Martín Garabal: la mejor anécdota de División Palermo, su vínculo con Santiago Korovsky y cómo es hacer humor

“Porfa, un agua. Con gas. Hoy me la pego”. Martín Garabal no toma alcohol y aclara: “Si me quiero hacer el loco pido soda”. Es oficial: no puede evitar hacer chistes. Tiene 41 años, se recibió en la UBA de Diseñador de Imagen y Sonido, es dibujante, actor, director, guionista, conductor… pero el hilo que une todo lo que hace es el humor que –según él mismo se encarga de explicar- “va tiñendo cada cosa” que hace.

Unos días antes del estreno de la segunda temporada de División Palermo, que se puede ver por Netflix, Garabal se sentó con LA NACION para conversar sobre su vocación, las desopilantes anécdotas que dejó el rodaje de la serie y cómo es hacer humor en la Argentina de hoy.

—En División Palermo tenés el doble rol de actor y guionista, ¿cómo es hacer humor en la Argentina?

—Es un placer y también un estrés porque escribir siempre es un poco estresante. Somos un equipo bastante grande, entre la primera y la segunda temporada pasó mucha gente. Tengo mi propia manera de pensar las ideas y de trabajar en los guiones. Mi vínculo de amistad con Santi [Korovsky] está totalmente teñido por División Palermo. Si te mostrara mi chat con él, es todo División Palermo y casi nada de la vida. Insoportables.

—¿Cómo se conocieron con Korovsky?

—Nos conocimos en un documental sobre salud mental que contaba la historia de dos internas del Hospital Moyano que haciendo teatro lograban el alta médica. El documental era la tesis de comunicación de una de las internas: Nilda [Sindaco, actriz del elenco de División Palermo que murió en octubre del año pasado], quien hizo de Betty en la primera temporada. En ese momento yo, que también soy dibujante, había hecho el afiche de un corto de Iair Said y Santi me contactó porque tenemos amigos en común para que le haga el afiche del documental. En ese momento me volvió loco con las correcciones y le dije que no. Arrancó así la cosa. A las pocas semanas, nos encontramos en un festival de cine y televisión de Rosario, donde él ganó un premio con el documental y yo gané un premio con un corto. Pasamos toda la noche juntos hasta que nos vino a buscar el micro para llevarnos a Buenos Aires y nos hicimos amigos.

—“Pasamos toda la noche juntos”, ¿es un titular?

—Sí, sí, una noche muy romántica, llena de correcciones y devoluciones de trabajos [risas]. Empezamos a hacer muchas cosas y cuando llegó la propuesta de él de que escribamos División Palermo, enseguida le dije que sí.

—¿Y los egos los manejaron bien?

—Sí, re. No tenemos grandes cortocircuitos. En la primera escribiendo teníamos más cortocircuitos porque cada uno proponía y Santi me acusaba de que yo lograba convencer a los otros guionistas de que vengan para mi lado, para mis ideas. En esta segunda temporada, estuvimos alineados todo el tiempo, la verdad. El vínculo de nuestros personajes en la serie es parecido al vínculo que tenemos nosotros en la vida real. Nos llevamos muy bien trabajando juntos y yo lo admiro un montón, ¿viste? Es muy pesado y muy genial.

—¿Hablaste con policías para el personaje?

—Me saludan bastantes policías por la calle. Buena onda, hasta ahora buena onda. Un día estaba tomando café en la calle y pasaron cinco policías en moto con itacas, casco, todo eso, frenaron y me señalaron. Yo dije: “Bueno, hasta acá llegué.” Bajaron de la moto y me dijeron: “¿Puede ser una foto?”

—¿Fue en Palermo?

—Sí, obvio, por supuesto.

—Sos palermitano.

—Soy palermitano, obvio.

—En el momento en que salió la serie, el humor que manejaba podía llegar a parecer incorrecto, arriesgado. ¿Fue un desafío apostar por ese humor?

