La marcha por Cristina: frenó la fabricación de autos e hizo chocar dos modelos

Cristina Kirchner volvió a cuestionar el modelo económico libertario. “Es insostenible”, afirmó la expresidenta presa por corrupción y lo vinculó a esa síntesis menos productivista y más financiera que simbolizaron para los K Martínez de Hoz y Cavallo. Sin embargo, el efecto más significativo que tuvo la movilización kirchnerista para cuestionar su situación personal -o penal- fue industrial. En la Argentina, hoy se produjeron 666 autos menos porque el sindicato del sector subió a sus trabajadores a micros y paralizó los turnos mañaneros de las plantas.

Es lo que sufrieron, por caso, Toyota, Volkswagen, Ford y Mercedes Benz. Algunos podrán recuperar esa producción este fin de semana, como la empresa japonesa. Otros no. Los que no sufrieron ese parate industrial fue porque tienen otro gremio adentro o porque fabrican en Córdoba.

“¿Cómo se sostiene un modelo donde la gente tiene que tarjetear la comida y no puede pagar la tarjeta, donde es mejor comprar ropa afuera, ya que es más barata que en el país?”, dijo Cristina Kirchner en su mensaje, ratificando lo importante que es para ella que los pesos circulen -no importa si se imprimen de más- para fogonear consumo e inflación o lo necesario que es cerrar una economía sin preocuparse por los precios a los que los argentinos compran la ropa, los electrónicos, electrodomésticos, o los alimentos. Para el kirchnerismo, sólo es posible crear trabajo regalando sectores (y precio) a empresarios amigos.

La mirada de la expresidenta del PJ es esencialmente la inversa a la que tiene el Gobierno, donde los pilares son estabilización macroeconómica, la desregulación y la apertura comercial, siempre poniendo a los precios en el centro. Incluso, el presidente Javier Milei puede perder una apuesta. Milei suele ser cauto y repite públicamente que la inflación dejará de ser un problema a mitad de 2026. Pero uno de sus ministros, Federico Sturzenegger, es más optimista: lo prevé para fines de 2025.

Luego del dato de precios mayoristas de mayo, que mostró la primera deflación desde 2020 –o desde diciembre de 2008 si no se cuenta la pandemia-, le preguntaron a Milei si podría perder la apuesta con su ministro. “Correcto”, dijo más que ilusionado el Presidente.

“Esto muestra que el proceso de desinflación es robusto”, afirmaron en Casa Rosada. “Hay chances de arrancar con 0 [el dato de inflación] antes de lo pensado”, anticiparon.

En el Ministerio de Economía no hablan de tiempos. Confían en la inevitabilidad del plan de estabilización con base en un pilar identificado por Luis Caputo desde el día uno, en diciembre de 2023: el equilibrio fiscal. Para el ministro, todo derivará de allí, tanto la baja de la inflación como la acumulación de reservas del Banco Central (BCRA), seguida día a día por el mercado y por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Hoy se conoció que, en mayo, y más allá de la baja de recaudación impositiva en el mes, se mantuvo el superávit primario y financiero.

“Va a converger a la [inflación] internacional más temprano que tarde”, dicen en el quinto piso del Palacio de Hacienda, donde siguen muy de cerca el precio del barril del petróleo luego de que se desatara el conflicto en Medio Oriente entre Israel e Irán. Ese valor tiene blancos y negros: puede pegar de lleno en los surtidores [más inflación], pero a un determinado precio, (US$75) puede sumar unos US$1000 millones a la balanza comercial energética en 2025.

Cerca de Caputo, por más que celebran, no miran ni el IPC ni el IPIM [mayoristas] mensuales. “La oferta y la demanda monetaria están cerca del equilibrio. Y al no haber emisión, la tendencia solo puede equilibrarlas”, dicen. Allí, como en la cúpula de Casa Rosada, la inflación es sólo un factor monetario que depende de la oferta y la demanda de dinero. Lo contrario a lo que explica el kirchnerismo cuando habla de multicausalidad o de falta de dólares en las reservas.

A tres semanas de junio, sin embargo, el IPC de este mes no colapsará, según economistas privados. El consenso lo ubica levemente debajo de 2%, o sea, por encima de mayo (1,5%). Explican la deflación mayorista se basa en una baja puntual del petróleo, de alimentos estacionales y la apreciación del tipo de cambio en un contexto de apertura comercial que presiona a los precios a la baja y luego de una salida del cepo que provocó volatilidades en marzo y abril.

