Rocky: una gran celebración que es, a la vez, un impactante espectáculo inmersivo

Rocky. Autores: Thomas Meehan y Sylvester Stallone (libro), Stephen Flaherty (música) y Lynn Ahrens (letras). Versión: Fernando Mallorens y Federico González del Pino. Directores: Nicolás Vázquez y Mariano Demaría. Elenco: Nicolás Vázquez, Dai Fernández, David Masajnik, Leo Trento, Diego Hodara, Mercedes Oviedo, Gustavo Monje, Merlyn Nouel, Osky Vidal, Georgina Tirotta, Christian Giménez, Juan Mateo Halle y Alan Grinstein. Escenografía y Multimedia: Tato Fernández. Ambientación: Florencia González. Iluminación: Santiago Cámara. Vestuario: Caro Fernández y Mechi Saladino. Sala: Teatro Lola Membrives (Av. Corrientes 1280). Funciones: miércoles y jueves a las 20:30, viernes a las 21:30, sábados a las 19 y 21:30 y domingos a las 19. Duración: 100 minutos. Nuestra opinión: muy buena.

Como el público adulto podrá recordar, Rocky fue la película escrita y protagonizada por Sylvester Stallone que se convirtió en la gran sorpresa de la entrega de los premios Oscar de 1977 al alzarse con el lauro mayor: el de Mejor Película. A diferencia de los otros títulos que competían por ese lauro, más comprometidos políticamente (a tono con la época) o de mayor pedigrí artístico –Todos los hombres del presidente, Poder que mata, Destino de gloria y Taxi Driver, el filme de John G. Avildsen se centraba en una historia popular que hizo carne en los espectadores de todo el mundo: la de Rocky Balboa, un italoestadounidense de clase baja del sureste de Filadelfia que se dedicaba a cobrar los créditos de un prestamista amedrentando físicamente a los deudores. En realidad, Rocky era un boxeador amateur que bien podría serlo profesionalmente, pero al que le falta una motivación. Finalmente la encuentra en la oportunidad única de competir por el título mundial de los pesos pesados (peleando contra el actual campeón de la categoría, Apollo Creed) y, fundamentalmente, en el amor de una mujer: Adrian Pennino.

Esta historia de resiliencia, sobre la capacidad de reponerse a las adversidades y de entender que la verdadera victoria está siempre en no rendirse, tuvo su traslación al teatro, pero en formato de musical. El estreno mundial fue en Hamburgo, en 2012, y luego, en 2014, desembarcó en Broadway. Ahora esa versión escénica llega a la Argentina, pero extrañamente (o no), sin sus canciones y bailes; es decir, sin todos los ingredientes propios del género. Tal vez se deba a que, como musical, Rocky no fue de los buenos ni se convirtió en un gran éxito. Lo que prima aquí, en la versión local, es el argumento neto del film (y de la obra) y una puesta impactante que, hay que reconocer, supera a la de Broadway (lo que debería ser un orgullo para sus hacedores, tanto como para la cartelera teatral porteña, que hace años no cuenta con un espectáculo de semejante envergadura).

De todos modos, la pieza preserva buena parte de la música del musical (utilizada en las transiciones de las escenas), de Stephen Flaherty, y la canción original del filme: “Gonna Fly Now”, de Billy Conti, que suma emoción a la trama. Como bonus track, la versión teatral local de Rocky incluye el tema “Eye of the Tiger” (del grupo Survivor), interpretado por Germán “Tripa” Tripel, que forma parte del soundtrack de la tercera y cuarta parte de la saga cinematográfica de Rocky.

Este Rocky en plena Avenida Corrientes es un sueño de Nicolás Vázquez hecho realidad luego de años de subir escalones en la profesión y –muy astutamente- generar un público propio (con El otro lado de la cama, Una semana nada más y Tootsie). Y posiblemente sea el de Rocky Balboa el personaje con el que más se ha comprometido actoralmente y se lo percibe más cómodo en el escenario. Y aunque a su interpretación (aún) le falta algo de la tosquedad propia del modelo original, gana cuando le suma humor a unos diálogos y latiguillos que no siempre están a la altura del guion cinematográfico. Su entrega física y emocional es total (¿será por eso que el público se identifica tanto con su criatura y su derrotero, y estalla en lágrimas en el final?).

