Restauran la pulpería más antigua de La Boca

La historia de Buenos Aires se respira en cada rincón de la Boca del Riachuelo. En ese lugar, señalado como la génesis de la cultura porteña, un antiguo almacén y pulpería conocido como El Triunfo —bautizado originalmente La Fortuna— está siendo objeto de una meticulosa restauración por parte del Gobierno de la Ciudad.

El emblemático sitio, parte del complejo Barraca Peña, no fue solo un punto de venta y avituallamiento de marinos y mercantes, sino un verdadero epicentro de la vida social: el encuentro social, el juego y hasta la prostitución se entremezclaban con la provisión de comida y alcohol, reflejando el pulso y la diversidad de una ciudad en pleno nacimiento.

Durante al menos dos siglos, la Boca del Riachuelo fungió como el puerto natural de Buenos Aires, en el mismo lugar donde Pedro de Mendoza intentó fundar la ciudad en 1536. Aquí, una barraca acopiaba lana para exportación, sentando las bases de lo que sería el primer puerto argentino.

Este punto neurálgico atraía a un crisol de personajes: marineros de ultramar, anaforetas —esto es, contrabandistas—, pulperos incansables y mujeres que ofrecían los servicios de la más antigua de las profesiones.

Era un barrio periférico, un arrabal vivo y, para muchos, el lugar donde el tango comenzó a balbucear sus primeras notas.

Las pulperías de la Buenos Ayres colonial

A fines del siglo XVIII y principios del XIX, Buenos Aires ostentaba un récord en la América Española: era una de las ciudades con mayor concentración de pulperías.

Las cifras son contundentes: se estima que hacia 1810, la provincia de Buenos Aires, incluyendo la capital, tenía cerca de 500 pulperías. Ya en un padrón de 1793, solo en la ciudad se contabilizaban 392 establecimientos, lo que da cuenta de su predominio como centros de abastecimiento y encuentro social.

En ese Buenos Aires portuario y bullicioso, El Triunfo era la carta de presentación de los recién llegados, donde se mezclaban las historias anónimas y melancólicas del destierro con los primeros compases de una música que se convertiría en emblema nacional.

Para 1910, a pocos metros de ahí, en la esquina de Suárez y Necochea se escucharía el debut improvisado del bandoneonista Genaro Espósito, quien, según la leyenda, tocaba “de oído”. Canaro y Castriota lo aplaudían, mientras la figura de un joven veinteañero llamado Benito Juan Martín Chinchella daba vueltas por ahí, absorbiendo la esencia del barrio que luego inmortalizaría en sus lienzos, firmados con su seudónimo: Quinquela Martín.

La vida en el arrabal era cruda y dolorosa. Poblaban el suburbio hombres de trabajo, la mayoría inmigrantes, sin familia ni compañía alguna. Y el que no consumía prostitución en sus tiempos libres, se sumergía en los fumaderos de opio. En la cercana Isla Maciel, las “loras” —prostitutas francesas y polacas— no paraban de trabajar, en una ciudad donde la desproporción de géneros, producto de la gran inmigración, favorecía el auge del meretricio. Las tabernas de Suárez y Necochea, donde el pueblo se embriagaba con ajenjo, eran escenarios de historias que se tejían al margen de la sociedad “decente”.

Este ambiente, en parte narrado por el Cuaderno de Arqueología del Tango en La Boca y Barracas, era el caldo de cultivo perfecto para el tango. Y el almacén El Triunfo fue testigo privilegiado de esta efervescencia cultural y social.

El Complejo Barraca Peña: un Monumento de la historia ferroportuaria

Pero el almacén El Triunfo no existe de forma aislada, sino como una parte fundamental del Conjunto Barraca Peña, un complejo edilicio ubicado en Av. Pedro de Mendoza 3003. Su nombre se debe a Francisco de la Peña y Fernández, influyente empresario y miembro del Real Consulado que en 1774 estableció una barraca para el comercio de frutos del país en este estratégico enclave. Por eso se llamó, de una vez, y para siempre, La Barraca “de Peña”.