Otras presiones sobre los precios vienen del contrabando de celulares, ropa, cigarrillos y hasta el whisky (al que Alberto Fernández agregó un arancel al 35% antes de irse) o de un consumo masivo aún deprimido en algunos rubros, como alimentos y bebidas. El ingreso disponible en hogares todavía está por debajo de noviembre 2023 y el motor principal es el crédito. “¿Cómo se sostiene un modelo donde la gente tiene que tarjetear la comida y no puede pagar la tarjeta, donde es mejor comprar ropa afuera, ya que es más barata que en el país?”, repite Cristina Kirchner. Es un mensaje que viene de las encuestas de opinión pública.

Críticas de los “aliados”

Los cuestionamientos al Gobierno no vienen solo desde el kirchnerismo. El macrismo, que luego de una virulenta campaña y la derrota con los libertarios en la Ciudad, ya habían amenazado el eje económico del modelo –el equilibrio fiscal- cuando algunos diputados se abstuvieron en el debate sobre jubilaciones, publicó un crítico documento.

El informe de la Fundación Pensar, dirigida por María Eugenia Vidal y Silvia Lospennato –dos que se abstuvieron- apuntó al centro de aquello que preocupa al mercado, más allá de la ahora imposible candidatura de Cristina Kirchner: “Se incumplió la meta de reservas comprometida hace apenas 70 días [con el FMI], aun en el período de mayor abundancia relativa por liquidación de la cosecha gruesa” (…) “en el segundo semestre, se pondrá a prueba la capacidad de acumular reservas propias -no prestadas-, condición requerida para que la baja del riesgo país garantice una renovación de deuda fluida en 2026”.

También hubo una mención a la recuperación económica y el dólar barato, dos temas que suelen ofender en las filas libertarias. “Por el lado de la actividad y el consumo, tras el rebote en V de la segunda mitad del año pasado, muchas actividades productivas enfrentan problemas de competitividad, especialmente los transables del sector industrial. La paridad cambiaria abarata importaciones, el superávit comercial se reduce a la mitad, el manufacturero profundiza su déficit (importaciones por el ascensor creciendo al 30% interanual y exportaciones por la escalera al 5%), el excedente energético se mantiene, pero deja de crecer y el saldo negativo del flujo de turismo receptivo-emisivo muestra tensiones en la trayectoria cambiaria de mediano plazo”.

Y cierra con un golpe directo al corazón: “Cierto es que la relativa estabilidad promueve la reaparición del crédito, tanto hipotecario como de consumo enfocado en bienes durables como vehículos o electrodomésticos. Pero no compensa el bajo nivel salarial promedio que dejó el ajuste, inexorable tras el desquicio del gobierno anterior, pero igualmente doloroso para las familias argentinas”, dijeron en Pensar, donde saludaron las desregulaciones y el equilibrio fiscal.

Sobre cierre del capítulo económico, luego de destacar el poco avance en la aprobación de los RIGI (grandes inversiones), las privatizaciones de empresas públicas, acuerdos comerciales, la obra de infraestructura privada, la creación y regularización de empleo pide avanzar en reformas estructurales y en más institucionalidad. En el PRO, antes de la batalla entre Mauricio Macri y Milei en territorio porteño, se vendían como “el chaleco de fuerza” de Milei, o sea, la garantía de institucionalidad en un programa económico que, entonces, apoyaban.

Hernán Lacunza, el último ministro de Economía de Macri e integrante de Pensar, había celebrado en uno de los últimos informes de Empiria el pragmatismo oficial reflejado en algunos contramarchas con relación a la política sobre el dólar oficial y el nuevo esquema cambiario. Al mismo tiempo, sin embargo, había dejado una ironía difícil de deglutir para el oficialismo. Dijo que quizás no Todo Marcha de Acuerdo al Plan (TMAP).

“No es gratis afirmar en pocas semanas que ‘a mediados de año el crawl irá al 0% mensual’, que el ‘dólar libre irá al piso de la banda’, que ‘ni el Central ni el Tesoro comprarán arriba del piso de la banda’, que ‘la meta de reservas es irrelevante’ o que ‘los inversores externos deberán permanecer seis meses por razones prudenciales’”, escribió. El pragmatismo es una virtud, repitió Lacunza, pero la consolidación del régimen monetario depende de “la credibilidad de la palabra oficial”. Y las marchas y contramarchas pueden resultar costosas al modelo.

