“Sabemos que todo lo que pase es culpa nuestra”. La frase resume el sentimiento que tenían hoy el gobernador Axel Kicillof y los intendentes del Movimiento Derecho al Futuro (MdF) tras el espinoso cierre de las listas bonaerenses de Fuerza Patria, la nueva denominación del PJ y sus aliados, que se armaron en una dura y extensa negociación con Sergio Massa y especialmente con La Cámpora, al comando de Máximo Kirchner. El acuerdo interno, sin embargo, aun exhibe señales de fragilidad.
Como quedaron cerradas las listas, la “culpa” de Kicillof será doble: si el peronismo gana la elección del 7 de septiembre, podrá decir que los principales candidatos, Gabriel Katopodis y Verónica Magario, traccionaron votos en las secciones Primera y Tercera, en el corazón del conurbano, donde residen unos diez millones de electores. Pero el camporismo ya le hizo saber, desde que desdobló los comicios contra lo que pensaba Cristina Kirchner, que si pierden contra los libertarios, entonces el peso de la derrota caerá sobre sus espaldas.
Además de las cartas fuertes de la vicegobernadora y el ministro de Infraestructura, dos dirigentes con historia en sus distritos -La Matanza y San Martín-, el axelismo también colocó en las listas regionales a Diego Nanni, el intendente de Exaltación de la Cruz, a la cabeza de la Segunda Sección.
Los otros cinco primeros candidatos, de las secciones Cuarta, Quinta, Sexta, Séptima y Octava, responden a la expresidenta Cristina Kirchner o a La Cámpora. Se trata de Diego Videla, concejal Pehuajó; Fernanda Raverta, marplatense y extitular de Anses; Alejandro Di Chiara, vice primero de la Cámara de Diputados bonaerense, de Monte Hermoso; la concejala de Azul María Inés Laurini y el legislador provincial platense Ariel Archanco.
Según pudo saber LA NACION, el massismo colocó a Malena Galmarini como segunda detrás de Katopodis en la Primera Sección y a otros seis postulantes en otras regiones, mientras que La Cámpora ubicó al jefe del bloque de diputados, Facundo Tignanelli, como número dos de Magario en la Tercera. Se trató de un reparto por espacios, sin lógica de despliegue territorial, ya que Tignanelli también es de La Matanza.
La negociación, caótica por momentos porque fue afectada por dos cortes de luz en La Plata, fue una prueba de fuego para Kicillof, que por primera vez se puso al frente del tira y afloja con el camporismo y el massismo. “Lo vi dispuesto a no dejarse basurear”, deslizó un dirigente que lo conoce desde hace años. Y sumó: “No quedamos conformes con las maneras ni por los desmanejos del cierre”.
Kicillof no estuvo solo en la Gobernación. Lo apuntalaron sus ministros Carlos Bianco y Katopodis -ahora candidato- y el intendente de Almirante Brown, Mariano Cascallares, en las conversaciones cara a cara con los enviados de Máximo, que fueron Mayra Mendoza, Tignanelli y Emanuel Santalla, senador por Avellaneda.
Tras bambalinas, en la sede de la Gobernación, se apostó una guardia pretoriana de intendentes axelistas, entre los que se contó a Jorge Ferraresi (Avellaneda), Julio Alak (La Plata), Andrés Watson (Florencio Varela), Juan José Mussi (Berazategui), Mario Secco (Ensenada) y Fabián Cagliardi (Berisso). También se los vio al exjefe comunal Alberto Descalzo (Ituzaingó) y a varios intendentes del interior.
Massa, por su parte, estuvo acompañado por Sebastián Galmarini, uno de los directores del Banco Provincia; y por el diputado bonaerense Rubén Eslaiman. “Después de una negociación tensa, llegamos a un buen acuerdo. Con buenos equilibrios entre todos, y candidatos competitivos en todas las secciones”, estimó el Frente Renovador, con el traje puesto de garante de la unidad, en un panperonismo en el que las heridas siguen abiertas.
Entre los presentes en la Gobernación, lo que más llamó la atención fue la ausencia de Máximo Kirchner. “Estuvo solo unos minutos”, dijo a LA NACION una fuente de su entorno, que también admitió que el doble jefe del PJ bonaerense y de La Cámpora pudo haber optado por delegar las conversaciones con Kicillof y Massa -sobre todo con el gobernador- para que no se terminara de romper el acuerdo, que por momentos estuvo al borde del precipicio.