Las construcciones actuales del complejo, cuyo patrimonio está siendo restaurado por el Ministerio de Cultura de la Ciudad, datan de alrededor de 1860. En ese momento, la propiedad estaba en manos de Emilio Vicente Bunge, una figura clave de la época: fue el primer edil electo de La Boca, presidente de la Corporación Municipal e Intendente de la Ciudad en 1894.

Barraca Peña es un testimonio del auge de la inversión lanera en la región pampeana, y de la primera conexión ferro-portuaria del país: el tendido del Ferrocarril Buenos Aires a la Boca y Ensenada. Así las cosas, la Barraca Peña fue, por mucho tiempo, una “urbanización primitiva” que sirvió de base de numerosas historias sobre el origen de la Nación argentina.

Es, también, el escenario propicio para imaginar la época industriosa que tan magistralmente pintó Benito Quinquela Martín.

“La obra pública y la cultura no se detienen en la Ciudad: recuperamos el patrimonio porque es nuestra identidad, es cultura viva para que los vecinos y turistas puedan disfrutar todos los días”, dijo el Jefe de Gobierno, Jorge Macri, sobre el plan para restaurar el patrimonio cultural, y agregó: “Buenos Aires respira arte y cultura. Y el que no lo entienda, no entiende lo que los porteños aman y disfrutan”.

Barraca Peña está integrado por varios edificios históricos:

La antigua estación ferroviaria Barraca Peña, del Ferrocarril Buenos Aires – Puerto de la Ensenada, que se encuentra frente a las costas del Riachuelo. Aunque dejó de prestar servicios de pasajeros en 1910, una de sus vías aún es utilizada para servicios de carga del Ferrocarril Roca, manteniendo viva su conexión original.Un galpón para prensar y almacenar lana, denominado La Lanera, que evidencia la importancia del comercio de lanas en la región.Un galpón de ladrillos de usos múltiples, que sirvió como alojamiento y comedor para las personas que llegaban al puerto, además de funcionar como oficina de administración, controlando entradas y salidas de mercancías y personas.El propio almacén El Triunfo, que funcionó también como bar o “piringundín” y fue conocido popularmente como La Pulpería.

Desde los mapas históricos más tempranos, como el delineado por el Sargento Mayor e Ingeniero José Bermúdez en 1713, la zona ya había sido designada para la función de barraca. Por lo tanto, el predio fue testigo de los últimos años del Virreinato del Río de la Plata, la Revolución de Mayo, el esplendor de la actividad lanera, todo el período agroexportador del país, el nacimiento del primer puerto de la Ciudad, y la evolución de arrabal a parte integral de la ciudad, viendo nacer a los barrios de Barracas y La Boca.

Su auge se extendió entre 1860 y 1940, tras lo cual comenzó un período de abandono y decadencia que duró hasta el inicio de trabajos de protección patrimonial en el año 2000. Finalmente, en 2006, el complejo pasó a la órbita de la Dirección General de Patrimonio de la Ciudad. El valor de Barraca Peña ha sido oficialmente reconocido: se encuentra protegido por la ley 5958 del año 2018 y clasificado como Distrito Área de Protección Histórica dentro del Código de Planeamiento Urbano de la Ciudad.

La Restauración de El Triunfo

En la actualidad, el equipo de Patrimonio de la Ciudad está abocado a la primera etapa de consolidación del Almacén El Triunfo. Dada la complejidad y el avanzado estado de deterioro del edificio, las actividades programadas así como las visitas de vecinos y turistas son puntuales y limitadas en el espacio.

El objetivo central de esta intervención es ambicioso: “Frenar el deterioro, consolidar constructiva y estructuralmente el edificio, y sanear su entorno inmediato”, afirman desde el ministerio de Cultura de la Ciudad, a cargo de Gabriela Ricardes.

La propuesta de intervención se ha diseñado con un profundo respeto por la autenticidad de la construcción y la lectura del conjunto. “Buscamos recuperar la capacidad estructural de su caja muraria portante y del sistema de carpinterías, asegurando que la restauración preserve la esencia y el carácter original de la pulpería”,agregan.

