psicólogos y fisioterapeutas. Según destaca, el trabajo de los profesionales de salud les ayuda a mejorar en cuestiones emocionales, de ansiedad y de reflejos. También, lo complementan con ejercicios de elongación, de toma de decisiones y de entrenamiento de reacción, algunos de los cuales son muy parecidos a los que realizan los pilotos de Fórmula 1. Por ejemplo, reducir el tiempo de reacción oprimiendo botones en pantallas contra reloj y de distinción de patrones o con ejercicios prácticos de atajar objetos en el menor tiempo posible.
“No existe más ese discurso de que no es un deporte, porque exige un montón, exige mucha rapidez mental”, afirmó sobre los esports, que, en 2027 tendrán sus propios Juegos Olímpicos, avalados por el Comité Olímpico Internacional.
El equipo llegó al torneo como campeón de Sudamérica para medirse entre las ocho mejores de Norteamérica y Europa. Y el resultado fue contundente: Furia superó a las locales: 9-13 en Ancient, 13-7 en Dust II y 13-8 en Inferno. Y levantó el trofeo más importante de la escena competitiva femenina de Counter Strike 2. En el camino, sumaron otra medalla: vencieron a Imperial en semis, otro fuerte equipo de la escena, que había ganado las seis ediciones anteriores.
Ni las luces del estadio ni la multitud ni la posibilidad concreta de hacer historia lograron poner nerviosa a la joven argentina. ¿Su secreto? “Prestar atención a disfrutar”. “Esa final se jugó en un escenario inédito: por primera vez, una definición femenina precedía a la masculina. Por eso intenté tener pensamientos positivos”, recuerda.
Con su lugar ganado y con proyección hacia el futuro, la joven no se pone metas utópicas, pero tampoco se conforma con lo conseguido: “Mi objetivo es seguir concentrada en el lugar donde estoy y no apretar el freno solo porque algo salió bien. En nuestro equipo la mentalidad es clara: vamos a trabajar como tenemos que trabajar, y los resultados serán la consecuencia de ese esfuerzo”.
A pesar del éxito y el reconocimiento que cosechó en el último tiempo, Lucía Dubra sigue fiel a los valores de humildad y respeto que le inculcaron sus padres. “Nunca me pongo a pensar si soy la mejor”, asegura. Lejos de encerrarse en una burbuja de logros, su exposición pública la volcó a escuchar y acompañar los reclamos de la comunidad femenina de Counter Strike. Todos los días responde decenas de mensajes de mujeres que le piden consejos para empezar a jugar, sumarse al mundo de los esports o enfrentar el machismo, el acoso y la discriminación. “Trato siempre de involucrarme. Si no lo hago yo, que tengo voz y llegada, siento que no estoy usando algo importante que tengo. Sé que a muchas chicas les va a ayudar”, asegura.
Critica especialmente la actitud de algunos varones dentro del circuito competitivo: desde los que se niegan a entrenar con mujeres hasta quienes insisten en dividir a los jugadores por género sin argumentos reales. “Lamentablemente, tengo tantos años viviendo eso que me acostumbré. No hay nada que me puedan decir que no me hayan dicho ya”. Y admite con un dejo de resignación: “Hasta el día de hoy pienso: ‘capaz ahora me van a respetar’, pero siempre va a haber alguien que no lo haga”. También, ataca la desigualdad en la inversión: “Hay un montón de argentinas que juegan bien, pero el problema es que no podés jugar toda la vida por amor al arte”.
Su revolución ya no tiene vuelta atrás. “Lo que empieza a crecer nunca para de crecer”, sostiene y considera que con el paso de los años “un poquito” mejoró la situación, pero que hay muchas batallas por luchar: aún se mantiene la división por género sin justificación técnica y existe desigualdad en los sueldos y premios. Su anhelo es que su historia inspire a otras jóvenes y cada vez más mujeres se animen a jugar y competir de manera profesional.
El 25 de mayo pasado el país celebraba 215 años de la Revolución de Mayo, mientras en la ciudad de Dallas, en Estados Unidos, una joven comenzaba su propia revolución. Lucía Dubra, de 24 años, hizo historia al convertirse en la primera argentina en salir campeona del mundo de Counter Strike 2 (CS2) en la ESL Impact League, la liga femenina más prestigiosa del circuito competitivo.
Desde sus inicios en el cíber que tenía su papá hasta los prejuicios contra los que tuvo que batallar en un ambiente tóxico y machista, Dubra habló con LA NACION desde Itapema, Brasil, sobre su triunfo obtenido en aquella fecha patria, frente a 10.000 espectadores que coparon el Kay Bailey Hutchison Convention Center y otros cientos de miles conectados online. También, sobre las exigencias técnicas y emocionales que requiere convertirse en una jugadora profesional de Counter Strike.