Cristina Kirchner volvió a cuestionar el modelo económico libertario. “Es insostenible”, afirmó la expresidenta presa por corrupción y lo vinculó a esa síntesis menos productivista y más financiera que simbolizaron para los K Martínez de Hoz y Cavallo. Sin embargo, el efecto más significativo que tuvo la movilización kirchnerista para cuestionar su situación personal -o penal- fue industrial. En la Argentina, hoy se produjeron 666 autos menos porque el sindicato del sector subió a sus trabajadores a micros y paralizó los turnos mañaneros de las plantas.

Es lo que sufrieron, por caso, Toyota, Volkswagen, Ford y Mercedes Benz. Algunos podrán recuperar esa producción este fin de semana, como la empresa japonesa. Otros no. Los que no sufrieron ese parate industrial fue porque tienen otro gremio adentro o porque fabrican en Córdoba.

“¿Cómo se sostiene un modelo donde la gente tiene que tarjetear la comida y no puede pagar la tarjeta, donde es mejor comprar ropa afuera, ya que es más barata que en el país?”, dijo Cristina Kirchner en su mensaje, ratificando lo importante que es para ella que los pesos circulen -no importa si se imprimen de más- para fogonear consumo e inflación o lo necesario que es cerrar una economía sin preocuparse por los precios a los que los argentinos compran la ropa, los electrónicos, electrodomésticos, o los alimentos. Para el kirchnerismo, sólo es posible crear trabajo regalando sectores (y precio) a empresarios amigos.

La mirada de la expresidenta del PJ es esencialmente la inversa a la que tiene el Gobierno, donde los pilares son estabilización macroeconómica, la desregulación y la apertura comercial, siempre poniendo a los precios en el centro. Incluso, el presidente Javier Milei puede perder una apuesta. Milei suele ser cauto y repite públicamente que la inflación dejará de ser un problema a mitad de 2026. Pero uno de sus ministros, Federico Sturzenegger, es más optimista: lo prevé para fines de 2025.

Luego del dato de precios mayoristas de mayo, que mostró la primera deflación desde 2020 –o desde diciembre de 2008 si no se cuenta la pandemia-, le preguntaron a Milei si podría perder la apuesta con su ministro. “Correcto”, dijo más que ilusionado el Presidente.

“Esto muestra que el proceso de desinflación es robusto”, afirmaron en Casa Rosada. “Hay chances de arrancar con 0 [el dato de inflación] antes de lo pensado”, anticiparon.

En el Ministerio de Economía no hablan de tiempos. Confían en la inevitabilidad del plan de estabilización con base en un pilar identificado por Luis Caputo desde el día uno, en diciembre de 2023: el equilibrio fiscal. Para el ministro, todo derivará de allí, tanto la baja de la inflación como la acumulación de reservas del Banco Central (BCRA), seguida día a día por el mercado y por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Hoy se conoció que, en mayo, y más allá de la baja de recaudación impositiva en el mes, se mantuvo el superávit primario y financiero.

“Va a converger a la [inflación] internacional más temprano que tarde”, dicen en el quinto piso del Palacio de Hacienda, donde siguen muy de cerca el precio del barril del petróleo luego de que se desatara el conflicto en Medio Oriente entre Israel e Irán. Ese valor tiene blancos y negros: puede pegar de lleno en los surtidores [más inflación], pero a un determinado precio, (US$75) puede sumar unos US$1000 millones a la balanza comercial energética en 2025.

Cerca de Caputo, por más que celebran, no miran ni el IPC ni el IPIM [mayoristas] mensuales. “La oferta y la demanda monetaria están cerca del equilibrio. Y al no haber emisión, la tendencia solo puede equilibrarlas”, dicen. Allí, como en la cúpula de Casa Rosada, la inflación es sólo un factor monetario que depende de la oferta y la demanda de dinero. Lo contrario a lo que explica el kirchnerismo cuando habla de multicausalidad o de falta de dólares en las reservas.

A tres semanas de junio, sin embargo, el IPC de este mes no colapsará, según economistas privados. El consenso lo ubica levemente debajo de 2%, o sea, por encima de mayo (1,5%). Explican la deflación mayorista se basa en una baja puntual del petróleo, de alimentos estacionales y la apreciación del tipo de cambio en un contexto de apertura comercial que presiona a los precios a la baja y luego de una salida del cepo que provocó volatilidades en marzo y abril.