Además de la restauración edilicia, el equipo de Patrimonio desarrolla una importante labor de investigación, conservación y guarda de objetos recuperados de excavaciones arqueológicas. Estas excavaciones, realizadas tanto en zonas aledañas a la Barraca como in situ, están recuperando valiosas historias relacionadas con el auge mercantil del puerto, los conventillos que se instalaron en la zona y la masiva inmigración que pobló estas calles en los tiempos de esplendor portuario.

El pecio de ZenCity

Un hallazgo notable ocurrió en 2008, durante la construcción de un edificio en Puerto Madero. ¿Qué tiene que ver Puerto Madero con La Boca y la Barraca “de” Peña? Y es que allí se descubrió, durante las obras de un edificio en construcción, una fragata española de treinta metros de eslora, construida en el siglo XVIII: al desenterrala encontraron vasijas, elementos de uso cotidiano, herramientas de labranza y cuatro cañones.

Como medida de conservación, se decidió volver a inhumarla en un terreno dentro del predio del Conjunto Barraca Peña. Las cerca de 15.000 piezas encontradas en esta excavación se encuentran hoy resguardadas en la Barraca, esperando futuras investigaciones y exhibiciones.

El resurgimiento de El Triunfo y la puesta en valor del complejo Barraca Peña no solo recuperan un edificio histórico, sino que reviven un capítulo fundamental de la historia de Buenos Aires.

Son un testimonio palpable de la vida portuaria, del nacimiento de expresiones culturales como el tango y de la riqueza de una ciudad que, en sus márgenes, sentó las bases de su identidad.

Al caminar por sus recovecos en plena obra de restauración, uno puede teletransportarse al pasado, y escuchar las voces de los marineros y sus dialectos italianos, chinas criollas y mujeres de la Europa del Este, entre payadores y malevos, y artistas inolvidables que forjaron, todos ellos, con sudor y pasión, la historia de la Boca del Riachuelo.

La historia de Buenos Aires se respira en cada rincón de la Boca del Riachuelo. En ese lugar, señalado como la génesis de la cultura porteña, un antiguo almacén y pulpería conocido como El Triunfo —bautizado originalmente La Fortuna— está siendo objeto de una meticulosa restauración por parte del Gobierno de la Ciudad.

El emblemático sitio, parte del complejo Barraca Peña, no fue solo un punto de venta y avituallamiento de marinos y mercantes, sino un verdadero epicentro de la vida social: el encuentro social, el juego y hasta la prostitución se entremezclaban con la provisión de comida y alcohol, reflejando el pulso y la diversidad de una ciudad en pleno nacimiento.

Durante al menos dos siglos, la Boca del Riachuelo fungió como el puerto natural de Buenos Aires, en el mismo lugar donde Pedro de Mendoza intentó fundar la ciudad en 1536. Aquí, una barraca acopiaba lana para exportación, sentando las bases de lo que sería el primer puerto argentino.

Este punto neurálgico atraía a un crisol de personajes: marineros de ultramar, anaforetas —esto es, contrabandistas—, pulperos incansables y mujeres que ofrecían los servicios de la más antigua de las profesiones.

Era un barrio periférico, un arrabal vivo y, para muchos, el lugar donde el tango comenzó a balbucear sus primeras notas.

Las pulperías de la Buenos Ayres colonial

A fines del siglo XVIII y principios del XIX, Buenos Aires ostentaba un récord en la América Española: era una de las ciudades con mayor concentración de pulperías.

Las cifras son contundentes: se estima que hacia 1810, la provincia de Buenos Aires, incluyendo la capital, tenía cerca de 500 pulperías. Ya en un padrón de 1793, solo en la ciudad se contabilizaban 392 establecimientos, lo que da cuenta de su predominio como centros de abastecimiento y encuentro social.

En ese Buenos Aires portuario y bullicioso, El Triunfo era la carta de presentación de los recién llegados, donde se mezclaban las historias anónimas y melancólicas del destierro con los primeros compases de una música que se convertiría en emblema nacional.

