“¿Hacia dónde vamos?”: el llamado de atención del ejecutivo de una multinacional del agro que resonó en una cumbre

SAN PABLO, BRASIL – La agricultura ya no se puede pensar como una suma de partes desconectadas. Las condiciones cambiaron. Clima, regulaciones, costos, presión por producir más, acceso al financiamiento y nuevas demandas ambientales obligan al sector a revisar cómo trabaja. En ese contexto, Marcelo Batistela, vicepresidente de Soluciones Agrícolas de BASF Brasil, planteó la necesidad de cambiar la forma en que se toman decisiones en el agro y de construir soluciones de manera más integrada.

“¿Dónde estamos en la agricultura y hacia dónde vamos?”, fue la pregunta que se hizo Batistela durante su exposición en el World Agri-Tech South América. Para el ejecutivo, uno de los grandes desafíos actuales es preguntarse si quienes forman parte de la cadena agroindustrial comprenden realmente cómo funciona esa cadena y los problemas que enfrentan los productores.

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“¿Realmente entendemos la cadena agrícola? ¿Entendemos los desafíos que enfrenta el agricultor en su operación, en sus distintos sistemas productivos, en sus múltiples realidades?”, planteó. Y agregó: “¿Estamos, más allá del lugar que ocupamos en la cadena, enamorados de nuestra idea, nuestro sector, nuestra tecnología, nuestro producto… o estamos cada vez más comprometidos con resolver los problemas de la agricultura?”.

Para Batistela, el agro tendrá un papel decisivo en los grandes cambios que se avecinan. “Vamos a ser parte de la revolución energética, de la energía renovable. Si queremos permanecer en este planeta —como dijeron varios hoy—, si queremos ver a las futuras generaciones, vamos a tener que descarbonizar el mundo. Y ahí la agricultura puede ser una parte clave de la solución”.

En esa línea advirtió que no se podrá avanzar sin revisar el modelo vigente. “Lo que nos trajo hasta aquí en la agricultura probablemente no es lo que nos llevará hacia adelante”, afirmó.

“La agricultura es una actividad compleja, con muchas variables difíciles de controlar y con múltiples desafíos. Cuando uno está detrás de una operación en el campo, para que la producción ocurra hay una serie de factores que deben ser gestionados, no de forma aislada, sino conectados”, explicó. Y advirtió: “La innovación, la tecnología, los agentes financieros o de consumo, tienden a pensar de forma vertical, en su parte de la cadena. Y está bien que así sea, cada uno tiene su valor. El gran desafío es cómo, de ahora en adelante, haremos para que todo eso esté más integrado”.

Uno de los datos que mencionó para graficar esa necesidad de articulación fue que un productor de soja en Brasil toma en promedio 1500 decisiones por campaña. “Tenemos que encontrar formas de acortar las distancias entre los eslabones de la cadena, para llevar soluciones de forma más optimizada, más realista y más práctica para que el productor pueda operar mejor y con más resiliencia”.

Lo que nos trajo hasta aquí en la agricultura probablemente no es lo que nos llevará hacia adelante

Marcelo Batistela

También hizo referencia a los desafíos del contexto climático, financiero y regulatorio. “Gestionar temas como los desafíos financieros, las regulaciones y el clima está siendo cada vez más complejo”. Como ejemplo, mencionó: “La semana pasada, en el Cerrado brasileño, donde normalmente deja de llover en abril y vuelve a llover en septiembre, llovieron 80 mm en junio. Eso no es común. Y en Rio Grande do Sul, lamentablemente, volvió a haber excesos hídricos”.

Sobre los riesgos globales, agregó: “Los fenómenos climáticos siempre estuvieron, pero ahora con más intensidad y frecuencia. También enfrentamos conflictos y barreras arancelarias cada semestre. Como humanidad, parece que no aprendemos de errores pasados”.

A pesar de esas dificultades, resaltó la experiencia brasileña de adaptación. “La tropicalización fue un gran desafío y al mismo tiempo se convirtió en una bendición que permitió una intensificación muy efectiva, que nos dio competitividad, aunque con otros desafíos”.