A semejante desenlace (pocas veces visto en una obra no dramática) colabora, sin dudas, la inteligente e impactante puesta general de Mariano Demaría (también responsable de un magnífico trabajo de iluminación, junto a Santiago Cámara), que no da respiro, insufla de adrenalina a la concurrencia y saca partido de cada recurso técnico del Teatro Lola Membrives. La concepción de su trabajo es inmersiva, así el espectáculo transcurre en toda la sala (¡incluso en el pullman!) y se convierte en una singular experiencia 360º. Mención aparte para la labor de Tato Fernández, a cargo de la escenografía y lo multimedia, que eleva (aún más) la calidad del espectáculo y lo acerca al terreno de lo cinematográfico.

Del elenco también merecen destacarse las participaciones de Dai Fernández (que aquí debuta como coprotagonista titular, luego de haber reemplazado a Julieta Nair Calvo en Tootsie), muy bien como Adrian Pennino -la novia de Rocky-, sobre todo en la escena de la pelea con su hermano Paulie; y de David Masajnik como Mickey, el entrenador cascarrabias del boxeador, que realiza una gran composición, entre las mejores de toda su carrera. Por último, Georgina Tirotta, tras años como bailarina y coreógrafa, encontró en el rol de Gloria la posibilidad de revelarse como una actriz cómica.

Un espectáculo aparte es el público que completa la experiencia teatral con aplausos, palmas, gritos y cánticos a telón abierto a lo largo de toda la representación, pero sobre todo en las escenas pugilísticas, de un inusitado nivel de realismo (por el que debe felicitarse al asesor de boxeo Daniel Cajarabilla) que, no obstante, siempre quedan encuadradas en un marco artístico y son disfrutables y dignas de admiración aún para quienes no son fans de los cuadriláteros. Por esto también es recomendable ver Rocky.

Rocky. Autores: Thomas Meehan y Sylvester Stallone (libro), Stephen Flaherty (música) y Lynn Ahrens (letras). Versión: Fernando Mallorens y Federico González del Pino. Directores: Nicolás Vázquez y Mariano Demaría. Elenco: Nicolás Vázquez, Dai Fernández, David Masajnik, Leo Trento, Diego Hodara, Mercedes Oviedo, Gustavo Monje, Merlyn Nouel, Osky Vidal, Georgina Tirotta, Christian Giménez, Juan Mateo Halle y Alan Grinstein. Escenografía y Multimedia: Tato Fernández. Ambientación: Florencia González. Iluminación: Santiago Cámara. Vestuario: Caro Fernández y Mechi Saladino. Sala: Teatro Lola Membrives (Av. Corrientes 1280). Funciones: miércoles y jueves a las 20:30, viernes a las 21:30, sábados a las 19 y 21:30 y domingos a las 19. Duración: 100 minutos. Nuestra opinión: muy buena.

Como el público adulto podrá recordar, Rocky fue la película escrita y protagonizada por Sylvester Stallone que se convirtió en la gran sorpresa de la entrega de los premios Oscar de 1977 al alzarse con el lauro mayor: el de Mejor Película. A diferencia de los otros títulos que competían por ese lauro, más comprometidos políticamente (a tono con la época) o de mayor pedigrí artístico –Todos los hombres del presidente, Poder que mata, Destino de gloria y Taxi Driver, el filme de John G. Avildsen se centraba en una historia popular que hizo carne en los espectadores de todo el mundo: la de Rocky Balboa, un italoestadounidense de clase baja del sureste de Filadelfia que se dedicaba a cobrar los créditos de un prestamista amedrentando físicamente a los deudores. En realidad, Rocky era un boxeador amateur que bien podría serlo profesionalmente, pero al que le falta una motivación. Finalmente la encuentra en la oportunidad única de competir por el título mundial de los pesos pesados (peleando contra el actual campeón de la categoría, Apollo Creed) y, fundamentalmente, en el amor de una mujer: Adrian Pennino.

