Esta mañana, al alba, el encargado del edificio de Hidalgo 140, Melanio Alberto Meza López, que se presentó ante la Justicia como legatario del departamento en el que vivió la escritora Beatriz Sarlo, realizaba sus tareas habituales mientras espera la definición de la justicia sobre la validez del testamento ológrafo que en los próximos días será peritado.
La autora de El imperio de los sentimientos, que investigó el impacto de los folletines y las novelas sentimentales en la cultura popular argentina en las primeras décadas del siglo XX, sin querer, protagoniza post mortem uno de esa clase de historias, con derivas judiciales.
“Yo y la que fui”: un documental revela cómo transformó su vida una importante referente cultural
El encargado Meza López, de nacionalidad paraguaya, no había respondido hasta hoy a las consultas de LA NACION, pero tras ser fotografiado, indicó por WhatsApp que las preguntas había que hacérselas a su abogado, el letrado Carlos Félix Somaglia, del estudio Ciminelli Abogados. También dijo que se encontraba de vacaciones, aunque esta última información fue eliminada del chat minutos después, cuando se le preguntó si era él quien limpiaba la vereda a las seis de la mañana.
Uno de los letrados del estudio que patrocina a Meza López, Gabriel Ciminelli, contó que el encargado, “abrumado por todo lo que ocurre”, pidió licencia en el consorcio. Teme que le hagan “la vida imposible”.
Somaglia se excusó de hacer comentarios hasta que el Juzgado se expida “sobre el resultado de la pericia caligráfica ordenada, como es propio del procedimiento, en un sucesorio basado en un testamento ológrafo”; también solicitó “paciencia” a la prensa.
Hoy, el encargado trabajó en Hidalgo 140. Tras hacer contacto visual con el fotógrafo de este diario, Meza López se alejó por el pasillo del edificio, trapeador en mano, y ya no se volvió a mostrar.
El lunes, cuando LA NACION se acercó al edificio para conversar con él acerca de la sucesión de Sarlo, una mujer embarazada confirmó que la gata que la intelectual le había dejado “a cargo” a Meza López, Nini o Niní, estaba “viejita, pero bien”. En una de las fotos de redes sociales del encargado, se lo ve junto a la misma mujer que brindó esta información; él lleva “a cocochito” (sobre los hombros) ropa del bebé. Meza López le había dicho a un amigo de Sarlo que esperaba un hijo.
Para los allegados a la intelectual, el giro que tomó la causa de la sucesión a partir del lunes -que compararon con el de un “culebrón”- no sería el adecuado. Insistieron en la idea de la creación (financiada con los fondos obtenidos de la venta de los inmuebles y los derechos de autor) de una fundación o “fideicomiso cultural”.
Cabe recordar, entre otros elementos del caso o “folletín” en cuestión, que el abogado patrocinante de Meza López pidió a la Justicia que excluyera de la sucesión al marido de la ensayista, el arquitecto Alberto Sato, con quien se había casado en 1966 y de quien nunca se divorció. El juez de primera instancia, Carlos Goggi, excluyó a Sato, que apeló la medida. Mientras tanto, alarmados por el supuesto remate de discos de Sarlo y su pareja, Rafael Filippelli, que se hallaban en el departamento [del que Meza López tiene las llaves], amigos de la escritora solicitaron al juez que se protegiera el patrimonio cultural de la intelectual.
No se sabe qué diría la autora de La intimidad pública, donde indagó los escándalos de los “famosos” y las “maternidades y paternidades mediáticas” que se difunden en los medios escritos, audiovisuales y en las redes sociales. “Pueblan el espacio donde transcurren las peripecias inventadas o reveladas por los cronistas del show, expertos en el diagnóstico de popularidad y en proteger a sus lectores de las complicaciones innecesarias”, ironiza en las primeras páginas.
Como novedad en la causa, el expediente llegó hoy a la Fiscalía de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, a cargo de Javier Ignacio Lorenzutti, que debe definir si el arquitecto Alberto Sato, que se había casado con Sarlo en 1966, es excluido o no de la sucesión. El abogado patrocinante de Sato es Agustín Lipovsek Albores.