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Batistela aseguró que aumentar la productividad seguirá siendo clave. “La productividad es la primera parte de la ecuación de la sostenibilidad económica. Ya demostramos que con buenas prácticas, tecnología y conocimiento, se puede aumentar la productividad más allá de lo que se invierte”, dijo y agregó: “Hoy tenemos 2,2 cosechas por año; apostaría que pronto llegaremos a 5 cosechas en dos años”.

“El sector hizo mucho. Pero creo sinceramente que ya no es suficiente”, remarcó.

Para avanzar propuso un nuevo enfoque basado en colocar al productor en el centro. “Si ponemos al productor en el centro, y cada uno, desde su sector, aporta conocimiento específico —que es valiosísimo—, y combinamos esos saberes de toda la cadena, el sistema será más fuerte”.

Según Batistela, ese camino requiere cuatro pilares fundamentales: “Necesitamos un propósito común. Sin un propósito que nos una, es muy difícil colaborar. También se requiere coraje, porque no es sencillo: lo vimos en todos los paneles, hay complejidad, visiones distintas e intereses diversos. Hace falta conocimiento, porque estamos entrando cada vez más en los detalles; la agricultura será cada vez más especializada, y ahí el conocimiento marcará la diferencia. Y, por último, colaboración. Seamos honestos: ¿cuántas veces distintas empresas invierten en lo mismo, en el mismo tema, y terminan presentándole al productor —una sola persona que toma decisiones— versiones diferentes del mismo producto? En lugar de ayudar, muchas veces terminamos complicando las cosas”, apuntó.

Contó, además, que desde BASF comenzaron a reorganizar internamente sus estructuras para trabajar de manera más transversal: “Comenzamos hace un tiempo a reorganizarnos no por negocio interno, sino por sistemas productivos, rompiendo silos entre unidades —cultivos, semillas, biotecnología, finanzas, biológicos— para actuar de forma más integrada con nuestros clientes”.

SAN PABLO, BRASIL – La agricultura ya no se puede pensar como una suma de partes desconectadas. Las condiciones cambiaron. Clima, regulaciones, costos, presión por producir más, acceso al financiamiento y nuevas demandas ambientales obligan al sector a revisar cómo trabaja. En ese contexto, Marcelo Batistela, vicepresidente de Soluciones Agrícolas de BASF Brasil, planteó la necesidad de cambiar la forma en que se toman decisiones en el agro y de construir soluciones de manera más integrada.

“¿Dónde estamos en la agricultura y hacia dónde vamos?”, fue la pregunta que se hizo Batistela durante su exposición en el World Agri-Tech South América. Para el ejecutivo, uno de los grandes desafíos actuales es preguntarse si quienes forman parte de la cadena agroindustrial comprenden realmente cómo funciona esa cadena y los problemas que enfrentan los productores.

Retenciones. Un decreto inminente, la chance desactivada y la frase picante de productores de la Rural al Gobierno

“¿Realmente entendemos la cadena agrícola? ¿Entendemos los desafíos que enfrenta el agricultor en su operación, en sus distintos sistemas productivos, en sus múltiples realidades?”, planteó. Y agregó: “¿Estamos, más allá del lugar que ocupamos en la cadena, enamorados de nuestra idea, nuestro sector, nuestra tecnología, nuestro producto… o estamos cada vez más comprometidos con resolver los problemas de la agricultura?”.

Para Batistela, el agro tendrá un papel decisivo en los grandes cambios que se avecinan. “Vamos a ser parte de la revolución energética, de la energía renovable. Si queremos permanecer en este planeta —como dijeron varios hoy—, si queremos ver a las futuras generaciones, vamos a tener que descarbonizar el mundo. Y ahí la agricultura puede ser una parte clave de la solución”.

En esa línea advirtió que no se podrá avanzar sin revisar el modelo vigente. “Lo que nos trajo hasta aquí en la agricultura probablemente no es lo que nos llevará hacia adelante”, afirmó.