Esta historia de resiliencia, sobre la capacidad de reponerse a las adversidades y de entender que la verdadera victoria está siempre en no rendirse, tuvo su traslación al teatro, pero en formato de musical. El estreno mundial fue en Hamburgo, en 2012, y luego, en 2014, desembarcó en Broadway. Ahora esa versión escénica llega a la Argentina, pero extrañamente (o no), sin sus canciones y bailes; es decir, sin todos los ingredientes propios del género. Tal vez se deba a que, como musical, Rocky no fue de los buenos ni se convirtió en un gran éxito. Lo que prima aquí, en la versión local, es el argumento neto del film (y de la obra) y una puesta impactante que, hay que reconocer, supera a la de Broadway (lo que debería ser un orgullo para sus hacedores, tanto como para la cartelera teatral porteña, que hace años no cuenta con un espectáculo de semejante envergadura).

De todos modos, la pieza preserva buena parte de la música del musical (utilizada en las transiciones de las escenas), de Stephen Flaherty, y la canción original del filme: “Gonna Fly Now”, de Billy Conti, que suma emoción a la trama. Como bonus track, la versión teatral local de Rocky incluye el tema “Eye of the Tiger” (del grupo Survivor), interpretado por Germán “Tripa” Tripel, que forma parte del soundtrack de la tercera y cuarta parte de la saga cinematográfica de Rocky.

Este Rocky en plena Avenida Corrientes es un sueño de Nicolás Vázquez hecho realidad luego de años de subir escalones en la profesión y –muy astutamente- generar un público propio (con El otro lado de la cama, Una semana nada más y Tootsie). Y posiblemente sea el de Rocky Balboa el personaje con el que más se ha comprometido actoralmente y se lo percibe más cómodo en el escenario. Y aunque a su interpretación (aún) le falta algo de la tosquedad propia del modelo original, gana cuando le suma humor a unos diálogos y latiguillos que no siempre están a la altura del guion cinematográfico. Su entrega física y emocional es total (¿será por eso que el público se identifica tanto con su criatura y su derrotero, y estalla en lágrimas en el final?).

A semejante desenlace (pocas veces visto en una obra no dramática) colabora, sin dudas, la inteligente e impactante puesta general de Mariano Demaría (también responsable de un magnífico trabajo de iluminación, junto a Santiago Cámara), que no da respiro, insufla de adrenalina a la concurrencia y saca partido de cada recurso técnico del Teatro Lola Membrives. La concepción de su trabajo es inmersiva, así el espectáculo transcurre en toda la sala (¡incluso en el pullman!) y se convierte en una singular experiencia 360º. Mención aparte para la labor de Tato Fernández, a cargo de la escenografía y lo multimedia, que eleva (aún más) la calidad del espectáculo y lo acerca al terreno de lo cinematográfico.

Del elenco también merecen destacarse las participaciones de Dai Fernández (que aquí debuta como coprotagonista titular, luego de haber reemplazado a Julieta Nair Calvo en Tootsie), muy bien como Adrian Pennino -la novia de Rocky-, sobre todo en la escena de la pelea con su hermano Paulie; y de David Masajnik como Mickey, el entrenador cascarrabias del boxeador, que realiza una gran composición, entre las mejores de toda su carrera. Por último, Georgina Tirotta, tras años como bailarina y coreógrafa, encontró en el rol de Gloria la posibilidad de revelarse como una actriz cómica.

Un espectáculo aparte es el público que completa la experiencia teatral con aplausos, palmas, gritos y cánticos a telón abierto a lo largo de toda la representación, pero sobre todo en las escenas pugilísticas, de un inusitado nivel de realismo (por el que debe felicitarse al asesor de boxeo Daniel Cajarabilla) que, no obstante, siempre quedan encuadradas en un marco artístico y son disfrutables y dignas de admiración aún para quienes no son fans de los cuadriláteros. Por esto también es recomendable ver Rocky.

 El estreno de la versión teatral del exitoso film pone en alto el nivel de la producción escénica local y suma un nuevo triunfo personal a la carrera de Nicolás Vázquez  Read More