Alberto Churba, una leyenda del diseño en la Argentina, presenta su primera retrospectiva

“Sólo le pido a Dios…”, canta en voz baja el hombre de 92 años, mientras termina de supervisar en el Museo Nacional de Arte Decorativo el montaje de telas diseñadas por él hace más de medio siglo. Alberto Churba evoca así la canción que interpretaba de forma memorable su amiga Mercedes Sosa, mientras se dispone a abrir mañana al público su primera muestra retrospectiva.

José María Posse: “La Casa de Tucumán tenía una clara orientación ideológica y partidista”

Entre otros ruegos, ese tema escrito por León Gieco pedía no llegar al final de la vida “sin haber hecho lo suficiente”. Nada de eso debe temer esta leyenda del diseño en la Argentina, fundador en 1960 de Estudio CH, un espacio multidisciplinario pionero en América Latina que mantuvo en Belgrano durante tres décadas. Allí exhibió por primera vez en el país piezas de culturas tan distantes como las de los países escandinavos, India y Japón, que descubría en sus viajes por el mundo, y compartió una visión innovadora que transformó la escena local.

Formado en Bellas Artes, bailó en el Teatro Colón y fue autor de obras que abarcan desde pinturas digitales recientes hasta objetos de cerámica, textiles, alfombras, vidrios y muebles. Como los famosos sillones Cinta 5 que integran las colecciones del Victoria & Albert Museum de Londres y del Museo de Arte Moderno de Nueva York, donde fue incluido el año pasado en una exposición.

“Su noción del diseño como pensamiento transversal transformó la historia local, tendiendo puentes con prestigiosas creaciones internacionales”, destaca Sandra T. Hillar, cocuradora junto con Wustavo Quiroga –directores de Satsch Gallery- de esta muestra titulada Diseño infinito. “Infinito se llama también la primera tela que él hace para Alpargatas y la editorial que publicó en 2008 un libro sobre su toda obra en 2008. Se relaciona con la cuestión del no límite”, explica Quiroga mientras señala los highlights de su extrensa trayectoria.

Sobre el antiguo piso de arce y nogal del Gran Hall del Palacio Errázuriz, diseñado en 1911 por René Sergent, se despliega ahora una veintena de alfombras de la década de 1970 que marcaron un hito del diseño en la región. “Desde 1964 se produjeron con Dandolo y Primi; tenían una red de fábricas artesanales donde eran tejidas a mano por mujeres –agrega Quiroga-. Tienen varias particularidades: primero, la cantidad de tonos del hilo. Y segundo, el corte de pelo, a mano, que genera una trama visual. Cada una demandaba tres meses de trabajo”.

Otras grandes protagonistas de la muestra son más de setenta objetos de vidrio soplado, realizados en colaboración con artesanos de la Cristalería Querandí, que llaman la atención con sus colores brillantes en el centro del Salón de Baile. “Lo que se ve en las alfombras, su formación como artista, también se refleja acá –apunta Hillar-. En este caso tiene la complejidad de que hasta que no se enfría, no se puede determinar exactamente el acabado final. Eso complejiza aún más el proceso. Es maravilloso porque logramos reunir una cantidad insólita de piezas de alta fragilidad”.

Se reunieron también tres versiones del emblemático sillón Cinta 5, cuya estructura curva continua unifica asiento, respaldo y apoyabrazos: la original de 1968, realizada en madera laqueada, la tapizada de 1969 y la de acrílico, de 1971. Hay además varios ejemplos de los textiles desarrollados para Alpargatas desde 1960 y en alianza con la firma suiza Nef-Nelo, que durante siete años los comercializó en Europa, Estados Unidos y Japón. “Se aplicaron a cortinas, tapizados, mantelería, mantas y almohadones”, señala Quiroga sobre esta síntesis entre arte, técnica e industria.

Lo más novedoso para muchos visitantes serán sus pinturas digitales, composiciones abstractas realizadas en Photoshop e impresas en Roma entre 2013 y 2015. Un retorno al color, que él consideró desde chico como una “burbuja protectora” que lo aislaba del mundo exterior. “A los 12 años tenía ya varios trabajos”, recuerda en el libro editado en 2008, donde recuerda que comenzó ayudando a ordenar en el local textil familiar. Con el tiempo le asignaron la creación de las vidrieras. “Esta nueva actividad me permitió experimentar en el armado de pequeñas escenografías con telas –agrega- y también, a veces, con otros elementos, lo que me dio una rica base para mi futuro”.

