La crueldad, el insulto, la amenaza y las teorías racistas se adueñan del discurso de Vox

SEVILLA.- El ritmo es pegadizo y la letra es elemental, fácil de recordar. Todo en esta canción persigue la viralidad. “El avión está esperando. Billete de vuelta, billete de vuelta. No olvides tu maleta”. En el videoclip se suceden imágenes de un equipaje compuesto por machete, pistola y riñonera, con otras de elegantes azafatas de piel blanca esperando a los criminales extranjeros que llenarán el vuelo con destino a “Jovenlandia”, es decir, África, el continente al que serán enviados cuando llegue al poder Santiago Abascal, que aparece fumando con aire de tipo duro.

El tema no es la bravuconada racista de un troll. Lleva la firma de Vox, que lo difunde en las redes sociales. Es más, su título se ha convertido en un expresión usual entre sus dirigentes para cerrar con rotundidad sus mensajes sobre inmigración: “Billete de vuelta”. Es una especie de muletilla, igual que “no olvides tu maleta”, que aporta a la promesa dorada de la ultraderecha: una deportación a gran escala y con pocos miramientos. “Este sadismo antes solo se compartía en comentarios a escondidas. Ahora Vox amenaza al débil y al mismo tiempo se ríe”, lamenta Ahmed Khalifa, presidente de la Asociación Marroquí para la Integración, con sede en Málaga.

🔴 Canción VIRAL de VOX contra la inmigración ilegal: BILLETE DE VUELTA.

🔄🔥 Vamos a difundirla MASIVAMENTE en las redes. pic.twitter.com/YKq1zL3C1m

— VOX por España 🇪🇸 (@VOXpEspana) February 22, 2025

Aunque ya había observado una “progresiva radicalización” de Vox, esta semana Khalifa se ha “alarmado”. ¿Por qué? Sobre todo, por un mensaje que ha roto los moldes. La vocera de demografía de Vox, Rocío de Meer, defendió el lunes la expulsión de millones de inmigrantes y sus hijos, es decir, también nacidos en España, si no cumplen un requisito tan impreciso como “adaptarse”. “Tenemos derecho a sobrevivir como pueblo”, alegó. De no realizarse una “remigración masiva”, en 2044 habrá más extranjeros que españoles y la España que conocemos habrá muerto, al culminarse el “reemplazo poblacional”, según fue desarrollando en una exposición alineada con una teoría de la conspiración racista de origen francés.

Por si quedaban dudas, el también dirigente de Vox José Antonio Fúster ha señalado después que la expulsión afectaría a todos los “incompatibles con nuestra cultura”, expresión que Vox suele dedicar a los seguidores del islam. Y el partido ha impulsado una recogida de firmas a favor de echar del país a los foráneos “inadaptados”.

El más extremista de Europa

Desde Estados Unidos, el investigador Connor Mulhern, director del Proyecto Internacional Reaccionaria, con visión de conjunto sobre las extremas derechas en todo el mundo, se muestra atónito ante la deriva de Vox. Al defender la deportación de inmigrantes para “evitar el reemplazo”, incluyendo legales y sin entrar ni siquiera en “si son delincuentes o no”, Vox cruza –afirma– una raya que hasta Alternativa para Alemania se cuida de pisar. Estigmatizados incluso en la familia política autoritaria, los ultras germanos no llegan tan lejos como Vox y limitan su expulsión masiva a “delincuentes e indocumentados”, aunque lo hagan “guiñando un ojo a la cámara”, explica Mulhern. “Vox llega más lejos y más abiertamente”, concluye.

Académico especializado en política comparada de la Universidad de Potsdam, en Alemania, Werner Krause atribuye máxima gravedad al paso dado por Vox al desplazar el eje de su discurso antiinmigratorio desde la inseguridad hasta la “amenaza existencial para la nación”. “Si la nación se enfrenta a un reemplazo, las restricciones democráticas normales para las políticas se convierten en obstáculos para su supervivencia”, expone. Con ello se allana el camino para establecer “medidas extraordinarias”, que podrían ser de corte autoritario, analiza.

Los expertos en inmigración y extrema derecha de distintos campos coinciden en detectar un aumento de la beligerancia xenófoba de la extrema derecha en España, especial pero no únicamente de Vox. “Estamos en un punto de inflexión. No es un cambio gradual, es súbito. Recuerda al de Países Bajos en 2002 a raíz del asesinato del [líder islamófobo] Pim Fortuyn”, afirma Blanca Garcés, investigadora del Barcelona Centre for International Affairs (Cidob). “No hay inhibiciones, ni límites”, añade el sociólogo Xabier Aierdi, presidente de la Fundación Begirune.

