LONDRES.– El presidente Donald Trump dijo el sábado que las principales instalaciones nucleares de Irán habían sido arrasadas en ataques militares estadounidenses durante la noche, entre ellas el centro de Fordo.
Expertos afirmaron que los ataques militares contra las instalaciones iraníes de enriquecimiento de uranio plantean riesgos limitados de contaminación, y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) dijo el domingo que no se había informado de un aumento de los niveles de radiación fuera de las instalaciones tras los ataques estadounidenses.
¿Qué instalaciones nucleares de Irán fueron atacadas?
El Ejército estadounidense atacó sitios en Fordo, Natanz e Isfahan. Trump dijo que las principales instalaciones de enriquecimiento nuclear de Irán habían sido “completa y totalmente destruidas”. Los ataques se suman a los ya anunciados por Israel contra esos lugares y Teherán.
Israel dice que su objetivo es impedir que Irán construya una bomba nuclear y Estados Unidos afirma que no se permitirá que Teherán consiga tales armas. La república islámica niega haber buscado nunca armas nucleares.
El OIEA ya informó de daños en la planta de enriquecimiento de uranio de Natanz; en el complejo nuclear de Isfahan, que incluye la Instalación de Conversión de Uranio, y en las instalaciones de producción de centrifugadoras de Karaj y Teherán.
Israel además atacó Arak, también conocida como Khondab. El OIEA dijo que los ataques militares israelíes alcanzaron el reactor de investigación de agua pesada de Khondab, que estaba en construcción y no había empezado a funcionar, y dañaron la planta cercana que fabrica agua pesada.
El OIEA dijo que no estaba operativo y no contenía material nuclear, por lo que no hubo efectos radiológicos. Los reactores de agua pesada pueden utilizarse para producir plutonio que, al igual que el uranio enriquecido, puede usarse para fabricar una bomba atómica.
¿Qué riesgos implican esos ataques?
Antes de que se produjeran los ataques estadounidenses, los expertos afirmaron que las incursiones de Israel habían planteado riesgos de contaminación limitados hasta ahora.
Darya Dolzikova, investigadora senior del think tank londinense RUSI, afirmó que los ataques contra instalaciones de la parte inicial del ciclo del combustible nuclear –las fases en las que se prepara el uranio para su uso en un reactor– plantean principalmente riesgos químicos, no radiológicos.
En las instalaciones de enriquecimiento, lo que preocupa es el UF6, o hexafluoruro de uranio. “Cuando el UF6 interactúa con el vapor de agua del aire, produce sustancias químicas nocivas”, explicó. “Con vientos débiles, gran parte del material se asienta en las proximidades de la instalación; con vientos fuertes, el material se desplaza más lejos, pero también es probable que se disperse más ampliamente”.
El riesgo de dispersión de sustancias químicas nocivas es menor en las instalaciones subterráneas.
Simon Bennett, que dirige la unidad de seguridad civil de la Universidad británica de Leicester, afirma que los riesgos para el medio ambiente son mínimos en el caso de las instalaciones subterráneas porque “se entierra material nuclear en miles de toneladas de hormigón, tierra y roca”.
James Acton, codirector del Programa de Política Nuclear de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, afirmó que antes de que el uranio entre en un reactor nuclear apenas es radiactivo. “La forma química hexafluoruro de uranio es tóxica. Pero en realidad no tiende a recorrer grandes distancias y apenas es radiactivo”, añadió. Es “improbable que los ataques contra las instalaciones de enriquecimiento causen consecuencias significativas fuera del emplazamiento”, afirmó.
¿Y los reactores nucleares?
La mayor preocupación sería un ataque contra el reactor nuclear iraní de Bushehr, en la costa del Golfo Pérsico.
El miedo a una catástrofe se extendió por el Golfo el 19 de junio, cuando el Ejército israelí reportó que había atacado un emplazamiento en Bushehr, para más tarde decir que el anuncio había sido un error. Israel afirma que quiere evitar cualquier desastre nuclear.
Richard Wakeford, catedrático de epidemiología de la Universidad de Manchester, afirmó que, si bien la contaminación provocada por los ataques a las instalaciones de enriquecimiento sería “principalmente un problema químico” para las zonas circundantes, los daños extensos a los grandes reactores de potencia “son harina de otro costal”. Los elementos radiactivos se liberarían ya sea a través de una pluma de materiales volátiles o en el mar, añadió.