Otras presiones sobre los precios vienen del contrabando de celulares, ropa, cigarrillos y hasta el whisky (al que Alberto Fernández agregó un arancel al 35% antes de irse) o de un consumo masivo aún deprimido en algunos rubros, como alimentos y bebidas. El ingreso disponible en hogares todavía está por debajo de noviembre 2023 y el motor principal es el crédito. “¿Cómo se sostiene un modelo donde la gente tiene que tarjetear la comida y no puede pagar la tarjeta, donde es mejor comprar ropa afuera, ya que es más barata que en el país?”, repite Cristina Kirchner. Es un mensaje que viene de las encuestas de opinión pública.

Críticas de los “aliados”

Los cuestionamientos al Gobierno no vienen solo desde el kirchnerismo. El macrismo, que luego de una virulenta campaña y la derrota con los libertarios en la Ciudad, ya habían amenazado el eje económico del modelo –el equilibrio fiscal- cuando algunos diputados se abstuvieron en el debate sobre jubilaciones, publicó un crítico documento.

El informe de la Fundación Pensar, dirigida por María Eugenia Vidal y Silvia Lospennato –dos que se abstuvieron- apuntó al centro de aquello que preocupa al mercado, más allá de la ahora imposible candidatura de Cristina Kirchner: “Se incumplió la meta de reservas comprometida hace apenas 70 días [con el FMI], aun en el período de mayor abundancia relativa por liquidación de la cosecha gruesa” (…) “en el segundo semestre, se pondrá a prueba la capacidad de acumular reservas propias -no prestadas-, condición requerida para que la baja del riesgo país garantice una renovación de deuda fluida en 2026”.

También hubo una mención a la recuperación económica y el dólar barato, dos temas que suelen ofender en las filas libertarias. “Por el lado de la actividad y el consumo, tras el rebote en V de la segunda mitad del año pasado, muchas actividades productivas enfrentan problemas de competitividad, especialmente los transables del sector industrial. La paridad cambiaria abarata importaciones, el superávit comercial se reduce a la mitad, el manufacturero profundiza su déficit (importaciones por el ascensor creciendo al 30% interanual y exportaciones por la escalera al 5%), el excedente energético se mantiene, pero deja de crecer y el saldo negativo del flujo de turismo receptivo-emisivo muestra tensiones en la trayectoria cambiaria de mediano plazo”.

Y cierra con un golpe directo al corazón: “Cierto es que la relativa estabilidad promueve la reaparición del crédito, tanto hipotecario como de consumo enfocado en bienes durables como vehículos o electrodomésticos. Pero no compensa el bajo nivel salarial promedio que dejó el ajuste, inexorable tras el desquicio del gobierno anterior, pero igualmente doloroso para las familias argentinas”, dijeron en Pensar, donde saludaron las desregulaciones y el equilibrio fiscal.

Sobre cierre del capítulo económico, luego de destacar el poco avance en la aprobación de los RIGI (grandes inversiones), las privatizaciones de empresas públicas, acuerdos comerciales, la obra de infraestructura privada, la creación y regularización de empleo pide avanzar en reformas estructurales y en más institucionalidad. En el PRO, antes de la batalla entre Mauricio Macri y Milei en territorio porteño, se vendían como “el chaleco de fuerza” de Milei, o sea, la garantía de institucionalidad en un programa económico que, entonces, apoyaban.

Hernán Lacunza, el último ministro de Economía de Macri e integrante de Pensar, había celebrado en uno de los últimos informes de Empiria el pragmatismo oficial reflejado en algunos contramarchas con relación a la política sobre el dólar oficial y el nuevo esquema cambiario. Al mismo tiempo, sin embargo, había dejado una ironía difícil de deglutir para el oficialismo. Dijo que quizás no Todo Marcha de Acuerdo al Plan (TMAP).

“No es gratis afirmar en pocas semanas que ‘a mediados de año el crawl irá al 0% mensual’, que el ‘dólar libre irá al piso de la banda’, que ‘ni el Central ni el Tesoro comprarán arriba del piso de la banda’, que ‘la meta de reservas es irrelevante’ o que ‘los inversores externos deberán permanecer seis meses por razones prudenciales’”, escribió. El pragmatismo es una virtud, repitió Lacunza, pero la consolidación del régimen monetario depende de “la credibilidad de la palabra oficial”. Y las marchas y contramarchas pueden resultar costosas al modelo.

 La movilización golpeó la fabricación en Volkswagen, Ford, Toyota y Mercedes Benz; la mirada kirchnerista chocó con el mileísmo; críticas del macrismo al modelo  Read More