Veterano de la lucha antirracista, Aierdi se confiesa “asustado por primera vez”. “Aunque ha habido picos de preocupación por la inmigración, los discursos de machacar al de afuera nunca han calado en la calle. Pero esta intensidad no la había vivido. Es constante, diaria. Eso tiene un efecto inevitable”. Y añade con pesadumbre: “Yo creo que el Banco de España no se atrevería hoy a sacar el informe [de 2024] sobre la gran necesidad de inmigrantes [24 millones más hasta 2053] para mantener el sistema de pensiones. Con el debate tan sucio, es casi imposible abrir reflexiones así“.

El mensaje de De Meer no es una raya en el agua. Es un hito, destacado, pero uno entre muchos. Solo con mensajes de dirigentes de Vox en lo que va de julio, podría componerse este discurso: España es un “coladero” de “violadores y terroristas”, víctima de una “invasión” islámica que destruye “nuestra seguridad”, “nuestra economía” y “nuestra identidad” y consume la mayoría de las ayudas públicas.

“Los españoles tienen que mantener con sus impuestos a los violadores de sus hijas”, declaró el domingo pasado Abascal.

El registro amenazante no es ninguna rareza. El eurodiputado Hermann Tertsch ha advertido de que “los españoles van a recuperar sus calles“, que los “invasores” magrebíes les han “arrebatado”. Vox convoca actos en zonas con conflictividad en torno a la inmigración con el lema “¡Defiéndete de la inseguridad!”. Es la dinámica en la que se ha instalado el tercer partido de España.

Ampliando el arco, todo 2025 muestra una escalada retórica. “Más muros y menos moros”, pedía el pasado fin de semana Jorge Buxadé.

La ofensiva se completa con una batería de iniciativas discriminatorias. En los dos últimos meses, Vox ha defendido en el Congreso “la prohibición del velo islámico en todos los espacios públicos”, la supresión del programa de enseñanza de la “Lengua Árabe y la Cultura Marroquí” y la “prioridad nacional” en el acceso a ayudas públicas, es decir, la postergación de los extranjeros.

Amplificación

Mensajes así son amplificados por toda una red de canales digitales, desde agitadores ultras hasta terminales al servicio de Vox. Entre todos generan un circuito de retroalimentación a través de las redes sociales que, al premiar los contenidos extremos, “multiplican el impacto” y “escalan la normalización” del discurso “deshumanizante”, señala Youssef M. Ouled, coordinador de AlgoRace, que investiga el uso racista de la inteligencia artificial.

En Instagram o TikTok, con abundante audiencia de jóvenes, también de menores, el partido presenta todo este ideario con un atractivo formato audiovisual. Las escasas inhibiciones que el partido pueda conservar en el Congreso aquí se volatilizan. En un video difundido por el partido en Instagram, su vocera en la Asamblea de Madrid, Isabel Pérez, conversa con varios adolescentes en la calle.

🔴 ÚLTIMA HORA | VOX DESTROZA una carrera organizada por el sindicato de manteros y apoyada por la CUP en Barcelona sujetando una lona que exige “billete de vuelta”.

Los insultos de los progres que corren son poesía: “¡fachas de mierda!”, “¡hijos de puta!”. Batalla cultural. pic.twitter.com/9cQEiIJk7K

— Unai Cano (@unaicano10) June 1, 2025

–No te roban ni catalanes, ni españoles, solo moros, le dice a la vocera de Vox uno de ellos.

Ella les pide que voten a Vox cuando cumplan 18 años.

–Este año todos los moros fuera, insiste el chico.

Luego el vídeo mete la canción “Billete de vuelta”.

Un factor que alimenta la escalada es el ciclo acción-reacción entre partidos derechistas. “Vox sigue la regla de ser siempre el que hace la propuesta más bestial. Si alguien se le acerca, va más allá”, señala Rius Sant, autor de un blog sobre extrema derecha. El año pasado, Abascal rompió en cinco autonomías con el PP con la justificación de no estar dispuesto a aceptar ni un solo menor inmigrante llegado de Canarias poco después de que el partido de Alberto Núñez Feijóo comprase parte de su discurso –pidió desplegar el Ejército frente a las costas africanas– y tras la irrupción de Alvise Pérez, que había aliñado su campaña de las europeas con la promesa de una “cárcel gigante” en la que metería a los criminales extranjeros.

Hay indicios de que el deslizamiento a la derecha del PP exacerba las posiciones de Abascal. El día antes del bombazo de De Meer, el PP había cerrado su congreso con una ponencia que desvincula la residencia legal del derecho a recibir prestaciones, posición típica de las ultraderechas europeas. Según Krause, de la Universidad de Potsdam, es una dinámica perjudicial para Feijóo.

“Cuando el PP endurece su postura, se arriesga a normalizar las posiciones de Vox y a crearle oportunidades electorales”, señala Krause, y concluye que la radicalización de posturas de los partidos históricos para neutralizar a los extremistas genera el efecto contrario.