—Creo que nosotros fuimos muy cuidadosos de que el abordaje fuera principalmente gracioso y que fueran chistes que pudieran ser representados por los actores que los interpretan. Creo que durante un tiempo hubo una confusión: se confundía el chiste con el objeto, o sea, vos podés hacer chistes con todas las cosas, el tema es específicamente de qué te estás riendo. Creo que nosotros principalmente tratamos de reírnos de las dificultades que tenemos al momento de vincularnos con lo que consideramos diferente. La risa está creada para afrontar lo que nos da miedo de los demás y de nosotros mismos. Es muy liberador porque todos necesitamos reírnos de lo que nos pasa.

Un gigante de bigote y traje de oso

—Debió haber sido un rodaje muy divertido…

—Me acuerdo de que en la primera temporada estaba parado con Charo [López] en una esquina y nos tocaban bocina los patrulleros. Nos saludaban creyendo que éramos colegas. Eso fue divertido, pero también pasaron otras cosas en esa temporada, tuve un ataque de ansiedad mientras grababa una escena. Fue así: estábamos adentro de un auto todo cerrado, pasaron 45 minutos y todavía no habíamos podido empezar a tirar planos porque estaban acomodando cosas. Cuando me di cuenta de que todavía me quedaba un montón de tiempo ahí adentro me dieron ganas de ir al baño y el auto no se podía abrir. Me agarró bastante ansiedad, se dieron cuenta de que estaba mal, me abrieron, salí del auto y estaba en la B total.

-¿Y qué hiciste?

-Fui caminando a buscar un baño con Santi. Entramos a una peluquería, me indicaron dónde era el baño. Me di cuenta de que había algo raro en cómo me miraban. Cuando salgo del baño y me bajan las revoluciones, claro, me doy cuenta de que estoy vestido de policía, mido casi 2 metros y tenía toda sangre maquillada que me chorreaba por todos lados. ¡Claro, vieron a un gigante ensangrentado y con cara de loco entrando al local! ¡Encima era una peluquería infantil! ¡Había un nene en la sillita con el peluquero con la boca abierta que no lo podía creer! [Risas] Y después les explicamos y se mataron de risa. Aparte después nos dimos cuenta lo loco que fue todo. Cuando entré a la peluquería, me habían preguntado “¿De qué comisaría sos?” Y yo dije: “De Netflix.” Cualquier cosa.

—¿Era la primera vez que tenías un ataque de ansiedad?

—No, en la temporada uno tuve dos que siempre tienen que ver con situaciones de encierro. Son más bien de claustrofobia. Otro que me había pasado en la primera temporada fue en una escena que yo me visto de oso gigante para rescatar a Santi y previniendo que había tenido este ataque, pedí un doble para las escenas donde estaba con traje de oso para no estar tanto tiempo adentro del traje. Son muchas horas. Como el traje era medio pesado, pedía que alguien me cubra. Hubo una escena que si tuve que hacer yo con el traje de oso, y además abajo tenía el de policía, y tenía que meterme adentro de una casita de esas de chicos, el techo me llegaba por la cintura. Estaba todo reclinado ahí y no arrancábamos más a grabar.

-¿Y qué pasó?

-Me puse tan mal que tuvieron que levantar la casita y yo salí a tomar aire vestido de oso… ¡Imaginate que estaba en el medio de la calle! La gente veía a un tipo con cara de padecimiento, un gigante de bigote, medio traje de oso y medio traje de policía haciendo inhalaciones y exhalaciones en tres tiempos [risas].

—El colmo de venir de una familia de psicoanalistas…

—Claro, pero tampoco creas que mi casa era la de los padres psicoanalistas que comprenden todo de los hijos. Son unos copados, pero no. Lo que sí está en mi inconsciente es la cantidad de años de análisis que hice y que disfruto.

Multifacético

—Dibujante, guionista, actor, conductor…

—Para mí, todo es una plataforma para hacer chistes, para decir alguna cosa.

