A lo largo de 2024, la alimentación fue una variable de ajuste en los hogares de unos 4,3 millones de niños, niñas y adolescentes, donde por falta de recursos hubo que reducir las raciones, reemplazar alimentos saludables por otros con menos nutrientes o llegar al extremo de saltearse comidas y sentir hambre. Es decir, la inseguridad alimentaria en la Argentina alcanzó al 35,5% de los chicos y chicas de hasta 17 años.
El dato proviene del informe ”Inseguridad alimentaria en la infancia argentina: un problema estructural observado en la coyuntura actual”, del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, que se presentó hace pocos días. El estudio también revela que este fenómeno no se dio solo en el segmento más empobrecido del país.
El aumento de los costos de los alimentos y de los servicios como consecuencia de los altos niveles de inflación que se registraron a lo largo de 2024, hizo que también los hogares de clase media tuvieran que resignar productos, achicar porciones o, directamente, pasar por alto algunas comidas.
Según el mencionado reporte, a lo largo del último año, casi un cuarto (23,3%) de los chicos y chicas que viven en hogares de clase media empobrecida padecieron alguna de las variantes de lo que se conoce como inseguridad alimentaria.
Uno de los criterios con los que el reporte analiza ese fenómeno es el nivel socioeconómico de los chicos. Para ello, separa el universo explorado en cuartos.
El segmento considerado “Muy bajo” es el que experimenta los peores niveles de pobreza. Allí, la inseguridad alimentaria alcanzó el 67,4%. Le sigue el sector “Bajo”, integrado por chicos que padecen algún nivel de pobreza. Entre ellos, la inseguridad alimentaria alcanzó el 46,2%.
El siguiente grupo es el “Medio”, integrado por la clase media empobrecida, donde las privaciones alimentarias alcanzaron al 23,3% de los chicos. Y, por último, el “Medio-Alto”, que hace foco en la clase media, con el 5,9% del segmento afectado por este fenómeno.
Qué ocurre en los hogares de clase media
Entre los chicos de clase media empobrecida, el valor registrado el último año fue levemente más alto al registrado en 2023 (22,8%) y superó, incluso, a los números de la pandemia: en 2020 había sido del 21,7%.
Se trata de hogares en donde prima el trabajo informal, pero en forma estable, caracterizado por jornadas de 8 o 9 horas. “Los adultos tienen trabajo, pero no así derechos laborales. Esto quiere decir que carecen de obra social para ellos y sus familias y que las actualizaciones salariales que acuerdan los gremios no los alcanzan”, explica Ianina Tuñón, responsable del Barómetro de la Deuda Social de la UCA.
La cifra de 2024 supera por más del doble a la registrada hace una década, cuando la inseguridad alimentaria había alcanzado al 10,4% de los chicos y chicas de clase media baja. Desde entonces, la cifra tuvo avances y retrocesos hasta llegar al valor actual.
Entre los chicos y chicas que pertenecen a hogares de clase media, encabezados por adultos con nivel secundario o superior, que les permite acceder a empleos de mejor calificación, la proporción que padeció inseguridad alimentaria representa al 5,9%. Pero hay un dato llamativo, ese valor es algo más del doble que el registrado en 2023, cuando alcanzaba apenas el 2,8%. El valor de 2024 es exactamente el mismo que se había dado hace una década.
“En estos dos segmentos se dio un importante reacomodamiento de gastos y la alimentación fue una de las principales variables de ajuste junto con la vestimenta y el transporte”, analiza Tuñón, una de las autoras del informe junto a Valentina González Sisto.
Para la experta, el incremento de la Canasta Básica Total, que fue del 106,6% durante todo el año 2024, según datos del Indec, obligó a las familias de clase media a hacer todo tipo de ajustes para seguir sosteniendo servicios como la escolaridad privada o la medicina prepaga. “Debieron reconfigurar su sistema de gastos”, analiza.
Dietas con déficit de nutrientes
El informe presentado se construyó tomando como base los datos del documento estadístico “Derechos de la Infancia en Argentina (2010-2024): Avances, Desafíos y Desigualdades”. De allí surge que algo más de un tercio de los niños, niñas y adolescentes argentinos, el 35,5%, padecieron algún tipo de privación alimentaria durante 2024.
