El mapa de la desigualdad entre las provincias: ingresos de Alemania o Ecuador en una misma Argentina

CÓRDOBA.- En las reuniones entre funcionarios nacionales y gobernadores, la palabra “federalismo” tiene un lugar clave. Sirve para subrayar la idea de que, a veces, no todos los distritos pueden ser tratados de la misma manera. Los economistas que siguen las cuentas provinciales admiten, sin justificar la dilapidación de recursos, que hay brechas que tienen que ser atendidas por el Estado. Los últimos datos del mapa económico y social del país revela grandes asimetrías entre los diferentes puntos de la Argentina.

A las puertas del inicio de las reuniones del Consejo de Mayo, donde debería juntarse el gobierno nacional con los representantes provinciales, estas heterogeneidades deberían ser tenidas en cuenta.

Dos distritos, Buenos Aires y la Ciudad de Buenos Aires (CABA), aportan 52% del PIB total de la Argentina. Es decir, generan más de la mitad de la riqueza del país. La provincia que gobierna Axel Kicillof representa el 32% del total.

   

El Producto Bruto Interno mide el valor de todos los bienes y servicios producidos en un año por la economía. Es un indicador que se usa para conocer la riqueza que genera un país.

Fuera de esas dos, ninguna otra jurisdicción llega al 10% de participación. Solo dos superan el 5% (Córdoba con 8% y Santa Fe con 7,8%). Entre las cuatro representan más de dos tercios del producto bruto.

En contraste, las tres provincias de menor participación son La Rioja (0,6%), Formosa (0,6%) y Catamarca (0,7%). De ese grupo, solo hay un gobernador de buen diálogo con la Casa Rosada, el catamarqueño Raúl Jalil.

Tanto Jalil como el riojano Ricardo Quintela, que se caracteriza por la permanente confrontación con los libertarios, tienen expectativas de que la minería ayude a mejorar la actividad económica de sus provincias.

La proyección es que haya un cambio del modelo de actividad económica, donde tanto la región pampeana (con sector agropecuario incluido) pierda peso relativo.

Según esas proyecciones sobre la economía, en el futuro ganarán participación las economías del eje andino (energía y minerales) y el patagónico (energía y data centers), mientras que el área metropolitana perderá “peso industrial”.

Un trabajo de Lucía Pezzarini, Matías Gutman, Marcos Feole y Paula Luvini para el think-tank Fundar analizó cómo es el mapa de desigualdades argentinas a partir de sus aportes al producto bruto.

La región pampeana representa 65% de la población, concentra el 81% de las empresas privadas industriales del país y el 76,2% de las exportaciones de bienes.

En materia de aporte al producto bruto, la Patagonia aparece como región en segundo lugar con un 10% del valor agregado bruto y un 1,79% si se lo mide por persona. El valor agregado es la suma de los bienes y servicios producidos en un año.

En su terriotorio reside el 3,9% de las compañías privadas industriales y exporta 10% de los bienes.

El noroeste (NOA) es la región que menos Valor Agregado per cápita registra: 0,49%.

El noreste (NEA) representa el 0,50 y Cuyo el 0,84%. Sin embargo,

Sin embargo, el NOA es la tercera región en monto de exportaciones con 6% del global, un lugar en el ranking directamente vinculado a la minería.

En función de los datos de empleo, salarios y nivel de educación de las distintas regiones se revelan las brechas en poder adquisitivo y en el capital humano presente y potencial.

El 75% del empleo formal del país está en la región pampeana. La Patagonia con 163 asalariados privados cada 1.000 habitantes encabeza el ranking nacional; sigue la pampeana con 156 contra 81 en el NOA y 66 en el NEA. Las disparidades se repiten en los salarios. Los más altos en promedio aparecen en la Patagonia, la zona pampeana son la mitad, pero están entre un 40% y un 45% por encima de los del norte del país.

En lo que hace a la cantidad de graduados universitarios por región los resultados son consistentes con los anteriores: el 61% se concentra en la región pampeana, porcentaje que es cuatro veces la cantidad de Cuyo, y 15 veces más que en la Patagonia.

La última medición del Indec marcó 7,9% de desempleo en el primer trimestre de este año. las regiones que muestran la tasa más alta fueron Gran Buenos Aires y Pampeana con 9,1% y 7,4%, respectivamente. La de menor tasa fue la Patagonia (4,9%).