Acton, de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, afirmó que un ataque contra Bushehr “podría causar una catástrofe radiológica absoluta”.
¿Por qué están tan preocupados los Estados del Golfo?
Para los Estados del Golfo, el impacto de cualquier ataque contra Bushehr se vería agravado por la posible contaminación de las aguas del Golfo, poniendo en peligro una fuente crítica de agua potable desalinizada.
El Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) está en alerta máxima para vigilar cualquier posible contaminación medioambiental tras los ataques, según una fuente. Hasta ahora no ha habido signos de contaminación radiológica, dijo la fuente.
En los Emiratos Árabes Unidos (EAU), el agua desalinizada representa más del 80% del agua potable, mientras que Bahréin pasó a depender totalmente del agua desalinizada en 2016, con el 100% de las aguas subterráneas reservadas para planes de contingencia, según las autoridades. Qatar también depende al 100% del agua desalinizada.
En Arabia Saudita, una nación mucho más grande con una mayor reserva de agua subterránea natural, alrededor del 50% del suministro de agua procede de agua desalinizada desde 2023, según la Autoridad General de Estadística.
Mientras que algunos Estados del Golfo, como Arabia Saudita, Omán y los EAU, tienen acceso a más de un mar del que extraer agua, Qatar, Bahréin y Kuwait se apiñan a lo largo de la costa del Golfo sin ninguna otra línea costera.
“Si una catástrofe natural, un vertido de petróleo o incluso un atentado selectivo interrumpiera una planta desalinizadora, cientos de miles de personas podrían perder el acceso al agua dulce casi al instante”, afirma Nidal Hilal, catedrático de ingeniería y director del Centro de Investigación del Agua de la Universidad de Nueva York de Abu Dhabi.
“Las plantas desalinizadoras costeras son especialmente vulnerables a riesgos regionales como los vertidos de petróleo y la posible contaminación nuclear”, añadió.
LONDRES.– El presidente Donald Trump dijo el sábado que las principales instalaciones nucleares de Irán habían sido arrasadas en ataques militares estadounidenses durante la noche, entre ellas el centro de Fordo.
Expertos afirmaron que los ataques militares contra las instalaciones iraníes de enriquecimiento de uranio plantean riesgos limitados de contaminación, y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) dijo el domingo que no se había informado de un aumento de los niveles de radiación fuera de las instalaciones tras los ataques estadounidenses.
¿Qué instalaciones nucleares de Irán fueron atacadas?
El Ejército estadounidense atacó sitios en Fordo, Natanz e Isfahan. Trump dijo que las principales instalaciones de enriquecimiento nuclear de Irán habían sido “completa y totalmente destruidas”. Los ataques se suman a los ya anunciados por Israel contra esos lugares y Teherán.
Israel dice que su objetivo es impedir que Irán construya una bomba nuclear y Estados Unidos afirma que no se permitirá que Teherán consiga tales armas. La república islámica niega haber buscado nunca armas nucleares.
El OIEA ya informó de daños en la planta de enriquecimiento de uranio de Natanz; en el complejo nuclear de Isfahan, que incluye la Instalación de Conversión de Uranio, y en las instalaciones de producción de centrifugadoras de Karaj y Teherán.
Israel además atacó Arak, también conocida como Khondab. El OIEA dijo que los ataques militares israelíes alcanzaron el reactor de investigación de agua pesada de Khondab, que estaba en construcción y no había empezado a funcionar, y dañaron la planta cercana que fabrica agua pesada.
El OIEA dijo que no estaba operativo y no contenía material nuclear, por lo que no hubo efectos radiológicos. Los reactores de agua pesada pueden utilizarse para producir plutonio que, al igual que el uranio enriquecido, puede usarse para fabricar una bomba atómica.
¿Qué riesgos implican esos ataques?
Antes de que se produjeran los ataques estadounidenses, los expertos afirmaron que las incursiones de Israel habían planteado riesgos de contaminación limitados hasta ahora.
