En la selva no hay caballeros: River y Racing borran los sospechados pactos del fútbol

Millones mediante, el pez grande se come al pez chico en el océano del fútbol. Pero en estos días la cadena alimenticia no fue tan lineal. Racing aspira a sentarse en la mesa de River, juega las mismas competencias y últimamente lo hizo mejor. Además, si bien a nadie le amarga un dulce, no está necesitado en lo económico como otros. Entonces primero se resistió al embate y luego trató de ganar el duelo. Ya con la certeza de que Maximiliano Salas se le irá, el Diego Milito presidente declaró como no lo había hecho en toda su carrera de futbolista. El orgullo herido puede más que una habitual forma de ser.

Una de las consecuencias de cualquier transferencia muy comentada es que al futbolista se lo mida sólo por lo que costó. A Salas no le sobra el gol que le falta a River, pero sí tiene la fibra y el hambre que se le demanda a este plantel. Su problema es que se lo juzgue como el motivo de las relaciones rotas, no simplemente como un delantero necesario. Existen casos recientes de jugadores que no pudieron despegarse el cartel del monto de su pase: Rodrigo Villagra antes, Kevin Castaño ahora. Lo que también recuerda que River compra más caro de lo que vale la pena, más allá de que el primero ya partió, sin cumplir semejante expectativa, y el colombiano lucha por hacerle honor a un precio que no puso él.

La primera oferta por Salas, escrita y firmada, fue de 3,5 millones de dólares brutos para Racing. La transferencia se hará efectiva por 9,5 millones limpios. En el medio sucedió algo más que un detalle: la noticia de la partida de Franco Mastantuono al Real Madrid en agosto y no en diciembre, como los dirigentes de River le habían asegurado a Marcelo Gallardo. Se trata de un club con una lógica invertida: las opiniones del entrenador están por encima de las de los directivos. Por logros y personalidad, el marinero calificado es el capitán. Si, como asegura Milito, el presidente Jorge Brito y el secretario Stéfano Di Carlo le habían confiado que no ejecutarían la cláusula de rescisión, el pedido de Gallardo de avanzar con el pase hizo de la promesa apenas un recuerdo.

Algunas voces críticas aseguran que River rompió un pacto. Que estaba grabado a fuego que entre clubes argentinos no se deberían comprar jugadores mediante el pago de las cláusulas de rescisión. Cuesta darles la razón: no hay quien recuerde cuándo y cómo se estableció ese pacto. En el gremio de los jugadores lo desconocen y lo desmienten; incluso recuerdan que, por ejemplo, en 2021 Defensa le compró a Independiente el pase de Braian Romero por esa vía. Apenas una sugerencia desde estas líneas: dado que nadie quiere reforzar a un compatriota, podrían fijarse cláusulas como la que Roma le firmó en 2022 a Paulo Dybala. Si otro club italiano quería adquirirlo, debía pagar 20 millones de euros; si lo deseaba uno de otro país, le bastaba con 12 millones. Una especie de cláusula anti Juventus, el coloso de allá.

La negociación entre Salas y Racing tiene su trastienda. El plantel entero le pide a Milito desde el comienzo de su gestión una mejoría de sus sueldos. Se conoce que Víctor Blanco, el presidente anterior, negociaba hábilmente y la herencia fue una masa salarial impropia de un campeón de Sudamericana. Tal vez creyendo que Salas no sería el primer jugador por el que recibirían ofertas, en Racing postergaron la charla con él. El primer llamado de River encendieron la alarma y la negociación. El martes 17 de junio llegaron a un acuerdo, que habría incluido el apretón de manos entre Milito y Salas. El miércoles, el representante del jugador recibió el contrato con los nuevos números. El jueves, comenzó la dilación. Ya había aparecido en escena el tiburón.