Un mapa desequilibrado

El reporte de Fundar analiza que, desde 1895 la economía argentina creció 34 veces. Pero no todas las regiones lo hicieron de la misma forma. El producto bruto del noroeste se multiplicó por 21, el de Cuyo por 27 y el de la región Pampeana, junto con el área metropolitana, por 33.

Como crecieron a un menor ritmo que la media del país, estas provincias perdieron participación en el total. Esto contrasta con lo ocurrido en la Patagonia, cuyo Producto total se multiplicó por 680 veces; pasó de ser el 0,5% de la economía nacional en 1895 a convertirse en la segunda región más relevante.

En el mismo período, mientras el producto bruto per cápita nacional se triplicó, el de la Patagonia se multiplicó por siete. La economía argentina también creció en términos per cápita, pero a un ritmo mucho menor que en el PIB total, tres veces contra 34, lo que se explica porque el país pasó de tener 4 millones de habitantes a 46 millones.

La película muestra que, desde 1895 hasta el presente, ninguna región argentina logró acercarse a la riqueza por habitante de la región Pampeana, salvo la Patagonia.

La contracara es que las provincias del norte y de Cuyo se quedaron cada vez más atrás, y se profundizaron así las brechas regionales a lo largo del país.

La Ciudad de Buenos Aires y las provincias patagónicas son las más ricas del país.

Del otro lado, nueve de las diez provincias más pobres son del norte. Solo ocho distritos tienen un PIB per cápita superior al promedio nacional, mientras que 16 están por debajo. El de un porteño es 189% mayor al promedio nacional; le siguen Tierra del Fuego, Neuquén, Santa Cruz y Chubut.

Un dato clave es que el PIB se mide en la provincia donde la persona realiza la actividad, no donde vive. Por ejemplo, el de CABA que es 3,4 veces mayor al bonaerense, lleva a reducir la diferencia a dos si se miran los ingresos familiares. La provincia de Buenos Aires que es la que más aporta al Producto nacional, al medir su PBI por habitante, queda 15% por debajo del promedio nacional.

Nueve de las diez jurisdicciones con menor PIB per cápita son del norte. Las tres peor posicionadas son del NEA: Misiones, Corrientes y Formosa (las dos primeras administradas por gobernadores con buen diálogo con la Rosada), están 52% debajo del promedio argentino. Es decir, allí la producción por habitante es menos de la mitad que la media nacional.

Con datos del 2022, CABA tuvo un PIB per cápita de casi US$80.000 ajustados por paridad de poder adquisitivo (PPA), cifra similar a la que registra un estadounidense. El de un misionero, correntino o formoseño rondó los US$13.000, parecido al de un habitante de Vietnam, Sri Lanka o Indonesia.

Tierra del Fuego tiene un producto bruto per cápita similar al de Emiratos Árabes Unidos; Neuquén al de Alemania y Santa Cruz al de Italia. Córdoba se parece a Chile y Santa Fe a Uruguay, en tanto que la provincia de Buenos Aires a República Dominicana.

Por su parte, el producto bruto per cápita de Tucumán es similar al de Ecuador, el de Salta al de Perú, el de Catamarca al de Brasil y el de La Rioja al de Colombia.

Fundar advierte que el PIB per cápita entre dos territorios no necesariamente supone una misma calidad de vida, ya que esa variable depende de cómo se distribuye la torta de la riqueza. Por ejemplo, Neuquén y Alemania tienen similar PIB per cápita, pero mientras que en Alemania el 10% más rico gana 8 veces más que el 10% más pobre, en Neuquén esa brecha es de 18 veces. Ahí aparece la otra desigualdad, la riqueza queda concentrada en pocas manos. No derrama.

Las causas

Daniel Schteingart, curador de Argendata-Fundar, entiende que las desigualdades comenzaron a gestarse entre el declive del eje económico colonial centrado en Potosí —al que el NOA proveía bienes y servicios— y la consolidación de Argentina como economía exportadora de productos agropecuarios pampeanos durante la segunda mitad del siglo XIX: “Al caer el vínculo con Potosí, el NOA entró en una prolongada decadencia. En paralelo, la creciente demanda global y las mejoras en el transporte (que abarataron costos de traslado) abrieron una gran oportunidad para la región pampeana, que ya hacia fines del siglo XIX se había transformado en el núcleo económico más dinámico del país”.

En el siglo pasado esa primacía no solo no se revirtió ya que “las grandes inversiones tienden a concentrarse donde ya existe infraestructura y mercados, por lo que la industrialización se afianzó en el área metropolitana, Rosario y Córdoba”, dice.

