ChatGPT vs. Gemini: la guerra silenciosa detrás del boom de los asistentes con inteligencia artificial

Aunque a simple vista pueden parecer iguales —dos chatbots que conversan, escriben y generan contenido multimedia—, lo cierto es que ChatGPT y Gemini avanzan por caminos muy distintos.

Durante todo 2023, la inteligencia artificial tuvo un solo nombre: ChatGPT. Desde su lanzamiento oficial en noviembre de 2022, la herramienta de OpenAI no paró de crecer, llegando a un millón de usuarios en cinco días. Para enero de 2024 ya era un fenómeno global. Y con la llegada de GPT-4 y su integración con Copilot de Microsoft, su expansión fue meteórica.

La IA en la oficina: entre los avances reales y las expectativas infladas

Según Pablo Reyes Carreño, investigador del laboratorio Log-IA de la Universidad de Salamanca y miembro del OpenAI Forum, “ChatGPT no solo fue quien popularizó el uso masivo de la IA generativa, sino que también provocó un punto de inflexión en el mundo académico, científico y empresarial. No porque fuera el primero, sino porque supo mostrar —con una claridad comunicacional impresionante— qué significaba realmente que una máquina pudiera generar texto con fluidez, pertinencia y apariencia de autoridad”.

Pero ningún partido se define en el primer tiempo. Y a fines de ese mismo año, Google entró a la cancha con su propia IA. El debut, bajo el nombre Bard, pasó sin demasiado ruido. Pero con su relanzamiento como Gemini, y mejoras clave en sus funciones, empezó a emparejarse el juego.

Más allá del prompt

A simple vista, ChatGPT y Gemini parecen cumplir funciones similares: dos asistentes que conversan, generan textos, imágenes o ideas. Pero en realidad son dos herramientas con enfoques muy diferentes.

ChatGPT es una IA conversacional orientada a generar ideas, redactar textos, traducir y explicar cosas. Gemini, en cambio, es un asistente digital que responde, pero también ejecuta tareas de forma independiente: busca archivos, agenda citas, envía correos y recordatorios de forma autónoma. Detrás de esa diferencia hay dos visiones diferentes del futuro: una enfocada en democratizar el conocimiento; la otra, en automatizar la rutina.

Carrito lleno, vida vacía: la trampa emocional del e-commerce

ChatGPT ofrece una experiencia inmediata, cómoda y accesible casi a cualquiera: un chatbot que responde rápido, con pocos errores y mediante una interfaz simple y clara. Es ideal para tareas creativas o de escritura. “Hoy es un error no usar esta herramienta al redactar un texto comercial”, afirma Maïder Tomasena, fundadora de la primera escuela de copywriting en español. No se trata de delegar la tarea de creación del mensaje, sino de afinarlo. “ChatGPT sirve para redactar primeras versiones, crear variaciones de tono, destripar un concepto”.

Gemini, por otro lado, representa un paso más allá: busca que la inteligencia artificial deje de depender de un prompt cada vez que se la necesita. Desde junio de 2025, los usuarios de Android pueden programar tareas automáticas para que Gemini las ejecute de forma autónoma. Con una sola indicación inicial, puede enviar todos los días un resumen con los eventos de la semana y los mails que quedaron sin leer, proponer ideas para redes sociales los lunes, recomendar restaurantes los viernes o avisar el resultado apenas termina el partido. No hay que volver a pedirlo: queda agendado como rutina. Ya no se trata de un chatbot reactivo sino de un agente IA independiente.

Integración invisible

La inteligencia artificial ya no es una promesa lejana: se está metiendo en la vida cotidiana sin que lo notemos —en buscadores, mails, mensajeros, plataformas de trabajo y celulares. Y su impacto es mucho más profundo de lo que parece a simple vista. Como señala Juliana Castillo Araujo, embajadora de Google WTM, “tendemos a subestimar su impacto sistémico a largo plazo. Aunque es fácil ser escéptico frente a las limitaciones actuales, lo difícil es ver cómo estas herramientas ya están transformando industrias, redefiniendo roles laborales e incluso cambiando la naturaleza misma de la experiencia profesional”. La IA “no solo acelera tareas: está reformulando los flujos de trabajo, reduciendo la carga cognitiva y permitiendo que los profesionales se concentren en el pensamiento estratégico. El verdadero valor no está en la velocidad, sino en liberar la creatividad humana y la capacidad de tomar decisiones”.