De ese universo, alrededor de la mitad -el 16,5%- alguna vez no tuvo qué comer y padeció hambre.
Pero los alcances de este tipo de inseguridad alimentaria, considerada severa, alcanzó en forma muy variable a los chicos según su nivel socioeconómico. En el segmento más bajo, afectó al 38,8% de los chicos. En el bajo, al 21,2%; en el medio, al 6,6% mientras que el medio-alto, prácticamente no lo padeció.
“En los sectores de clase media, el grado de inseguridad alimentaria que prima es el moderado”, describe Tuñón. Esto quiere decir, según explica la especialista, que la privación no se caracteriza tanto por no tener qué comer, pero sí por haber resignado ciertas marcas y espaciar más el consumo de productos frescos como lácteos o carne.
“Los niños y adolescentes de estas familias no pasan hambre, pero sus dietas tienen déficit de nutrientes. Consumen cortes de carne con mayor nivel de grasa, más hidratos de carbono y menos nutrientes que son fundamentales durante el crecimiento”, agrega la especialista. “La consecuencia directa es la obesidad, que afecta al 40% de los chicos y chicas”, advierte.
Mientras que, a lo largo de 2024, el acumulado de inflación llegó al 117,8%, en el primer semestre del año acumuló un 15,1%. Sin embargo, para Tuñón, esta notable desaceleración inflacionaria no implica necesariamente una recuperación para estas familias en términos alimentarios. “Tengo la sensación de que lo que consuman va a seguir siendo una variable de ajuste”, dice.
Para hacerlo, se basa en otros indicadores muy sensibles para las familias de clase media. “El indicador de desempleo aumentó levemente y estamos por tener un nuevo incremento en el costo de los servicios. Estos hogares van a hacer todo lo que esté a su alcance para seguir conservando el servicio de salud o la pertenencia a la escuela parroquial”, concluye la experta.
A lo largo de 2024, la alimentación fue una variable de ajuste en los hogares de unos 4,3 millones de niños, niñas y adolescentes, donde por falta de recursos hubo que reducir las raciones, reemplazar alimentos saludables por otros con menos nutrientes o llegar al extremo de saltearse comidas y sentir hambre. Es decir, la inseguridad alimentaria en la Argentina alcanzó al 35,5% de los chicos y chicas de hasta 17 años.
El dato proviene del informe ”Inseguridad alimentaria en la infancia argentina: un problema estructural observado en la coyuntura actual”, del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, que se presentó hace pocos días. El estudio también revela que este fenómeno no se dio solo en el segmento más empobrecido del país.
El aumento de los costos de los alimentos y de los servicios como consecuencia de los altos niveles de inflación que se registraron a lo largo de 2024, hizo que también los hogares de clase media tuvieran que resignar productos, achicar porciones o, directamente, pasar por alto algunas comidas.
Según el mencionado reporte, a lo largo del último año, casi un cuarto (23,3%) de los chicos y chicas que viven en hogares de clase media empobrecida padecieron alguna de las variantes de lo que se conoce como inseguridad alimentaria.
Uno de los criterios con los que el reporte analiza ese fenómeno es el nivel socioeconómico de los chicos. Para ello, separa el universo explorado en cuartos.
El segmento considerado “Muy bajo” es el que experimenta los peores niveles de pobreza. Allí, la inseguridad alimentaria alcanzó el 67,4%. Le sigue el sector “Bajo”, integrado por chicos que padecen algún nivel de pobreza. Entre ellos, la inseguridad alimentaria alcanzó el 46,2%.
El siguiente grupo es el “Medio”, integrado por la clase media empobrecida, donde las privaciones alimentarias alcanzaron al 23,3% de los chicos. Y, por último, el “Medio-Alto”, que hace foco en la clase media, con el 5,9% del segmento afectado por este fenómeno.
Qué ocurre en los hogares de clase media
Entre los chicos de clase media empobrecida, el valor registrado el último año fue levemente más alto al registrado en 2023 (22,8%) y superó, incluso, a los números de la pandemia: en 2020 había sido del 21,7%.