SEVILLA.- El ritmo es pegadizo y la letra es elemental, fácil de recordar. Todo en esta canción persigue la viralidad. “El avión está esperando. Billete de vuelta, billete de vuelta. No olvides tu maleta”. En el videoclip se suceden imágenes de un equipaje compuesto por machete, pistola y riñonera, con otras de elegantes azafatas de piel blanca esperando a los criminales extranjeros que llenarán el vuelo con destino a “Jovenlandia”, es decir, África, el continente al que serán enviados cuando llegue al poder Santiago Abascal, que aparece fumando con aire de tipo duro.

El tema no es la bravuconada racista de un troll. Lleva la firma de Vox, que lo difunde en las redes sociales. Es más, su título se ha convertido en un expresión usual entre sus dirigentes para cerrar con rotundidad sus mensajes sobre inmigración: “Billete de vuelta”. Es una especie de muletilla, igual que “no olvides tu maleta”, que aporta a la promesa dorada de la ultraderecha: una deportación a gran escala y con pocos miramientos. “Este sadismo antes solo se compartía en comentarios a escondidas. Ahora Vox amenaza al débil y al mismo tiempo se ríe”, lamenta Ahmed Khalifa, presidente de la Asociación Marroquí para la Integración, con sede en Málaga.

🔴 Canción VIRAL de VOX contra la inmigración ilegal: BILLETE DE VUELTA.

🔄🔥 Vamos a difundirla MASIVAMENTE en las redes. pic.twitter.com/YKq1zL3C1m

— VOX por España 🇪🇸 (@VOXpEspana) February 22, 2025

Aunque ya había observado una “progresiva radicalización” de Vox, esta semana Khalifa se ha “alarmado”. ¿Por qué? Sobre todo, por un mensaje que ha roto los moldes. La vocera de demografía de Vox, Rocío de Meer, defendió el lunes la expulsión de millones de inmigrantes y sus hijos, es decir, también nacidos en España, si no cumplen un requisito tan impreciso como “adaptarse”. “Tenemos derecho a sobrevivir como pueblo”, alegó. De no realizarse una “remigración masiva”, en 2044 habrá más extranjeros que españoles y la España que conocemos habrá muerto, al culminarse el “reemplazo poblacional”, según fue desarrollando en una exposición alineada con una teoría de la conspiración racista de origen francés.

Por si quedaban dudas, el también dirigente de Vox José Antonio Fúster ha señalado después que la expulsión afectaría a todos los “incompatibles con nuestra cultura”, expresión que Vox suele dedicar a los seguidores del islam. Y el partido ha impulsado una recogida de firmas a favor de echar del país a los foráneos “inadaptados”.

El más extremista de Europa

Desde Estados Unidos, el investigador Connor Mulhern, director del Proyecto Internacional Reaccionaria, con visión de conjunto sobre las extremas derechas en todo el mundo, se muestra atónito ante la deriva de Vox. Al defender la deportación de inmigrantes para “evitar el reemplazo”, incluyendo legales y sin entrar ni siquiera en “si son delincuentes o no”, Vox cruza –afirma– una raya que hasta Alternativa para Alemania se cuida de pisar. Estigmatizados incluso en la familia política autoritaria, los ultras germanos no llegan tan lejos como Vox y limitan su expulsión masiva a “delincuentes e indocumentados”, aunque lo hagan “guiñando un ojo a la cámara”, explica Mulhern. “Vox llega más lejos y más abiertamente”, concluye.

Académico especializado en política comparada de la Universidad de Potsdam, en Alemania, Werner Krause atribuye máxima gravedad al paso dado por Vox al desplazar el eje de su discurso antiinmigratorio desde la inseguridad hasta la “amenaza existencial para la nación”. “Si la nación se enfrenta a un reemplazo, las restricciones democráticas normales para las políticas se convierten en obstáculos para su supervivencia”, expone. Con ello se allana el camino para establecer “medidas extraordinarias”, que podrían ser de corte autoritario, analiza.

Los expertos en inmigración y extrema derecha de distintos campos coinciden en detectar un aumento de la beligerancia xenófoba de la extrema derecha en España, especial pero no únicamente de Vox. “Estamos en un punto de inflexión. No es un cambio gradual, es súbito. Recuerda al de Países Bajos en 2002 a raíz del asesinato del [líder islamófobo] Pim Fortuyn”, afirma Blanca Garcés, investigadora del Barcelona Centre for International Affairs (Cidob). “No hay inhibiciones, ni límites”, añade el sociólogo Xabier Aierdi, presidente de la Fundación Begirune.