Para 1910, a pocos metros de ahí, en la esquina de Suárez y Necochea se escucharía el debut improvisado del bandoneonista Genaro Espósito, quien, según la leyenda, tocaba “de oído”. Canaro y Castriota lo aplaudían, mientras la figura de un joven veinteañero llamado Benito Juan Martín Chinchella daba vueltas por ahí, absorbiendo la esencia del barrio que luego inmortalizaría en sus lienzos, firmados con su seudónimo: Quinquela Martín.

La vida en el arrabal era cruda y dolorosa. Poblaban el suburbio hombres de trabajo, la mayoría inmigrantes, sin familia ni compañía alguna. Y el que no consumía prostitución en sus tiempos libres, se sumergía en los fumaderos de opio. En la cercana Isla Maciel, las “loras” —prostitutas francesas y polacas— no paraban de trabajar, en una ciudad donde la desproporción de géneros, producto de la gran inmigración, favorecía el auge del meretricio. Las tabernas de Suárez y Necochea, donde el pueblo se embriagaba con ajenjo, eran escenarios de historias que se tejían al margen de la sociedad “decente”.

Este ambiente, en parte narrado por el Cuaderno de Arqueología del Tango en La Boca y Barracas, era el caldo de cultivo perfecto para el tango. Y el almacén El Triunfo fue testigo privilegiado de esta efervescencia cultural y social.

El Complejo Barraca Peña: un Monumento de la historia ferroportuaria

Pero el almacén El Triunfo no existe de forma aislada, sino como una parte fundamental del Conjunto Barraca Peña, un complejo edilicio ubicado en Av. Pedro de Mendoza 3003. Su nombre se debe a Francisco de la Peña y Fernández, influyente empresario y miembro del Real Consulado que en 1774 estableció una barraca para el comercio de frutos del país en este estratégico enclave. Por eso se llamó, de una vez, y para siempre, La Barraca “de Peña”.

Las construcciones actuales del complejo, cuyo patrimonio está siendo restaurado por el Ministerio de Cultura de la Ciudad, datan de alrededor de 1860. En ese momento, la propiedad estaba en manos de Emilio Vicente Bunge, una figura clave de la época: fue el primer edil electo de La Boca, presidente de la Corporación Municipal e Intendente de la Ciudad en 1894.

Barraca Peña es un testimonio del auge de la inversión lanera en la región pampeana, y de la primera conexión ferro-portuaria del país: el tendido del Ferrocarril Buenos Aires a la Boca y Ensenada. Así las cosas, la Barraca Peña fue, por mucho tiempo, una “urbanización primitiva” que sirvió de base de numerosas historias sobre el origen de la Nación argentina.

Es, también, el escenario propicio para imaginar la época industriosa que tan magistralmente pintó Benito Quinquela Martín.

“La obra pública y la cultura no se detienen en la Ciudad: recuperamos el patrimonio porque es nuestra identidad, es cultura viva para que los vecinos y turistas puedan disfrutar todos los días”, dijo el Jefe de Gobierno, Jorge Macri, sobre el plan para restaurar el patrimonio cultural, y agregó: “Buenos Aires respira arte y cultura. Y el que no lo entienda, no entiende lo que los porteños aman y disfrutan”.

Barraca Peña está integrado por varios edificios históricos:

La antigua estación ferroviaria Barraca Peña, del Ferrocarril Buenos Aires – Puerto de la Ensenada, que se encuentra frente a las costas del Riachuelo. Aunque dejó de prestar servicios de pasajeros en 1910, una de sus vías aún es utilizada para servicios de carga del Ferrocarril Roca, manteniendo viva su conexión original.Un galpón para prensar y almacenar lana, denominado La Lanera, que evidencia la importancia del comercio de lanas en la región.Un galpón de ladrillos de usos múltiples, que sirvió como alojamiento y comedor para las personas que llegaban al puerto, además de funcionar como oficina de administración, controlando entradas y salidas de mercancías y personas.El propio almacén El Triunfo, que funcionó también como bar o “piringundín” y fue conocido popularmente como La Pulpería.