Darya Dolzikova, investigadora senior del think tank londinense RUSI, afirmó que los ataques contra instalaciones de la parte inicial del ciclo del combustible nuclear –las fases en las que se prepara el uranio para su uso en un reactor– plantean principalmente riesgos químicos, no radiológicos.
En las instalaciones de enriquecimiento, lo que preocupa es el UF6, o hexafluoruro de uranio. “Cuando el UF6 interactúa con el vapor de agua del aire, produce sustancias químicas nocivas”, explicó. “Con vientos débiles, gran parte del material se asienta en las proximidades de la instalación; con vientos fuertes, el material se desplaza más lejos, pero también es probable que se disperse más ampliamente”.
El riesgo de dispersión de sustancias químicas nocivas es menor en las instalaciones subterráneas.
Simon Bennett, que dirige la unidad de seguridad civil de la Universidad británica de Leicester, afirma que los riesgos para el medio ambiente son mínimos en el caso de las instalaciones subterráneas porque “se entierra material nuclear en miles de toneladas de hormigón, tierra y roca”.
James Acton, codirector del Programa de Política Nuclear de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, afirmó que antes de que el uranio entre en un reactor nuclear apenas es radiactivo. “La forma química hexafluoruro de uranio es tóxica. Pero en realidad no tiende a recorrer grandes distancias y apenas es radiactivo”, añadió. Es “improbable que los ataques contra las instalaciones de enriquecimiento causen consecuencias significativas fuera del emplazamiento”, afirmó.
¿Y los reactores nucleares?
La mayor preocupación sería un ataque contra el reactor nuclear iraní de Bushehr, en la costa del Golfo Pérsico.
El miedo a una catástrofe se extendió por el Golfo el 19 de junio, cuando el Ejército israelí reportó que había atacado un emplazamiento en Bushehr, para más tarde decir que el anuncio había sido un error. Israel afirma que quiere evitar cualquier desastre nuclear.
Richard Wakeford, catedrático de epidemiología de la Universidad de Manchester, afirmó que, si bien la contaminación provocada por los ataques a las instalaciones de enriquecimiento sería “principalmente un problema químico” para las zonas circundantes, los daños extensos a los grandes reactores de potencia “son harina de otro costal”. Los elementos radiactivos se liberarían ya sea a través de una pluma de materiales volátiles o en el mar, añadió.
Acton, de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, afirmó que un ataque contra Bushehr “podría causar una catástrofe radiológica absoluta”.
¿Por qué están tan preocupados los Estados del Golfo?
Para los Estados del Golfo, el impacto de cualquier ataque contra Bushehr se vería agravado por la posible contaminación de las aguas del Golfo, poniendo en peligro una fuente crítica de agua potable desalinizada.
El Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) está en alerta máxima para vigilar cualquier posible contaminación medioambiental tras los ataques, según una fuente. Hasta ahora no ha habido signos de contaminación radiológica, dijo la fuente.
En los Emiratos Árabes Unidos (EAU), el agua desalinizada representa más del 80% del agua potable, mientras que Bahréin pasó a depender totalmente del agua desalinizada en 2016, con el 100% de las aguas subterráneas reservadas para planes de contingencia, según las autoridades. Qatar también depende al 100% del agua desalinizada.
En Arabia Saudita, una nación mucho más grande con una mayor reserva de agua subterránea natural, alrededor del 50% del suministro de agua procede de agua desalinizada desde 2023, según la Autoridad General de Estadística.
Mientras que algunos Estados del Golfo, como Arabia Saudita, Omán y los EAU, tienen acceso a más de un mar del que extraer agua, Qatar, Bahréin y Kuwait se apiñan a lo largo de la costa del Golfo sin ninguna otra línea costera.
“Si una catástrofe natural, un vertido de petróleo o incluso un atentado selectivo interrumpiera una planta desalinizadora, cientos de miles de personas podrían perder el acceso al agua dulce casi al instante”, afirma Nidal Hilal, catedrático de ingeniería y director del Centro de Investigación del Agua de la Universidad de Nueva York de Abu Dhabi.
“Las plantas desalinizadoras costeras son especialmente vulnerables a riesgos regionales como los vertidos de petróleo y la posible contaminación nuclear”, añadió.
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