El repliegue forzoso de Macri: de la desconfianza a la resignación por el pacto de Pro y LLA en la provincia

La realidad se impuso. Después de haberse involucrado activamente en la disputa porteña de mayo, que tensó al máximo su vínculo con Javier Milei, el expresidente Mauricio Macri tomó distancia de la negociación entre La Libertad Avanza (LLA) y Pro para pactar un frente electoral en la provincia de Buenos Aires rumbo a las legislativas del 7 de septiembre.

Macri delegó en Cristian Ritondo la interlocución con los armadores políticos de Milei en el distrito más poblado del país e inició un repliegue forzoso. Desde Nueva York, adonde viajó para presenciar el Mundial de Clubes y cumplir con su rol como titular de la Fundación FIFA, evitó referirse al acuerdo que sellaron sus lugartenientes con Sebastián Pareja, el brazo ejecutor de Karina Milei, para competir contra el kirchnerismo en el suelo bonaerense. Mientras Ritondo, Diego Santilli y Guillermo Montenegro, los encargados de articular el entendimiento con los libertarios, confirmaban en una conferencia de prensa en el Hotel Libertador, el habitual búnker de campaña de Milei, la inscripción del frente conjunto con LLA y escenificaban el apretón de manos con la hermana del Presidente, Macri se fotografiaba en la Torre Trump, uno de los emblemáticos edificios de la ciudad neoyorquina, con los exfutbolistas Roberto Baggio, Ronaldo Nazario o Martín Palermo.

El presidente de Pro optó por correrse y aceptar el reclamo de la mayoría de los integrantes de su partido en Buenos Aires: resignarse a pactar a como dé lugar con Milei para garantizarse la sobrevida en 2025 y evitar una catástrofe en las urnas.

Quienes hablan a menudo con Macri aseguran que comprendió que no había margen para ensayar un experimento electoral en la provincia después de la dura derrota que sufrió Pro hace casi dos meses en la Capital, su histórica fortaleza. El escenario de hiperpolarización entre Milei y el kirchnerismo no dejaba resquicio para explorar el armado de una alternativa de centro competitiva. Pese a que escuchó el diagnóstico y la propuesta de Emilio Monzó de conformar una tercera vía en Buenos Aires junto con los radicales o los peronistas no kirchneristas, Macri supo que no había chances de esquivar el deseo de la dirigencia de Pro de converger con Milei. En rigor, estaba frente a una encerrona. Si resistía el entendimiento, se exponía a sufrir una estampida de las huestes de Pro hacia el campo de LLA. “La mayoría quería acordar e ir en contra de eso era imposible. Siempre estuvimos en contra del kirchnerismo. Hay que aceptarlo y acompañar”, dice uno de los íntimos del expresidente.

Pese a que se corrió, Macri se ocupó de monitorear los avances de la negociación. En las últimas semanas lo notaron desconfiado. Si bien empoderó a Ritondo y le dio las llaves del acuerdo, el exmandatario ejerció presiones para bloquear una eventual traición. Por ejemplo, se preocupó por terciar ante las quejas de los intendentes Soledad Martínez (Vicente López), Pablo Petrecca (Junín), María José Gentile (9 de Julio) o Javier Martínez (Pergamino), quienes pedían garantías para negociar frente los gestos de hostilidad de los representantes de LLA en esos municipios. “¿Esto es un acuerdo personal o del partido? Necesitamos saber la letra chica”, reclamaban.

Macri también se interiorizó sobre la discusión en torno a los detalles jurídicos del pacto con Milei. Dado que Karina Milei impuso el nombre de la alianza, el logo y el color violeta de la boleta -no hay rastros de Pro en el frente-, el expresidente deslizó en la intimidad que temía que los libertarios tejieran con sigilo una jugada para fracturar a su fuerza en Buenos Aires y excluir a los intendentes más ligados al macrismo. Por eso, celebró que Ritondo haya conseguido que Pro tenga un apoderado legal en el frente. Es una forma de salvaguardarse y forzar el consenso en la conformación de las listas. Ante una decisión unilateral de Karina Milei o Pareja, Pro está en condiciones de bloquear la alianza, ya que las nóminas de las ocho secciones electorales deben ser validadas por los apoderados de ambos espacios.