En los próximos años, se espera que la inteligencia artificial se integre de forma silenciosa y masiva en los servicios que usamos todos los días. Desde responder mensajes hasta redactar mails o programar una reunión, sin necesidad de abrir otra app. La IA va camino a ser como el wifi o el GPS: una tecnología que no vemos, pero que ya no podemos dejar de usar. Según Pablo Reyes Carreño, ya “no se trata de interrogar qué pueden hacer estas herramientas, sino de discernir qué estamos dispuestos a hacer con ellas. O, aún más profundamente, de definir qué problemas consideraremos dignos de atención ahora que estas herramientas existen”.

¿Quién va ganando?

Mientras se discute qué modelo es más potente, los números muestran una realidad contundente: ChatGPT sigue siendo la inteligencia artificial más usada del mundo. Desde fines de 2024, el uso de ChatGPT se disparó gracias a funciones virales como la generación de imágenes y videos al estilo Studio Ghibli, que incluso llevó a la app a ser la más descargada del mundo en marzo.

¿Por qué crece tanto? Porque es fácil de usar, está integrada a herramientas populares como Microsoft Word, Excel y Copilot, y responde rápido. Ideas, textos, resúmenes, códigos, guiones. Todo en una sola conversación. Y lo hace bien.

Si se mira el uso directo, ChatGPT parece estar muy por delante. Según un informe de Barclays citado por Business Insider, en marzo de 2025 tenía 160 millones de usuarios activos diarios. Gemini, en cambio, registraba apenas 35 millones de usuarios diarios. Esa diferencia —más de cuatro veces— es impactante. Pero no lo cuenta todo.

Cuando se amplía la mirada y se considera el ecosistema completo, el panorama cambia. Google Search, por ejemplo, sigue siendo una de las plataformas más usadas del mundo, con más de 2000 millones de usuarios activos mensuales y 1500 millones de usuarios diarios. A medida que Gemini se integra a ese buscador, a los dispositivos Android su presencia se multiplica, incluso sin que el usuario lo note.

Esa estrategia —preinstalación y distribución por defecto— es una de las claves del dominio histórico de Google. Y podría jugar un papel igual de potente en el crecimiento de Gemini.

La comparación, entonces, no es solo entre dos herramientas con funciones diferentes. Es entre dos filosofías: una que apuesta al crecimiento orgánico y voluntario del usuario (OpenAI), y otra que despliega su tecnología dentro de un ecosistema masivo que ya usamos todos los días (Google) casi sin pensar.

Aunque a simple vista pueden parecer iguales —dos chatbots que conversan, escriben y generan contenido multimedia—, lo cierto es que ChatGPT y Gemini avanzan por caminos muy distintos.

Durante todo 2023, la inteligencia artificial tuvo un solo nombre: ChatGPT. Desde su lanzamiento oficial en noviembre de 2022, la herramienta de OpenAI no paró de crecer, llegando a un millón de usuarios en cinco días. Para enero de 2024 ya era un fenómeno global. Y con la llegada de GPT-4 y su integración con Copilot de Microsoft, su expansión fue meteórica.

La IA en la oficina: entre los avances reales y las expectativas infladas

Según Pablo Reyes Carreño, investigador del laboratorio Log-IA de la Universidad de Salamanca y miembro del OpenAI Forum, “ChatGPT no solo fue quien popularizó el uso masivo de la IA generativa, sino que también provocó un punto de inflexión en el mundo académico, científico y empresarial. No porque fuera el primero, sino porque supo mostrar —con una claridad comunicacional impresionante— qué significaba realmente que una máquina pudiera generar texto con fluidez, pertinencia y apariencia de autoridad”.

Pero ningún partido se define en el primer tiempo. Y a fines de ese mismo año, Google entró a la cancha con su propia IA. El debut, bajo el nombre Bard, pasó sin demasiado ruido. Pero con su relanzamiento como Gemini, y mejoras clave en sus funciones, empezó a emparejarse el juego.

Más allá del prompt

A simple vista, ChatGPT y Gemini parecen cumplir funciones similares: dos asistentes que conversan, generan textos, imágenes o ideas. Pero en realidad son dos herramientas con enfoques muy diferentes.

ChatGPT es una IA conversacional orientada a generar ideas, redactar textos, traducir y explicar cosas. Gemini, en cambio, es un asistente digital que responde, pero también ejecuta tareas de forma independiente: busca archivos, agenda citas, envía correos y recordatorios de forma autónoma. Detrás de esa diferencia hay dos visiones diferentes del futuro: una enfocada en democratizar el conocimiento; la otra, en automatizar la rutina.