Veterano de la lucha antirracista, Aierdi se confiesa “asustado por primera vez”. “Aunque ha habido picos de preocupación por la inmigración, los discursos de machacar al de afuera nunca han calado en la calle. Pero esta intensidad no la había vivido. Es constante, diaria. Eso tiene un efecto inevitable”. Y añade con pesadumbre: “Yo creo que el Banco de España no se atrevería hoy a sacar el informe [de 2024] sobre la gran necesidad de inmigrantes [24 millones más hasta 2053] para mantener el sistema de pensiones. Con el debate tan sucio, es casi imposible abrir reflexiones así“.

El mensaje de De Meer no es una raya en el agua. Es un hito, destacado, pero uno entre muchos. Solo con mensajes de dirigentes de Vox en lo que va de julio, podría componerse este discurso: España es un “coladero” de “violadores y terroristas”, víctima de una “invasión” islámica que destruye “nuestra seguridad”, “nuestra economía” y “nuestra identidad” y consume la mayoría de las ayudas públicas.

“Los españoles tienen que mantener con sus impuestos a los violadores de sus hijas”, declaró el domingo pasado Abascal.

El registro amenazante no es ninguna rareza. El eurodiputado Hermann Tertsch ha advertido de que “los españoles van a recuperar sus calles“, que los “invasores” magrebíes les han “arrebatado”. Vox convoca actos en zonas con conflictividad en torno a la inmigración con el lema “¡Defiéndete de la inseguridad!”. Es la dinámica en la que se ha instalado el tercer partido de España.

Ampliando el arco, todo 2025 muestra una escalada retórica. “Más muros y menos moros”, pedía el pasado fin de semana Jorge Buxadé.

La ofensiva se completa con una batería de iniciativas discriminatorias. En los dos últimos meses, Vox ha defendido en el Congreso “la prohibición del velo islámico en todos los espacios públicos”, la supresión del programa de enseñanza de la “Lengua Árabe y la Cultura Marroquí” y la “prioridad nacional” en el acceso a ayudas públicas, es decir, la postergación de los extranjeros.

Amplificación

Mensajes así son amplificados por toda una red de canales digitales, desde agitadores ultras hasta terminales al servicio de Vox. Entre todos generan un circuito de retroalimentación a través de las redes sociales que, al premiar los contenidos extremos, “multiplican el impacto” y “escalan la normalización” del discurso “deshumanizante”, señala Youssef M. Ouled, coordinador de AlgoRace, que investiga el uso racista de la inteligencia artificial.

En Instagram o TikTok, con abundante audiencia de jóvenes, también de menores, el partido presenta todo este ideario con un atractivo formato audiovisual. Las escasas inhibiciones que el partido pueda conservar en el Congreso aquí se volatilizan. En un video difundido por el partido en Instagram, su vocera en la Asamblea de Madrid, Isabel Pérez, conversa con varios adolescentes en la calle.

🔴 ÚLTIMA HORA | VOX DESTROZA una carrera organizada por el sindicato de manteros y apoyada por la CUP en Barcelona sujetando una lona que exige “billete de vuelta”.

Los insultos de los progres que corren son poesía: “¡fachas de mierda!”, “¡hijos de puta!”. Batalla cultural. pic.twitter.com/9cQEiIJk7K

— Unai Cano (@unaicano10) June 1, 2025

–No te roban ni catalanes, ni españoles, solo moros, le dice a la vocera de Vox uno de ellos.

Ella les pide que voten a Vox cuando cumplan 18 años.

–Este año todos los moros fuera, insiste el chico.

Luego el vídeo mete la canción “Billete de vuelta”.

Un factor que alimenta la escalada es el ciclo acción-reacción entre partidos derechistas. “Vox sigue la regla de ser siempre el que hace la propuesta más bestial. Si alguien se le acerca, va más allá”, señala Rius Sant, autor de un blog sobre extrema derecha. El año pasado, Abascal rompió en cinco autonomías con el PP con la justificación de no estar dispuesto a aceptar ni un solo menor inmigrante llegado de Canarias poco después de que el partido de Alberto Núñez Feijóo comprase parte de su discurso –pidió desplegar el Ejército frente a las costas africanas– y tras la irrupción de Alvise Pérez, que había aliñado su campaña de las europeas con la promesa de una “cárcel gigante” en la que metería a los criminales extranjeros.

Hay indicios de que el deslizamiento a la derecha del PP exacerba las posiciones de Abascal. El día antes del bombazo de De Meer, el PP había cerrado su congreso con una ponencia que desvincula la residencia legal del derecho a recibir prestaciones, posición típica de las ultraderechas europeas. Según Krause, de la Universidad de Potsdam, es una dinámica perjudicial para Feijóo.

“Cuando el PP endurece su postura, se arriesga a normalizar las posiciones de Vox y a crearle oportunidades electorales”, señala Krause, y concluye que la radicalización de posturas de los partidos históricos para neutralizar a los extremistas genera el efecto contrario.

 La narrativa del partido de ultraderecha de España ha experimentado una progresiva radicalización  Read More