“Este va a ser un acuerdo razonable para la actualidad de Pro”, repiten en la tropa de Ritondo y Santilli, quienes se aferran al kit de supervivencia que les arrojaron los Milei.

Ritondo se mantuvo en contacto permanente con Macri para transmitirle las novedades de sus conversaciones con Pareja antes que se inscribiera el frente ante la Justicia. “Mauricio estaba contento; era lo que él quería que hiciéramos en la provincia”, comentó el jefe de Pro en Buenos Aires tras cerrar el trato.

Está claro que Macri temía sufrir otro destrato de los Milei. Sus consejeros le recomendaron aferrarse a la tesis de que la Casa Rosada, bajo asedio de la oposición en el Congreso y necesitada de reconstruir la red de aliados para blindar el inminente veto al aumento de las jubilaciones, no se atreverá a dejar malherido a Ritondo, una pieza clave en el engranaje del oficialismo en Diputados para asegurar la gobernabilidad.

Más allá de la formalidad de la inscripción del frente, en la cúpula de Pro asumen que ahora arranca la discusión más compleja: el reparto de lugares en las listas. Macri pidió cuidar y respetar a los trece intendentes amarillos y los candidatos que presente Pro. ¿Aceptará eventuales vetos de Karina? A los suyos les transmitió que no quiere fugas o que alguno de sus jefes municipales sea marginado. Por eso, Ritondo y Santilli activaron gestiones para frenar rupturas y lograr un acuerdo total.

En el entorno de Macri niegan que evalúe un retiro de la política o que ya haya hablado de dejar la presidencia de Pro para buscar un puesto jerárquico más alto del que tiene en la FIFA. No obstante, hay dirigentes cercanos al exmandatario en Pro que presumen que inició un plan de retirada. Vislumbran que dejará la conducción del partido en octubre o noviembre y que le abrirá la puerta a una renovación o apostará por la figura de una especie de CEO de la fuerza. “No se va ir de la política ni quiere ser presidente de la FIFA. Infantino duerme un mes por año en la casa”, comenta uno de los confidentes de Macri. Aquellos que lo visitaron en las últimas semanas en las oficinas ubicadas en Olivos que le presta el empresario Guillermo Masoni, quien suele estar al tanto de la agenda y las visitas que recibe el expresidente, lo notaron convencido de que no jugará como candidato a senador en las próximas legislativas de octubre en la Capital -en Pro temen que los libertarios bloqueen un acuerdo en el territorio porteño después de que Milei rompiera todos los puentes con Jorge Macri-. “Juliana y Antonia me matan”, suele excusarse ante quienes le piden que ponga el cuerpo para colaborar con el plan de supervivencia de Pro e impedir que Milei termine de absorberlos. Su relación con el jefe de gobierno porteño, Jorge Macri, atraviesa su peor momento. Casi no se hablan. Es que los reproches cruzados por la debacle porteña del 18 de mayo reanudaron la guerra fría. De hecho, Daniel “El Tano” Angelici se jacta de que intentará oficiar como mediador.

Esta semana, el Presidente insistió en que le gustaría que Macri sea un embajador plenipotenciario de la Argentina, para atraer inversiones. En el círculo de confianza del jefe de Pro interpretaron los dichos de Milei como un nuevo gesto para contentar a Macri después de los desplantes. En rigor, infieren que el Gobierno buscará un acercamiento después de la semana negra en el Senado. En concreto, le quitan trascendencia a la propuesta y no lo ven interesado a Macri en el tema. “No hay nada real. Solo fue un gesto, porque lo necesitan para defender el veto”, aventuran cerca del jefe de Pro. Por lo pronto, en la última semana respaldó en la intimidad la jugada que ejecutaron los gobernadores para impulsar los proyectos en torno la distribución automática de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN) y la coparticipación del impuesto a los combustibles líquidos. Fue después de una charla con el mandatario Rogelio Frigerio, quien aún no tiene certezas de si contará con la bendición de Karina Milei para confluir en un frente contra el PJ en Entre Ríos. Mientras los Menem dilatan la definición y atento a los casos de Corrientes o Mendoza, Frigerio ya contempla un plan B.

Más allá de que ambos intentaron hacer borrón y cuenta nueva después de los cruces por la elección en la Capital, Macri no oculta su desilusión con Milei. “Todo lo que me prometió, todo lo que no cumplió”, suele decir.