Admite que si bien hubo intentos de planificación territorial y políticas de promoción industrial, “no alteraron sustancialmente el mapa productivo”. Surgieron regímenes especiales en provincias como San Luis, La Rioja, Catamarca o Tierra del Fuego, que lograron algunas radicaciones “pero sin revertir el patrón general. En paralelo, el desarrollo petrolero dio un peso creciente a la Patagonia durante gran parte del siglo XX”.

Schteingart explica a LA NACION que un punto poco explorado es por qué Argentina tardó tanto en desarrollar su minería, a diferencia de Chile, donde existe una larga tradición minera, a nivel local recién comenzó con explotaciones a gran escala en los ‘90 a pesar de compartir la misma cordillera.

“Un desarrollo más temprano podría haber brindado oportunidades para regiones como el NOA y Cuyo -señala-. Hoy, con un nuevo consenso en torno a la minería y el auge del litio y el cobre, se abre una ventana de oportunidad”.

Sí subraya que para que esa riqueza se traduzca en desarrollo real “dependerá de qué se haga con la renta: si se invierte en infraestructura, educación, ciencia y diversificación productiva, podría ser una vía concreta de desarrollo regional. Si, en cambio, se dilapida en gastos corrientes sin impacto duradero, será una oportunidad más que se esfuma”.

Desde el Ieral de la Fundación Mediterránea varias veces insistieron en la necesidad de avanzar en “infraestructura en red, proyectos compartidos entre dos o más provincias y con regiones adyacentes de países limítrofes, y eliminación de impuestos distorsivos” para generar masa crítica de capital y recursos humanos.

Por su lado, Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina, viene planteando que además de las transferencias de ingresos -que son necesarias y deben existir para garantizar un piso universal contra el hambre y constituyen una contención mínima contra la marginalidad- debería concebirse como un ingreso ciudadano no sólo monetario sino de bienes y servicios con ejecución descentralizada y mecanismos de fiscalización y evaluación.

También hay consenso entre los especialistas de que para el desarrollo local de requiere apuntalar a Pymes, que son generadoras de empleo. Salvia, por caso, propuso un fondo de reinversión para la promoción de economías alternativas. Son ideas en torno a un objetivo: reducir las brechas que quiebran la Argentina.

CÓRDOBA.- En las reuniones entre funcionarios nacionales y gobernadores, la palabra “federalismo” tiene un lugar clave. Sirve para subrayar la idea de que, a veces, no todos los distritos pueden ser tratados de la misma manera. Los economistas que siguen las cuentas provinciales admiten, sin justificar la dilapidación de recursos, que hay brechas que tienen que ser atendidas por el Estado. Los últimos datos del mapa económico y social del país revela grandes asimetrías entre los diferentes puntos de la Argentina.

A las puertas del inicio de las reuniones del Consejo de Mayo, donde debería juntarse el gobierno nacional con los representantes provinciales, estas heterogeneidades deberían ser tenidas en cuenta.

Dos distritos, Buenos Aires y la Ciudad de Buenos Aires (CABA), aportan 52% del PIB total de la Argentina. Es decir, generan más de la mitad de la riqueza del país. La provincia que gobierna Axel Kicillof representa el 32% del total.

   

El Producto Bruto Interno mide el valor de todos los bienes y servicios producidos en un año por la economía. Es un indicador que se usa para conocer la riqueza que genera un país.

Fuera de esas dos, ninguna otra jurisdicción llega al 10% de participación. Solo dos superan el 5% (Córdoba con 8% y Santa Fe con 7,8%). Entre las cuatro representan más de dos tercios del producto bruto.

En contraste, las tres provincias de menor participación son La Rioja (0,6%), Formosa (0,6%) y Catamarca (0,7%). De ese grupo, solo hay un gobernador de buen diálogo con la Casa Rosada, el catamarqueño Raúl Jalil.

Tanto Jalil como el riojano Ricardo Quintela, que se caracteriza por la permanente confrontación con los libertarios, tienen expectativas de que la minería ayude a mejorar la actividad económica de sus provincias.

La proyección es que haya un cambio del modelo de actividad económica, donde tanto la región pampeana (con sector agropecuario incluido) pierda peso relativo.

Según esas proyecciones sobre la economía, en el futuro ganarán participación las economías del eje andino (energía y minerales) y el patagónico (energía y data centers), mientras que el área metropolitana perderá “peso industrial”.

Un trabajo de Lucía Pezzarini, Matías Gutman, Marcos Feole y Paula Luvini para el think-tank Fundar analizó cómo es el mapa de desigualdades argentinas a partir de sus aportes al producto bruto.