A tal punto, que las negociaciones se estiraron por la falta de acuerdo y el PJ tuvo que pedirle dos prórrogas a la Junta Electoral provincial: la primera desde las 24 del sábado a las dos de la madrugada del domingo; y la segunda hasta las 4. Finalmente, la Junta decidió postergar la presentación de las listas -y la documentación respectiva- hasta mañana a las 14, ya que la carga de datos también se vio alterada por dos cortes de luz en la capital bonaerense.
Así las cosas, y más allá de la interna, en el peronismo se preparan para una elección polarizada contra el frente La Libertad Avanza, que aglutina a los libertarios con una parte de Pro en territorio bonaerense. “Estamos en condiciones de ganar la elección por tres o cuatro puntos”, calculó uno de los dirigentes que estuvo hasta esta madrugada en la áspera mesa de negociaciones platense.
En el punteo de candidatos, que LLA y Pro anunciaron más temprano, en Fuerza Patria consideran que irán contra rivales “muy flojos” en las secciones Tercera y la Octava; y “más fuertes” en la Primera y la Quinta. Se refieren, así, a las postulaciones de los intendentes Diego Valenzuela (Tres de Febrero) y Guillermo Montenegro (Mar del Plata), ambos reconocidos por el electorado; y también a dos candidatos “muy ganables”, como el excomisario Maximiliano Bondarenko y el platense Juan Osaba, un dirigente vinculado a Sebastián Pareja.
“Esto va a ser celeste y blanco contra violeta, lo demás es testimonial”, señalan en el peronismo ampliado, donde también advierten que “nadie mide más que la marca” y avisan que el presidente Javier Milei atraviesa por “su peor momento de imagen en la provincia y especialmente en el conurbano”. El traslado aún no verificado de la mejora macroeconómica al bolsillo de las familias será uno de los caballitos de batalla de la campaña de Fuerza Patria.
Mientras tanto, el objetivo de los principales dirigentes del PJ será bajar la espuma que dejó el demasiado tenso y desprolijo cierre de listas. La carencia de una conducción unificada, más la irrupción de un liderazgo emergente pero a prueba, como el que ensaya Kicillof, hace que el peronismo no vaya a las elecciones en su mejor versión.
“Sabemos que todo lo que pase es culpa nuestra”. La frase resume el sentimiento que tenían hoy el gobernador Axel Kicillof y los intendentes del Movimiento Derecho al Futuro (MdF) tras el espinoso cierre de las listas bonaerenses de Fuerza Patria, la nueva denominación del PJ y sus aliados, que se armaron en una dura y extensa negociación con Sergio Massa y especialmente con La Cámpora, al comando de Máximo Kirchner. El acuerdo interno, sin embargo, aun exhibe señales de fragilidad.
Como quedaron cerradas las listas, la “culpa” de Kicillof será doble: si el peronismo gana la elección del 7 de septiembre, podrá decir que los principales candidatos, Gabriel Katopodis y Verónica Magario, traccionaron votos en las secciones Primera y Tercera, en el corazón del conurbano, donde residen unos diez millones de electores. Pero el camporismo ya le hizo saber, desde que desdobló los comicios contra lo que pensaba Cristina Kirchner, que si pierden contra los libertarios, entonces el peso de la derrota caerá sobre sus espaldas.
Además de las cartas fuertes de la vicegobernadora y el ministro de Infraestructura, dos dirigentes con historia en sus distritos -La Matanza y San Martín-, el axelismo también colocó en las listas regionales a Diego Nanni, el intendente de Exaltación de la Cruz, a la cabeza de la Segunda Sección.
Los otros cinco primeros candidatos, de las secciones Cuarta, Quinta, Sexta, Séptima y Octava, responden a la expresidenta Cristina Kirchner o a La Cámpora. Se trata de Diego Videla, concejal Pehuajó; Fernanda Raverta, marplatense y extitular de Anses; Alejandro Di Chiara, vice primero de la Cámara de Diputados bonaerense, de Monte Hermoso; la concejala de Azul María Inés Laurini y el legislador provincial platense Ariel Archanco.
Según pudo saber LA NACION, el massismo colocó a Malena Galmarini como segunda detrás de Katopodis en la Primera Sección y a otros seis postulantes en otras regiones, mientras que La Cámpora ubicó al jefe del bloque de diputados, Facundo Tignanelli, como número dos de Magario en la Tercera. Se trató de un reparto por espacios, sin lógica de despliegue territorial, ya que Tignanelli también es de La Matanza.