“‘Mañana tenemos que ganar, es 25 de mayo. Va a ser mi revolución’”, bromeaba con sus compañeras la noche previa a la final. Esa confianza, ese deseo y ese liderazgo no eran casuales sino reflejos de su experiencia: su rol como jugadora referente de la selección argentina en dos mundiales -Indonesia 2022 y Rumania 2023, ambas finalista- la impulsaba a dejar huella en el equipo más poderoso de Brasil.
“Después del primer mundial, mis papás vieron que esto iba en serio, que tenía una salida, y empezaron a entenderlo mucho más. En el segundo ya eran mis fans. Toda la vida quise recibirme para verlos orgullosos, pero al competir me di cuenta de que lo había logrado igual: pude hacerlos sentir orgullosos sin un título universitario”, reflexiona hoy.
Una de las jugadas destacadas de la final: Lulitenz asiste a su compañera con un boost y elimina a tres rivales seguidos
Lucía Dubra o “Lulitenz”, como se la conoce en el mundo gamer, nació en Buenos Aires en 2001, pero poco después su familia se mudó a Carlos Tejedor, donde transcurrió su infancia. Su padre Gustavo abrió en 2004 DyD Computación, el primer (y único) cíber del pueblo, en pleno auge del Counter Strike y de las competiciones de videojuegos. Sus primeros recuerdos frente aquellos píxeles la encuentran con apenas seis años, luchando virtualmente con su hermano Guido, diez años mayor.
“En esa época solo entraba y recorría el mapa”, recuerda al referirse con orgullo a sus inicios en el juego que la acompañó toda su vida. Poco a poco fue mejorando, y tras el cierre del cíber en 2007, continuó sus prácticas en la computadora de su hermano, la única que había en la casa. En aquellas sesiones empezó a interactuar online con jugadores de otros países y a familiarizarse con el portugués, debido a que Brasil se posicionó enseguida como el país referente de la región, con mayor cantidad de jugadores e infraestructura profesional.
Sin embargo, aquella pasión temprana se vio interrumpida por algo más fuerte que la curiosidad o la destreza: la hostilidad en línea de otros jugadores. “Era medio peligroso”, admite. Los comentarios, las burlas y las críticas que recibía por el simple hecho de ser mujer la alejaron del juego por un tiempo, pero también le dejaron en claro algo: que abrirse paso en ese mundo iba a ser, también, una forma de impulsar una revolución.
Años más tarde, su constancia y su pasión por el juego la harían integrar el equipo más importante de Brasil, Furia Female. Y habiendo sorteado los prejuicios, ella junto a cuatro compañeras ganarían esa ajustada final contra las estadounidenses de Supernova Comets por un global de 2 a 1 para convertirse en las mejores del mundo.
Se trató del desenlace de la séptima edición de la ESL Impact League organizada por la Electronic Sports League desde 2022, una de las empresas de esports más grande del mundo, que reparte más de US$120.000 en premios.
El Counter Strike es un shooter táctico en el que dos equipos de cinco jugadores se enfrentan por el control de distintos mapas. Las partidas se desarrollan en rondas de un minuto y 55 segundos, que pueden extender el duelo hasta los 30 minutos. Cada decisión, cada instante y cada disparo definen el rumbo de un enfrentamiento en el que la estrategia, la precisión y el trabajo coordinado en equipo son tan decisivos como en cualquier deporte tradicional.
La contratación en un equipo de esports funciona de manera similar a la de un deportista convencional con un club: se recibe un salario mensual y se asumen responsabilidades profesionales, que incluyen tanto el entrenamiento como el cuidado de la salud física y mental. “Entrenamos de lunes a viernes, de 13 a 20, con una pausa de una hora. A la mañana hay que hacer tarea individual, porque no se trata solo de jugar en equipo: tenés que estudiar por tu cuenta (mapas, armas, tácticas, actualizaciones del juego y analizar a los rivales)”, detalla sobre la preparación que tiene su equipo, hoy campeón del mundo.
Furia Female está integrado por la joven argentina y cuatro profesionales más: Karina Takahashi (Kaah), Izabella Galle (Izaa), Gabriela Freindorfer (Gabs) y Bruna Marvila Oliveira do Rego (Bizinha). Todas con mucha experiencia y reconocimiento a nivel local e internacional. Haber crecido rodeada de jugadores brasileños, hablar un portugués fluido y destacarse en sus presentaciones con la selección argentina fueron factores clave para su fichaje. “Fue mucha coincidencia”, dice la joven argentina, quitándose el mérito. Aunque al principio su llegada generó inquietud entre los seguidores del equipo, por ser la única extranjera, pronto se ganó su lugar.