“La agricultura es una actividad compleja, con muchas variables difíciles de controlar y con múltiples desafíos. Cuando uno está detrás de una operación en el campo, para que la producción ocurra hay una serie de factores que deben ser gestionados, no de forma aislada, sino conectados”, explicó. Y advirtió: “La innovación, la tecnología, los agentes financieros o de consumo, tienden a pensar de forma vertical, en su parte de la cadena. Y está bien que así sea, cada uno tiene su valor. El gran desafío es cómo, de ahora en adelante, haremos para que todo eso esté más integrado”.

Uno de los datos que mencionó para graficar esa necesidad de articulación fue que un productor de soja en Brasil toma en promedio 1500 decisiones por campaña. “Tenemos que encontrar formas de acortar las distancias entre los eslabones de la cadena, para llevar soluciones de forma más optimizada, más realista y más práctica para que el productor pueda operar mejor y con más resiliencia”.

Lo que nos trajo hasta aquí en la agricultura probablemente no es lo que nos llevará hacia adelante

Marcelo Batistela

También hizo referencia a los desafíos del contexto climático, financiero y regulatorio. “Gestionar temas como los desafíos financieros, las regulaciones y el clima está siendo cada vez más complejo”. Como ejemplo, mencionó: “La semana pasada, en el Cerrado brasileño, donde normalmente deja de llover en abril y vuelve a llover en septiembre, llovieron 80 mm en junio. Eso no es común. Y en Rio Grande do Sul, lamentablemente, volvió a haber excesos hídricos”.

Sobre los riesgos globales, agregó: “Los fenómenos climáticos siempre estuvieron, pero ahora con más intensidad y frecuencia. También enfrentamos conflictos y barreras arancelarias cada semestre. Como humanidad, parece que no aprendemos de errores pasados”.

A pesar de esas dificultades, resaltó la experiencia brasileña de adaptación. “La tropicalización fue un gran desafío y al mismo tiempo se convirtió en una bendición que permitió una intensificación muy efectiva, que nos dio competitividad, aunque con otros desafíos”.

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Batistela aseguró que aumentar la productividad seguirá siendo clave. “La productividad es la primera parte de la ecuación de la sostenibilidad económica. Ya demostramos que con buenas prácticas, tecnología y conocimiento, se puede aumentar la productividad más allá de lo que se invierte”, dijo y agregó: “Hoy tenemos 2,2 cosechas por año; apostaría que pronto llegaremos a 5 cosechas en dos años”.

“El sector hizo mucho. Pero creo sinceramente que ya no es suficiente”, remarcó.

Para avanzar propuso un nuevo enfoque basado en colocar al productor en el centro. “Si ponemos al productor en el centro, y cada uno, desde su sector, aporta conocimiento específico —que es valiosísimo—, y combinamos esos saberes de toda la cadena, el sistema será más fuerte”.

Según Batistela, ese camino requiere cuatro pilares fundamentales: “Necesitamos un propósito común. Sin un propósito que nos una, es muy difícil colaborar. También se requiere coraje, porque no es sencillo: lo vimos en todos los paneles, hay complejidad, visiones distintas e intereses diversos. Hace falta conocimiento, porque estamos entrando cada vez más en los detalles; la agricultura será cada vez más especializada, y ahí el conocimiento marcará la diferencia. Y, por último, colaboración. Seamos honestos: ¿cuántas veces distintas empresas invierten en lo mismo, en el mismo tema, y terminan presentándole al productor —una sola persona que toma decisiones— versiones diferentes del mismo producto? En lugar de ayudar, muchas veces terminamos complicando las cosas”, apuntó.

Contó, además, que desde BASF comenzaron a reorganizar internamente sus estructuras para trabajar de manera más transversal: “Comenzamos hace un tiempo a reorganizarnos no por negocio interno, sino por sistemas productivos, rompiendo silos entre unidades —cultivos, semillas, biotecnología, finanzas, biológicos— para actuar de forma más integrada con nuestros clientes”.

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