La región pampeana representa 65% de la población, concentra el 81% de las empresas privadas industriales del país y el 76,2% de las exportaciones de bienes.

En materia de aporte al producto bruto, la Patagonia aparece como región en segundo lugar con un 10% del valor agregado bruto y un 1,79% si se lo mide por persona. El valor agregado es la suma de los bienes y servicios producidos en un año.

En su terriotorio reside el 3,9% de las compañías privadas industriales y exporta 10% de los bienes.

El noroeste (NOA) es la región que menos Valor Agregado per cápita registra: 0,49%.

El noreste (NEA) representa el 0,50 y Cuyo el 0,84%. Sin embargo,

Sin embargo, el NOA es la tercera región en monto de exportaciones con 6% del global, un lugar en el ranking directamente vinculado a la minería.

En función de los datos de empleo, salarios y nivel de educación de las distintas regiones se revelan las brechas en poder adquisitivo y en el capital humano presente y potencial.

El 75% del empleo formal del país está en la región pampeana. La Patagonia con 163 asalariados privados cada 1.000 habitantes encabeza el ranking nacional; sigue la pampeana con 156 contra 81 en el NOA y 66 en el NEA. Las disparidades se repiten en los salarios. Los más altos en promedio aparecen en la Patagonia, la zona pampeana son la mitad, pero están entre un 40% y un 45% por encima de los del norte del país.

En lo que hace a la cantidad de graduados universitarios por región los resultados son consistentes con los anteriores: el 61% se concentra en la región pampeana, porcentaje que es cuatro veces la cantidad de Cuyo, y 15 veces más que en la Patagonia.

La última medición del Indec marcó 7,9% de desempleo en el primer trimestre de este año. las regiones que muestran la tasa más alta fueron Gran Buenos Aires y Pampeana con 9,1% y 7,4%, respectivamente. La de menor tasa fue la Patagonia (4,9%).

Un mapa desequilibrado

El reporte de Fundar analiza que, desde 1895 la economía argentina creció 34 veces. Pero no todas las regiones lo hicieron de la misma forma. El producto bruto del noroeste se multiplicó por 21, el de Cuyo por 27 y el de la región Pampeana, junto con el área metropolitana, por 33.

Como crecieron a un menor ritmo que la media del país, estas provincias perdieron participación en el total. Esto contrasta con lo ocurrido en la Patagonia, cuyo Producto total se multiplicó por 680 veces; pasó de ser el 0,5% de la economía nacional en 1895 a convertirse en la segunda región más relevante.

En el mismo período, mientras el producto bruto per cápita nacional se triplicó, el de la Patagonia se multiplicó por siete. La economía argentina también creció en términos per cápita, pero a un ritmo mucho menor que en el PIB total, tres veces contra 34, lo que se explica porque el país pasó de tener 4 millones de habitantes a 46 millones.

La película muestra que, desde 1895 hasta el presente, ninguna región argentina logró acercarse a la riqueza por habitante de la región Pampeana, salvo la Patagonia.

La contracara es que las provincias del norte y de Cuyo se quedaron cada vez más atrás, y se profundizaron así las brechas regionales a lo largo del país.

La Ciudad de Buenos Aires y las provincias patagónicas son las más ricas del país.

Del otro lado, nueve de las diez provincias más pobres son del norte. Solo ocho distritos tienen un PIB per cápita superior al promedio nacional, mientras que 16 están por debajo. El de un porteño es 189% mayor al promedio nacional; le siguen Tierra del Fuego, Neuquén, Santa Cruz y Chubut.

Un dato clave es que el PIB se mide en la provincia donde la persona realiza la actividad, no donde vive. Por ejemplo, el de CABA que es 3,4 veces mayor al bonaerense, lleva a reducir la diferencia a dos si se miran los ingresos familiares. La provincia de Buenos Aires que es la que más aporta al Producto nacional, al medir su PBI por habitante, queda 15% por debajo del promedio nacional.

Nueve de las diez jurisdicciones con menor PIB per cápita son del norte. Las tres peor posicionadas son del NEA: Misiones, Corrientes y Formosa (las dos primeras administradas por gobernadores con buen diálogo con la Rosada), están 52% debajo del promedio argentino. Es decir, allí la producción por habitante es menos de la mitad que la media nacional.

