La difícil reconstrucción de las reservas internacionales

La fuerte caída de la inflación lograda simultáneamente con la salida del cepo cambiario representa hoy el cumplimiento del más urgente objetivo del Pacto de Mayo y del programa económico del Gobierno. La construcción de este logro se cimentó en un ajuste fiscal sin contemplaciones que permitió controlar plenamente la emisión de dinero para cubrir el déficit fiscal. El control de la inflación hoy es acompañado por señales claras de un incremento de la actividad económica que, aunque desparejo, tiende a extenderse. Los sectores más favorecidos son los de bienes durables impulsados por el crédito, aunque se espera que la situación se extienda y consolide. Ya hay noticias positivas en el fuerte aumento del crédito para vivienda y en el número de escrituras, lo que necesariamente se deberá continuar con la reactivación de la construcción privada.

Sin embargo, bien se dice que la política económica es como la frazada corta. Se logra tapar un extremo, pero se destapa otro. El recorte del gasto ha sido muy efectivo, pero comprendió algunas áreas que necesariamente deberán recuperar lo que no se hizo o lo que se redujo. La inversión en infraestructura es una de ellas. También, la recuperación real de salarios públicos y jubilaciones. Estimaciones privadas calculan que de los 5,1 puntos del PBI en que se recortó el gasto público primario, 1,7 deben ser restituidos.

Si bien, teóricamente, con flotación cambiaria no habría necesidad de contar con reservas, no es eso lo que determina la confianza de los mercados internacionales

Otra consecuencia no deseada es que el peso se ha revaluado más de lo deseable o, dicho de otra forma, que hay retraso cambiario. Esto ya impacta en una reducción del saldo de la balanza comercial y la de servicios, particularmente el turismo. El Gobierno alega, con razón, que habiendo flotación cambiaria ya no es la intervención del Gobierno lo que determina el precio de la divisa. Pero no alcanza este argumento para evitar una caída de la confianza, que está repercutiendo en la valoración de los títulos soberanos y en el riesgo país. El Banco Central no tiene la posibilidad, porque así se lo ha autoimpuesto el Gobierno, de adquirir dólares en el mercado cambiario para incrementar las reservas, salvo que se toque el límite inferior de la banda, en torno de los 1000 pesos por dólar. Si bien, teóricamente, con flotación no habría necesidad de contar con reservas, no es eso lo que determina la confianza de los mercados internacionales. Así lo entiende el FMI, que en el acuerdo con nuestro país fijó una meta de reservas netas de 4500 millones de dólares por alcanzar a mediados de junio. Era un difícil desafío frente a la firme decisión oficial de no devaluar ni volver al cepo, ni tampoco ensuciar la flotación comprando entre bandas. La creación de reservas tenía la alternativa de hacerse con emisión de pesos, o con deuda, o que el Tesoro lo hiciera con sus recursos genuinos. La opción elegida fue la emisión de deuda para captar reservas. El no uso de recursos tributarios preserva la imagen del resultado fiscal, aunque no hubiera habido efecto inflacionario si la compra se hubiese realizado con una reducción equivalente de otros gastos.

Se ha recurrido a títulos emitidos en pesos, pero licitados en dólares. De esa forma no se presionó sobre el mercado de cambios. Mediante el Bonte 2030 se obtuvieron alrededor de 500 millones de dólares, reconociendo una tasa de interés de 28,46% en pesos. A más corto plazo se emitieron letras y bonos capitalizables (Lecap y Boncap) a tasas que alcanzaron el 32%. La meta que se propuso el Gobierno en estas primeras emisiones fue de 2000 millones de dólares. No se excluyó la ampliación de préstamos Repo con bancos internacionales, que permitió obtener otros 2000 millones de dólares. Además, se eliminaron restricciones de plazo mínimo para no residentes que operen a través del mercado cambiario.

A pesar de estos esfuerzos, no resultó posible cumplir en la fecha establecida. Se logró una prórroga y se definirán nuevas fechas en la misión de revisión de fines de julio próximo. La recuperación de un nivel razonable de reservas pasa a ser hoy un objetivo prioritario, al comprobarse que en el mundo real es casi una condición para reducir el riesgo percibido por los inversores. Y la inversión es la base para crecer y crear empleo.