Las semillas de ese futuro exitoso continuaron germinando en las escuelas de Bellas Artes Manuel Belgrano, Prilidiano Pueyrredón y Ernesto de la Cárcova, y también con una formación en danza que culminó en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, donde los alumnos eran elegidos para actuar en pequeños papeles secundarios. Hasta que un día, mientras ensayaba un gran salto, un desplazamiento de disco en la columna marcó el trágico final de esa etapa. “Caí como un muñeco de trapo”, asegura.

Lejos de rendirse, en 1954 comenzó a crear piezas de cerámica en su propio horno. Y seis años más tarde fundaba el espacio en la galería de Cabildo y Juramento que se convertiría en una plataforma de convergencia entre diseño, arte y artesanía. “Yo trabajé con él y lo acompañé en sus viajes aventureros –recuerda su sobrina Graciela–. Le gustaba buscar cosas en lugares a los que era difícil llegar, como los talleres de artesanos que hacían alfombras en la Polonia comunista. Anduvo por India, Japón y China, aparte de traer todo lo nórdico”.

“El genio de mi tío Alberto es un maestro del color, la forma y la materialidad –agrega su sobrino nieto, Martín, otro de los varios artistas y diseñadores de la familia– que trabajó durante décadas en la Argentina con una creatividad absolutamente inédita, regalándonos a todos los que estábamos cerca de él o a quienes se acercaban a ver su boutique un espectáculo visual, sensitivo y cultural único en Argentina. Todo esto cuando la libertad estaba coartada”.

“Es un personaje célebre y misterioso a la vez. Porque todo el mundo lo conoce, pero tiene un perfil muy bajo”, apunta en tanto Hugo Pontoriero, director del museo, decidido a revalorizar figuras clave de la historia del diseño argentino.

Para agendar:

Alberto Churba. Diseño infinito en el Museo Nacional de Arte Decorativo (Av. del Libertador 1902) desde mañana a las 13 hasta el 12 de octubre, de miércoles a domingos de 13 a 19. Entrada gratis.

“Sólo le pido a Dios…”, canta en voz baja el hombre de 92 años, mientras termina de supervisar en el Museo Nacional de Arte Decorativo el montaje de telas diseñadas por él hace más de medio siglo. Alberto Churba evoca así la canción que interpretaba de forma memorable su amiga Mercedes Sosa, mientras se dispone a abrir mañana al público su primera muestra retrospectiva.

José María Posse: “La Casa de Tucumán tenía una clara orientación ideológica y partidista”

Entre otros ruegos, ese tema escrito por León Gieco pedía no llegar al final de la vida “sin haber hecho lo suficiente”. Nada de eso debe temer esta leyenda del diseño en la Argentina, fundador en 1960 de Estudio CH, un espacio multidisciplinario pionero en América Latina que mantuvo en Belgrano durante tres décadas. Allí exhibió por primera vez en el país piezas de culturas tan distantes como las de los países escandinavos, India y Japón, que descubría en sus viajes por el mundo, y compartió una visión innovadora que transformó la escena local.

Formado en Bellas Artes, bailó en el Teatro Colón y fue autor de obras que abarcan desde pinturas digitales recientes hasta objetos de cerámica, textiles, alfombras, vidrios y muebles. Como los famosos sillones Cinta 5 que integran las colecciones del Victoria & Albert Museum de Londres y del Museo de Arte Moderno de Nueva York, donde fue incluido el año pasado en una exposición.

“Su noción del diseño como pensamiento transversal transformó la historia local, tendiendo puentes con prestigiosas creaciones internacionales”, destaca Sandra T. Hillar, cocuradora junto con Wustavo Quiroga –directores de Satsch Gallery- de esta muestra titulada Diseño infinito. “Infinito se llama también la primera tela que él hace para Alpargatas y la editorial que publicó en 2008 un libro sobre su toda obra en 2008. Se relaciona con la cuestión del no límite”, explica Quiroga mientras señala los highlights de su extrensa trayectoria.