—Esa es tu biografía: “Hago chistes”

—Sí. Hago buenos chistes y con eso hago una carrera, no, mejor no vamos a decir “buenos”. Hago chistes, a veces buenos. Ya condiciona al público si decís que son buenos.

—Pero nunca te aburrís…

—Me da miedo aburrirme. Estos últimos años, ahora que soy más grande, aprendí a disfrutar más del ocio, que antes no lo disfrutaba mucho. Soy inquieto y pienso: “Uy, si me empiezo a aburrir, ¿qué onda?” Pero ahora me puedo aburrir de tranquilo.

—¿Podés o estás con muchas cosas?

—Estoy con muchas cosas, pero a veces tengo la tarde libre. Hay que aprovechar en este país si te vienen varios trabajos, tenés que agarrarlos. Todos estamos en el pluriempleo, digo, algunos para sobrevivir y otros para vivir bien. En mi caso, por suerte, es para vivir bien y tengo que agradecer.

—Si pudieses elegir no trabajar, ¿no trabajarías?

—No, siempre voy a querer trabajar, pero porque mi trabajo es un placer y en un punto, es un privilegio. Qué sé yo, es juntarme con amigos, es disfrazarme de policía y hacer cuenta de que tengo que ir a rescatar un compañero.

—Así todo tuviste tus ansiedades, incluso en el éxito, en dedicarte a tu vocación y en trabajar con tus amigos…

—Y sí, es complejo, nadie está exento, pero prefiero tener estos episodios con la vida que tengo que de otra manera, porque también te puede pasar sin tener cosas lindas alrededor.

—O sea, no hay nada de payaso triste.

—No, soy bastante similar a como me muestro. Nunca tuve un termómetro de lo popular ni busco hablarle a una gran audiencia. Justo pasó sobre todo con Envidiosa, que sentí que estaba en algo realmente popular. A mí me gusta hacer lo que a mí me gusta y si justo lo ven muchas personas, soy feliz. La verdad que estoy bastante agradecido y bastante contento.

“Porfa, un agua. Con gas. Hoy me la pego”. Martín Garabal no toma alcohol y aclara: “Si me quiero hacer el loco pido soda”. Es oficial: no puede evitar hacer chistes. Tiene 41 años, se recibió en la UBA de Diseñador de Imagen y Sonido, es dibujante, actor, director, guionista, conductor… pero el hilo que une todo lo que hace es el humor que –según él mismo se encarga de explicar- “va tiñendo cada cosa” que hace.

Unos días antes del estreno de la segunda temporada de División Palermo, que se puede ver por Netflix, Garabal se sentó con LA NACION para conversar sobre su vocación, las desopilantes anécdotas que dejó el rodaje de la serie y cómo es hacer humor en la Argentina de hoy.

—En División Palermo tenés el doble rol de actor y guionista, ¿cómo es hacer humor en la Argentina?

—Es un placer y también un estrés porque escribir siempre es un poco estresante. Somos un equipo bastante grande, entre la primera y la segunda temporada pasó mucha gente. Tengo mi propia manera de pensar las ideas y de trabajar en los guiones. Mi vínculo de amistad con Santi [Korovsky] está totalmente teñido por División Palermo. Si te mostrara mi chat con él, es todo División Palermo y casi nada de la vida. Insoportables.

—¿Cómo se conocieron con Korovsky?

—Nos conocimos en un documental sobre salud mental que contaba la historia de dos internas del Hospital Moyano que haciendo teatro lograban el alta médica. El documental era la tesis de comunicación de una de las internas: Nilda [Sindaco, actriz del elenco de División Palermo que murió en octubre del año pasado], quien hizo de Betty en la primera temporada. En ese momento yo, que también soy dibujante, había hecho el afiche de un corto de Iair Said y Santi me contactó porque tenemos amigos en común para que le haga el afiche del documental. En ese momento me volvió loco con las correcciones y le dije que no. Arrancó así la cosa. A las pocas semanas, nos encontramos en un festival de cine y televisión de Rosario, donde él ganó un premio con el documental y yo gané un premio con un corto. Pasamos toda la noche juntos hasta que nos vino a buscar el micro para llevarnos a Buenos Aires y nos hicimos amigos.