La fuerte caída de la inflación lograda simultáneamente con la salida del cepo cambiario representa hoy el cumplimiento del más urgente objetivo del Pacto de Mayo y del programa económico del Gobierno. La construcción de este logro se cimentó en un ajuste fiscal sin contemplaciones que permitió controlar plenamente la emisión de dinero para cubrir el déficit fiscal. El control de la inflación hoy es acompañado por señales claras de un incremento de la actividad económica que, aunque desparejo, tiende a extenderse. Los sectores más favorecidos son los de bienes durables impulsados por el crédito, aunque se espera que la situación se extienda y consolide. Ya hay noticias positivas en el fuerte aumento del crédito para vivienda y en el número de escrituras, lo que necesariamente se deberá continuar con la reactivación de la construcción privada.

Sin embargo, bien se dice que la política económica es como la frazada corta. Se logra tapar un extremo, pero se destapa otro. El recorte del gasto ha sido muy efectivo, pero comprendió algunas áreas que necesariamente deberán recuperar lo que no se hizo o lo que se redujo. La inversión en infraestructura es una de ellas. También, la recuperación real de salarios públicos y jubilaciones. Estimaciones privadas calculan que de los 5,1 puntos del PBI en que se recortó el gasto público primario, 1,7 deben ser restituidos.

Si bien, teóricamente, con flotación cambiaria no habría necesidad de contar con reservas, no es eso lo que determina la confianza de los mercados internacionales

Otra consecuencia no deseada es que el peso se ha revaluado más de lo deseable o, dicho de otra forma, que hay retraso cambiario. Esto ya impacta en una reducción del saldo de la balanza comercial y la de servicios, particularmente el turismo. El Gobierno alega, con razón, que habiendo flotación cambiaria ya no es la intervención del Gobierno lo que determina el precio de la divisa. Pero no alcanza este argumento para evitar una caída de la confianza, que está repercutiendo en la valoración de los títulos soberanos y en el riesgo país. El Banco Central no tiene la posibilidad, porque así se lo ha autoimpuesto el Gobierno, de adquirir dólares en el mercado cambiario para incrementar las reservas, salvo que se toque el límite inferior de la banda, en torno de los 1000 pesos por dólar. Si bien, teóricamente, con flotación no habría necesidad de contar con reservas, no es eso lo que determina la confianza de los mercados internacionales. Así lo entiende el FMI, que en el acuerdo con nuestro país fijó una meta de reservas netas de 4500 millones de dólares por alcanzar a mediados de junio. Era un difícil desafío frente a la firme decisión oficial de no devaluar ni volver al cepo, ni tampoco ensuciar la flotación comprando entre bandas. La creación de reservas tenía la alternativa de hacerse con emisión de pesos, o con deuda, o que el Tesoro lo hiciera con sus recursos genuinos. La opción elegida fue la emisión de deuda para captar reservas. El no uso de recursos tributarios preserva la imagen del resultado fiscal, aunque no hubiera habido efecto inflacionario si la compra se hubiese realizado con una reducción equivalente de otros gastos.

Se ha recurrido a títulos emitidos en pesos, pero licitados en dólares. De esa forma no se presionó sobre el mercado de cambios. Mediante el Bonte 2030 se obtuvieron alrededor de 500 millones de dólares, reconociendo una tasa de interés de 28,46% en pesos. A más corto plazo se emitieron letras y bonos capitalizables (Lecap y Boncap) a tasas que alcanzaron el 32%. La meta que se propuso el Gobierno en estas primeras emisiones fue de 2000 millones de dólares. No se excluyó la ampliación de préstamos Repo con bancos internacionales, que permitió obtener otros 2000 millones de dólares. Además, se eliminaron restricciones de plazo mínimo para no residentes que operen a través del mercado cambiario.

A pesar de estos esfuerzos, no resultó posible cumplir en la fecha establecida. Se logró una prórroga y se definirán nuevas fechas en la misión de revisión de fines de julio próximo. La recuperación de un nivel razonable de reservas pasa a ser hoy un objetivo prioritario, al comprobarse que en el mundo real es casi una condición para reducir el riesgo percibido por los inversores. Y la inversión es la base para crecer y crear empleo.

 La recuperación de los recursos del BCRA es un objetivo prioritario, por ser una condición indispensable para reducir el riesgo percibido por los inversores  Read More