Sobre el antiguo piso de arce y nogal del Gran Hall del Palacio Errázuriz, diseñado en 1911 por René Sergent, se despliega ahora una veintena de alfombras de la década de 1970 que marcaron un hito del diseño en la región. “Desde 1964 se produjeron con Dandolo y Primi; tenían una red de fábricas artesanales donde eran tejidas a mano por mujeres –agrega Quiroga-. Tienen varias particularidades: primero, la cantidad de tonos del hilo. Y segundo, el corte de pelo, a mano, que genera una trama visual. Cada una demandaba tres meses de trabajo”.

Otras grandes protagonistas de la muestra son más de setenta objetos de vidrio soplado, realizados en colaboración con artesanos de la Cristalería Querandí, que llaman la atención con sus colores brillantes en el centro del Salón de Baile. “Lo que se ve en las alfombras, su formación como artista, también se refleja acá –apunta Hillar-. En este caso tiene la complejidad de que hasta que no se enfría, no se puede determinar exactamente el acabado final. Eso complejiza aún más el proceso. Es maravilloso porque logramos reunir una cantidad insólita de piezas de alta fragilidad”.

Se reunieron también tres versiones del emblemático sillón Cinta 5, cuya estructura curva continua unifica asiento, respaldo y apoyabrazos: la original de 1968, realizada en madera laqueada, la tapizada de 1969 y la de acrílico, de 1971. Hay además varios ejemplos de los textiles desarrollados para Alpargatas desde 1960 y en alianza con la firma suiza Nef-Nelo, que durante siete años los comercializó en Europa, Estados Unidos y Japón. “Se aplicaron a cortinas, tapizados, mantelería, mantas y almohadones”, señala Quiroga sobre esta síntesis entre arte, técnica e industria.

Lo más novedoso para muchos visitantes serán sus pinturas digitales, composiciones abstractas realizadas en Photoshop e impresas en Roma entre 2013 y 2015. Un retorno al color, que él consideró desde chico como una “burbuja protectora” que lo aislaba del mundo exterior. “A los 12 años tenía ya varios trabajos”, recuerda en el libro editado en 2008, donde recuerda que comenzó ayudando a ordenar en el local textil familiar. Con el tiempo le asignaron la creación de las vidrieras. “Esta nueva actividad me permitió experimentar en el armado de pequeñas escenografías con telas –agrega- y también, a veces, con otros elementos, lo que me dio una rica base para mi futuro”.

Las semillas de ese futuro exitoso continuaron germinando en las escuelas de Bellas Artes Manuel Belgrano, Prilidiano Pueyrredón y Ernesto de la Cárcova, y también con una formación en danza que culminó en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, donde los alumnos eran elegidos para actuar en pequeños papeles secundarios. Hasta que un día, mientras ensayaba un gran salto, un desplazamiento de disco en la columna marcó el trágico final de esa etapa. “Caí como un muñeco de trapo”, asegura.

Lejos de rendirse, en 1954 comenzó a crear piezas de cerámica en su propio horno. Y seis años más tarde fundaba el espacio en la galería de Cabildo y Juramento que se convertiría en una plataforma de convergencia entre diseño, arte y artesanía. “Yo trabajé con él y lo acompañé en sus viajes aventureros –recuerda su sobrina Graciela–. Le gustaba buscar cosas en lugares a los que era difícil llegar, como los talleres de artesanos que hacían alfombras en la Polonia comunista. Anduvo por India, Japón y China, aparte de traer todo lo nórdico”.

“El genio de mi tío Alberto es un maestro del color, la forma y la materialidad –agrega su sobrino nieto, Martín, otro de los varios artistas y diseñadores de la familia– que trabajó durante décadas en la Argentina con una creatividad absolutamente inédita, regalándonos a todos los que estábamos cerca de él o a quienes se acercaban a ver su boutique un espectáculo visual, sensitivo y cultural único en Argentina. Todo esto cuando la libertad estaba coartada”.

“Es un personaje célebre y misterioso a la vez. Porque todo el mundo lo conoce, pero tiene un perfil muy bajo”, apunta en tanto Hugo Pontoriero, director del museo, decidido a revalorizar figuras clave de la historia del diseño argentino.

Para agendar:

Alberto Churba. Diseño infinito en el Museo Nacional de Arte Decorativo (Av. del Libertador 1902) desde mañana a las 13 hasta el 12 de octubre, de miércoles a domingos de 13 a 19. Entrada gratis.

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