—“Pasamos toda la noche juntos”, ¿es un titular?

—Sí, sí, una noche muy romántica, llena de correcciones y devoluciones de trabajos [risas]. Empezamos a hacer muchas cosas y cuando llegó la propuesta de él de que escribamos División Palermo, enseguida le dije que sí.

—¿Y los egos los manejaron bien?

—Sí, re. No tenemos grandes cortocircuitos. En la primera escribiendo teníamos más cortocircuitos porque cada uno proponía y Santi me acusaba de que yo lograba convencer a los otros guionistas de que vengan para mi lado, para mis ideas. En esta segunda temporada, estuvimos alineados todo el tiempo, la verdad. El vínculo de nuestros personajes en la serie es parecido al vínculo que tenemos nosotros en la vida real. Nos llevamos muy bien trabajando juntos y yo lo admiro un montón, ¿viste? Es muy pesado y muy genial.

—¿Hablaste con policías para el personaje?

—Me saludan bastantes policías por la calle. Buena onda, hasta ahora buena onda. Un día estaba tomando café en la calle y pasaron cinco policías en moto con itacas, casco, todo eso, frenaron y me señalaron. Yo dije: “Bueno, hasta acá llegué.” Bajaron de la moto y me dijeron: “¿Puede ser una foto?”

—¿Fue en Palermo?

—Sí, obvio, por supuesto.

—Sos palermitano.

—Soy palermitano, obvio.

—En el momento en que salió la serie, el humor que manejaba podía llegar a parecer incorrecto, arriesgado. ¿Fue un desafío apostar por ese humor?

—Creo que nosotros fuimos muy cuidadosos de que el abordaje fuera principalmente gracioso y que fueran chistes que pudieran ser representados por los actores que los interpretan. Creo que durante un tiempo hubo una confusión: se confundía el chiste con el objeto, o sea, vos podés hacer chistes con todas las cosas, el tema es específicamente de qué te estás riendo. Creo que nosotros principalmente tratamos de reírnos de las dificultades que tenemos al momento de vincularnos con lo que consideramos diferente. La risa está creada para afrontar lo que nos da miedo de los demás y de nosotros mismos. Es muy liberador porque todos necesitamos reírnos de lo que nos pasa.

Un gigante de bigote y traje de oso

—Debió haber sido un rodaje muy divertido…

—Me acuerdo de que en la primera temporada estaba parado con Charo [López] en una esquina y nos tocaban bocina los patrulleros. Nos saludaban creyendo que éramos colegas. Eso fue divertido, pero también pasaron otras cosas en esa temporada, tuve un ataque de ansiedad mientras grababa una escena. Fue así: estábamos adentro de un auto todo cerrado, pasaron 45 minutos y todavía no habíamos podido empezar a tirar planos porque estaban acomodando cosas. Cuando me di cuenta de que todavía me quedaba un montón de tiempo ahí adentro me dieron ganas de ir al baño y el auto no se podía abrir. Me agarró bastante ansiedad, se dieron cuenta de que estaba mal, me abrieron, salí del auto y estaba en la B total.

-¿Y qué hiciste?

-Fui caminando a buscar un baño con Santi. Entramos a una peluquería, me indicaron dónde era el baño. Me di cuenta de que había algo raro en cómo me miraban. Cuando salgo del baño y me bajan las revoluciones, claro, me doy cuenta de que estoy vestido de policía, mido casi 2 metros y tenía toda sangre maquillada que me chorreaba por todos lados. ¡Claro, vieron a un gigante ensangrentado y con cara de loco entrando al local! ¡Encima era una peluquería infantil! ¡Había un nene en la sillita con el peluquero con la boca abierta que no lo podía creer! [Risas] Y después les explicamos y se mataron de risa. Aparte después nos dimos cuenta lo loco que fue todo. Cuando entré a la peluquería, me habían preguntado “¿De qué comisaría sos?” Y yo dije: “De Netflix.” Cualquier cosa.