La realidad se impuso. Después de haberse involucrado activamente en la disputa porteña de mayo, que tensó al máximo su vínculo con Javier Milei, el expresidente Mauricio Macri tomó distancia de la negociación entre La Libertad Avanza (LLA) y Pro para pactar un frente electoral en la provincia de Buenos Aires rumbo a las legislativas del 7 de septiembre.

Macri delegó en Cristian Ritondo la interlocución con los armadores políticos de Milei en el distrito más poblado del país e inició un repliegue forzoso. Desde Nueva York, adonde viajó para presenciar el Mundial de Clubes y cumplir con su rol como titular de la Fundación FIFA, evitó referirse al acuerdo que sellaron sus lugartenientes con Sebastián Pareja, el brazo ejecutor de Karina Milei, para competir contra el kirchnerismo en el suelo bonaerense. Mientras Ritondo, Diego Santilli y Guillermo Montenegro, los encargados de articular el entendimiento con los libertarios, confirmaban en una conferencia de prensa en el Hotel Libertador, el habitual búnker de campaña de Milei, la inscripción del frente conjunto con LLA y escenificaban el apretón de manos con la hermana del Presidente, Macri se fotografiaba en la Torre Trump, uno de los emblemáticos edificios de la ciudad neoyorquina, con los exfutbolistas Roberto Baggio, Ronaldo Nazario o Martín Palermo.

El presidente de Pro optó por correrse y aceptar el reclamo de la mayoría de los integrantes de su partido en Buenos Aires: resignarse a pactar a como dé lugar con Milei para garantizarse la sobrevida en 2025 y evitar una catástrofe en las urnas.

Quienes hablan a menudo con Macri aseguran que comprendió que no había margen para ensayar un experimento electoral en la provincia después de la dura derrota que sufrió Pro hace casi dos meses en la Capital, su histórica fortaleza. El escenario de hiperpolarización entre Milei y el kirchnerismo no dejaba resquicio para explorar el armado de una alternativa de centro competitiva. Pese a que escuchó el diagnóstico y la propuesta de Emilio Monzó de conformar una tercera vía en Buenos Aires junto con los radicales o los peronistas no kirchneristas, Macri supo que no había chances de esquivar el deseo de la dirigencia de Pro de converger con Milei. En rigor, estaba frente a una encerrona. Si resistía el entendimiento, se exponía a sufrir una estampida de las huestes de Pro hacia el campo de LLA. “La mayoría quería acordar e ir en contra de eso era imposible. Siempre estuvimos en contra del kirchnerismo. Hay que aceptarlo y acompañar”, dice uno de los íntimos del expresidente.

Pese a que se corrió, Macri se ocupó de monitorear los avances de la negociación. En las últimas semanas lo notaron desconfiado. Si bien empoderó a Ritondo y le dio las llaves del acuerdo, el exmandatario ejerció presiones para bloquear una eventual traición. Por ejemplo, se preocupó por terciar ante las quejas de los intendentes Soledad Martínez (Vicente López), Pablo Petrecca (Junín), María José Gentile (9 de Julio) o Javier Martínez (Pergamino), quienes pedían garantías para negociar frente los gestos de hostilidad de los representantes de LLA en esos municipios. “¿Esto es un acuerdo personal o del partido? Necesitamos saber la letra chica”, reclamaban.

Macri también se interiorizó sobre la discusión en torno a los detalles jurídicos del pacto con Milei. Dado que Karina Milei impuso el nombre de la alianza, el logo y el color violeta de la boleta -no hay rastros de Pro en el frente-, el expresidente deslizó en la intimidad que temía que los libertarios tejieran con sigilo una jugada para fracturar a su fuerza en Buenos Aires y excluir a los intendentes más ligados al macrismo. Por eso, celebró que Ritondo haya conseguido que Pro tenga un apoderado legal en el frente. Es una forma de salvaguardarse y forzar el consenso en la conformación de las listas. Ante una decisión unilateral de Karina Milei o Pareja, Pro está en condiciones de bloquear la alianza, ya que las nóminas de las ocho secciones electorales deben ser validadas por los apoderados de ambos espacios.