La negociación, caótica por momentos porque fue afectada por dos cortes de luz en La Plata, fue una prueba de fuego para Kicillof, que por primera vez se puso al frente del tira y afloja con el camporismo y el massismo. “Lo vi dispuesto a no dejarse basurear”, deslizó un dirigente que lo conoce desde hace años. Y sumó: “No quedamos conformes con las maneras ni por los desmanejos del cierre”.
Kicillof no estuvo solo en la Gobernación. Lo apuntalaron sus ministros Carlos Bianco y Katopodis -ahora candidato- y el intendente de Almirante Brown, Mariano Cascallares, en las conversaciones cara a cara con los enviados de Máximo, que fueron Mayra Mendoza, Tignanelli y Emanuel Santalla, senador por Avellaneda.
Tras bambalinas, en la sede de la Gobernación, se apostó una guardia pretoriana de intendentes axelistas, entre los que se contó a Jorge Ferraresi (Avellaneda), Julio Alak (La Plata), Andrés Watson (Florencio Varela), Juan José Mussi (Berazategui), Mario Secco (Ensenada) y Fabián Cagliardi (Berisso). También se los vio al exjefe comunal Alberto Descalzo (Ituzaingó) y a varios intendentes del interior.
Massa, por su parte, estuvo acompañado por Sebastián Galmarini, uno de los directores del Banco Provincia; y por el diputado bonaerense Rubén Eslaiman. “Después de una negociación tensa, llegamos a un buen acuerdo. Con buenos equilibrios entre todos, y candidatos competitivos en todas las secciones”, estimó el Frente Renovador, con el traje puesto de garante de la unidad, en un panperonismo en el que las heridas siguen abiertas.
Entre los presentes en la Gobernación, lo que más llamó la atención fue la ausencia de Máximo Kirchner. “Estuvo solo unos minutos”, dijo a LA NACION una fuente de su entorno, que también admitió que el doble jefe del PJ bonaerense y de La Cámpora pudo haber optado por delegar las conversaciones con Kicillof y Massa -sobre todo con el gobernador- para que no se terminara de romper el acuerdo, que por momentos estuvo al borde del precipicio.
A tal punto, que las negociaciones se estiraron por la falta de acuerdo y el PJ tuvo que pedirle dos prórrogas a la Junta Electoral provincial: la primera desde las 24 del sábado a las dos de la madrugada del domingo; y la segunda hasta las 4. Finalmente, la Junta decidió postergar la presentación de las listas -y la documentación respectiva- hasta mañana a las 14, ya que la carga de datos también se vio alterada por dos cortes de luz en la capital bonaerense.
Así las cosas, y más allá de la interna, en el peronismo se preparan para una elección polarizada contra el frente La Libertad Avanza, que aglutina a los libertarios con una parte de Pro en territorio bonaerense. “Estamos en condiciones de ganar la elección por tres o cuatro puntos”, calculó uno de los dirigentes que estuvo hasta esta madrugada en la áspera mesa de negociaciones platense.
En el punteo de candidatos, que LLA y Pro anunciaron más temprano, en Fuerza Patria consideran que irán contra rivales “muy flojos” en las secciones Tercera y la Octava; y “más fuertes” en la Primera y la Quinta. Se refieren, así, a las postulaciones de los intendentes Diego Valenzuela (Tres de Febrero) y Guillermo Montenegro (Mar del Plata), ambos reconocidos por el electorado; y también a dos candidatos “muy ganables”, como el excomisario Maximiliano Bondarenko y el platense Juan Osaba, un dirigente vinculado a Sebastián Pareja.
“Esto va a ser celeste y blanco contra violeta, lo demás es testimonial”, señalan en el peronismo ampliado, donde también advierten que “nadie mide más que la marca” y avisan que el presidente Javier Milei atraviesa por “su peor momento de imagen en la provincia y especialmente en el conurbano”. El traslado aún no verificado de la mejora macroeconómica al bolsillo de las familias será uno de los caballitos de batalla de la campaña de Fuerza Patria.
Mientras tanto, el objetivo de los principales dirigentes del PJ será bajar la espuma que dejó el demasiado tenso y desprolijo cierre de listas. La carencia de una conducción unificada, más la irrupción de un liderazgo emergente pero a prueba, como el que ensaya Kicillof, hace que el peronismo no vaya a las elecciones en su mejor versión.
En un tenso y caótico cierre de listas, el peronismo repartió candidaturas en las ocho secciones electorales; el gobernador apostó fuerte; desde afuera, Máximo Kirchner pobló las nóminas, mientras que Massa procuró que no se rompiera el acuerdo, que aún exhibe fragilidad Read More