—¿Era la primera vez que tenías un ataque de ansiedad?

—No, en la temporada uno tuve dos que siempre tienen que ver con situaciones de encierro. Son más bien de claustrofobia. Otro que me había pasado en la primera temporada fue en una escena que yo me visto de oso gigante para rescatar a Santi y previniendo que había tenido este ataque, pedí un doble para las escenas donde estaba con traje de oso para no estar tanto tiempo adentro del traje. Son muchas horas. Como el traje era medio pesado, pedía que alguien me cubra. Hubo una escena que si tuve que hacer yo con el traje de oso, y además abajo tenía el de policía, y tenía que meterme adentro de una casita de esas de chicos, el techo me llegaba por la cintura. Estaba todo reclinado ahí y no arrancábamos más a grabar.

-¿Y qué pasó?

-Me puse tan mal que tuvieron que levantar la casita y yo salí a tomar aire vestido de oso… ¡Imaginate que estaba en el medio de la calle! La gente veía a un tipo con cara de padecimiento, un gigante de bigote, medio traje de oso y medio traje de policía haciendo inhalaciones y exhalaciones en tres tiempos [risas].

—El colmo de venir de una familia de psicoanalistas…

—Claro, pero tampoco creas que mi casa era la de los padres psicoanalistas que comprenden todo de los hijos. Son unos copados, pero no. Lo que sí está en mi inconsciente es la cantidad de años de análisis que hice y que disfruto.

Multifacético

—Dibujante, guionista, actor, conductor…

—Para mí, todo es una plataforma para hacer chistes, para decir alguna cosa.

—Esa es tu biografía: “Hago chistes”

—Sí. Hago buenos chistes y con eso hago una carrera, no, mejor no vamos a decir “buenos”. Hago chistes, a veces buenos. Ya condiciona al público si decís que son buenos.

—Pero nunca te aburrís…

—Me da miedo aburrirme. Estos últimos años, ahora que soy más grande, aprendí a disfrutar más del ocio, que antes no lo disfrutaba mucho. Soy inquieto y pienso: “Uy, si me empiezo a aburrir, ¿qué onda?” Pero ahora me puedo aburrir de tranquilo.

—¿Podés o estás con muchas cosas?

—Estoy con muchas cosas, pero a veces tengo la tarde libre. Hay que aprovechar en este país si te vienen varios trabajos, tenés que agarrarlos. Todos estamos en el pluriempleo, digo, algunos para sobrevivir y otros para vivir bien. En mi caso, por suerte, es para vivir bien y tengo que agradecer.

—Si pudieses elegir no trabajar, ¿no trabajarías?

—No, siempre voy a querer trabajar, pero porque mi trabajo es un placer y en un punto, es un privilegio. Qué sé yo, es juntarme con amigos, es disfrazarme de policía y hacer cuenta de que tengo que ir a rescatar un compañero.

—Así todo tuviste tus ansiedades, incluso en el éxito, en dedicarte a tu vocación y en trabajar con tus amigos…

—Y sí, es complejo, nadie está exento, pero prefiero tener estos episodios con la vida que tengo que de otra manera, porque también te puede pasar sin tener cosas lindas alrededor.

—O sea, no hay nada de payaso triste.

—No, soy bastante similar a como me muestro. Nunca tuve un termómetro de lo popular ni busco hablarle a una gran audiencia. Justo pasó sobre todo con Envidiosa, que sentí que estaba en algo realmente popular. A mí me gusta hacer lo que a mí me gusta y si justo lo ven muchas personas, soy feliz. La verdad que estoy bastante agradecido y bastante contento.

 El actor y guionista de la serie que estrenó en Netflix su segunda temporada conversó con LA NACION  Read More