“Este va a ser un acuerdo razonable para la actualidad de Pro”, repiten en la tropa de Ritondo y Santilli, quienes se aferran al kit de supervivencia que les arrojaron los Milei.

Ritondo se mantuvo en contacto permanente con Macri para transmitirle las novedades de sus conversaciones con Pareja antes que se inscribiera el frente ante la Justicia. “Mauricio estaba contento; era lo que él quería que hiciéramos en la provincia”, comentó el jefe de Pro en Buenos Aires tras cerrar el trato.

Está claro que Macri temía sufrir otro destrato de los Milei. Sus consejeros le recomendaron aferrarse a la tesis de que la Casa Rosada, bajo asedio de la oposición en el Congreso y necesitada de reconstruir la red de aliados para blindar el inminente veto al aumento de las jubilaciones, no se atreverá a dejar malherido a Ritondo, una pieza clave en el engranaje del oficialismo en Diputados para asegurar la gobernabilidad.

Más allá de la formalidad de la inscripción del frente, en la cúpula de Pro asumen que ahora arranca la discusión más compleja: el reparto de lugares en las listas. Macri pidió cuidar y respetar a los trece intendentes amarillos y los candidatos que presente Pro. ¿Aceptará eventuales vetos de Karina? A los suyos les transmitió que no quiere fugas o que alguno de sus jefes municipales sea marginado. Por eso, Ritondo y Santilli activaron gestiones para frenar rupturas y lograr un acuerdo total.

En el entorno de Macri niegan que evalúe un retiro de la política o que ya haya hablado de dejar la presidencia de Pro para buscar un puesto jerárquico más alto del que tiene en la FIFA. No obstante, hay dirigentes cercanos al exmandatario en Pro que presumen que inició un plan de retirada. Vislumbran que dejará la conducción del partido en octubre o noviembre y que le abrirá la puerta a una renovación o apostará por la figura de una especie de CEO de la fuerza. “No se va ir de la política ni quiere ser presidente de la FIFA. Infantino duerme un mes por año en la casa”, comenta uno de los confidentes de Macri. Aquellos que lo visitaron en las últimas semanas en las oficinas ubicadas en Olivos que le presta el empresario Guillermo Masoni, quien suele estar al tanto de la agenda y las visitas que recibe el expresidente, lo notaron convencido de que no jugará como candidato a senador en las próximas legislativas de octubre en la Capital -en Pro temen que los libertarios bloqueen un acuerdo en el territorio porteño después de que Milei rompiera todos los puentes con Jorge Macri-. “Juliana y Antonia me matan”, suele excusarse ante quienes le piden que ponga el cuerpo para colaborar con el plan de supervivencia de Pro e impedir que Milei termine de absorberlos. Su relación con el jefe de gobierno porteño, Jorge Macri, atraviesa su peor momento. Casi no se hablan. Es que los reproches cruzados por la debacle porteña del 18 de mayo reanudaron la guerra fría. De hecho, Daniel “El Tano” Angelici se jacta de que intentará oficiar como mediador.

Esta semana, el Presidente insistió en que le gustaría que Macri sea un embajador plenipotenciario de la Argentina, para atraer inversiones. En el círculo de confianza del jefe de Pro interpretaron los dichos de Milei como un nuevo gesto para contentar a Macri después de los desplantes. En rigor, infieren que el Gobierno buscará un acercamiento después de la semana negra en el Senado. En concreto, le quitan trascendencia a la propuesta y no lo ven interesado a Macri en el tema. “No hay nada real. Solo fue un gesto, porque lo necesitan para defender el veto”, aventuran cerca del jefe de Pro. Por lo pronto, en la última semana respaldó en la intimidad la jugada que ejecutaron los gobernadores para impulsar los proyectos en torno la distribución automática de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN) y la coparticipación del impuesto a los combustibles líquidos. Fue después de una charla con el mandatario Rogelio Frigerio, quien aún no tiene certezas de si contará con la bendición de Karina Milei para confluir en un frente contra el PJ en Entre Ríos. Mientras los Menem dilatan la definición y atento a los casos de Corrientes o Mendoza, Frigerio ya contempla un plan B.

Más allá de que ambos intentaron hacer borrón y cuenta nueva después de los cruces por la elección en la Capital, Macri no oculta su desilusión con Milei. “Todo lo que me prometió, todo lo que no cumplió”, suele decir.

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