Con datos del 2022, CABA tuvo un PIB per cápita de casi US$80.000 ajustados por paridad de poder adquisitivo (PPA), cifra similar a la que registra un estadounidense. El de un misionero, correntino o formoseño rondó los US$13.000, parecido al de un habitante de Vietnam, Sri Lanka o Indonesia.

Tierra del Fuego tiene un producto bruto per cápita similar al de Emiratos Árabes Unidos; Neuquén al de Alemania y Santa Cruz al de Italia. Córdoba se parece a Chile y Santa Fe a Uruguay, en tanto que la provincia de Buenos Aires a República Dominicana.

Por su parte, el producto bruto per cápita de Tucumán es similar al de Ecuador, el de Salta al de Perú, el de Catamarca al de Brasil y el de La Rioja al de Colombia.

Fundar advierte que el PIB per cápita entre dos territorios no necesariamente supone una misma calidad de vida, ya que esa variable depende de cómo se distribuye la torta de la riqueza. Por ejemplo, Neuquén y Alemania tienen similar PIB per cápita, pero mientras que en Alemania el 10% más rico gana 8 veces más que el 10% más pobre, en Neuquén esa brecha es de 18 veces. Ahí aparece la otra desigualdad, la riqueza queda concentrada en pocas manos. No derrama.

Las causas

Daniel Schteingart, curador de Argendata-Fundar, entiende que las desigualdades comenzaron a gestarse entre el declive del eje económico colonial centrado en Potosí —al que el NOA proveía bienes y servicios— y la consolidación de Argentina como economía exportadora de productos agropecuarios pampeanos durante la segunda mitad del siglo XIX: “Al caer el vínculo con Potosí, el NOA entró en una prolongada decadencia. En paralelo, la creciente demanda global y las mejoras en el transporte (que abarataron costos de traslado) abrieron una gran oportunidad para la región pampeana, que ya hacia fines del siglo XIX se había transformado en el núcleo económico más dinámico del país”.

En el siglo pasado esa primacía no solo no se revirtió ya que “las grandes inversiones tienden a concentrarse donde ya existe infraestructura y mercados, por lo que la industrialización se afianzó en el área metropolitana, Rosario y Córdoba”, dice.

Admite que si bien hubo intentos de planificación territorial y políticas de promoción industrial, “no alteraron sustancialmente el mapa productivo”. Surgieron regímenes especiales en provincias como San Luis, La Rioja, Catamarca o Tierra del Fuego, que lograron algunas radicaciones “pero sin revertir el patrón general. En paralelo, el desarrollo petrolero dio un peso creciente a la Patagonia durante gran parte del siglo XX”.

Schteingart explica a LA NACION que un punto poco explorado es por qué Argentina tardó tanto en desarrollar su minería, a diferencia de Chile, donde existe una larga tradición minera, a nivel local recién comenzó con explotaciones a gran escala en los ‘90 a pesar de compartir la misma cordillera.

“Un desarrollo más temprano podría haber brindado oportunidades para regiones como el NOA y Cuyo -señala-. Hoy, con un nuevo consenso en torno a la minería y el auge del litio y el cobre, se abre una ventana de oportunidad”.

Sí subraya que para que esa riqueza se traduzca en desarrollo real “dependerá de qué se haga con la renta: si se invierte en infraestructura, educación, ciencia y diversificación productiva, podría ser una vía concreta de desarrollo regional. Si, en cambio, se dilapida en gastos corrientes sin impacto duradero, será una oportunidad más que se esfuma”.

Desde el Ieral de la Fundación Mediterránea varias veces insistieron en la necesidad de avanzar en “infraestructura en red, proyectos compartidos entre dos o más provincias y con regiones adyacentes de países limítrofes, y eliminación de impuestos distorsivos” para generar masa crítica de capital y recursos humanos.

Por su lado, Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina, viene planteando que además de las transferencias de ingresos -que son necesarias y deben existir para garantizar un piso universal contra el hambre y constituyen una contención mínima contra la marginalidad- debería concebirse como un ingreso ciudadano no sólo monetario sino de bienes y servicios con ejecución descentralizada y mecanismos de fiscalización y evaluación.

También hay consenso entre los especialistas de que para el desarrollo local de requiere apuntalar a Pymes, que son generadoras de empleo. Salvia, por caso, propuso un fondo de reinversión para la promoción de economías alternativas. Son ideas en torno a un objetivo: reducir las brechas que quiebran la Argentina.

 El 52% del PBI se genera en apenas dos distritos; cuatro representan el 70%. La Patagonia es la única región que se le acerca a la pampeana, pero todavía está muy lejos  Read More