El Dalai Lama cumple 90 años y ya piensa en su sucesión con un mensaje que enerva a China

Un pequeño monje que practica la compasión no debería ser ninguna amenaza para el Partido Comunista Chino, que maneja los hilos de la superpotencia de 1400 millones de personas. Pero la silueta de este religioso de sonrisa inalterable se agigantó esta semana y sacó de quicio a los mandamases de Pekín, exasperados por la tenacidad de un hombre de buenas maneras que se atreve a desafiarlos como nadie.

El Dalai Lama, un “simple monje budista”, como se define a sí mismo, que este domingo cumple 90 años, los hizo enervar con un mensaje largamente esperado por la comunidad tibetana en el exilio y, dada su carismática popularidad, por millones de personas en el mundo. Dijo, despejando las dudas que sobrevolaban el asunto, que tendrá efectivamente un sucesor como líder del budismo tibetano.

Lo que realmente enervó a China, que tiene bajo sus botas al Tíbet desde la conquista militar en 1950, fue escucharlo decir que su sucesor nacerá en un “país libre”, y que quien debe reconocerlo es la Gaden Phodrang Trust, una organización sin fines de lucro creada por él mismo para preservar las tradiciones. Es decir que el proceso estará fuera del control de los chinos, que tienen mucho interés en manipularlo.

El proyecto de las autoridades chinas es nombrar a su propio sucesor, un Dalai Lama obediente, un títere de túnica roja y azafrán, como el verdadero, pero que se mueva según los dictados del gobierno central en Pekín, de manera de dotar de legitimidad la ocupación del territorio. Y lograr, así, la conquista religiosa y cultural, un objetivo esquivo debido a la resiliencia de pueblo tibetano.

Tibet

Superficie: 1.228.400 km2 Población:3,6 millones Capital:LhasaMoneda:Yuan Idioma:tibetano y mandarín

Por ahora hay uno solo. Tenzin Gyatso, conocido como la 14ta reencarnación del Dalai Lama, reside desde hace décadas en la localidad india de Dharamsala, donde funciona el gobierno tibetano en el exilio. Premio Nobel de la Paz, el Dalai Lama se convirtió en una celebridad gracias a un brillo encantador y un mensaje de compasión universal, mientras que ha mantenido el fuego sagrado de los derechos del pueblo tibetano. Y por lo visto lo seguirá haciendo por largo tiempo: durante una ceremonia en la que rezó con miles de tibetanos exiliados, el Dalai Lama dijo el sábado que piensa vivir “otros 30 o 40″ años.

Visibilidad global

“El Dalai Lama ha desempeñado un papel crucial en la preservación de la causa tibetana en el exilio. Su liderazgo, su visibilidad global y su promoción de la no violencia y la preservación cultural han mantenido la atención internacional sobre el Tíbet durante más de seis décadas. China busca controlar la sucesión del Dalai Lama para suprimir la identidad tibetana y evitar que cualquier futuro líder religioso se convierta en un símbolo de resistencia”, dijo a LA NACION el representante del Dalai Lama para América Latina, Jigme Tsering.

Un breve repaso de la actualidad tibetana subraya la importancia crucial de la disputa. En la jerga oficial china el territorio se denomina Región Autónoma del Tíbet, aunque solo ha sido autónoma de nombre. La vida ha sido un suplicio desde que las tropas chinas anexaron el territorio. Censuras, arrestos, desplazamientos masivos, explotación a mansalva de los recursos; todo lo que suele hacer una fuerza extranjera.

“La situación de los derechos humanos en el Tíbet es grave, caracterizada por una vigilancia generalizada, restricciones a la libertad religiosa y duras represiones contra cualquier forma de disidencia. La degradación medioambiental también es una gran preocupación, ya que China sigue explotando los recursos naturales del Tíbet y construyendo presas que amenazan los ecosistemas y las comunidades locales”, dijo Tsering.

Organizaciones de derechos humanos denuncian regularmente las arbitrariedades del régimen chino en el Tíbet. Maya Wang, de Human Rights Watch, instó en un reciente informe a los gobiernos que profesan los derechos humanos “a intensificar su ayuda a los grupos tibetanos de todo el mundo que documentan los derechos y denuncian los abusos en el Tíbet”.

China no tiene pensado desprenderse del Tíbet por nada del mundo. El gobierno tibetano en el exilio ha seguido el enfoque del “Camino del Medio”, una expresión claramente budista, que en este caso se refiere a lograr una genuina autonomía, con sus tradiciones y libertades, sin exigir necesariamente la independencia. Ya se verá. Dadas las circunstancias, que cesen los abusos de los derechos humanos y la degradación de la tierra es un objetivo inmenso.

La frontera de la patria

Los chinos se interesan en el Tíbet por su ubicación estratégica, considerada como la “frontera sudoeste de la patria”, y con recursos como el litio, el uranio, y el agua. El Tíbet es la meseta más alta del mundo y la fuente de la mayoría de los principales ríos de Asia, es decir una fuente inagotable de agua.