Carrito lleno, vida vacía: la trampa emocional del e-commerce

ChatGPT ofrece una experiencia inmediata, cómoda y accesible casi a cualquiera: un chatbot que responde rápido, con pocos errores y mediante una interfaz simple y clara. Es ideal para tareas creativas o de escritura. “Hoy es un error no usar esta herramienta al redactar un texto comercial”, afirma Maïder Tomasena, fundadora de la primera escuela de copywriting en español. No se trata de delegar la tarea de creación del mensaje, sino de afinarlo. “ChatGPT sirve para redactar primeras versiones, crear variaciones de tono, destripar un concepto”.

Gemini, por otro lado, representa un paso más allá: busca que la inteligencia artificial deje de depender de un prompt cada vez que se la necesita. Desde junio de 2025, los usuarios de Android pueden programar tareas automáticas para que Gemini las ejecute de forma autónoma. Con una sola indicación inicial, puede enviar todos los días un resumen con los eventos de la semana y los mails que quedaron sin leer, proponer ideas para redes sociales los lunes, recomendar restaurantes los viernes o avisar el resultado apenas termina el partido. No hay que volver a pedirlo: queda agendado como rutina. Ya no se trata de un chatbot reactivo sino de un agente IA independiente.

Integración invisible

La inteligencia artificial ya no es una promesa lejana: se está metiendo en la vida cotidiana sin que lo notemos —en buscadores, mails, mensajeros, plataformas de trabajo y celulares. Y su impacto es mucho más profundo de lo que parece a simple vista. Como señala Juliana Castillo Araujo, embajadora de Google WTM, “tendemos a subestimar su impacto sistémico a largo plazo. Aunque es fácil ser escéptico frente a las limitaciones actuales, lo difícil es ver cómo estas herramientas ya están transformando industrias, redefiniendo roles laborales e incluso cambiando la naturaleza misma de la experiencia profesional”. La IA “no solo acelera tareas: está reformulando los flujos de trabajo, reduciendo la carga cognitiva y permitiendo que los profesionales se concentren en el pensamiento estratégico. El verdadero valor no está en la velocidad, sino en liberar la creatividad humana y la capacidad de tomar decisiones”.

En los próximos años, se espera que la inteligencia artificial se integre de forma silenciosa y masiva en los servicios que usamos todos los días. Desde responder mensajes hasta redactar mails o programar una reunión, sin necesidad de abrir otra app. La IA va camino a ser como el wifi o el GPS: una tecnología que no vemos, pero que ya no podemos dejar de usar. Según Pablo Reyes Carreño, ya “no se trata de interrogar qué pueden hacer estas herramientas, sino de discernir qué estamos dispuestos a hacer con ellas. O, aún más profundamente, de definir qué problemas consideraremos dignos de atención ahora que estas herramientas existen”.

¿Quién va ganando?

Mientras se discute qué modelo es más potente, los números muestran una realidad contundente: ChatGPT sigue siendo la inteligencia artificial más usada del mundo. Desde fines de 2024, el uso de ChatGPT se disparó gracias a funciones virales como la generación de imágenes y videos al estilo Studio Ghibli, que incluso llevó a la app a ser la más descargada del mundo en marzo.

¿Por qué crece tanto? Porque es fácil de usar, está integrada a herramientas populares como Microsoft Word, Excel y Copilot, y responde rápido. Ideas, textos, resúmenes, códigos, guiones. Todo en una sola conversación. Y lo hace bien.

Si se mira el uso directo, ChatGPT parece estar muy por delante. Según un informe de Barclays citado por Business Insider, en marzo de 2025 tenía 160 millones de usuarios activos diarios. Gemini, en cambio, registraba apenas 35 millones de usuarios diarios. Esa diferencia —más de cuatro veces— es impactante. Pero no lo cuenta todo.

Cuando se amplía la mirada y se considera el ecosistema completo, el panorama cambia. Google Search, por ejemplo, sigue siendo una de las plataformas más usadas del mundo, con más de 2000 millones de usuarios activos mensuales y 1500 millones de usuarios diarios. A medida que Gemini se integra a ese buscador, a los dispositivos Android su presencia se multiplica, incluso sin que el usuario lo note.

Esa estrategia —preinstalación y distribución por defecto— es una de las claves del dominio histórico de Google. Y podría jugar un papel igual de potente en el crecimiento de Gemini.

La comparación, entonces, no es solo entre dos herramientas con funciones diferentes. Es entre dos filosofías: una que apuesta al crecimiento orgánico y voluntario del usuario (OpenAI), y otra que despliega su tecnología dentro de un ecosistema masivo que ya usamos todos los días (Google) casi sin pensar.

 Aunque parecen ofrecer lo mismo, los dos bots representan visiones opuestas del futuro de la nueva tecnología  Read More