El equipo se termina de completar con Jhonatan Silva Moura, su coach (el planificador de las estrategias del equipo), un analista de datos (encargado de reunir toda la información de Furia y sus rivales) y un conjunto de psicólogos y fisioterapeutas. Según destaca, el trabajo de los profesionales de salud les ayuda a mejorar en cuestiones emocionales, de ansiedad y de reflejos. También, lo complementan con ejercicios de elongación, de toma de decisiones y de entrenamiento de reacción, algunos de los cuales son muy parecidos a los que realizan los pilotos de Fórmula 1. Por ejemplo, reducir el tiempo de reacción oprimiendo botones en pantallas contra reloj y de distinción de patrones o con ejercicios prácticos de atajar objetos en el menor tiempo posible.
“No existe más ese discurso de que no es un deporte, porque exige un montón, exige mucha rapidez mental”, afirmó sobre los esports, que, en 2027 tendrán sus propios Juegos Olímpicos, avalados por el Comité Olímpico Internacional.
El equipo llegó al torneo como campeón de Sudamérica para medirse entre las ocho mejores de Norteamérica y Europa. Y el resultado fue contundente: Furia superó a las locales: 9-13 en Ancient, 13-7 en Dust II y 13-8 en Inferno. Y levantó el trofeo más importante de la escena competitiva femenina de Counter Strike 2. En el camino, sumaron otra medalla: vencieron a Imperial en semis, otro fuerte equipo de la escena, que había ganado las seis ediciones anteriores.
Ni las luces del estadio ni la multitud ni la posibilidad concreta de hacer historia lograron poner nerviosa a la joven argentina. ¿Su secreto? “Prestar atención a disfrutar”. “Esa final se jugó en un escenario inédito: por primera vez, una definición femenina precedía a la masculina. Por eso intenté tener pensamientos positivos”, recuerda.
Con su lugar ganado y con proyección hacia el futuro, la joven no se pone metas utópicas, pero tampoco se conforma con lo conseguido: “Mi objetivo es seguir concentrada en el lugar donde estoy y no apretar el freno solo porque algo salió bien. En nuestro equipo la mentalidad es clara: vamos a trabajar como tenemos que trabajar, y los resultados serán la consecuencia de ese esfuerzo”.
A pesar del éxito y el reconocimiento que cosechó en el último tiempo, Lucía Dubra sigue fiel a los valores de humildad y respeto que le inculcaron sus padres. “Nunca me pongo a pensar si soy la mejor”, asegura. Lejos de encerrarse en una burbuja de logros, su exposición pública la volcó a escuchar y acompañar los reclamos de la comunidad femenina de Counter Strike. Todos los días responde decenas de mensajes de mujeres que le piden consejos para empezar a jugar, sumarse al mundo de los esports o enfrentar el machismo, el acoso y la discriminación. “Trato siempre de involucrarme. Si no lo hago yo, que tengo voz y llegada, siento que no estoy usando algo importante que tengo. Sé que a muchas chicas les va a ayudar”, asegura.
Critica especialmente la actitud de algunos varones dentro del circuito competitivo: desde los que se niegan a entrenar con mujeres hasta quienes insisten en dividir a los jugadores por género sin argumentos reales. “Lamentablemente, tengo tantos años viviendo eso que me acostumbré. No hay nada que me puedan decir que no me hayan dicho ya”. Y admite con un dejo de resignación: “Hasta el día de hoy pienso: ‘capaz ahora me van a respetar’, pero siempre va a haber alguien que no lo haga”. También, ataca la desigualdad en la inversión: “Hay un montón de argentinas que juegan bien, pero el problema es que no podés jugar toda la vida por amor al arte”.
Su revolución ya no tiene vuelta atrás. “Lo que empieza a crecer nunca para de crecer”, sostiene y considera que con el paso de los años “un poquito” mejoró la situación, pero que hay muchas batallas por luchar: aún se mantiene la división por género sin justificación técnica y existe desigualdad en los sueldos y premios. Su anhelo es que su historia inspire a otras jóvenes y cada vez más mujeres se animen a jugar y competir de manera profesional.
Lucía Dubra tiene 24 años y forma parte de Furia, un grupo de mujeres que obtuvieron el primer puesto en la ESL Impact League; su lucha contra los prejuicios y por qué se entrena “como en la Fórmula 1″ Read More