Se trata de hogares en donde prima el trabajo informal, pero en forma estable, caracterizado por jornadas de 8 o 9 horas. “Los adultos tienen trabajo, pero no así derechos laborales. Esto quiere decir que carecen de obra social para ellos y sus familias y que las actualizaciones salariales que acuerdan los gremios no los alcanzan”, explica Ianina Tuñón, responsable del Barómetro de la Deuda Social de la UCA.
La cifra de 2024 supera por más del doble a la registrada hace una década, cuando la inseguridad alimentaria había alcanzado al 10,4% de los chicos y chicas de clase media baja. Desde entonces, la cifra tuvo avances y retrocesos hasta llegar al valor actual.
Entre los chicos y chicas que pertenecen a hogares de clase media, encabezados por adultos con nivel secundario o superior, que les permite acceder a empleos de mejor calificación, la proporción que padeció inseguridad alimentaria representa al 5,9%. Pero hay un dato llamativo, ese valor es algo más del doble que el registrado en 2023, cuando alcanzaba apenas el 2,8%. El valor de 2024 es exactamente el mismo que se había dado hace una década.
“En estos dos segmentos se dio un importante reacomodamiento de gastos y la alimentación fue una de las principales variables de ajuste junto con la vestimenta y el transporte”, analiza Tuñón, una de las autoras del informe junto a Valentina González Sisto.
Para la experta, el incremento de la Canasta Básica Total, que fue del 106,6% durante todo el año 2024, según datos del Indec, obligó a las familias de clase media a hacer todo tipo de ajustes para seguir sosteniendo servicios como la escolaridad privada o la medicina prepaga. “Debieron reconfigurar su sistema de gastos”, analiza.
Dietas con déficit de nutrientes
El informe presentado se construyó tomando como base los datos del documento estadístico “Derechos de la Infancia en Argentina (2010-2024): Avances, Desafíos y Desigualdades”. De allí surge que algo más de un tercio de los niños, niñas y adolescentes argentinos, el 35,5%, padecieron algún tipo de privación alimentaria durante 2024.
De ese universo, alrededor de la mitad -el 16,5%- alguna vez no tuvo qué comer y padeció hambre.
Pero los alcances de este tipo de inseguridad alimentaria, considerada severa, alcanzó en forma muy variable a los chicos según su nivel socioeconómico. En el segmento más bajo, afectó al 38,8% de los chicos. En el bajo, al 21,2%; en el medio, al 6,6% mientras que el medio-alto, prácticamente no lo padeció.
“En los sectores de clase media, el grado de inseguridad alimentaria que prima es el moderado”, describe Tuñón. Esto quiere decir, según explica la especialista, que la privación no se caracteriza tanto por no tener qué comer, pero sí por haber resignado ciertas marcas y espaciar más el consumo de productos frescos como lácteos o carne.
“Los niños y adolescentes de estas familias no pasan hambre, pero sus dietas tienen déficit de nutrientes. Consumen cortes de carne con mayor nivel de grasa, más hidratos de carbono y menos nutrientes que son fundamentales durante el crecimiento”, agrega la especialista. “La consecuencia directa es la obesidad, que afecta al 40% de los chicos y chicas”, advierte.
Mientras que, a lo largo de 2024, el acumulado de inflación llegó al 117,8%, en el primer semestre del año acumuló un 15,1%. Sin embargo, para Tuñón, esta notable desaceleración inflacionaria no implica necesariamente una recuperación para estas familias en términos alimentarios. “Tengo la sensación de que lo que consuman va a seguir siendo una variable de ajuste”, dice.
Para hacerlo, se basa en otros indicadores muy sensibles para las familias de clase media. “El indicador de desempleo aumentó levemente y estamos por tener un nuevo incremento en el costo de los servicios. Estos hogares van a hacer todo lo que esté a su alcance para seguir conservando el servicio de salud o la pertenencia a la escuela parroquial”, concluye la experta.
Lo expone un informe de la UCA; casi la cuarta parte de niños, niñas y adolescentes que viven en hogares de clase media baja tuvieron algún tipo de privación alimentaria durante 2024; entre las familias de clase media, el fenómeno es más acotado pero duplicó las cifras del año anterior Read More