En momentos en que China ajusta la soga en el cuello de la minoría uigur y amenazan con dar el zarpazo sobre Taiwán, la isla autónoma que dice ser suya, incluso ese objetivo de mínima, de la verdadera autonomía tibetana sería un logro de dimensiones colosales.

“Nuestro llamamiento a una auténtica autonomía tibetana no ha sido aceptado por la República Popular China. No obstante, la resistencia del pueblo tibetano y el continuo apoyo internacional siguen ofreciendo esperanza para el futuro”, dijo Tsering.

Lobsang Yangtso, una activista exiliada en la India como otros 100.000 compatriotas, conoce de cerca el sufrimiento de los tibetanos bajo las garras d­­­­­el totalitarismo chino. Tiene la mitad de la familia en Tíbet y sabe que quizás nunca pueda volver a verla. Con varios títulos universitarios, entre ellos en estudios chinos, Yangtso trabaja como Coordinadora de Programas y Medio Ambiente de la Red Internacional del Tíbet, una coalición global dedicada a restaurar la libertad de su pueblo.

“Su Santidad el Dalai Lama ha sentado unas bases sólidas para la comunidad tibetana en el exilio y el movimiento mundial por la libertad. Ha establecido un gobierno tibetano en el exilio plenamente operativo y democrático, un sistema educativo, un sistema replicado de estudios monásticos con monasterios y conventos, y ha desarrollado otros sistemas para proteger la identidad y la cultura del pueblo tibetano”, dijo Yangtso a LA NACION.

“Al mismo tiempo, ha abogado incansablemente por el fin de la represión en el Tíbet. Continuaremos con su legado y, lo que es más importante, apoyaremos la resistencia inquebrantable de los tibetanos en el Tíbet hasta que logremos la libertad”, añadió. Y dijo que “los tibetanos resisten celebrando la cultura tibetana, la religión y su devoción por Su Santidad, a pesar de que estos simples actos están prohibidos”.

Las libertades se van ahogando y marchitando bajo la ocupación extranjera. O eso pretende China. Los tibetanos no pierden la esperanza, y mientras trabajan activamente por sus derechos intentan no perderse a sí mismos.

“Hasta cuando pensamos en los chinos comunistas que causan daño al pueblo tibetano –escribió el Dalai Lama-, mi formación budista me permite experimentar cierta compasión incluso hacia el torturado, porque comprendo que se ha visto impulsado por fuerzas negativas”.

Un pequeño monje que practica la compasión no debería ser ninguna amenaza para el Partido Comunista Chino, que maneja los hilos de la superpotencia de 1400 millones de personas. Pero la silueta de este religioso de sonrisa inalterable se agigantó esta semana y sacó de quicio a los mandamases de Pekín, exasperados por la tenacidad de un hombre de buenas maneras que se atreve a desafiarlos como nadie.

El Dalai Lama, un “simple monje budista”, como se define a sí mismo, que este domingo cumple 90 años, los hizo enervar con un mensaje largamente esperado por la comunidad tibetana en el exilio y, dada su carismática popularidad, por millones de personas en el mundo. Dijo, despejando las dudas que sobrevolaban el asunto, que tendrá efectivamente un sucesor como líder del budismo tibetano.

Lo que realmente enervó a China, que tiene bajo sus botas al Tíbet desde la conquista militar en 1950, fue escucharlo decir que su sucesor nacerá en un “país libre”, y que quien debe reconocerlo es la Gaden Phodrang Trust, una organización sin fines de lucro creada por él mismo para preservar las tradiciones. Es decir que el proceso estará fuera del control de los chinos, que tienen mucho interés en manipularlo.

El proyecto de las autoridades chinas es nombrar a su propio sucesor, un Dalai Lama obediente, un títere de túnica roja y azafrán, como el verdadero, pero que se mueva según los dictados del gobierno central en Pekín, de manera de dotar de legitimidad la ocupación del territorio. Y lograr, así, la conquista religiosa y cultural, un objetivo esquivo debido a la resiliencia de pueblo tibetano.

Tibet

Superficie: 1.228.400 km2 Población:3,6 millones Capital:LhasaMoneda:Yuan Idioma:tibetano y mandarín

Por ahora hay uno solo. Tenzin Gyatso, conocido como la 14ta reencarnación del Dalai Lama, reside desde hace décadas en la localidad india de Dharamsala, donde funciona el gobierno tibetano en el exilio. Premio Nobel de la Paz, el Dalai Lama se convirtió en una celebridad gracias a un brillo encantador y un mensaje de compasión universal, mientras que ha mantenido el fuego sagrado de los derechos del pueblo tibetano. Y por lo visto lo seguirá haciendo por largo tiempo: durante una ceremonia en la que rezó con miles de tibetanos exiliados, el Dalai Lama dijo el sábado que piensa vivir “otros 30 o 40″ años.