Desde los mapas históricos más tempranos, como el delineado por el Sargento Mayor e Ingeniero José Bermúdez en 1713, la zona ya había sido designada para la función de barraca. Por lo tanto, el predio fue testigo de los últimos años del Virreinato del Río de la Plata, la Revolución de Mayo, el esplendor de la actividad lanera, todo el período agroexportador del país, el nacimiento del primer puerto de la Ciudad, y la evolución de arrabal a parte integral de la ciudad, viendo nacer a los barrios de Barracas y La Boca.

Su auge se extendió entre 1860 y 1940, tras lo cual comenzó un período de abandono y decadencia que duró hasta el inicio de trabajos de protección patrimonial en el año 2000. Finalmente, en 2006, el complejo pasó a la órbita de la Dirección General de Patrimonio de la Ciudad. El valor de Barraca Peña ha sido oficialmente reconocido: se encuentra protegido por la ley 5958 del año 2018 y clasificado como Distrito Área de Protección Histórica dentro del Código de Planeamiento Urbano de la Ciudad.

La Restauración de El Triunfo

En la actualidad, el equipo de Patrimonio de la Ciudad está abocado a la primera etapa de consolidación del Almacén El Triunfo. Dada la complejidad y el avanzado estado de deterioro del edificio, las actividades programadas así como las visitas de vecinos y turistas son puntuales y limitadas en el espacio.

El objetivo central de esta intervención es ambicioso: “Frenar el deterioro, consolidar constructiva y estructuralmente el edificio, y sanear su entorno inmediato”, afirman desde el ministerio de Cultura de la Ciudad, a cargo de Gabriela Ricardes.

La propuesta de intervención se ha diseñado con un profundo respeto por la autenticidad de la construcción y la lectura del conjunto. “Buscamos recuperar la capacidad estructural de su caja muraria portante y del sistema de carpinterías, asegurando que la restauración preserve la esencia y el carácter original de la pulpería”,agregan.

Además de la restauración edilicia, el equipo de Patrimonio desarrolla una importante labor de investigación, conservación y guarda de objetos recuperados de excavaciones arqueológicas. Estas excavaciones, realizadas tanto en zonas aledañas a la Barraca como in situ, están recuperando valiosas historias relacionadas con el auge mercantil del puerto, los conventillos que se instalaron en la zona y la masiva inmigración que pobló estas calles en los tiempos de esplendor portuario.

El pecio de ZenCity

Un hallazgo notable ocurrió en 2008, durante la construcción de un edificio en Puerto Madero. ¿Qué tiene que ver Puerto Madero con La Boca y la Barraca “de” Peña? Y es que allí se descubrió, durante las obras de un edificio en construcción, una fragata española de treinta metros de eslora, construida en el siglo XVIII: al desenterrala encontraron vasijas, elementos de uso cotidiano, herramientas de labranza y cuatro cañones.

Como medida de conservación, se decidió volver a inhumarla en un terreno dentro del predio del Conjunto Barraca Peña. Las cerca de 15.000 piezas encontradas en esta excavación se encuentran hoy resguardadas en la Barraca, esperando futuras investigaciones y exhibiciones.

El resurgimiento de El Triunfo y la puesta en valor del complejo Barraca Peña no solo recuperan un edificio histórico, sino que reviven un capítulo fundamental de la historia de Buenos Aires.

Son un testimonio palpable de la vida portuaria, del nacimiento de expresiones culturales como el tango y de la riqueza de una ciudad que, en sus márgenes, sentó las bases de su identidad.

Al caminar por sus recovecos en plena obra de restauración, uno puede teletransportarse al pasado, y escuchar las voces de los marineros y sus dialectos italianos, chinas criollas y mujeres de la Europa del Este, entre payadores y malevos, y artistas inolvidables que forjaron, todos ellos, con sudor y pasión, la historia de la Boca del Riachuelo.

 El Triunfo, también bautizado como La Fortuna, fue un almacén de ramos generales, lugar de juego, testigo del surgimiento del tango y cuna de la cultura porteña  Read More