Esta mañana, al alba, el encargado del edificio de Hidalgo 140, Melanio Alberto Meza López, que se presentó ante la Justicia como legatario del departamento en el que vivió la escritora Beatriz Sarlo, realizaba sus tareas habituales mientras espera la definición de la justicia sobre la validez del testamento ológrafo que en los próximos días será peritado.
La autora de El imperio de los sentimientos, que investigó el impacto de los folletines y las novelas sentimentales en la cultura popular argentina en las primeras décadas del siglo XX, sin querer, protagoniza post mortem uno de esa clase de historias, con derivas judiciales.
“Yo y la que fui”: un documental revela cómo transformó su vida una importante referente cultural
El encargado Meza López, de nacionalidad paraguaya, no había respondido hasta hoy a las consultas de LA NACION, pero tras ser fotografiado, indicó por WhatsApp que las preguntas había que hacérselas a su abogado, el letrado Carlos Félix Somaglia, del estudio Ciminelli Abogados. También dijo que se encontraba de vacaciones, aunque esta última información fue eliminada del chat minutos después, cuando se le preguntó si era él quien limpiaba la vereda a las seis de la mañana.
Uno de los letrados del estudio que patrocina a Meza López, Gabriel Ciminelli, contó que el encargado, “abrumado por todo lo que ocurre”, pidió licencia en el consorcio. Teme que le hagan “la vida imposible”.
Somaglia se excusó de hacer comentarios hasta que el Juzgado se expida “sobre el resultado de la pericia caligráfica ordenada, como es propio del procedimiento, en un sucesorio basado en un testamento ológrafo”; también solicitó “paciencia” a la prensa.
Hoy, el encargado trabajó en Hidalgo 140. Tras hacer contacto visual con el fotógrafo de este diario, Meza López se alejó por el pasillo del edificio, trapeador en mano, y ya no se volvió a mostrar.
El lunes, cuando LA NACION se acercó al edificio para conversar con él acerca de la sucesión de Sarlo, una mujer embarazada confirmó que la gata que la intelectual le había dejado “a cargo” a Meza López, Nini o Niní, estaba “viejita, pero bien”. En una de las fotos de redes sociales del encargado, se lo ve junto a la misma mujer que brindó esta información; él lleva “a cocochito” (sobre los hombros) ropa del bebé. Meza López le había dicho a un amigo de Sarlo que esperaba un hijo.
Para los allegados a la intelectual, el giro que tomó la causa de la sucesión a partir del lunes -que compararon con el de un “culebrón”- no sería el adecuado. Insistieron en la idea de la creación (financiada con los fondos obtenidos de la venta de los inmuebles y los derechos de autor) de una fundación o “fideicomiso cultural”.
Cabe recordar, entre otros elementos del caso o “folletín” en cuestión, que el abogado patrocinante de Meza López pidió a la Justicia que excluyera de la sucesión al marido de la ensayista, el arquitecto Alberto Sato, con quien se había casado en 1966 y de quien nunca se divorció. El juez de primera instancia, Carlos Goggi, excluyó a Sato, que apeló la medida. Mientras tanto, alarmados por el supuesto remate de discos de Sarlo y su pareja, Rafael Filippelli, que se hallaban en el departamento [del que Meza López tiene las llaves], amigos de la escritora solicitaron al juez que se protegiera el patrimonio cultural de la intelectual.
No se sabe qué diría la autora de La intimidad pública, donde indagó los escándalos de los “famosos” y las “maternidades y paternidades mediáticas” que se difunden en los medios escritos, audiovisuales y en las redes sociales. “Pueblan el espacio donde transcurren las peripecias inventadas o reveladas por los cronistas del show, expertos en el diagnóstico de popularidad y en proteger a sus lectores de las complicaciones innecesarias”, ironiza en las primeras páginas.
Como novedad en la causa, el expediente llegó hoy a la Fiscalía de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, a cargo de Javier Ignacio Lorenzutti, que debe definir si el arquitecto Alberto Sato, que se había casado con Sarlo en 1966, es excluido o no de la sucesión. El abogado patrocinante de Sato es Agustín Lipovsek Albores.
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