Se lo acusa de mercenario a Salas. Se lo trata de traidor. Las redes sociales inflaman la bronca. Pero cualquier trabajador puede irse de una empresa debido a una mejor oferta. Cada cual atiende su futuro. Es cierto, por otro lado, que dos manos estrechadas pueden valer tanto como una firma. Y algo más: habría que recordar que el hincha menos apasionado va a tener más pertenencia con los colores que, salvo alguna contada excepción, el futbolista más involucrado.

Milito no apuntó contra el jugador sino contra el técnico y los principales directivos de River. A uno y otros podría calzarles el artículo 18.3 del Reglamento de Transferencias de la FIFA: “Un club que desee concertar un contrato con un jugador debe comunicar por escrito su intención al club del jugador antes de iniciar las negociaciones con el jugador”. Podrían defenderse con un argumento cierto: “Todos llaman primero al jugador, todos tratan de seducir antes de negociar”. Más que la ley del océano, la de la selva.

De Gallardo podría rescatarse una virtud: entre las buenas que se le extrañan, es evidente que mantiene intacto su poder de convencimiento. Los dirigentes, por su parte, están recibiendo acusaciones que pocas veces habían recibido. Juan Sebastián Verón recordó que Brito se había referido a la “plata prestada” que usaba Estudiantes. En enero, Estudiantes se valía de la inversión de Foster Gillett para incorporar; hoy, River podría asociarse con el City Group para comprar a Maher Carrizo, de Vélez. Se sumaron Milito en altavoz y otros por lo bajo. De la necesidad de tirar bombas a la AFA (textual de Rodolfo D’Onofrio) a recibirlas merecidamente de los pares.

Salas jugará en River. La historia está cerrada. Difícilmente alguno quiera agitarla nuevamente. Salvo que River y Racing choquen entre sí. Podría ser en cuartos de la Copa Argentina, en alguna instancia del Torneo Clausura o en la Libertadores. En este último caso, el morbo habrá hecho de las suyas: sólo podrían enfrentarse en la final.

Millones mediante, el pez grande se come al pez chico en el océano del fútbol. Pero en estos días la cadena alimenticia no fue tan lineal. Racing aspira a sentarse en la mesa de River, juega las mismas competencias y últimamente lo hizo mejor. Además, si bien a nadie le amarga un dulce, no está necesitado en lo económico como otros. Entonces primero se resistió al embate y luego trató de ganar el duelo. Ya con la certeza de que Maximiliano Salas se le irá, el Diego Milito presidente declaró como no lo había hecho en toda su carrera de futbolista. El orgullo herido puede más que una habitual forma de ser.

Una de las consecuencias de cualquier transferencia muy comentada es que al futbolista se lo mida sólo por lo que costó. A Salas no le sobra el gol que le falta a River, pero sí tiene la fibra y el hambre que se le demanda a este plantel. Su problema es que se lo juzgue como el motivo de las relaciones rotas, no simplemente como un delantero necesario. Existen casos recientes de jugadores que no pudieron despegarse el cartel del monto de su pase: Rodrigo Villagra antes, Kevin Castaño ahora. Lo que también recuerda que River compra más caro de lo que vale la pena, más allá de que el primero ya partió, sin cumplir semejante expectativa, y el colombiano lucha por hacerle honor a un precio que no puso él.

La primera oferta por Salas, escrita y firmada, fue de 3,5 millones de dólares brutos para Racing. La transferencia se hará efectiva por 9,5 millones limpios. En el medio sucedió algo más que un detalle: la noticia de la partida de Franco Mastantuono al Real Madrid en agosto y no en diciembre, como los dirigentes de River le habían asegurado a Marcelo Gallardo. Se trata de un club con una lógica invertida: las opiniones del entrenador están por encima de las de los directivos. Por logros y personalidad, el marinero calificado es el capitán. Si, como asegura Milito, el presidente Jorge Brito y el secretario Stéfano Di Carlo le habían confiado que no ejecutarían la cláusula de rescisión, el pedido de Gallardo de avanzar con el pase hizo de la promesa apenas un recuerdo.