Visibilidad global

“El Dalai Lama ha desempeñado un papel crucial en la preservación de la causa tibetana en el exilio. Su liderazgo, su visibilidad global y su promoción de la no violencia y la preservación cultural han mantenido la atención internacional sobre el Tíbet durante más de seis décadas. China busca controlar la sucesión del Dalai Lama para suprimir la identidad tibetana y evitar que cualquier futuro líder religioso se convierta en un símbolo de resistencia”, dijo a LA NACION el representante del Dalai Lama para América Latina, Jigme Tsering.

Un breve repaso de la actualidad tibetana subraya la importancia crucial de la disputa. En la jerga oficial china el territorio se denomina Región Autónoma del Tíbet, aunque solo ha sido autónoma de nombre. La vida ha sido un suplicio desde que las tropas chinas anexaron el territorio. Censuras, arrestos, desplazamientos masivos, explotación a mansalva de los recursos; todo lo que suele hacer una fuerza extranjera.

“La situación de los derechos humanos en el Tíbet es grave, caracterizada por una vigilancia generalizada, restricciones a la libertad religiosa y duras represiones contra cualquier forma de disidencia. La degradación medioambiental también es una gran preocupación, ya que China sigue explotando los recursos naturales del Tíbet y construyendo presas que amenazan los ecosistemas y las comunidades locales”, dijo Tsering.

Organizaciones de derechos humanos denuncian regularmente las arbitrariedades del régimen chino en el Tíbet. Maya Wang, de Human Rights Watch, instó en un reciente informe a los gobiernos que profesan los derechos humanos “a intensificar su ayuda a los grupos tibetanos de todo el mundo que documentan los derechos y denuncian los abusos en el Tíbet”.

China no tiene pensado desprenderse del Tíbet por nada del mundo. El gobierno tibetano en el exilio ha seguido el enfoque del “Camino del Medio”, una expresión claramente budista, que en este caso se refiere a lograr una genuina autonomía, con sus tradiciones y libertades, sin exigir necesariamente la independencia. Ya se verá. Dadas las circunstancias, que cesen los abusos de los derechos humanos y la degradación de la tierra es un objetivo inmenso.

La frontera de la patria

Los chinos se interesan en el Tíbet por su ubicación estratégica, considerada como la “frontera sudoeste de la patria”, y con recursos como el litio, el uranio, y el agua. El Tíbet es la meseta más alta del mundo y la fuente de la mayoría de los principales ríos de Asia, es decir una fuente inagotable de agua.

En momentos en que China ajusta la soga en el cuello de la minoría uigur y amenazan con dar el zarpazo sobre Taiwán, la isla autónoma que dice ser suya, incluso ese objetivo de mínima, de la verdadera autonomía tibetana sería un logro de dimensiones colosales.

“Nuestro llamamiento a una auténtica autonomía tibetana no ha sido aceptado por la República Popular China. No obstante, la resistencia del pueblo tibetano y el continuo apoyo internacional siguen ofreciendo esperanza para el futuro”, dijo Tsering.

Lobsang Yangtso, una activista exiliada en la India como otros 100.000 compatriotas, conoce de cerca el sufrimiento de los tibetanos bajo las garras d­­­­­el totalitarismo chino. Tiene la mitad de la familia en Tíbet y sabe que quizás nunca pueda volver a verla. Con varios títulos universitarios, entre ellos en estudios chinos, Yangtso trabaja como Coordinadora de Programas y Medio Ambiente de la Red Internacional del Tíbet, una coalición global dedicada a restaurar la libertad de su pueblo.

“Su Santidad el Dalai Lama ha sentado unas bases sólidas para la comunidad tibetana en el exilio y el movimiento mundial por la libertad. Ha establecido un gobierno tibetano en el exilio plenamente operativo y democrático, un sistema educativo, un sistema replicado de estudios monásticos con monasterios y conventos, y ha desarrollado otros sistemas para proteger la identidad y la cultura del pueblo tibetano”, dijo Yangtso a LA NACION.

“Al mismo tiempo, ha abogado incansablemente por el fin de la represión en el Tíbet. Continuaremos con su legado y, lo que es más importante, apoyaremos la resistencia inquebrantable de los tibetanos en el Tíbet hasta que logremos la libertad”, añadió. Y dijo que “los tibetanos resisten celebrando la cultura tibetana, la religión y su devoción por Su Santidad, a pesar de que estos simples actos están prohibidos”.

Las libertades se van ahogando y marchitando bajo la ocupación extranjera. O eso pretende China. Los tibetanos no pierden la esperanza, y mientras trabajan activamente por sus derechos intentan no perderse a sí mismos.

“Hasta cuando pensamos en los chinos comunistas que causan daño al pueblo tibetano –escribió el Dalai Lama-, mi formación budista me permite experimentar cierta compasión incluso hacia el torturado, porque comprendo que se ha visto impulsado por fuerzas negativas”.

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