Algunas voces críticas aseguran que River rompió un pacto. Que estaba grabado a fuego que entre clubes argentinos no se deberían comprar jugadores mediante el pago de las cláusulas de rescisión. Cuesta darles la razón: no hay quien recuerde cuándo y cómo se estableció ese pacto. En el gremio de los jugadores lo desconocen y lo desmienten; incluso recuerdan que, por ejemplo, en 2021 Defensa le compró a Independiente el pase de Braian Romero por esa vía. Apenas una sugerencia desde estas líneas: dado que nadie quiere reforzar a un compatriota, podrían fijarse cláusulas como la que Roma le firmó en 2022 a Paulo Dybala. Si otro club italiano quería adquirirlo, debía pagar 20 millones de euros; si lo deseaba uno de otro país, le bastaba con 12 millones. Una especie de cláusula anti Juventus, el coloso de allá.

La negociación entre Salas y Racing tiene su trastienda. El plantel entero le pide a Milito desde el comienzo de su gestión una mejoría de sus sueldos. Se conoce que Víctor Blanco, el presidente anterior, negociaba hábilmente y la herencia fue una masa salarial impropia de un campeón de Sudamericana. Tal vez creyendo que Salas no sería el primer jugador por el que recibirían ofertas, en Racing postergaron la charla con él. El primer llamado de River encendieron la alarma y la negociación. El martes 17 de junio llegaron a un acuerdo, que habría incluido el apretón de manos entre Milito y Salas. El miércoles, el representante del jugador recibió el contrato con los nuevos números. El jueves, comenzó la dilación. Ya había aparecido en escena el tiburón.

Se lo acusa de mercenario a Salas. Se lo trata de traidor. Las redes sociales inflaman la bronca. Pero cualquier trabajador puede irse de una empresa debido a una mejor oferta. Cada cual atiende su futuro. Es cierto, por otro lado, que dos manos estrechadas pueden valer tanto como una firma. Y algo más: habría que recordar que el hincha menos apasionado va a tener más pertenencia con los colores que, salvo alguna contada excepción, el futbolista más involucrado.

Milito no apuntó contra el jugador sino contra el técnico y los principales directivos de River. A uno y otros podría calzarles el artículo 18.3 del Reglamento de Transferencias de la FIFA: “Un club que desee concertar un contrato con un jugador debe comunicar por escrito su intención al club del jugador antes de iniciar las negociaciones con el jugador”. Podrían defenderse con un argumento cierto: “Todos llaman primero al jugador, todos tratan de seducir antes de negociar”. Más que la ley del océano, la de la selva.

De Gallardo podría rescatarse una virtud: entre las buenas que se le extrañan, es evidente que mantiene intacto su poder de convencimiento. Los dirigentes, por su parte, están recibiendo acusaciones que pocas veces habían recibido. Juan Sebastián Verón recordó que Brito se había referido a la “plata prestada” que usaba Estudiantes. En enero, Estudiantes se valía de la inversión de Foster Gillett para incorporar; hoy, River podría asociarse con el City Group para comprar a Maher Carrizo, de Vélez. Se sumaron Milito en altavoz y otros por lo bajo. De la necesidad de tirar bombas a la AFA (textual de Rodolfo D’Onofrio) a recibirlas merecidamente de los pares.

Salas jugará en River. La historia está cerrada. Difícilmente alguno quiera agitarla nuevamente. Salvo que River y Racing choquen entre sí. Podría ser en cuartos de la Copa Argentina, en alguna instancia del Torneo Clausura o en la Libertadores. En este último caso, el morbo habrá hecho de las suyas: sólo podrían enfrentarse en la final.

 El modo en que se gestionó el pase de Salas expuso las debilidades de los dos clubes en pugna, urgidos por encontrar diferentes soluciones a sus problemas  Read More